Medios de comunicación

La importancia de la educación política en la lucha contra el monopolio mediático y su periodismo cipayo

La importancia de la educación política en la lucha contra el monopolio mediático y su periodismo cipayo

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La batalla cultural contra el imperialismo

En la lucha por la liberación de los países y pueblos de nuestra región, bajo el injerencismo e intervencionismo continuo de Washington y sus socios globales y locales, la “batalla cultural” tiene un papel destacado. No obstante, conviene pensar el problema en forma dialéctica[1] y no plantear equivocadamente que es la batalla decisiva, que ahí está el meollo de la cuestión de la dominación. Es un tema muy importante, que podemos y conviene separar para su abordaje independiente, pero sin olvidarnos que es una parte interactuante de un todo mayor. Y siempre las partes adquieren su sentido y se entienden en el marco del todo. Hay otras cuestiones en ese todo, como la batalla por el poder político, en la cual la cuestión de la democracia es clave, la batalla geopolítica por la unidad de Latinoamérica y el Caribe y la transformación de las matrices productivas para salir de la primarización de la economía promovida por la derecha global y las oligarquías locales, por nombrar algunas de las más relevantes[2].

La colonización de las consciencias siempre ha sido un tópico clave en la dominación socio-política. Y esto es histórico. Todo polo de dominación socio-económico-político requiere imperiosamente de una instancia de legitimación a partir del consenso de los dominados. La aceptación y adhesión de los dominados a las políticas, valores e intereses de los dominadores, es fundamental para lograr determinados niveles de gobernabilidad, sin los cuales el ordenamiento político es imposible. Los dominadores deben convencer a los dominados de que su conducción es la que más les conviene, para lo cual son imprescindibles las acciones de manipulación de las consciencias de las mayorías.

En este momento en nuestro país y la región, las instancias de legitimación han adquirido características nunca antes vistas, porque han desbordado todos los parámetros éticos imaginables. Y esto responde a la índole y carácter de la dominación, que es brutal en todos sus aspectos. Veamos las características de esta manipulación y cuáles son los desafíos de la batalla cultural que tenemos por delante.

Los medios hegemónicos y su periodismo basura y mercenario son uno de los principales instrumentos para llevar a cabo su dominación, con los que cuenta el contubernio oligarquía global-oligarquías locales en nuestra región. Estos medios, que monopolizan el espacio comunicativo de nuestros países, son muy poderosos, porque tienen detrás enormes recursos materiales y simbólicos. Además, cuentan con una parte importante de la población con un bajo nivel de educación política, como complemento perfecto para concretar con éxito sus continuas acciones de manipulación de la ciudadanía.

Estos medios son el ariete de la colonización de las conciencias y los espíritus de una parte sustancial del amplio campo popular[3] en nuestras sociedades. Su acción, que es de amplio espectro[4], se basa en la obediencia al mandato de la mentira y el engaño artero de la ciudadanía.

Estos medios, que operan bajo el mandato final de Washington en nuestra región, propician una verdadera colonización de las consciencias, de gran peligro para la soberanía política de nuestros países. Estos medios y su periodismo esbirro y antipatriótico, promueven una población despolitizada, desmovilizada, escéptica y fatalista en lo que hace a vislumbrar posibilidades de transformación de la realidad. Estos medios, cuyo proceder nos asquea e indigna hasta límites indecibles, son una gran amenaza para la Patria.

¿Qué es la Patria? La Patria somos todos y todas. La Patria no es una élite privilegiada, sino las mayorías que sostienen día a día el bienestar común. La Patria es toda la comunidad que conforma la Nación, son los intereses colectivos, es el pueblo. La Patria es una comunidad organizada en torno del bienestar general. Y sólo en comunidades que se realizan podemos realizarnos cada uno de nosotros Desde aquí tiene pleno sentido hablar de los intereses de la Patria. Y tiene todavía más sentido y valor defender esos intereses, así como condenar severamente a quienes los traicionan. La Patria va más allá de los partidos. La Patria tiene enemigos, por eso hay que luchar y defenderla todo el tiempo. La Patria no se declama en discursos preparados para “parecer” e “impresionar” a las personas y la población. A la Patria se la honra con hechos concretos. Con la Patria no se puede hacer marketing político, aunque no son pocos los que lo intentan. La Patria no es patrioterismo y chauvinismo. Por eso, hablamos de Patria Grande, la Patria Latinoamericana. La Patria se define en el marco de la división dominadores-dominados. La Patria emerge con toda su fuerza y su luz y adquiere pleno sentido cuando las potencias exteriores, los dominadores, ayudados por mercenarios y cipayos internos, la intervienen, la explotan, la degradan, la intentan fragmentar generando falsas grietas, arruinan su progreso, quiebran a su gente y matan su esperanza. Por eso, el pensamiento de la Patria se hace presente en los momentos de dolor, en los golpes de Estado, como el de Bolivia, en las catástrofes y desastres que dejan al irse los gobiernos neoliberales subordinados a Washington, como pasó en Argentina.

La Patria es Inclusión y bienestar de las mayorías. La Patria se extiende al mundo. La verdadera Patria no niega al inmigrante, no niega al extranjero, pero sí rechaza y combate al especulador, al explotador, al imperialista. Los sentimientos patrióticos son sentimientos humanitarios. La Patria es un sentimiento grande, universal. La Patria es empatía y sensibilidad por los más vulnerables. La Patria es la opción por los dominados. La Patria es amor a la humanidad y lucha por la liberación de todos y todas.

Por eso, la “educación patriótica”, que es eminentemente política, va más allá de las afiliaciones partidarias, porque tiene su anclaje en la opción dominadores-dominados. Y aquí no hay banderas partidarias, sino veredas. Y estas veredas son dos: la del Imperialismo y la de la Patria. Por eso, en nuestra región, hoy, Imperialismo-Patria, es la contradicción fundamental.

La batalla educativo-cultural tiene dos vertientes que están íntimamente vinculadas:

  • La información de la ciudadanía.
  • La formación de la ciudadanía.

Tengamos en cuenta que sin buena información es muy difícil la formación crítica. Sin información, porque se la apaga y oculta intencionalmente sobre la base de falsas noticias (fake news) y manipulaciones, porque se la tergiversa, descontextualiza y desnaturaliza, la formación política de la ciudadanía se obstaculiza notablemente. Queda claro, entonces, que la información es un factor clave para la formación política de la ciudadanía[5].

Dejando bien esclarecido el papel de la información en la formación crítica de la ciudadanía, debemos enfocarnos a la cuestión de la formación política del pueblo, también de una importancia crucial en la sustantivación de las democracias de la región.

En nuestro caso, el argentino, vamos a desarrollar ambas problemáticas en el marco del objetivo socio-político-cultural de crear una mayoría patriótica firme y sólida (entre el 60 y 70% de la población) que nos asegure el triunfo en primera vuelta en las elecciones de recambio de la autoridades, para aventar los fundados riesgos de que la derecha neoliberal pueda volver a ganar una elección[6] en nuestro país.

Es bueno saber que la tan mentada “alternancia”[7] termina siendo una trampa para los pueblos, por una sencilla razón, la derecha no es un partido político con buenas intenciones democráticas, sino el caballo de Troya del imperialismo de Washington en la región. Cada vez que la derecha gana una elección nuestros países y sociedades pierden todo lo conquistado por los gobiernos anteriores de sesgo nacional y popular. Y esto va para toda la ciudadanía del amplio campo popular, los peronistas y los no peronistas, los liberales, los radicales, los social demócratas y la izquierda radicalizada. Es un hecho a analizar con la razón. Cualquiera, del partido que fuere, no puede ignorar esta realidad. La derecha no es democrática, se barniza de democrática[8] para buscar consenso en la ciudadanía, pero su ADN es completamente autoritario. Y lo peor, es funcional al imperialismo norteamericano.

La desmonopolización de los medios y la promoción de la información crítica

Promover la desmonopolización de los medios de comunicación es una tarea urgente de todo sistema político que se precie de democrático. Sin el derecho a la información de la ciudadanía no hay democracia. La hegemonía mediática impuesta por el proceso de globalización neoliberal encabezado por Washington y por los poderes fácticos de los países de nuestra región es uno de los más grandes problemas que debemos enfrentar hoy. La politización de la ciudadanía, por ejemplo, que es esencial en el proceso de empoderamiento del pueblo, requiere necesariamente de información crítica. De periodismo editorialista crítico y de periodismo de investigación crítico. Pero el monopolio mediático los ha llevado a su mínima expresión. Ha producido un apagón informativo inédito. Aquí es imprescindible revertir de alguna forma esta situación.

Lo que está ocurriendo con los medios en nuestra región y, en especial, en la Argentina, ya escaló más allá de toda indignación. Se trata de un grupo preponderante de envenenadores sociales, que inoculan, día por día y hora por hora, su destructiva ponzoña a sus audiencias. Debemos renunciar a llamarlos periodistas, porque no lo son, son auténticos mercenarios del poder.

No es erróneo denominarlos sicarios. Un sicario es una persona que mata a alguien por encargo de otro, por lo que recibe un pago. El sicariato es el oficio de los sicarios. Entonces, vale decir que en nuestro país existe un sicariato mediático, compuesto de figuras y “periodistas” que “matan” mediáticamente por encargo a todos aquellos molestos para el poder. ¿Cómo los matan o intentan matarlos? Con difamaciones, mentiras, calumnias, operando mediáticamente sobre el poder judicial, etc.. Es una tarea de zapa antipatriótica, que los hace merecedores del mote de vendepatria, Todo su talento, si es que lo tienen, lo dudo, se enfoca a esta deleznable tarea, que ellos cumplen con la rigurosa profesionalidad de los periodistas independientes y objetivos, valores de los que, en forma pedante, se jactan, pero de los que carecen totalmente.

Verlos mentir, difamar y manipular los datos y a la gente va más allá de la indignación, realmente dan asco. Ver como todos estos esbirros sirven a sus amos, es un ejercicio de pesadilla. Uno se pregunta: ¿tiene idea esta gente de lo que significa la dignidad, el honor, la vergüenza? ¿cuáles son sus códigos? En verdad, no tienen códigos ni dignidad. Traicionan a su pueblo y a la patria por veinte monedas.

Es cierto que no todos son iguales, ni tienen la misma perversidad, ni la misma enjundia y malicia para envenenar a sus audiencias, no obstante, sus desempeños son lamentables. No podemos probar que reciben sobres todos los meses de lugares vinculados a poderes foráneos y locales, pero intuimos que por su dedicada labor manipuladora y difamatoria deben recibir una buena recompensa. Como ciudadano que los sufro, al igual que infinidad de mis compatriotas[9], debo decir que siento una enorme indignación y deseos de hacer algo para neutralizar el enorme daño que le causan al pueblo, al país y a la región.

La asimetría de influencia y poder entre el periodismo mercenario y tóxico y el crítico al oficialismo oligárquico, es notable. Es una contienda muy desproporcionada, muy injusta. No hay duda de que el espacio mediático es ampliamente dominado por el periodismo esbirro. Creo que ahora los que dudaban de la importancia de la Ley de medios, abortada mediante cautelares de los jueces adictos a la oligarquía en el gobierno de Cristina y liquidada de un plumazo por Macri con un DNU, ya no tienen más argumentos para hacerlo. Queda muy en claro ahora el valor que tenía esa Ley, ¿no?

La misión del sicariato mediático, triste y despreciable objetivo, es envenenar a la población, llenarla de odio, para ponerla en contra de las figuras sociales y políticas que molestan a la oligarquía que hoy nos gobierna. Su lema es que el poder político no puede estar en manos de gobiernos de coloratura nacional y popular, hay que combatir a muerte al “populismo”. Para eso, la tarea es erosionar hasta el infinito a aquellas figuras que, con sus más y sus menos, utilizaron y utilizan el Estado a favor de los valores e intereses del campo popular. La degradación a la que llegó este periodismo mercenario y basura es incalculable, descendió a lo más profundo del infierno de la inmoralidad. Más bajo no se puede caer[10].

La hipocresía de este periodismo cipayo es increíble. Recuerdo, y todavía las siguen lanzando, las feroces críticas al programa televisivo 6,7,8, mientras el poderosísimo Grupo Clarín y sus socios erosionaban y destruían, con toda la fuerza de su monopolio, la imagen de la por entonces Presidenta de la República, Cristina Fernández de Kirchner. Perversión y cinismo de alto vuelo.

Enfrentar este monopolio es una tarea de gran envergadura político-cultural. Aquí lo más importante, en este momento, es comprender que plantarle batalla es imprescindible. De no hacerlo, peligra seriamente nuestro futuro como nación soberana y el de la región como espacio con capacidad de autodeterminación geopolítica. Se trata de una tarea que involucra directamente al poder político, pero también al amplio campo popular, el que necesariamente deberá elevar su nivel de alfabetización política y empoderarse para empujar y sostener las decisiones que tome el gobierno.

La evolución política de esta tarea debería llevar al gobierno hacia la elaboración de una Ley de Medios, que pueda ser reglamentada y aplicada realmente, lo que no ocurrió con la promulgada en el anterior gobierno de Cristina Fernández, que terminó siendo derogada por un DNU de Macri a pocos días de asumido el gobierno. Por otro lado, también el nuevo gobierno debería promover una campaña político-cultural de difusión, para una toma de consciencia de la población, respecto de la idea de que el monopolio mediático es una severa restricción al derecho a la información de la ciudadanía y, por lo tanto, un serio debilitamiento del sistema democrático. Con pueblos desinformados y manipulados es imposible hablar de democracia[11].

Otra acción importante estaría en el uso, como ocurrió en el gobierno de Cristina Fernández, incluso con más énfasis, de los medios de comunicación estatales (televisión, radio y redes sociales) con un objetivo de educación y culturización patriótica, esto es, enfocada con fuerza a la defensa de los intereses de la patria y el pueblo, promoviendo la soberanía política, la autonomía económica y la mejora social de las mayorías. También la pauta debería verse ausente de privilegios hacia medios hegemónicos, como ocurrió en el gobierno saliente de Mauricio Macri.

En el campo de la sociedad civil el desequilibrio entre los medios del establishment y los alternativos y críticos, también es muy notorio. En el gobierno de Mauricio Macri se desmantelaron los medios críticos y su periodismo editorialista y de investigación. Figuras fuertes como Víctor Hugo Morales, Roberto Navarro y Horacio Verbitsky, por ejemplo, fueron expulsadas de los medios masivos y se tuvieron que refugiar en Internet y Youtube que, como sabemos, son instancias alternativas con menos alcance. Intentar revertir esta situación es otra acción esperable del gobierno del Frente de todos. No obstante, hay que destacar aquí la labor de C5N y, en este marco, a Gustavo Silvestre y su equipo, que ayudó enormemente a mantener la esperanza y la lucha contra un gobierno, y esto lo decimos más allá de todo posicionamiento partidario, claramente antipatria y antipueblo como el de Cambiemos.

El gobierno que asumirá en pocos días es nacional y popular, pero los medios monopólicos seguirán siendo oligárquicos y, además, seguirán siendo empujados y sostenidos por la globalización neoliberal conducida por Washington. Estos medios no cambiarán su designio y, en este sentido, no es posible dudar de que su acción será desestabilizadora y destituyente[12]. Es más, aun no asumió el nuevo gobierno y ya están abocados a esa tarea –que no tiene interrupción- de desgaste y erosión, no sólo de Alberto y de Cristina, sino de todas las acciones y aspectos del gobierno que muestren una coloratura nacional y popular. Como vemos, la batalla cultural y mediática es inevitable y, por lo tanto, debemos prepararnos para librarla.

Hay que destacar también iniciativas como la de El Destapeweb, conducido por el periodista Roberto Navarro, basada en el modelo de la subscripción popular, que tiene importantes ventajas respecto de los medios tradicionales, ya que aquí el medio es financiado por la gente, la ciudadanía. Bajo esta modalidad hay un conjunto de portales en los que se realizan difusión de noticias y periodismo de investigación, como, por ejemplo, El Cohete a la Luna del periodista de investigación Horacio Verbitsky.

Como vamos a ver en lo que sigue, el nivel de alfabetización política de la ciudadanía es un factor clave, decisivo, de la batalla cultural. Y es cierto que la pelea por el derecho a la información apunta, sin duda, a acrecentar la educación política de la población, no obstante, no es suficiente con mejorar la calidad crítica de la información y su acceso por parte de la ciudadanía, porque se requiere necesariamente lograr que se promueva, de diferentes formas, la formación crítica del pueblo. Lo que veremos a continuación.

La promoción de la formación crítica

La increíble realidad de una población que vota a sus verdugos y le da consenso a las prácticas destituyentes de los desestabilizadores a la orden de las oligarquías locales instrumentadas por Washington, no puede explicarse sólo por la aplastante acción manipuladora de los medios hegemónicos con su poderoso sicariato. Es necesario hacer lugar a otro elemento complementario que es clave: una población influenciable, manipulable. Una población formateada por el sistema capitalista en sus bases culturales y espirituales profundas. Una población en la que se enquistaron los valores e intereses de la oligarquía, pero que, paradojalmente, no es oligarca, nos referimos a la meritocracia, al individualismo, el egoísmo, la competitividad extrema, la ausencia de sensibilidad social, la falta de solidaridad, etc. Asimismo, la avasallante evolución de los medios, cada vez más globales, con más tecnología, con más poder de seducción y encandilamiento, ocupando un espacio cada vez mayor en la vida de la gente, hicieron lo suyo. La población, en general, es cada vez más pasiva y receptiva, esto es, menos activa. No busca, no investiga, no lee. Por lo tanto fue perdiendo el espíritu crítico. En estas condiciones la población, en general, es devorada por los medios hegemónicos. Y en una democracia liberal (representativa), en la que se llega al poder político a través de elecciones, el negocio de la oligarquía es redondo. Con el poder hegemónico de los medios, capaces de fabricar una opinión pública que reproduce sus valores e intereses, mediante operaciones mediático-judiciales, relatos manipuladores, falsas noticias, mentiras y promesas que nunca se cumplen pero que son compradas por la gente, se ponen en condiciones de conquistar y sostenerse en el poder político, como a ellos les gusta decir: “democráticamente”. En realidad, mediante el accionar de los medios hegemónicos y las operaciones mediático-judiciales se destruye a la democracia, aunque en el imaginario colectivo siga vigente.

La pregunta fundamental aquí es: ¿cómo lograr la promoción de la formación crítica de la ciudadanía en las condiciones actuales? Quede claro que no estamos excluyendo la necesidad de luchar por el derecho a la información, que es indispensable, pero no suficiente. Lo que estamos diciendo es que no basta con luchar por el derecho a la información, sino que también debemos luchar por el “derecho a la formación”.

Pero cuando abordamos esta última cuestión nos surgen otros problemas y preguntas: ¿La democracia educa políticamente a la ciudadanía?, ¿El sistema educativo le proporciona a sus educandos una formación política? Como decía el politólogo Norberto Bobbio, una de las principales falsas promesas de la democracia es la educación del ciudadano. Es claro que sería muy ingenuo pensar que un sistema educativo funcional a la democracia liberal que, como sistema político de dominación requiere de la despolitización de la ciudadanía, va a formar personas capaces de leer en forma crítica el fenómeno político. La educación de los sistemas educativos de las democracias liberales, es la de los sectores dominantes, de las oligarquías, para los pueblos. En este sentido se trata de una educación heterónoma. Es el “educar al soberano” de Faustino Sarmiento. Es la máxima de las elites y vanguardias iluminadas: “Hay que educar al pueblo”. Pero si el pueblo es educado por las oligarquías, como ocurre en las democracias liberales, estamos perdidos.

Lo que tenemos es una educación heterónoma, donde las élites le inculcan sus valores a las mayorías, las forman en sus valores, las aculturizan, colonizan su subjetividad. Tenemos que pensar, entonces, en una educación autónoma, donde el amplio campo popular se forme con los valores e intereses propios, los del pueblo. Paulo Freire, en su concepción de la educación popular, decía algo que es muy valioso:“Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos entre nosotros mediatizados por el mundo”.

Atendiendo a la situación actual concreta, la formación política de la ciudadanía depende de las acciones del gobierno y del pueblo. Ambos poderes, el político y el popular, son responsables de promover una educación verdaderamente patriótica, porque la que tenemos no lo es. ¿A qué llamamos “educación patriótica”? Es una educación que forma a la ciudadanía con el objetivo prioritario de defender los intereses de la nación y las mayorías. Es una educación que forma a la ciudadanía para la toma de consciencia de que para hablar de Patria debemos poseer soberanía política, autodeterminación económica y una equitativa distribución de la riqueza. Debemos aceptar que el sentido de Patria va más allá de cualquier posicionamiento partidario o doctrinario. Patria es la promoción y defensa de nuestra comunidad, de nuestros intereses, de nuestras riquezas, de nuestra gente, de nuestra industria, en una palabra, de lo nuestro. Y cuando defendemos lo nuestro no somos radicales, ni peronistas, ni comunistas, ni socialistas ni macristas, somos argentinos y latinoamericanos, entonces, promovemos y defendemos nuestra Patria y la Patria grande latinoamericana. Entonces, ¿por qué no podemos tematizar y debatir en las escuelas la mayor amenaza que hoy existe para nuestras patrias (la chica y la grande), el evidente y manifiesto injerencismo e intervencionismo de Washington en nuestros países? Aquí no hay partidismo, ni doctrinarismo, aquí sólo hay intereses patrióticos. ¿Acaso alguien puede decir que en las escuelas este es un tema de los programas y los libros de texto? Es claro que no.

¿El sistema educativo que tenemos forma a los educandos con estos objetivos y contenidos? Es evidente que no. Y no es difícil descubrir por qué no forma a los educandos con estos objetivos. El sistema educativo está bajo la conducción de los sectores dominantes. Y como dice Paulo Freire con mucho fundamento:

“Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”. (Freire, Paulo, 1984:71).

El sistema educativo, históricamente y en la actualidad, desarrolla una educación de tipo enciclopedista, aséptica y aparentemente neutra (la neutralidad política es imposible), más allá del simbolismo patriótico meramente formal. En cuanto a los medios, que son monopólicos y hegemónicos, sería muy ingenuo pensar en su patriotismo, ya que trabajan a favor de los valores e intereses de los sectores dominantes. Ergo, la educación con sentido patriótico, que es esencial hoy en nuestro país y nuestra región, está ausente.

¿Qué se debería hacer para que comience a ser una realidad? Ya señalamos que la democratización de la información es una pieza clave. Y aquí el gobierno tiene un papel destacado. Sin coartar la libertad de expresión, pero sí delimitándola con claridad de la libertad de manipulación[13]. La monopolización de los medios de comunicación es ya, de por sí, una instancia de manipulación. Y sin permitir la pluralidad de voces, fundamentalmente, las voces críticas y con sentido patriótico de promoción y defensa de los intereses nacionales y regionales, así como del bien común, la formación política de la ciudadanía se dificulta enormemente.

Independientemente de este dato decisivo, es necesario que el sistema educativo público-privado comience seriamente a transformarse, para lo cual deberán caer prejuicios y naturalizaciones muy arraigados en el imaginario ciudadano. El principal prejuicio, una idea profundamente naturalizada en la población, es que en la escuela no se hace política. En la escuela no se hace partidismo ni doctrinarismo, pero es un lugar político por excelencia[14]. En las escuelas debe implementarse una educación patriótica, que inevitablemente es política. Pero sabemos muy bien las diferencias entre el “deber ser” y el “ser”. La cultura del sistema educativo es muy inercial y cambiar la cultura escolar tradicional es un desafío enorme[15]. Por eso, es necesario un trabajo gradual. El gobierno nacional y popular debe comenzar a trabajar en esta línea. Y en el espacio popular, debemos comenzar a desarrollar distintas instancias de educación popular, que ahora convendría denominar “patriótica”, porque la lucha contra el imperialismo hoy es una prioridad, aunque no se vea reflejada en una opinión pública formateada por los medios hegemónicos.

No es posible desarrollar aquí los fundamentos de un programa de educación política de la ciudadanía, pero es necesario mostrar sus principales supuestos, especialmente los dos significados del concepto de “política”. Para ello voy a citar unos párrafos de mi último libro: “Nosotros somos los que estábamos esperando”[16]:

“Si nos invitan a un asado o a un cumpleaños, lo primero que nos dicen es que “no hablemos de política”. Si hablamos de política arruinamos todo, porque la política es siempre motivo de discusión virulenta, de peleas irreconciliables. Acá hay un enorme malentendido, pero que tiene explicación. Saben qué pasa, se confunde “politización” con “partidización”. Y esta es una confusión fatal. Pero para ir al fondo de este tema, es importante que recorramos esta propuesta, porque, justamente, su objetivo es ayudar a la elevación del nivel de alfabetización política[17] de sus lectores. No obstante, vamos a adelantarles algo.

La confusión viene de que el concepto tiene por lo menos dos significados que, si bien están dialécticamente relacionados, debemos diferenciar para comprender cabalmente el fenómeno político y, más aun, lograr posicionarnos estratégicamente en el debate y la lucha por la transformación social. De ahí que, para echar luz sobre los dos significados, sus diferencias y sus relaciones dialécticas, es necesario plantear dos dimensiones de la política: la trascendente y la inmanente. Existen dos conceptos de “política”, aunque es cierto que se ha naturalizado la existencia y uso de uno solo de ellos, la que hacen los políticos, la política de partidos, la política de los políticos. Fijémonos que la mayoría de las personas, cuando se definen como a-políticas están suponiendo ese significado. Por eso, en realidad se están definiendo como a-partidarias y no como a-políticas. Y como vamos a mostrar enseguida, no es posible ser apolíticx. Nadie es apolíticx.

Pero hay otro significado de política. La política como compromiso y movilización ciudadana[18] en el marco de la búsqueda de la autodeterminación colectiva. Y aquí no tiene cabida la apoliticidad. Estos dos conceptos diferentes reclaman la comprensión de dos dimensiones de la política, la trascendente y la inmanente, que vamos a ver en el desarrollo de esta propuesta. La dimensión trascendente de la política es previa y va más allá de los partidos. No necesitamos afiliarnos a ningún partido para estar politizados. Lo que no quiere decir que no podamos afiliarnos y militar en uno. Acá no hay contradicción.

Es necesario saber que renunciar a la política es renunciar a cambiar el mundo. Así de importante es esta cuestión. Por eso, es entendible que las oligarquías[19], los sectores de poder, promuevan la despolitización de la población. De promoverla se suicidarían como clase. Y, como decía Paulo Freire, las clases dominantes no se suicidan. Sabemos que una población despolitizada, es una población más fácil de manipular y dominar.

Debemos tener claro que la utopía de un mundo mejor, por ejemplo, en el que las políticas se construyen a partir de valores realmente humanos, es nuestra proyección de fondo. Esta es una perspectiva trascendente. Porque no basta con resistir, sino que es imprescindible transformar. Pero la utopía debe realizarse en el campo inmanente de la política, donde predomina la lucha de poderes. Sin poder será imposible. Al poder de las oligarquías, entonces, debemos oponerle el poder de los pueblos. Por eso, construir poder popular es una tarea impostergable. Y esta construcción requiere, como una dimensión fundante e insoslayable, aunque sabemos que no es suficiente, de la elevación del nivel de alfabetización política de cada una de las personas que conformamos los pueblos. Es fundamental que cada unx de lxs ciudadanxs posea un buen nivel de conciencia política. Como vamos a ver esto es esencial. Para sustanciar la esperanza de cambiar el mundo, en primer lugar debemos tener la voluntad de cambiarnos a nosotros mismos. Por eso, venimos diciendo: “quien se transforma, transforma el mundo”. Es más, si queremos ayudarnos en serio, lo mejor que podemos hacer es comprometernos en la lucha por un mundo mejor.

Para resumir, el abordaje patriótico de la educación requiere concebir un amplio proyecto cultural de carácter soberano, que trascienda los partidos y las teorías ideológicas, lo que no quiere decir que no sea ideológico, ya que partimos de la contradicción imperialismo-patria. Aquí no hay grietas entre los “diferentes”[20] que conformamos el amplio campo popular, porque todos estamos en la misma vereda, la de la patria. Por eso, nuestras diferencias las dirimimos en el horizonte de un enemigo común, que vamos a denominar “antagónico”, porque su esencia es “prohibirnos”[21] ser a los países y pueblos que estamos bajo su dominio.

Tendremos que elaborar las estrategias políticas para llevar adelante una cultura patriótica, que no quiere decir negar las expresiones culturales universales, por el contrario. Y ya vimos la complejidad y el carácter de los desafíos en los campos de la información y formación. No obstante, la hora no admite postergaciones. O los encaramos, o nos resignamos a perder definitivamente nuestra soberanía.

Bibliografía:

Freire, Paulo (1984) La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo Veintiuno Editores, pág 71.

Lens, José Luis (2017) Para que no nos tomen por bolud@s .Elevemos nuestro nivel de alfabetización política para derrotar a la derecha conservadora neoliberal. Buenos Aires: Editorial Dunken.

Lens, José Luis (2018) el valor de tu alfabetización política en la lucha por otra sociedad. Mauritius: Editorial Académica Española.

Lens, José Luis (2018) Nosotros somos los que estábamos esperando. Buenos Aires: VI DA TEC Editores.

”La lucha por la liberación en el marco de la contradicción Imperialismo-patria. Reflexiones y replanteos después del golpe de Estado en Bolivia. José Luis Lens. 25/11/2019 https://www.autoformacionyempoderamiento.com/la-lucha-por-la-liberacion-en-el-marco-de-la-contradiccion-imperialismo-patria/

  1. Ver: “Practicar un pensamiento dialéctico”, en: Lens, José Luis (2017) Para que no nos tomen por bolud@s .Elevemos nuestro nivel de alfabetización política para derrotar a la derecha conservadora neoliberal. Buenos Aires: Editorial Dunken. Páginas 231-221.
  2. Ver el artículo:”La lucha por la liberación en el marco de la contradicción Imperialismo-patria. Reflexiones y replanteos después del golpe de Estado en Bolivia. José Luis Lens. 25/11/2019 https://www.autoformacionyempoderamiento.com/la-lucha-por-la-liberacion-en-el-marco-de-la-contradiccion-imperialismo-patria/
  3. Por amplio campo popular entendemos el conjunto de personas, grupos, movimientos y organizaciones sociales, partidos políticos del espacio progresista, sindicatos y gremios, pequeñas y medianas empresas y comercios, así como trabajadores formales e informales, profesionales, docentes, artistas, intelectuales, esto es, toda una heterogénea gama de personas, movimientos e instituciones en diferentes situaciones socio-culturales, que por su extracción social comparten el destino de los sectores subalternos, justamente porque no están enroladas en los sectores dominantes, esto es, no pertenecen a la oligarquía. De una forma simplificada, aunque bastante certera, el campo popular se compone de todos aquellos que no vivimos de rentas, ni de la especulación financiera, ni somos dueños ni directivos de grandes empresas. En una palabra que vivimos de nuestro trabajo. Siguiendo la división que establece Paulo Freire, entre “Antagónicos” y “Diferentes”, el campo popular, para nosotros, son los “diferentes”, siendo los antagónicos los que “prohíben ser”. Los diferentes somos, entonces, todo ese conjunto heterogéneo de personas, movimientos sociales, organizaciones e instituciones que no pertenecemos a los sectores dominantes en las sociedades y, por lo tanto, no le prohibimos ser a nadie. A esto nos referimos con “amplio campo popular”.
  4. El modus operandi es criticar en forma continua y malintecionada, con el objetivo de erosionar y desestabilizar, a las figuras políticas de los gobiernos nacionales y populares. Con la misma finalidad, difundir falsas noticias y participar en operaciones mediático-judiciales para enjuiciar y encarcelar a los políticos opositores al neoliberalismo, tanto a los que han tenido éxitos en la transformación de sus sociedades como los que muestran condiciones para proyectarse y gobernar.
  5. La Información y la formación interactúan entre sí de forma dialéctica. La información crítica mejora la formación crítica, mientras que la formación crítica mejora la capacidad para descubrir y aprovechar la buena información.
  6. Debemos saber que esta es sólo una parte del problema, porque la derecha, que es antidemocrática y autoritaria por naturaleza, cuando se le cierre la vía democrática seguramente implementará otros métodos para conseguir el poder y mantenerse en el poder. Lo ocurrido recientemente en Bolivia muestra claramente que cuando fracasan los intentos de conseguir el poder político vía elecciones, la derecha subordinada a Washington, no tiene ningún problema en recurrir al golpe de Estado cruento cívico-policial-militar.
  7. No estamos denostando a la “alternancia”, que no es mala de por sí, sino todo lo contrario. La alternancia sería buena si no existiera el imperialismo norteamericano, porque queda claro que hoy por hoy es un arma invocada y utilizada por Washington para colocar en el poder político a gobiernos que le permitan llevar a cabo sus intereses. Claro que para lograr manejar el imaginario colectivo primero hay instalar en las consciencias la idea de que la “alternancia” es un elemento esencial de la democracia. Fijémonos en el impacto que tuvo en el golpe de Estado a Evo Morales, la idea de que su pecado o error más grande fue que se quería perpetuar en el poder. Hasta Lula lo invocó –y no estamos acusando de nada a Lula, por el contrario-, diciendo que Evo se equivocó cuando buscó su cuarta reelección.
  8. Veamos el comportamiento de Cambiemos en el gobierno. Desmantelamiento de las políticas sociales del Estado, uso del Estado por sus administradores para hacer negocios propios y particulares, anulación completa del derecho a la información por la supresión de las voces críticas, atacando con operaciones mediático-judiciales a dueños de empresas de comunicación, violación de la independencia de los poderes por la injerencia del Poder Ejecutivo en el Judicial, operaciones mediático-judiciales a partir de espionajes y jueces adictos, violación sistemática de la constitución, uso abusivo de los DNU, represión de las movilizaciones sociales, etc.
  9. Y no acepto la enorme estupidez de que no estamos obligados a verlos y escucharlos, porque son formadores de opinión pública y, como parte de un monopolio mediático, poseen enormes audiencias. Aunque algunos no los veamos y consumamos, aunque vos no los veas y consumas, su tarea daña al pueblo y al país, porque es mucha la gente que sí los ve y los escucha.
  10. Para comprobarlo vean y escuchen, por ejemplo, a Luis Majul, Alfredo Leuco, Eduardo Feinmann y Baby Etchecopar, a ver si encuentran en ellos un mínimo atisbo de opinión independiente y objetiva. Si lo encuentran sería un verdadero milagro.
  11. Ver: “Democracia es el poder del pueblo”, en: Lens, José Luis (2018) el valor de tu alfabetización política en la lucha por otra sociedad. Mauritius: Editorial Académica Española.
  12. Es claro que la retirada de Cambiemos (ahora Juntos para el cambio), es el de una derecha que se agazapa para seguir conspirando contra los intereses de la Patria, porque ese es el papel de las derechas, todas funcionales a Washington en la región. No cabe duda de que las fuerzas de Juntos para el cambio, constituyen una potencial amenaza golpista en nuestro país.
  13. La libertad de expresión es la coartada de los medios monopólicos para manipular la información de diferentes formas y defenderla corporativamente. Cuando se critica o denuncia a un periodista de los medios hegemónicos por acciones incompatibles con la ética profesional e, incluso, por violar la ley extorsionando a determinadas figuras públicas con el escrache mediático, la corporación hegemónica sale rápidamente invocando la violación de la libertad de expresión. La confusión es grande, la libertad para manipular y extorsionar no es libertad de expresión.
  14. Ver: Los fundamentos de la consciencia política, en: Lens, José Luis (2018) Nosotros somos los que estábamos esperando. Buenos Aires: VI DA TEC Editores.
  15. En la línea de una iniciativa popular para la transformación de la educación, no hay que descartar el papel que puede tener la docencia en las instituciones y las aulas. Las transformaciones personales de los educadores y educadoras con una proyección colectiva merecen una consideración. En “Educar para cambiar el mundo”, un libro que escribí en 2012, desarrollo una propuesta para que los educadores y educadoras, más allá de los planes y programas tradicionales existentes, dispongan de un conjunto de conocimientos y herramientas pedagógicas para realizar una educación crítica en sus aulas. Lens, José Luis (2012) “Educar para cambiar el mundo”. Los momentos de una transformación liberadora en la educación. Con Prólogo de Moacir Gadotti. E-book. www.bajalibros.com.
  16. Ver: “Pensar en lxs demás es la mejor manera de pensar en unx mismx”. En: Lens, José Luis (2018) Nosotros somos los que estábamos esperando. Buenos Aires. VI DA TEC Editores. Páginas 28-29.
  17. Por “alfabetización política” entendemos, como una de sus características, entre otras, el conocimiento e incorporación cabal de las reglas y saberes del juego de la política, especialmente en una realidad en la que dominan los discursos que intencionalmente los oscurecen para la población, con la clara intención de “despolitizarla”. Ampliaremos este concepto a lo largo del ensayo.
  18. Aquí aludimos al concepto de “ciudadano” de Aristóteles, quien lo definía así: “Ciudadano es aquel que no sólo sabe ser gobernado, sino que también sabe gobernar”.
  19. Acá vamos a usar el concepto de “oligarquía” en su más pleno sentido etimológico. El término es griego y proviene de “oli”, que es “poco” o “escaso” y “arjé”, que es “poder” o “gobierno”. Oligarquía, entonces, significa: el poder o gobierno de unos pocos.
  20. Como vimos en la nota 1, la contradicción antagónicos-diferentes es de Paulo Freire, quien define a los diferentes como todos aquellos que conformamos el amplio campo popular, mientras que los antagónicos son los que “prohíben” ser a los demás. Por eso, Paulo Freire sostiene que entre los diferentes se deben practicar dos acciones que son clave, la tolerancia frente a las diferencias y la búsqueda de la unidad. Está más que claro que las fuerzas del Imperialismo, tanto externas como locales, son netas “prohibidoras” de ser.
  21. ¿Hay un ejemplo mejor de una acción “prohibidora” de ser que el golpe de Estado en Bolivia? Un país en pleno desarrollo, con todas las principales variables en alza, disminución de la pobreza, disminución del desempleo, aumento de la alfabetización, crecimiento económico, recuperación de las riquezas para beneficio del pueblo, etc. En unos pocos días las fuerzas “prohibidoras”, la externa de Washington y la oligarquía racista local, inundaron de violencia y dolor a la población originaria, que es mayoritaria en Bolivia, e hicieron que Bolivia retrocediera los catorce años de prosperidad que había conseguido con el gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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