Filosofía

El pensamiento dialéctico como arma para enfrentarnos a la manipulación del poder conservador

El pensamiento dialéctico como arma para enfrentarnos a la manipulación del poder conservador

 

Aunque no es nuestro propósito analizar las leyes de la dialéctica, en el caso de que las haya, sí es importante aprender a pensar de dicha manera. Desde los griegos podemos hablar de la dialéctica. Comenzando por Heráclito, para quien todo estaba en permanente movimiento. Es famosa su afirmación de que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Pero lo que

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nos interesa aquí es mostrar cómo el pensamiento debe seguir a la realidad. Y si la realidad es dialéctica, como creemos que es, el pensamiento también deberá serlo, si es que quiere entenderla.

La dialéctica supone que la realidad está compuesta de partes relacionadas e interactuantes, en contraste con la metafísica que entiende a los fenómenos como entidades separadas. La dialéctica pretende descubrir las incontables interacciones, causas y efectos que actúan juntos en el universo. La primera tarea de un análisis dialéctico es, por lo tanto, resaltar la necesaria conexión de todos los aspectos, partes, fuerzas y tendencias de las situaciones y fenómenos[1].

1. La realidad es un todo y sus partes se interrelacionan e interactúan entre sí

El pensamiento dialéctico es holístico, ya que parte de una idea que es clave “la verdad es el todo” (Hegel). Para entender la dinámica de la realidad debemos aplicar una lógica de la totalidad. Porque la verdad está en la consideración del todo, y no sólo de las partes por separado[2]. Por eso, para comprender las situaciones y los fenómenos políticos hay que considerar el todo, y no sólo quedarnos con las partes. Una forma de manipulación muy utilizada por los monopolios mediáticos es descuartizar la realidad y promover en el público un enfoque parcializado del problema, llevándolo a considerar dicha parte como el todo, provocando una lectura descontextualizada, sin que el público lo advierta debido a que no posee la perspectiva del pensamiento dialéctico.

En los discursos de los políticos, sobre todo de los de extracción neoliberal, es fácil encontrar descontextualizaciones. Por ejemplo, en su análisis de las gestiones de los gobierno populares, se los ve centrarse sólo en sus resultados, sin la más mínima mención a las causas. Y es claro que los resultados negativos no sólo dependen de malas gestiones de los gobiernos populares, sino fundamentalmente de las políticas neoliberales globales y el boicot de los sectores económico-financieros de poder internacionales y locales. La caída de los commodities, por ejemplo, tuvo un impacto altamente negativo en los países de nuestra región. De eso no hablan, evitan mostrar la totalidad de la realidad, porque no les conviene. Su pensamiento es intencionalmente antidialéctico. Y así logran moldear a un público que ha perdido la capacidad de indagación, de pensamiento crítico. Las políticas neoliberales son las verdaderas causantes de los resultados, que después le critican a los gobiernos populares. Quiénes si no, generaron las monumentales deudas externas que después tuvieron que pagar los gobiernos populares, y aun así, distribuyendo la riqueza entre los que menos tienen.

Su hipocresía es monumental, porque la desgracia y el deterioro de los países de la región se la debemos al neoliberalismo, y ellos critican al gobierno anterior como si recién comenzaran a hacer política[3].

Es un supuesto fundamental de la dialéctica, que todo se define por lo que es, pero también por lo que no es, porque nada puede definirse en sí mismo. Para ilustrar esto, a mis alumnos les propongo un ejemplo concreto. Tomo un pedazo de tiza y les pregunto, ¿este pedazo de tiza es grande o chico? Alguno, en forma apurada me dice, es chico, pero enseguida otro lo corrige diciendo, depende con qué lo comparemos. Correcto!!, le digo yo enseguida, si lo comparo con mi lapicera es chico, pero si lo comparo con esta aspirina que tengo aquí en mi bolsillo, es grande. Entonces, no es ni grande ni chico, porque para poder determinarlo lo debo relacionar con lo que no es. Esto quiere decir que nada puede ser comprendido en sí mismo, sino en relación a las demás partes del todo. El filósofo Spinoza decía: “Omnis determinatio est negatio” (toda determinación es negación). Determinar significa poner límites. Y cuando ponemos límites, separamos lo determinado con esa acción de todo el resto de cosas que rodean a lo determinado, es decir, que no son lo determinado. Desde aquí debemos incorporar la lógica de los contrarios. ¿Podemos definir y entender a la noche sin el día? ¿A la vida sin la muerte? ¿Al placer sin el dolor? ¿Al amor sin el odio? ¿A los dominadores sin los dominados? ¿A los pobres sin los ricos? Es evidente que no. ¿Qué significado tendría la noche sin el día? ¿y los dominadores sin dominados? ¡y los pobres sin los ricos? Si no hubiera dominados no habría dominadores. A estos los llamamos “pares dialécticos”, como polos que se entrelazan e interactúan, otorgándose vida y sentido entre sí. En su Lógica, Hegel fundamenta la necesidad de pensar en forma dialéctica con el ejemplo de la pura luz y la pura oscuridad. Dice, tanto la pura luz, como la pura oscuridad, son dos absolutos completamente vacíos, por eso los llama “indeterminaciones”. En ninguno de los dos casos podemos determinar algo, porque tanto en la pura luz como en la pura oscuridad, no podemos distinguir nada. No vemos nada en ambos casos. La determinación recién surge, y con ella la visión de objetos, cuando se entrecruzan la luz con la oscuridad, allí es cuando aparecen los objetos a nuestra vista. De este relativismo universal se desprenden varios corolarios:

– Que nuestro análisis de la realidad debe ser siempre holístico, considerando que la verdad está en el todo y no en las partes. Esto nos exige suponer la interacción de todas las partes del todo, lo que nos obliga a establecer la idea de que: Ningún hecho, situación o fenómeno puede ser el resultado de una sola causa. Porque cualquier situación o fenómeno siempre estará sometido a la influencia e interacción de muchas partes.

¿Cuál es la causa por la que perdió el kirchnerismo las elecciones? Esta es una pregunta errónea, antidialéctica. Ya que no es posible determinar una sola causa, sino que siempre debemos considerar un conjunto convergente de causas. Sería más acertada la pregunta: ¿cuál es la principal causa por la que perdió el kichnerismo? Aunque, aun así, quedarían un conjunto de posibles causas sin ponderar qué efecto podrían haber tenido. Los hechos y fenómenos se producen siempre por un conjunto convergente de causas. A veces, hay causas denominadas detonantes, a las que luego se les atribuye una centralidad que en realidad no poseen. Por ejemplo, calentemos un recipiente con agua, hasta que llegue a 99 grados. Le agregamos un grado más, y el agua hierve. ¿Cuál fue la causa que hizo que el agua hirviera? Podríamos decir, el grado 100. A partir de aquí, podríamos señalar que esa fue la causa que hizo hervir el agua. Lo cual sería un error, porque no estaríamos considerando los 99 grados que el agua ya tenía. De haber tenido menos grados, ese grado que se le sumó no habría producido ningún efecto. Con este ejemplo queda claro que el análisis debe ser siempre holístico, ya que es necesario tomar en cuenta la multitud de causas que entran en juego cada vez que se produce un hecho o fenómeno.

En el análisis político debemos ser muy finos, porque si no pensamos dialécticamente podemos culpar y estigmatizar a personas, grupos o partidos, sin que exista razón para hacerlo. Y estos errores en política cuestan caro. Por ejemplo cuando analizamos el desempeño de un gobierno, debemos hacerlo siempre de forma holística. Esto quiere decir que debemos hacer jugar un montón de hechos y factores que, muchas veces, la oposición, con una intención manipuladora, deja afuera, concentrándose en un solo aspecto. Si al analizar el desempeño de un gobierno, nos enfocamos exclusivamente, como hace la derecha neoliberal apuntando, por ejemplo, a los niveles de corrupción (que son inevitables en todos los gobierno de las democracias liberales), y no tomamos en cuenta su política de uso del Estado a favor del pueblo o a favor de las corporaciones, estaremos deformando la realidad. Si no tomamos en cuenta su política exterior, sometimiento al sistema dominante económico-financiero o integración regional con el objetivo de conseguir un geopolítica soberana, seguramente que equivocaremos nuestro juicio sobre su verdadero desempeño. El árbol nos tapará el bosque. La parte nos impedirá ver el todo, y seguramente nos equivocaremos. Esta práctica de enfocarse en una parte y enfatizarla hasta el extremo, está siendo usada por la derecha neoliberal para desestabilizar a los gobiernos y figuras importantes de la política progresista de la región[4].

2. No existen los comienzos absolutos. Si nada se puede definir en sí mismo, siempre estará sometido a la relación e influencia de otras partes del todo

Cuando nos planteamos: “Para tener una sociedad auténticamente democrática, necesitamos, también, una educación auténticamente democrática”, se nos presenta una situación sin solución, porque no tenemos ninguna de las dos. ¿Cómo tener una sociedad auténticamente democrática, si no tenemos una educación de ese signo? Y viceversa, ¿Cómo tener una educación auténticamente democrática, si no tenemos una sociedad de ese signo? Estamos encerrados en un círculo vicioso. El error lo cometemos cuando pensamos que puede haber un comienzo absoluto, un comienzo que no esté precedido por alguna condición previa. Porque siempre hay condiciones previas que, además, interactúan entre sí. Sociedad y educación, entrelazan sus destinos en las luchas democratizadoras y por la construcción de poder popular. Lo mismo ocurre cuando pensamos: “Para conseguir un gobierno popular, el pueblo debe estar politizado. Pero para que el pueblo esté politizado, necesitamos un gobierno popular”. Este razonamiento es erróneo porque, justamente, los comienzos absolutos no existen, sino que siempre se dan condiciones preexistentes. Siempre hay condiciones para que el pueblo comience a politizarse sin un gobierno popular, así como siempre hay condiciones para que aparezca un gobierno popular sin que el pueblo esté politizado. Claro está, que para que se completen los dos objetivos, es necesario que los procesos interactúen y se potencien entre sí. Esta es la interacción que denominamos dialéctica.

También aquí el pensamiento formal, no dialéctico, nos puede llevar al desánimo y el fatalismo en la política. Los círculos viciosos, lo venimos viendo desde hace años, hacen estragos en las personas, porque las colocan en situaciones de escepticismo y fatalismo. Y el fatalismo es el camino hacia la profecía autocumplida. Si creemos que no es posible, entonces, es cierto, no es posible. Estamos cansados de escuchar el fatalismo que el neoliberalismo desparrama por todos lados: “esto siempre va a ser igual”, “esto no lo cambia nadie”, “es imposible”, “no se puede”, “no hay otro camino”, “es inevitable”[5]. No obstante, todo es posible. Siempre hay posibilidades, pero hay que comenzar a crear las condiciones. En la política como vocación, Max Weber dice:

“La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la Historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez[6]. Pero para ser capaz de hacer esto no sólo hay que ser un caudillo, sino también un héroe en el sentido más sencillo de la palabra. Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro han de armarse desde ahora de esa fortaleza de ánimo que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren resultar incapaces de realizar incluso lo que hoy es posible. Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; sólo quien frente a todo esto es capaz de responder con un “sin embargo”; sólo un hombre de esta forma construido tiene “vocación” para la política”[7].

3. El conocimiento recién se alcanza en la síntesis, siendo el análisis un paso necesario hacia ella. El conocimiento aparece cuando se relacionan las partes, que adquieren significado en el contexto del todo

Quedarnos en el análisis de las partes, esto es, finalizar allí nuestro proceso investigativo, sin considerarlas a la luz del todo, nos llevará a grandes errores. Esta es una recomendación muy válida para los que conformamos el amplio campo popular. Una de las estrategias manipulativas de los medios de comunicación monopólicos es, precisamente, la de descontextualizar las partes del todo y focalizarse en ellas. Por eso, si no estamos alertas respecto de que las partes deben ser analizadas a la luz del todo y que recién en sus relaciones es cuando aparece el significado, nuestros análisis y decisiones políticas pueden ser equivocadas.

Voy a poner en ejemplo que me involucra directamente. Desde que comencé a leer a Paulo Freire y, luego, en 1985, lo conocí, incorporé una idea que siempre me pareció de una importancia crucial: “el carácter político de la educación”. La educación tiene una matriz histórico-cultural burocrático-autoritaria, porque reproduce los valores e intereses de los sectores dominantes. Pero esta idea cobró un significado mucho más claro y contundente, cuando, no hace mucho tiempo, pude relacionar dos partes del todo y, al hacerlo comprender cabalmente lo que significa decir que la educación está al servicio de los sectores dominantes. Las partes son: La democracia liberal* y El sistema educativo formal*. ¿Qué fue lo que descubrí en dicha relación? Que la democracia liberal y el sistema educativo formal, ambos, son productos de las élites, de los sectores dirigentes y, en tanto tales, deben guardar una relación de funcionalidad. Entonces, razoné así. Si la democracia liberal tiene como condición de existencia la despolitización del pueblo (El pueblo no delibera, ni gobierna), la educación no podría tener un objetivo distinto y por lo tanto, de ninguna manera podría formar verdadera ciudadanía, ciudadanía politizada, realmente empoderada. Por eso no lo hace, por razones puramente políticas y no de incompetencia pedagógica u otras por el estilo, como comúnmente se cree.

4. Las contradicciones son inevitables. En el universo del todo, las partes se contradicen, chocan y se enfrentan entre sí:

Cuando hay tantos elementos en juego, las contradicciones son inevitables y, como dice Paulo Freire, lo que hay que hacer con ellas es asumirlas. Por ejemplo, una contradicción que se dio en el gobierno de Cristina Fernández y que, por lo menos, como integrantes del campo popular debemos entender fue la siguiente. El gobierno de Cristina Fernández realizó convenidos con Monsanto, a partir de lo cual fue acusada de mantener relaciones con las grandes corporaciones y los intereses transnacionales. Sabemos del descrédito que tiene Monsanto, por el daño que les está causando a los campesinos de muchos países de nuestra región. Descrédito que compartimos. Pero también debemos entender que nuestra matriz productiva está fuertemente determinada por la soja. Somos un país exportador de materias primas. Y la soja es el principal producto. Si esto es así, comienza a tener lógica que entabláramos relaciones con el principal productor de semillas y herbicidas para el cultivo de ese producto. Porque lo exige nuestra matriz productiva básica. Claro, que esto representa una contradicción ideológica, por el momento inevitable. Se podría evitar si desarrolláramos otras políticas, o si pudiéramos abandonar el sesgo de exportadores de materias primas como eje de nuestro sistema productivo, esto es, si cambiáramos la matriz productiva. Pero eso, por su gran complejidad, no es algo que pueda realizarse en forma inmediata. ¿Qué hay que hacer con la contradicción? En primer lugar, asumirla, para luego superarla.

5. El conflicto es inevitable. Y las contradicciones llevan al conflicto:

En política esta tesis dialéctica es muy clara. En un mundo dividido entre oligarquías y pueblos, el conflicto es inevitable. Los intereses distintos, inevitablemente van a chocar entre sí. La contradicción dominadores-dominados, obviamente, es portadora de un conflicto. El conflicto existente entre los intereses opuestos de la oligarquía y el campo popular.

En síntesis, como principal corolario de todos estos desarrollos, podemos decir que pensar dialécticamente es imprescindible para elevar nuestro nivel de alfabetización política, un arma fundamental para enfrentarnos a la manipulación del poder conservador.

  1. En este sentido, la filosofía neoliberal niega ideológicamente la dialéctica, porque en su afán manipulador debe dividir, descontextualizar, recortar la realidad, escamotear las causas, etc.
  2. Por ejemplo, tomar la parte por el todo, es una acción discursiva de manipulación de la realidad que se usa muy a menudo. La Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, en un discurso xenófobo le comunicó a la población que era necesario contralor la inmigración de los países limítrofes, porque los bolivianos venían a armar redes de tráfico de drogas en la Argentina. De esta forma estigmatizó a toda la comunidad boliviana radicada en nuestro país cuando, como sabemos, la gran mayoría de nuestros hermanos bolivianos son personas de gran honestidad y extraordinariamente trabajadoras. Está claro que tomó una minúscula parte por el todo.
  3. El discurso de Mauricio Macri inaugurando el período de sesiones del Congreso Nacional (1/3/2016), es una pieza ideal para analizar este tipo de manipulación discursiva, que recurre al pensamiento antidialéctico.
  4. Los ataques a Lula Da Silva son paradigmáticos en este sentido. Si se compró una granja, si le regalaron un piso, si gasta mucho en temas suntuarios, etc. No saben en qué rascar para acusarlo de algo y erosionar, así, su figura frente a la clase mediotizada y despolitizada. Lo mismo ocurrió y está ocurriendo con Cristina. Buscando la ruta del dinero K, que no existe, se encontraron con la ruta del dinero M, que sí existe.
  5. “El ajuste es inevitable”. “Si no hacemos esto (arreglar con los especuladores financieros internacionales –buitres-.), entonces, tenemos que ir a un ajuste brutal”. “Sabemos que las medidas son antipáticas, pero es para el bien de todos”. O lo que recientemente dijo Javier González Fraga, el actual Presidente del Banco Nación: “Le hicieron creer a un empleado medio que su sueldo servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior”. Si nuestros empleados medios creyeran las palabras de este reaccionario, entonces, debería nacer en ellos un enorme complejo de culpa. Estamos hartos de escuchar estas frases en la boca de los políticos neoliberales!!Su función específica no es otra que desparramar el “fatalismo” en la población.
  6. La negrita es nuestra.
  7. WEBER, M. (1985): Ensayos de sociología contemporánea. “La política como vocación”; conferencia pronunciada originalmente en la Universidad de Munich, 1918. Barcelona: Planeta-Agostini.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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