Educación

Una propuesta pedagógico-política para “una iniciativa docente crítica”

Una propuesta pedagógico-política para “una iniciativa docente crítica”

Si esta pandemia sigue así, toda educación es política – Radio Gráfica

Presentación

Los sistemas educativos tienen una impronta política y en las democracias liberales nacieron y siguen estando bajo el control de los sectores dominantes, es decir, del establishment. Pretender transformarlos desde una perspectiva progresista, esto es, buscando que además de públicos se conviertan en populares, los conservadores nos profetizan que es un imposible. Es cierto que sin una verdadera transformación democrática de las sociedades no es posible pretender una educación que promueva los intereses del amplio campo popular. Sin embargo, no es un imposible mientras siga vivo el sueño por otro mundo posible.

Esta propuesta pedagógico-política es una expresión de nuestra “teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política”[1] y está orientada a servir de base para la elaboración de planes, programas, áreas de conocimiento y asignaturas en el sistema educativo nacional. La elaboración es original porque es propia, pero se basa en la reinvención, desde una identidad ideológica resultante de la opción ético-política por la patria y el pueblo, de distintos autores, filósofos, sociólogos y politólogos. Es necesario comentar que ninguno de los autores utilizados fue leído y analizado a través de algún tipo de filtro partidario, menos aún doctrinario, sino desde presupuestos filosóficos y científicos, bajo la inspiración de la búsqueda de un mundo mejor, menos feo y malvado, un mundo más humano, más igualitario, más solidario y vivible.

En nuestra teoría definimos dos significados diferentes del concepto de política, el “social” y el “partidario”, que fundamentamos de tal manera, que no es posible confundirlos. Esto nos permite revalorizar el significado social del concepto de política y damos cuenta de que la política va más allá de los partidos y alianzas. Desde aquí comprendemos que en el imaginario de la ciudadanía, en general, sólo existe el significado partidario del concepto de política. ¿Por qué? Porque sólo concibe como política la disputa partidaria por el poder de gobierno. Esto equivale a un fuerte recorte de su conciencia política, que estrecha y reduce su campo de acción, cuyas condiciones de posibilidad fueron y son en todo momento creadas por el establishment. Porque, ¿a quién le conviene que sólo conozcamos el significado partidario del concepto de política? Obviamente que a la oligarquía, que histórica y culturalmente ha promovido, y lo sigue haciendo, de diversas formas nuestra despolitización, reduciéndonos al mero papel de ciudadanos formales, esto es, que sólo dan consenso y votan. Una especie de idiotas útiles de una democracia malversada. Pero cuando incorporamos el significado social del concepto de política nuestro compromiso con la democracia se amplía notablemente, porque va más allá de dar consenso y votar a un partido o alianza política, sino que ahora implica comprometemos activamente en la lucha por el derecho a la información, para lo cual debemos pelear por la democratización de los medios de comunicación, nos involucramos en la pelea como ciudadanos y ciudadanas contra los monopolios y carteles que elevan abusivamente el precio de los alimentos, peleamos por el derecho a un trabajo digno, a una vivienda digna, por el derecho a una salud que se ha convertido en un negocio, etc. Bueno, es así como se define y entiende el concepto de política en nuestra propuesta pedagógica.

Desde los presupuestos de nuestra teoría, como sostenía el inolvidable Paulo Freire, consideramos que el sistema de educación, que es público, debería convertirse en popular. Es cierto que su carácter público es una conquista que continuamente debemos defender porque está permanentemente amenazada por el establishment, pero hoy no alcanza con la inclusión, es imprescindible la formación de auténtica ciudadanía. Cuando la manipulación de las oligarquías a través de los medios de comunicación que monopoliza y las redes sociales que controla campea a sus anchas en nuestras sociedades, el pensamiento crítico y la conciencia política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular se convierte en una necesidad insoslayable. No es concebible que el sistema educativo mire para otro lado y que los medios de comunicación estén en manos de verdaderas mafias como las que tenemos en nuestro país y en toda la región de América latina y el Caribe.

¿Por qué la educación debe ser popular y qué significa que lo sea?

Que la educación tenga como destinatario al pueblo no significa que por eso sea popular, porque para serlo debe tener como objetivo la formación de una ciudadanía comprometida con el destino de la patria y su pueblo. Para ello debe proponerse formar ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política, para defender y asumir con responsabilidad la lucha por el desarrollo autónomo de la nación y el bienestar de su pueblo. De la misma forma debe interesarse por la formación de ciudadanos y ciudadanas con conciencia regional, que aprendan sobre la necesidad de construir una geopolítica regional autónoma y auto determinada. En una palabra, la educación pública y popular no se define sólo por sus destinatarios, sino principalmente por sus objetivos, contenidos y métodos de enseñanza-aprendizaje.

Pero hay un eje vertebral que debemos considerar, un aprendizaje indispensable, que es el de poseer conocimientos y competencias para leer en forma crítica el fenómeno político. Sobre la base de esta capacidad que hace a una auténtica ciudadanía, se deberían articular planes de estudio, contenidos, áreas y asignaturas para formar a la población en los valores de la defensa de la patria, de la soberanía política, la autodeterminación económica, una distribución más igualitaria de la riqueza, la soberanía alimentaria, la soberanía sanitaria, la soberanía energética, la democratización de los medios de comunicación y la unidad regional para impedir las injerencias e intervenciones foráneas que acechan todo el tiempo a nuestra naciones y las demás de nuestra América latina y el Caribe. Y esto va más allá de cualquier partidismo o doctrinarismo. Para formar a la ciudadanía en una educación que reconozca la existencia, que es histórica y evidente, de la contradicción dominadores-dominados. Que enseñe que dicha contradicción es el resultado de una división que tuvo lugar cuando los seres humanos comenzaron a generar excedentes productivos, que en la antigüedad se concretó como amos-esclavos, en el feudalismo como señores-siervos y con el advenimiento del sistema capitalista se expresó en la forma de propietarios-proletarios y que hoy se manifiesta a nivel de las naciones como oligarquía-pueblo y en el orden global como imperialismo-patria.

Nos preguntamos, ¿es concebible que la ciudadanía y, en especial, la comunidad educativa, hayan naturalizado un sistema educativo, como el que tenemos, que soslaye todo esto, estas evidencias históricas y experiencias actuales? Aunque la realidad en la que vivimos lo impone, es difícil aceptar que la ciudadanía no demande una educación distinta, una educación que no niegue la política, que diferencie lo político de lo partidario y doctrinario, que tenga por objetivo formar verdaderos ciudadanos y ciudadanas responsables, participativos y comprometidos con el destino de su país, la región y el mundo.

No somos ingenuos y tenemos clara conciencia del poder de la oligarquía. El sistema educativo sigue en manos del establishment, como lo estuvo siempre y los medios de comunicación masivos en un proceso permanente de concentración por los sectores dominantes, todo esto en un contexto cultural bajo la impronta de una política global netamente conservadora. Por eso, lo que proponemos no es moco de pavo, es un enorme desafío que no cuenta, por el momento, con reales condiciones de posibilidad. No obstante, esas condiciones deben ser creadas y una forma de comenzar es asumiendo, cada uno de nosotros, la responsabilidad política que nos cabe como ciudadanos y como docentes. Este es el significado esencial de esta propuesta. Si realmente aspiramos a otro mundo posible, a uno mejor, más humano y en el que, como ansiaba Paulo Freire, sea posible amar, la educación que tenemos no nos sirve, debemos transformarla.

Objetivo de la propuesta

Ayudar, a través de la transformación del sistema educativo y sus docentes, a que los ciudadanos y ciudadanas que conforman el amplio campo popular logren construir conocimientos y adquirir competencias para leer en forma crítica el fenómeno político y, consecuentemente, asumir el compromiso de participar activamente en la construcción de poder popular como camino de superación de la asimetría en la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo.

Plan pedagógico

El plan pedagógico está orientado a la elaboración de contenidos, construcción de planes de estudio, programas, áreas de conocimiento y asignaturas en todos los niveles del sistema educativo argentino. Se compone de la propuesta de un conjunto de temas vinculados, que tienen por objetivo ayudar a los educandos, de los distintos niveles del sistema educativo, a construir conocimientos y adquirir competencias para leer en forma crítica el fenómeno político. Pero los primeros que debemos construir esos conocimientos y adquirir dichas competencias somos los docentes, porque, cómo ayudar a ser críticos a nuestros alumnos, sino nosotros no estamos en ese camino.

Todas las temáticas que sintetizaremos aquí están ampliamente desarrolladas en la “Teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política”, de la publicación que próximamente presentaremos[2].

De la contradicción principal se deduce todo

En un primer momento, a la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, convertida en educandos del sistema educativo, hay que invitarlos a reflexionar sobre la división dominadores-dominados y cómo se convierte en contradicción a partir de los diferentes intereses de sus polos. Esta contradicción, por supuesto, genera un conflicto. Es importante, entonces, ayudarlos a que mediten sobre la idea de que la esencia de la política está en el conflicto de intereses.

Hay que ayudarlos a tomar conciencia de que esta contradicción es una evidencia que se puede constatar en la historia y, además, en experiencias comprobables en las diferentes sociedades del mundo. Amos-esclavos en la antigüedad, señores y siervos en la época feudal, propietarios-proletarios en el primer capitalismo, oligarquía-pueblo en las sociedades actuales. Estos ejemplos son irrefutables. No son interpretaciones, sino realidades objetivas.

Existen muchos ejemplos para ilustrar la contradicción. La desigualdad en la distribución de la riqueza de los países es uno de ellos. La pobreza es otro ejemplo muy ilustrativo. Tenemos casi un cincuenta por ciento de pobres en nuestro querido país. Un despropósito total, porque es una catástrofe que no nos permite imaginar el futuro.

Este es un punto central, porque desde una buena toma de conciencia de lo que significa la contradicción principal se infieren “todas” las demás reflexiones y categorías.

Una vez que profundizamos en la reflexión sobre esta evidencia, que es una base clave de la cual partimos desde nuestra posición filosófico-científica, comenzamos a inferir todo lo que se deduce desde ella. ¿Qué es lo que deducimos?

El ADN de ambición de poder de las oligarquías y sus modalidades de dominación

Tenemos que ayudar a que nuestros alumnos tomen conciencia de que las oligarquías poseen un ADN constituido de ansias ilimitadas de poder y que, a través de la historia y en la actualidad, los sectores dominantes desplegaron y despliegan distintas estrategias y modalidades de dominación, básicamente dos, que explicitamos y fundamentamos ampliamente en nuestra teoría: 1) Contra la voluntad de los dominados y 2) Contando con la voluntad de los dominados, así como determinadas mixturas y combinaciones que existen entre ambas.

Los ejemplos lo aclaran todo. Busquen ejemplos de ambas modalidades, hay muchos, la manipulación mediática que desarrollan los medios de comunicación concentrados es uno bien ilustrativo de la segunda modalidad.

La opción ético-política

Háganle ver a sus alumnos que la opción entre la oligarquía y el pueblo es inevitable, que frente a la desigualdad, al dolor, el hambre, el desamparo y la frustración de tantos millones de personas en el mundo no podemos ser neutrales. No hace mucho el Papa Francisco se refirió a la “falsa” neutralidad. Porque no es posible ser neutrales en un mundo tan desigual e injusto. Podemos no optar, podemos no ser conscientes de la opción, podemos ignorar la opción y podemos asumirla y realizar la opción en forma consciente, pero en todos los casos nuestra decisión va a tener contenido político y consecuencias políticas. No comprometerse es dejar todo como está, es convalidar el status quo, por lo tanto, tiene consecuencias políticas. Explíquenles a sus alumnos, que no hacer nada es permitir que los que sí hacen, transformen el mundo a la medida de sus valores e intereses.

La imposibilidad de ser a-políticos

Es importante que sus alumnos sepan que, precisamente, la imposibilidad de ser neutrales hace que no exista ninguna posibilidad de ser a-políticos. Que sepan que nadie es a-político, aunque se golpee el pecho a los gritos. Nadie es a-político, aunque sí es posible ser a-partidario. De este tema como de los anteriores van a encontrar mucho desarrollo y fundamentación en la teoría que les presentamos.

La política se rige por las lógicas del poder y la posibilidad

También, a partir de la contradicción, ayúdenles a sus alumnos a darse cuenta de que la política se rige por las lógicas del poder y la posibilidad. El primer politólogo que registra la historia, Nicolás Maquiavelo, definió la virtud del político, en el sentido de saber hacer (no en el sentido ético), como la “capacidad de saber conseguir el poder y saber mantenerse en el poder”. Sin el ejercicio del poder es imposible hacer política[3]. Por otro lado, en el juego de la política se impone la “lógica de la posibilidad”. ¿Qué significa? Que la omnipotencia no existe, que no podemos hacer todo lo que queremos hasta que las condiciones no sean lo suficientemente favorables como para aspirar al éxito. Por eso, si las condiciones no están dadas, la estrategia es llegar hasta donde nos lo permitan las posibilidades reales existentes, mientras tanto vamos trabajando para concretarlas.

En la toma de decisiones, como veremos en el punto siguiente, estas lógicas nos obligan a utilizar una ética de la responsabilidad.

La política nos reclama el uso de una ética de la responsabilidad

La esencia de la política se encuentra en la lucha por el poder real que, como vimos, se rige por las lógicas del poder y la posibilidad. De aquí inferimos que cuando se lucha por el poder real en el contexto de la contradicción oligarquía-pueblo, la ética que debemos poner en juego no es la de los principios, sino la de la responsabilidad, como mostramos a continuación. La diferencia entre las dos éticas es que en la de la responsabilidad debemos hacernos cargo de las consecuencias de nuestras acciones. No dejen de debatir con sus alumnos las diferencias entre las éticas, la de los principios y la de la responsabilidad. Esta última se caracteriza por asumir las consecuencias de nuestros actos.

En principio, debemos descartar la idea de que la política no tiene nada que ver con la ética. Lo que sí no es practicable es leer y entender el fenómeno político desde una óptica moral, porque el juego político se rige por las lógicas del poder y la posibilidad como venimos viendo. Pero si valoramos el concepto de responsabilidad, que es imposible soslayar en la política, debemos aceptar que la ética tiene cabida en la política. Es cierto que las políticas que practican las oligarquías, que actualmente conducen el mundo, están orientadas por la pura voluntad de poder, por lo tanto es indudable que no se encuentran ordenadas por la ética. En un mundo donde se gasta mucho más en armamentos que en la lucha contra el hambre y la pobreza, la ética está definitivamente ausente. Pero desde aquí no es válido deducir que el ejercicio de la política está exento de ética.

Un ejemplo claro de la inconveniencia de tomar decisiones políticas al margen de una ética de la responsabilidad, lo podemos encontrar en las elecciones presidenciales de 2015. Todavía está en las redes el vídeo donde en forma irresponsable el diputado del Frente de Izquierda Nicolás del Caño, en las elecciones de 2015, llamaba a la ciudadanía a votar en blanco, cuando el tres o cuatro por ciento de votos obtenido por dicho Frente hubiera bastado para que no ganara la peor de todas las opciones, la alianza Cambiemos de la oligarquía, que llevó a Mauricio Macri a la Presidencia. ¿Sabían de las consecuencias de sus actos los irresponsables que pregonaban el voto en blanco? Es evidente que no”.

Trabajen con sus alumnos otros ejemplos, hay muchos en la política del gran laboratorio argentino.

Las dos dimensiones de la política

Después de reflexionar con sus alumnos sobre todo lo desarrollado hasta aquí, la siguiente tarea pedagógica es introducirlos en una cuestión que es vital para la democracia liberal en la que vivimos. Existen muchos argumentos para mostrar que la ciudadanía, en general, sólo conoce un significado del concepto de política, el partidario. El ciudadano medio cree que los partidos políticos tienen un poder para cambiar la realidad que en verdad no poseen. No percibe que su poder está severamente recortado por los lobbies de los sectores dominantes. Existen innumerables ejemplos del poder de la oligarquía que los docentes podemos brindarles a nuestros alumnos. Tenemos dos que son muy ilustrativos.

Uno. La Ley de medios, un excelente instrumento para la democratización de los medios de comunicación que están en manos de la oligarquía, que fue frenada por los jueces subordinados al Grupo Clarín y luego derogada por su candidato, Maurico Macri, en uno de sus primeros actos como Presidente. “¿Presidente? Puesto menor”. Esta frase pertenece al CEO de Clarín Héctor Magnetto, que tenía como destinatario al ex presidente Carlos Menem, en el marco del proceso privatizador del Estado argentino, con la cual transparentó la debilidad de los gobiernos frente a los poderes fácticos.

Dos. La imposición del agro negocio, que sepultó todas las iniciativas de los gobiernos que intentaron promover la soberanía alimentaria de la Argentina. Las multinacionales que manejan el agro, las semillas, los agros tóxicos y los medicamentos para las graves enfermedades que estos últimos provocan. Mutinegocios que enferman a la población pero que hasta el momento los gobiernos no pueden controlar. Esta breve cita de una nota periodística sirve para dimensionar el poder de las grandes multinacionales sobre los gobiernos:

“Un puñado de empresas de Estados Unidos, Europa y China decide qué produce el agro mundial, cómo se alimenta la población y, cómo se enferma y empobrece al mismo tiempo. Son algunas de las definiciones del Atlas del agro negocio, una investigación de fundaciones alemanas que denuncia con nombres propios el accionar de las compañías y la complicidad de los gobiernos. El trabajo también derriba el mito de las multinacionales agrícolas: “El agro negocio (de transgénicos y agro tóxicos) no puede conservar el medio ambiente ni la subsistencia de productores, y tampoco puede alimentar al mundo”[4].

Siempre tuvimos claro que para ayudar a que nuestros alumnos consigan pensar en forma crítica debíamos lograrlo primero nosotros. De ahí que debamos reflexionar sobre un hecho que es fácilmente comprobable. Fíjense que la gran mayoría de la población cuando se refiere a la política está pensando en los partidos y las alianzas. Por eso, se ilusionan y desilusionan con los partidos políticos. Se entusiasman sin fundamento con un partido y luego se desilusionan, también sin fundamento cuando el partido fracasa y no cumple con sus expectativas. La razón de este error es clara, La población no sabe que la esencia de la política se juega en la lucha por el poder real y no en la confrontación partidaria. Este error es el culpable de que tantas personas aborrezcan la política y se declaren a-políticas, cuando, como vimos, la apoliticidad es imposible.

Muestréenle a sus alumnos que este aborrecimiento de la política despolitiza a gran parte de la ciudadanía y favorece los intereses de la oligarquía. Esta confusión de gran parte de la ciudadanía es lo que nos exige postular la existencia de dos dimensiones de la política, la que denominan “trascendente o de la politización” y la “inmanente o de la partidización”. De esta forma aparece un significado del concepto de política desconocido para la mayoría de la población, el significado social del concepto, que cobra sentido en el contexto de la contradicción principal oligarquía pueblo. Mientras que el significado partidario del concepto de política adquiere sentido en el contexto de las confrontaciones partidarias, que son claramente secundarias.

Es importante reflexionar con los alumnos respecto de la importancia de recuperar el concepto de política, ponerlo por encima de los partidos y alianzas, mostrándoles que el partidismo es inherente a la democracia liberal y que la esencia de la realidad política trasciende al sistema político de la democracia liberal. Pero que quede claro que no estamos tirando por la borda a la democracia liberal, cuyo marco formal es rescatable, sino sustanciándola a partir de la construcción de poder popular, que comienza con la alfabetización política de la ciudadanía.

La contradicción principal nos obliga a establecer dos significados del concepto de política, el social y el partidario, ¿por qué? Porque el modelo político que hemos adoptado, que nace en el marco de la crisis del sistema político feudal, es la democracia liberal, un sistema de organización política que se basa en una lógica de la “representatividad”[5], que se articula a través de los partidos políticos, y que, debido al desempoderamiento del pueblo que supone, introduce una serie de factores que favorecen los intereses de la oligarquía, que enseguida veremos. Aquí aparece un tema que es central:

“La política, en realidad, se juega en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo, más que en el de la confrontación partidaria”.

Y esto tiene una explicación: la capacidad del poder real de los sectores dominantes para influir, condicionar y determinar a las administraciones políticas Y aquí está la razón por la que nos vemos obligados a proponer dos dimensiones de la política:

  • La dimensión trascendente o de la politización (DT)
  • La dimensión inmanente o de la partidización (DI)

Por eso, nosotros planteamos la contradicción principal, que no es el resultado de alguna interpretación, sino un hecho objetivo de la realidad, como el contexto donde se define la lucha política, así como nuestra identidad ideológica como ciudadanos y ciudadanas.

En la DT entendemos la política en el contexto de la lucha por el poder real. Mientras que en la DI la comprendemos en el contexto de la confrontación partidaria. En esta última, la DI, el concepto de política adquiere su significado partidario, que es el que, en forma exclusiva, conoce la gran mayoría de la ciudadanía, lo que genera una gran confusión, porque se identifican los conceptos de “politización” y “partidización”, cuando, aunque tienen una relación, sus significados son distintos. La politización se adquiere en el contexto de la contradicción principal, en la cual mediante la opción ético-política definimos nuestra posición ideológica, que va más allá de los partidos políticos. Mientras que la partidización es el resultado de una opción partidaria que, desde nuestro enfoque de la importancia y necesidad de elevar nuestro nivel de alfabetización política, debe fundarse en nuestra definición ideológica.

Las dimensiones, como vimos, son la trascendente o de la politización y la inmanente o de la partidización. La primera se define en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo y la segunda lo hace en el contexto de la democracia liberal, esto es, en el contexto de la confrontación partidaria. En las dimensiones es donde se definen los dos significados del concepto de política. En la dimensión trascendente se define el significado social del concepto de política, mientas que el significado partidario, lógicamente, se define en la dimensión inmanente. Mediante estas dimensiones rescatamos el significado social del concepto de política, porque lo sacamos del contexto de la confrontación partidaria y lo colocamos en el marco de la lucha por el poder real. Esto no quiere decir que no tomemos en cuenta el significado partidario, sino que revalorizamos el concepto de política porque le adjudicamos otro significado diferente al que le impone la disputa partidaria. Es el significado aristotélico del concepto de política, la concepción de la acción política como intrínseca y definitoria de la esencia humana, el hombre como animal político (zoon politikón),

Aparecen dos significados del concepto de política, el social y el partidario, estando el social más allá de todos los partidos y doctrinas, lo que es fundamental en la educación. ¿Por qué es fundamental? Porque, generalmente, por ignorancia y también no pocas veces con una intención manipuladora, se desvincula la política de la educación. Cualquiera que plantee una problemática política en las aulas se lo acusa de partidario de adoctrinador, por lo que el significado social del concepto de política nos permite trascender lo partidario y doctrinario e integrar la temática política en la educación, con toda pertinencia, porque es absolutamente necesario tematizar las cuestiones políticas en el sistema educativo. La razón es más que clara y contundente: en la política nos va la vida.

De esta forma rescatamos la política, que está todo el tiempo desvalorizada. Porque la oligarquía tiene un enorme interés en que la discusión política desaparezca de la escena, pero no tiene problema con la discusión partidaria. Por eso la oligarquía tiene una intención despolitizadora, anti política, que es muy beneficiosa para sus intereses. Es claro que una sociedad politizada, no partidizada, es muy inconveniente para los intereses de la oligarquía. Pero la discusión partidaria le resulta beneficiosa porque, como vamos a ver, divide al campo popular[6].

En todo momento la sugerencia es introducir la discusión política, que trasciende los partidos y las doctrinas, que ataca los grandes problemas de la Argentina y la región, su soberanía política, su autodeterminación económica, la pobreza y la inflación estructurales, dos verdaderos flagelos. Es inconcebible e inaceptable que estos no sean temas de la educación del sistema.

De las dos dimensiones también se deducen dos militancias diferentes, la política y la partidaria, teniendo en cuenta que la primera debe ser el fundamento de la segunda. La militancia política es, ni más ni menos, que la militancia por la defensa de la patria y el bienestar de su pueblo. No hay contradicción entre ambas militancias, pero en la militancia política es donde encontramos los criterios para distinguir los partidos y alianzas que representan los intereses de la oligarquía de los que representan los intereses del pueblo.

¿Cuál es nuestra propuesta para la educación del sistema?

¿Qué les proponemos a los educadores y educadoras? Que reflexionen sobre la teoría, que se politicen y que vayan pensando en incluir todos estos contenidos, en un primer momento en el currículo que están desarrollando y en sus clases y, en una segunda instancia, que se sumen a la pelea para que estos contenidos también estén presentes en los planes de estudio, en las áreas de conocimiento y en las distintas asignaturas. No pueden faltar estos temas en el sistema educativo.

No es concebible y es inaceptable que estas problemáticas que son vitales para el desarrollo de las naciones y el bienestar y el futuro de los pueblos no estén presentes en las instituciones y en las aulas.

Y al compás de todo esto van a tener que aparecer una serie de asignaturas que tienen que ver con el ejercicio de una auténtica ciudadanía. Podemos dar muchos ejemplos:

  • Atendiendo al derecho de la población a estar informada es fundamental tratar el tema de la democratización de los medios de comunicación y la manipulación mediática,
  • La soberanía política,
  • La soberanía alimentaria,
  • La geopolítica regional por la necesidad de la unidad de los países de América latina y el Caribe,
  • La cuestión vital de cómo lograr cortar los ciclos de alternancia perversa de los gobiernos[7] que impiden el desarrollo de las políticas de Estado y que son responsables de los grandes problemas estructurales de la Argentina, como la pobreza, la inflación, el empleo informal, el estancamiento económico, la primarización de la economía, el sobre endeudqmiento externo, la lucha contra la injerencia y el intervencionismo foráneo, etc, etc.

Es inconcebible e inaceptable que estos temas no estén presentes en nuestro sistema educativo, piénsenlo, medítenlo y lúchenlo.

Sugerencias para poner en práctica la propuesta pedagógico-política

Primera sugerencia: Asumir una iniciativa docente crítica

Los educadores y educadoras tenemos poderosos argumentos para tomar la iniciativa en la lucha por otra educación, que vaya en la línea de la lucha por otra sociedad.

El sistema educativo con todas sus instituciones de los diferentes niveles es un dispositivo del Estado y este último es del pueblo. Los gobiernos no son los dueños del Estado, sino sus administradores en nombre nuestro, esto es, del pueblo. Por lo tanto si las instituciones educativas son un dispositivo del Estadio y éste es nuestro, ahí tenemos un poderoso argumento para demandar una participación mucho más activa y decisiva en la selección y elaboración de los contenidos, así como en la definición de los métodos de enseñanza-aprendizaje. No obstante esta oportunidad de un mayor protagonismo de la comunidad educativa y de educadores y educadoras, la pasividad de la docencia en este sentido, en general, es notoria. Sí, existe una movilización en la demanda de un mayor presupuesto y mejores salarios, que es totalmente legítima, pero la demanda por una educación que forme verdadera ciudadanía está ausente. Es lamentable, pero la comunidad educativa y la ciudadanía en general han naturalizado una educación que no gravita en absoluto en la formación de una ciudadanía con conocimientos y competencias para intervenir en forma activa en el desarrollo y transformación de su sociedad y el mundo.

Tenemos una educación cuyo objetivo, en el mejor de los casos, porque también tiene serios problemas para lograrlo, es la adaptación de los educandos al mundo que “es”, el creado y conducido por los sectores dominantes, pero que no tiene ninguna preocupación por la formación de los educandos para un mundo que “está siendo” y, por lo tanto, que debe y puede ser transformado.

La pelea por la educación ha quedado reducida a la defensa del su carácter público y, por lo tanto, la lucha desde las posiciones progresistas tiene un nombre excluyente: “inclusión”. Se lucha en forma prácticamente exclusiva por la inclusión de los sectores más vulnerables en un sistema educativo que es público, pero que no es popular. Se trata de una educación, que aún siendo pública, no es popular porque es heterónoma, es decir, es la educación de los sectores dominantes para el pueblo. Prácticamente como sociedad hemos renunciado a pelear por una educación que, además de pública, también sea popular. La defensa de la escuela pública, frente a las políticas neoliberales que aborrecen lo público, ha consumido todas nuestras energías.

Para asumir una verdadera iniciativa docente crítica debemos transformar los objetivos de la educación, como marco de sentido para la democratización sustantiva de los contenidos y los métodos de enseñanza-aprendizaje. Pero tenemos que comprender que esta no es una lucha por reformas educativas cosméticas y didactistas, basadas en innovaciones que no cambian lo sustancial, que es la politización de la educación.

Todo el tiempo se habla de nuevos paradigmas de la educación, sobre todo en relación al surgimiento y desarrollo de las nuevas tecnologías. Se confunden los conceptos de “innovación” y “transformación”, porque no queda claro que podemos practicar una educación para “adaptarnos” al mundo, pero también una educación para “cambiar” el mundo. Innovamos para adaptarnos al mundo, pero renunciamos a la transformación para cambiar el mundo.

Nuestra lucha, la que proponemos, es por transformar los objetivos de la educación, de los cuales dependen los contenidos y los métodos de enseñanza-aprendizaje. Por eso, no queda claro qué se quiere decir cuando se habla de un nuevo paradigma de la educación, todo es muy difuso porque nunca hay una referencia a objetivos, están ausentes preguntas como: ¿cuál es el objetivo de la educación? ¿para qué educar?, ¿por qué educar?, ¿a favor de qué educar? ¿contra qué educar? En estas preguntas está la esencia de la educación, así como su íntima e inocultable relación con la política.

Luchamos por una educación inclusiva, pero en una sociedad que no es inclusiva. Por eso, se requiere algo más que la “inclusividad”. Es cierto, necesitamos una escuela inclusiva y, además, transformativa. Incluir, pero también formar para intervenir en la transformación de la realidad. Este último objetivo está ausente en nuestro sistema educativo formal.

¿Por qué el sistema educativo y sus instituciones no asumen objetivos políticos, en el sentido trascendente del concepto de política? No es difícil la respuesta. Porque esta sociedad, históricamente y en la actualidad y desde el punto de vista cultural y comunicacional, está dominada por la oligarquía. Si queremos otra educación debemos pelear por otra sociedad, Y viceversa. Si deseamos otra sociedad debemos luchar por otra educación. Así planteado pareciera que estamos encerrados en un círculo vicioso. Pero como la realidad es dialéctica y, por lo tanto, no existen los comienzos absolutos, no podemos esperar, sino que tenemos que comenzar nuestra lucha ya. Los educadores y educadoras, en donde estemos, debemos empezar a tomar conciencia de que tenemos un papel que desempeñar y a ponerlo en práctica.

El punto clave para decidirnos a asumir una iniciativa docente crítica está en lograr vencer ese mito de que la educación no tiene nada que ver con la política, idea que tantos ciudadanos y docentes han naturalizado. Y quienes no la han naturalizado les cuesta mucho superar la autocensura que los acecha todo el tiempo. El sistema, con sus burócratas y funcionarios de alianzas que representan los intereses de la oligarquía como Juntos por el cambio, es el caso de la Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires Soledad Acuña[8], no detienen nunca su persecución sistemática a la docencia crítica. Además, cuentan con los medios de comunicación concentrados y sus falsos periodistas que construyen todo el tiempo una opinión pública que sostiene sus acciones, lo que genera una espiral de silencio[9] que promueve la autocensura de muchos educadores y educadoras.

En síntesis, vale recordar aquí la sabia reflexión del Mathama Gandhi: “Si todos somos cero, la suma de ceros siempre dará cero”. Una docencia crítica unida, organizada y en lucha por una educación pública y popular, es imparable.

Segunda sugerencia: Nuestro posicionamiento político docente debe ir más allá del partidismo y doctrinarismo

Como educadores y educadoras, debemos dejar bien claro que lo que vamos a desarrollar en nuestra asignatura no depende, no se sostiene ni se fundamenta en ningún posicionamiento de tipo partidista ni doctrinario. Aquí debemos señalar que nuestro posicionamiento se fundamenta en las dos dimensiones de la política en las que cobran sentido los dos significados de política, el “social” y el “partidario”. Se funda en las diferencias entre los dos significados, lo que da lugar a dos tipos de posicionamiento, el político y el partidario[10]. El primero que cobra sentido en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo, y el segundo, que lo hace en el contexto de la confrontación partidaria.

No perdamos de vista que en el contexto de la contradicción principal, donde se da la lucha por el poder real, se juegan los intereses nacionales y del pueblo, que están por sobre cualquier tipo de intereses y réditos partidarios. Aquí se juega la soberanía política de la nación, su autodeterminación económica y el bienestar general del pueblo. Por eso, no nos cansamos de señalar que es inconcebible que estas problemáticas estén prohibidas en el sistema educativo. Es claro que, como hemos visto, el mito de la separación de la educación y la política, la persecución de la burocracia del sistema educativo a la docencia crítica, la autocensura de los educadores y educadoras y la opinión pública construida por los medios de comunicación concentrados, es lo que explica esta triste realidad que acontece en nuestras instituciones y aulas del sistema educativo.

Ahora bien, nuestro posicionamiento, que por supuesto no es partidario ni doctrinario, es el resultado de asumir auténticamente nuestra responsabilidad política con la sociedad y el mundo en el que vivimos. Aquí es donde debemos reafirmar, como un poderoso argumento, la imposibilidad de ser apolíticos, ya que tenemos una identidad ideológica, inalienable, que va más allá de los partidos y las doctrinas. No está filtrada por ninguna doctrina ni ningún partido. Es la identidad ideológica que surge de nuestra opción ético-política por la nación, la patria y el pueblo.

Aquí brindamos una síntesis de los principales argumentos desarrollados en nuestra teoría, que nos permiten fundamentar por qué decimos que la iniciativa docente crítica es eminentemente política y no partidaria ni doctrinaria.

Cada educador y cada educadora, sabiendo que las instituciones y las aulas no son lugares para realizar ningún tipo de proselitismo, pueden tener una definición partidaria o doctrinaria. Pero la sugerencia es clara, como educadores y educadoras no debemos permitir que nos encasillen ni estigmaticen con rótulos partidarios y/o doctrinarios cuando nuestro posicionamiento es el resultado de una opción ético-política por la defensa de los intereses de la nación y el pueblo. Esto tiene que quedar bien claro para nuestros alumnos, nuestros colegas y los directivos de las instituciones en las que nos desempeñamos. También tenemos el derecho, que debemos defender con toda energía, a introducir en nuestras asignaturas y programas, temáticas y problemáticas políticas vinculadas a los intereses de la nación, la patria y el pueblo.

La docencia argentina tiene que saber que toda problemática vinculada a los intereses nacionales y el bienestar del pueblo que, por supuesto, tiene connotaciones políticas, posee una absoluta legitimidad para convertirse en un contenido programático de la educación, aunque no esté en los planes y currículos oficiales.

En síntesis, los educadores y educadoras tenemos que defender nuestro derecho y el de nuestros alumnos a recibir una educación política, en este caso basada en el significado social del concepto de política, que va más allá de su significado partidario. Los educadores y educadoras críticos sabemos que la defensa de los intereses nacionales y los derechos del pueblo son un objetivo insoslayable de la formación de verdadera ciudadanía.

Tercera sugerencia: Sostener con sólidas argumentaciones nuestro posicionamiento político, que va más allá de los partidos y las doctrinas

Los docentes antes de educadores y educadoras somos ciudadanos y ciudadanas y, como tales, tenemos la responsabilidad de construir conocimientos y adquirir competencias para pensar en forma crítica y desarrollar una conciencia política. Porque, ¿cómo podríamos ayudar a que nuestros alumnos desarrollen un verdadero espíritu crítico, construyan conocimientos y adquieran una consciencia política, si nosotros no estamos en ese camino?

Los educadores y educadoras tenemos que reflexionar sobre un conjunto de fenómenos de la realidad social y política en las que estamos inmersos. Y esto desborda la problemática educativa, ya que en este quehacer nos va la vida, la nuestra y la de nuestros alumnos. La política es una cosa seria, que no puede estar exclusivamente en manos de los políticos. El pueblo tiene que ser protagonista. Y las escuelas, que son del pueblo, no pueden estar ajenas a la necesidad insoslayable de pensar, estudiar, enseñar y aprender sobre los grandes problemas de la patria y el pueblo. Comenzamos invitándolos a la primera reflexión que apunta a tomar conciencia sobre la manipulación político-cultural a la que fuimos y seguimos siendo sometidos, pero no por partidos o alianzas políticas, sino por los sectores dominantes, por el poder real

Primera reflexión: La política es en esencia la lucha por el poder real y no por el éxito de un partido político

Si bien la política no se juega en la disputa partidaria por el poder de administrar el Estado, sino en la lucha por el poder real, en el marco de de la democracia liberal, a los ciudadanos y ciudadanas nos enseñaron que nuestro rol como tales se reduce a dar consenso, elegir y votar a un partido o alianza política. Craso error para los pueblos.

Y la oligarquía lo hizo de tal forma, con todo su poder cultural de imponerlo, que lo terminamos “naturalizando”[11]. Esta fue una de sus acciones culturales para la dominación de las más exitosas. Tal es así, que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas creen, casi con la fuerza de un dogma, que la política cobra significado en la disputa de los partidos y alianzas políticas por llegar al gobierno formal de la sociedad. De ahí que sólo registren un significado del concepto de política, el partidario y no tengan la menor idea de que existe otro, el significado social del concepto de política que, por supuesto, fue y sigue siendo ocultado por los sectores dominantes.

Ignorar la existencia del significado social del concepto de política es, sin duda, el resultado de una manipulación que induce a gran cantidad de ciudadanos y ciudadanas del amplio campo popular, y no olvidemos que los docentes también lo somos, a una innumerable cantidad de errores que obstaculizan su alfabetización política. Uno de ellos, muy extendido y dañino, es el de creer que pueden ser a-políticos. Aunque lo declare golpeándose el pecho, nadie es a-político[12], porque, precisamente, asumir dicha posición de neutralidad tiene consecuencias políticas. También es bueno saber que la declaración de a-politicidad de tantas personas, prueba la efectividad del accionar manipulador de la oligarquía para generar la “despolitización” de la ciudadanía.

Otro error, también muy arraigado y vinculado al anterior, es el de aceptar y asumir la idea de que el rol político de la ciudadanía se reduce exclusivamente a dar consenso, elegir y votar a sus representantes políticos, que está implícito en la consigna madre de la democracia liberal, estampada en todas sus Constituciones: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”.

Para poder disputarle el poder a la oligarquía es necesario construir poder popular y es imposible hacerlo con ciudadanos y ciudadanas que no comprenden que la verdadera participación y compromiso políticos se juegan en la lucha por el poder real, que va mucho más allá de dar consenso, elegir y votar a un candidato. Por ejemplo, emprendiendo una de las primeras acciones de militancia política (no partidaria) que está en asumir la responsabilidad de informarnos en forma crítica, lo que, frente a la impresionante manipulación de los medios de comunicación concentrados por la oligarquía, implica todo un desafío.

Aunque es necesario hacerlo, porque hay que elegir y votar representantes políticos, a los ciudadanos y ciudadanas se nos ha enseñado que nuestro rol como tales se reduce a dar consenso y votar a un partido o alianza política. Esto es un error, porque en la disputa partidaria imperan las falsas contradicciones y antinomias, por ejemplo, peronismo-anti peronismo, que ocultan a la verdadera contradicción, oligarquía-pueblo. Justamente, es en el contexto de esta última donde se define en forma completa nuestro papel político como ciudadanos y ciudadanas. Ahora bien, ¿a quién le conviene que dos sujetos pertenecientes al amplio campo popular, uno peronista y otro antiperonista, se enfrenten en forma virulenta e irreconciliable? Por supuesto que a la oligarquía, porque esta falsa antinomia tiene la intención de quebrar la unidad del campo popular.

Segunda reflexión: La democracia liberal, sin un pueblo con formación política, es funcional a la oligarquía

Esta es nuestra tesis: “La democracia liberal, sin la educación política del pueblo, es funcional a la oligarquía.”

La democracia liberal se rige por lo que denominamos “lógica de la representatividad”. Y esta lógica, en sí misma, ya implica un desempoderamiento del pueblo, que debe desprenderse de su poder y enajenarlo en un grupo de representantes. Y aquí aparece una primera exigencia para la ciudadanía que conforma el amplio campo popular[13]. Adquirir un pensamiento crítico y una conciencia política. ¿Por qué? Porque si delegamos nuestro poder de administrar el Estado en un conjunto de representantes que lo van a ejercer en nuestro nombre, luego nos cabe la tarea insoslayable de “incidir” sobre ellos para que cumplan con el mandato que les dimos y controlarlos para comprobar si realmente lo cumplieron. Pero para realizar estas dos acciones debemos poseer conocimientos y competencias que nos permitan leer en forma crítica el fenómeno político. Aquí tenemos una primera necesidad para la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, la de poseer una buena información y formación críticas.

La delegación de poder favorece al proyecto oligárquico, ya que los poderes fácticos están en condiciones de ejercer acciones de lobby sobre los representantes del pueblo. Y tienen muchos recursos para hacer efectivo ese lobby sobre los políticos: la cooptación, el soborno, la extorsión, las prebendas, todas herramientas para lograr que representen sus intereses y traicionen los del pueblo. Y esta es una nueva justificación de la necesidad de que la ciudadanía eleve su nivel alfabetización política.

Fíjense que acá ya tenemos, por un lado, exigencias para el pueblo y, por el otro, ventajas para la oligarquía.

Tercera reflexión: Los partidos políticos que son el eje vertebrador del vínculo entre el pueblo y sus representantes, generan un conjunto de situaciones que, si la población no posee formación política, favorecen los intereses de la oligarquía

Los partidos políticos:

1) Permiten que los sectores dominantes se camuflen como democráticos al disfrazarse de partidos y alianzas políticas:

Los partidos políticos son un refugio muy interesante y valioso para la oligarquía. Sabemos que la oligarquía es antidemocrática y autoritaria por naturaleza, pero vestida de partido o alianza política disimula muy bien esa condición dominadora y se camufla como democrática, creando una gran confusión en la población. La parte de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular y que no tiene un buen nivel de pensamiento crítico y de conciencia política, muerde el anzuelo, ya que opta a partir de contradicciones y antinomias partidarias, que son falsas, porque sabernos que la auténtica y única contradicción, la verdadera brecha, es la de oligarquía- pueblo. Pero ocurre que esta contradicción es ocultada por los partidos políticos, lo que va en línea con las estrategias manipuladoras de la oligarquía, que para legitimarse en la población necesita ocultar su ADN dominador y presentar sus valores y objetivos políticos como favorables a los intereses del pueblo.

2) Ocultan la contradicción principal oligarquía-pueblo, instalando las falsas contradicciones partidarias, que dividen el campo popular y atentan contra su unidad:

Los partidos políticos que, como vimos arriba, desplazan de la escena a la contradicción principal oligarquía-pueblo, se presentan como falsas contradicciones para una ciudadanía que, debido a su carencia de formación política, no lo percibe. Las antinomias: peronismo-antiperonismo, radicalismo-peronismo, socialismo-peronismo, kirchnerismo-macrismo, son alimentadas por los relatos manipuladores de los comunicadores de la oligarquía, que promueven la división del campo popular.

Bajo la inducida falsa creencia de que todas las opciones partidarias son democráticas, una parte importante de la ciudadanía entra en una gran confusión, que da lugar a situaciones absurdas, como la de dos sujetos, ambos pertenecientes al amplio campo popular, que se pelean y enemistan porque uno es peronista y el otro es anti peronista, cuando ambos tienen el mismo enemigo, la oligarquía. Se fragmenta el campo popular, porque aparecen contraposiciones en la familia, entre los amigos y entre los compañeros de trabajo, que dan lugar a expresiones, que tantas veces hemos escuchado, como: “vamos a hacer un asado, pero prohibido hablar de política”, “te invito a mi cumpleaños, pero por favor, no hables de política”, “armé el grupo de Whatsapp de los amigos del barrio, pero están terminantemente prohibidos los temas de política”. Es obvio que este desprecio por la política, que es entendida exclusivamente en su significado partidario, genera una gran apatía y despolitización de la ciudadanía. Es una instancia despolitizadora de la población, un gran negocio para la oligarquía, porque fragmenta y divide al campo popular. Aquí vemos qué importancia tiene la toma de conciencia de la ciudadanía respecto de la contradicción principal oligarquía-pueblo. Porque, justamente, esta despolitización es lo que permite que la confrontación partidaria ocupe el lugar central que ocupa en el imaginario de la ciudadanía.

3) Ocultan la contradicción principal oligarquía-pueblo, con lo cual son los partidos políticos y los gobiernos los exclusivos responsables de la postración del país y sus grandes problemas estructurales:

Otro aspecto de cómo la democracia liberal favorece los intereses de la oligarquía acontece también cuando se utilizan a los partidos políticos y los gobiernos para ocultar a la contradicción principal, porque con ello se oscurece el papel fundamental de la oligarquía en las decisiones que hacen al modelo de desarrollo del país y, consecuentemente, de la marcha de su economía y surgimiento de todos sus problemas estructurales, como la pobreza, la deuda externa impagable, la inflación, el desempleo, el trabajo informal, etc. El proyecto oligárquico, esto es, la asociación de las multinacionales promovidas por la geopolítica de Washington en la región, en sociedad con los grupos de poder locales, es el principal responsable de la decadencia y postración de la nación y su pueblo. Con el ocultamiento de dicho proyecto, son los partidos y alianzas políticas, los políticos y los gobiernos quienes aparecen como los principales responsables de dicha decadencia y postración.

Hay que ver cómo los comunicadores de la oligarquía manipulan a la población con relatos en los que siempre aparecen los políticos como responsables exclusivos de todos los problemas del país y su pueblo, mientras el verdadero responsable, el proyecto oligárquico, queda completamente oculto para la población. La maliciosa y manipuladora pregunta del comunicador de la oligarquía Antonio Laje ilustra esto que señalamos: ¿Saben el kirchnerismo y el macrismo el daño que le hicieron a la Argentina? A Antonio Laje y a sus colegas habría que responderles con otra pregunta,_¿Saben ustedes, que forman parte del proyecto oligárquico, el daño que le hicieron y le siguen haciendo a la Argentina y a su pueblo, con sus mentiras y manipulaciones?

4) Se constituyen como una partidocracia, esto es, los partidos políticos y los políticos, aunque vinculados y sostenidos por otros poderes, se convierten en un poder en sí mismo y adquieren un cariz corporativo:

No son pocos los políticos que sienten más la corporación que las causas. En este sentido la corporación es una usina de políticos sin vocación y sin identidad ideológica, lo que los convierte en influenciables por los poderes fácticos y los coloca en la puerta de la traición al mandato popular. Tenemos políticos como Florencio Randazzo que traicionan a su partido político de origen, pero esto no es lo peor, lo más grave es que traicionan a partidos y alianzas que representan los valores e intereses del pueblo y la causa popular. También existen personajes, como Elisa Carrió y Patricia Bullrich, que increíblemente antaño maldecían a Mauricio Macri y luego en su gobierno trabajaron codo a codo con él en su gestión de saqueo, endeudamiento y tierra arrasada.

Además, la partidocracia, con políticos más inclinados a usufructuar los beneficios del poder que otorga la corporación, que el amor a la causa popular, es generadora de despolitización. La ciudadanía percibe la condición acomodaticia de los políticos y se desilusiona y hunde en la apatía. El marketing político, en el que no se discuten ideas y problemas, sino que sólo intenta seducir de cualquier manera al electorado, aumenta todavía más la sensación de que los políticos sólo buscan los cargos. La partidocracia le es útil a la oligarquía de varias maneras, por un lado, se adueña del poder de administrar el Estado por la facilidad para cooptar a los políticos y, por el otro, los usa de chivo expiatorio al responsabilizarlos en forma exclusiva de los destinos del país. Sus comunicadores esbirros de los medios de comunicación concentrados denominan despectivamente “casta” a la corporación política, culpándola de todos los males de la nación y del pueblo. Queda claro, entonces, que esta realidad es más favorable a los intereses de la oligarquía que a los del pueblo.

Aquí el papel del pueblo es esencial, lo que implica asumir un mayor nivel de incidencia y control de sus representantes. Sobran los ejemplos. Estoy viendo y escuchando en este momento en C5N, que la oposición, es decir, “Junto por el cambio”, no va a dar quórum para la discusión sobre la segunda sanción de la Ley de Etiquetado Frontal.[14] ¿Qué plantea esta Ley? Algo que es fundamental para la salud y el bienestar del pueblo, la posibilidad de conocer qué contienen los alimentos que consumimos. Uno de los periodistas, preguntó en forma ingenua: ¿Por qué no quieren dar quórum? Es muy sencillo, respondió uno de los panelistas expertos en economía, “porque ellos defienden a las empresas”. Entonces, ¿qué deberían hacer los votantes de Juntos por el cambio? Y aquí esto no lo decimos desde el oficialismo, ni desde ninguna posición partidaria, sino desde nuestra posición como ciudadanos responsables y politizados. En primer lugar, informarse bien, documentarse bien. En segundo lugar, sancionar a sus representantes, quitándole el consenso y el voto por su mala praxis como políticos, porque no merecen ninguna confianza. De no hacerlo, estarían accionando en contra de sí mismos. Los funcionarios y políticos, de “todos” los partidos y alianzas, deben ser incididos y controlados por la ciudadanía.

5) Dependen del marketing político, porque necesitan conseguir el consenso y el voto de la ciudadanía, que es a lo que se reduce el papel político de esta última en la democracia liberal:

Esta reducción del papel político de la ciudadanía, que la despolitiza, encaja perfectamente con la lógica del mercado, El marketing político, es obvio, no tiene por objetivo educar, sino vender candidatos, para lo que necesita engañar y manipular las emociones de la ciudadanía, por eso, cuanto menos educado sea el ciudadano más efectivo será el marketing. El que fuera gurú de Cambiemos, Jaime Durán Barba, confiesa en tono de sincericidio el principal supuesto del marketing político:

El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno… Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice “no me interesa la política”… El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad (…) Las decisiones políticas responden a los juegos emocionales de los electores (…) Si un candidato es detestado por el elector, no hay forma de que vote por él a través de argumentos. Lo único que puede cambiar su posición es otro sentimiento más intenso”[15].

El marketing político, por supuesto elude la educación, porque trabaja desde una óptica manipuladora que requiere fuertes inversiones en publicidad. Aquí está la razón de ser del financiamiento de las campañas políticas por parte de los grandes grupos económicos (multinacionales, poderes fácticos, grandes capitales, etc.), la gran mayoría de las veces fraudulentos.

Es claro que el punto de ruptura o punto de salida de esta situación tan negativa para los países y los pueblos están en la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Cuanto más pensamiento crítico y conciencia política de la ciudadanía, menores serán las posibilidades de que todos estos factores que benefician los intereses de la oligarquía puedan concretarse. Justamente, esto que señalamos es lo que fundamenta las tesis principales de este ensayo, que apunta, precisamente, a ayudar a que la ciudadanía que conforma el amplio campo popular construya conocimientos y adquiera competencias para pensar en forma crítica y elevar su nivel de alfabetización política.

La democracia liberal, sin un pueblo con buena formación política para participar activamente en la construcción de un verdadero poder popular es, como hemos mostrado, funcional a los intereses de la oligarquía. Pero nuestro análisis diagnóstico no concluye con la decisión de tirar por la borda a la democracia liberal, sino todo lo contrario, la idea es sustanciarla con el proyecto de elevar el nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Es imprescindible hacerlo si queremos conseguir una verdadera democracia[16]. Es cierto que el desafío es enorme, porque la oligarquía posee el dominio cultural y comunicacional en nuestras sociedades, y sin información y formación críticas, el objetivo es inviable. Por eso, el sistema educativo, los medios de comunicación concentrados y las redes sociales, bastiones comunicacionales del proyecto oligárquico, deben convertirse en objetivos de un proyecto nacional y popular transformador que debemos crear y promover.

Cuarta sugerencia: Tomar conciencia de para qué y por qué educamos

Si aceptamos sumarnos a una iniciativa docente crítica es fundamental replantearnos los objetivos de la educación, dándole una respuesta a las siguientes preguntas:

¿Para qué educamos?

¿Por qué educamos?

En una educación dialógica, como la que ponemos en juego, el peso del marco axiológico es muy distinto del que posee la educación tradicional. Tiene verdadera gravitación. Es un valor decisivo. Porque se parte de comprender a los seres humanos como fines en sí mismos, lo cual inhibe desde el comienzo cualquier tentación cosificadora. En este marco priorizamos los “valores trascendentes” (educación) por sobre la “lógica instrumentalista“(instrucción)[17]. Estos principios axiológicos podrían resumirse en un objetivo primordial de la educación:

“Promover la autonomía del ser de los educandos en el marco de una educación que busca transformar un mundo injusto y desigual en otro más humano y solidario”.

Y si somos realmente fieles a este objetivo deberemos asumir el fuerte desafío de la coherencia que se expresa en la pregunta:

¿Cómo aplicar y mantener la necesaria coherencia que se requiere para que lo que practicamos no contradiga lo que pensamos y decimos?

Es importante fijarnos cómo la ocultación que realiza el sistema, en este punto clave de la educación, genera una seria confusión con los objetivos que deben guiar los procesos de enseñanza-aprendizaje en las instituciones y las aulas.

No hay educación sin valores, por eso es tan importante reflexionar sobre los nuestros, sobre los valores que sustancian nuestros objetivos educativos, ¿por qué y para qué educamos? De la respuesta que demos a estas preguntas dependerá nuestro desempeño y todo lo que hagamos como educadores y educadoras.

Si nuestro objetivo es promover la autonomía del ser de nuestros alumnos en el marco de una educación que busca transformar la realidad, tenemos un primer desafío, el de luchar por la democratización sustantiva de los contenidos y los métodos de enseñanza-aprendizaje.

Y no olvidemos que la transformación de la realidad requiere de la acción política y de que los ciudadanos y ciudadanas asumamos responsablemente el compromiso de participar en ella, para lo cual es necesario que elevemos nuestro nivel de alfabetización política.

Quinta sugerencia: Luchar por la democratización de los contenidos y métodos de enseñanza-aprendizaje

Plantear la temática política en las instituciones educativas formales es una tarea extremadamente compleja y desafiante. En primer lugar, porque está prohibida por el establishment y, en segundo término, porque está naturalizada en la población la idea de que la política y la educación no tienen que mezclarse, la política se realiza en los partidos políticos y a la escuela se va a estudiar.

La idea de incluir nuevos contenidos críticos para promover la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía no es posible en este momento político, porque se trata de una acción que reclama el marco de una reforma educativa, que debería contar con un fuerte apoyo popular, lo que hoy con medios de comunicación concentrados en manos de la oligarquía es inviable. Fíjense que todas las reformas de la educación, aun con gobiernos de sesgo nacional y popular, siempre son cosméticas y superficiales, didactistas y basadas en las supuestas innovaciones pedagógicas que introducirían las nuevas tecnologías. Se crean áreas, se sacan asignaturas y se ponen otras, se distribuyen los horarios de formas diferentes, pero no hay transformaciones de fondo. Los textos y manuales siguen con sus contenidos enciclopedistas y esterilizados y las metodologías de enseñanza-aprendizaje, más allá de los cambios cosméticos, siguen siendo bancarias. La realidad es que la escuela no forma verdadera ciudadanía, lo que debería ser uno de sus principales objetivos.

Ahora bien, depositar esperanzas en la posibilidad de transformar la educación en una sociedad donde el poder lo tiene la oligarquía, es una gran ingenuidad política. Está claro que si queremos otra educación debemos luchar por otra sociedad. Porque es inconcebible imaginar una educación sustantivamente democrática en una sociedad que no lo es. Por eso, mientras luchamos por otra sociedad la idea es comenzar a pelear por otra educación. Y como las reformas progresistas del sistema educativo son por el momento, como vimos, un inédito inviable, una posibilidad real es empezar a hacerlo en las instituciones y las aulas, a partir de la “iniciativa docente”. Son muchos los educadores y educadoras que practican una educación crítica, que desafían los planes y currículos oficiales. Particularmente lo he hecho en toda mi carrera docente. Lo hemos hecho y lo siguen haciendo muchos educadores y educadoras, pero de forma artesanal, y como pueden, en el marco de sus asignaturas.

Pero los educadores y educadoras no debemos seguir trabajando aislados y como se pueda en el contexto de una problemática tal vital para el futuro de la nación y de su pueblo, tenemos que comenzar a unirnos y organizarnos para demandar que el sistema educativo asuma como un objetivo prioritario y fundamental la formación de verdadera ciudadanía, esto es, con pensamiento crítico y conciencia política. Precisamente, esta propuesta va en ese camino. En un primer momento proporcionando la posibilidad a los educadores y educadoras del sistema educativo de construir conocimientos y adquirir competencias para lo que denominamos “iniciativa docente crítica” en las instituciones y las aulas.

En esta iniciativa, como es lógico, los educadores y educadoras tenemos la responsabilidad de asumir una verdadera ciudadanía, lo que implica realizar nuestra opción ético-política por la patria y por el pueblo, ya que antes que docentes somos ciudadanos y ciudadanas argentinos y latinoamericanos. Porque, ¿cómo podríamos ayudar a que nuestros alumnos adquieran competencias de pensamiento crítico y una conciencia política, si nosotros no estamos en ese camino? Con el objetivo de ayudar a que los educadores y educadoras consigamos elevar nuestro nivel de alfabetización política es que elaboramos la “Teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política” y, sobre su base, la propuesta pedagógico-política que presentamos aquí.

El objetivo de promover la autonomía del ser de los educandos nos exige practicar una educación en la que son los alumnos quienes construyen los conocimientos. Es así que adoptamos el enfoque del constructivismo pedagógico, apostando al diálogo como esencia del proceso de enseñanza-aprendizaje. Desde aquí, para ser coherentes con nuestro enfoque, debemos enfrentar el problema que nos presenta el sistema educativo formal, la verticalidad de los contenidos y métodos de enseñanza-aprendizaje, su carácter anti-democrático.

Sabemos que los contenidos programáticos de la educación son el resultado del trabajo de expertos, que muchas veces no pisaron un aula como docentes, en el marco de los lobbies de las editoriales, las iglesias, las empresas y los medios de comunicación concentrados, en suma, del stablishment. De esta forma los contenidos programáticos bajan verticalmente en las instituciones y las aulas para que los alumnos los reciban en forma sumisa y pasiva. La selección y elaboración de los contenidos está en manos de expertos condicionados por los lobbies del establishment. Los alumnos, sus padres, la comunidad educativa y la ciudadanía, no tienen aquí ningún papel. Nadie los consulta porque su opinión no tiene valor, Aquí tenemos dos problemas importantes:

  1. El carácter antidemocrático de los contenidos, ya que en su selección no existe participación alguna de la comunidad educativa y la ciudadanía.
  2. Los temas y problemáticas que necesitan los educandos para lograr competencias que les permitan desempeñarse como auténticos ciudadanos, están ausentes y las que le presenta el sistema no los desafían en absoluto.

En mis cursos de formación docente siempre les recomendé y recomiendo a los educadores y educadoras la lectura de los capítulos dos y tres de Pedagogía del oprimido. El capítulo dos para reflexionar sobre la metodología de enseñanza-aprendizaje que Paulo denominó “bancaria”, en la que los docentes depositan contenidos en educandos pasivos y receptivos y que enseguida vamos a ver. En el capítulo tres tenemos una magnífica pregunta de Paulo, ¿cuándo comienza el diálogo?, que es como si preguntáramos, ¿cuándo comienzan las relaciones democráticas entre educadores y educandos? La respuesta es mejor que la pregunta. El diálogo comienza con la discusión de los contenidos programáticos de la educación, lo que en nuestro sistema educativo no es concebible. La educación del sistema es anti democrática desde el comienzo, porque los contenidos programáticos de la educación no son el resultado de una deliberación democrática en la que participan la comunidad educativa y la ciudadanía, sino de una decisión arbitraria de expertos de gabinete en el marco de un lobby de intereses de los sectores dominantes.

No obstante, los educadores y educadoras tenemos cosas qué hacer para luchar contra este obstáculo. En nuestro libro “Educar para cambiar el mundo”[18], desarrollamos una estrategia pedagógica que nos parece valioso comunicarla:

“La problematización de los contenidos

Sabemos que una de las características más notorias de los contenidos escolares es su esterilidad, dicho esto en el más pleno sentido del concepto, porque se trata de contenidos muy poco fecundos. No desafían a los educandos, nos los invitan a la reflexión crítica ni al redescubrimiento, nos los problematizan. En fin, se trata, en general, de contenidos universalistas, genéricos y objetivistas. Historias neutralizadas en sus contenidos dilemáticos y vinculaciones con las estructuras de poder, geografías meramente descriptivas y anodinas, literaturas desvinculadas de las problemáticas sociales, temáticas científicas (física, química, biología, ecología, etc.) desvinculadas de las tramas de poder económico-financiero[19].

En verdad, con estos contenidos es prácticamente imposible promover el pensamiento crítico de los alumnos. Por lo tanto, es necesario realizar una fuerte tarea de problematización que, por supuesto, estará a nuestro cargo.

En las instituciones y aulas debemos tomar el toro por las astas y asumir nuestro papel de intelectuales, seleccionando y elaborando contenidos complementarios, así como criticando, en lo que corresponda, los establecidos para ser dictados en los programas oficiales.

Realizaremos, entonces, la problematización de los contenidos en la siguiente secuencia:

1) Realización de una lectura crítica de los contenidos del programa oficial a dictar.

2) Ampliación y enriquecimiento crítico de los contenidos del programa oficial en dos instancias: a) Selección de temas y contenidos complementarios críticos y b) Elaboración propia de contenidos complementarios críticos”.

1) Realización de una lectura crítica de los contenidos del programa oficial a dictar

Es conveniente comenzar por una lectura crítica, con nuestros alumnos, de los contenidos del programa oficial -lo cual, como veremos, no está exento de problemas-, mostrando las características básicas de estos contenidos textualizados y manualizados[20]. Es así como pondremos a descubierto:

  • La estructura de los libros de texto y manuales, orientados a promover una lectura de estudio literalista y memorista.
  • La descontextualización histórica (espacio-temporal), ideológica (autores) y teórico-conceptual de sus contenidos.
  • La desproblematización debida a la eliminación de las connotaciones dilemáticas de los temas y sus vinculaciones con las estructuras y tramas de poder y dominación en las sociedades y el mundo.
  • El carácter de las interpretaciones de la historia, la sociedad, el arte, la cultura y la ciencia, desde una perspectiva ideológica conservadora, es decir, sostenedora y promotora del conocimiento oficial y el statu quo.
  • Las estrategias básicas para neutralizar las posibilidades de los contenidos escolares de despertar el espíritu crítico en los alumnos, que son básicamente las siguientes:

1. La descontextualización social, económica, cultural y política de los relatos.

2. La desconexión entre el mundo material y el espiritual.

3. La desvinculación de todas las asignaturas del currículum respecto de la problemática del poder. Incluso las de aquellas naturalmente vinculadas a esta problemática, como la historia, la filosofía, la instrucción cívica y las ciencias sociales.

4. La eliminación de los temas conflictivos, es decir, la no mención de aquellos problemas o cuestiones que podrían generar preguntas o interrogantes críticos en los lectores.

5. La no explicitación, aclaración y discusión de los conceptos conflictivos y/o problemáticos que se señalan y narran en el desarrollo de los temas.

Si bien es interesante trabajar con los alumnos en la tarea de poner al descubierto estas características de los contenidos escolares, esto resulta insuficiente como estrategia de enseñanza-aprendizaje significativo-crítica. Por eso, deberemos completar la lectura y estudio de estos textos con otros de mejor calidad científica y crítica.

Ponerse a criticar los libros de texto de las asignaturas tiene, sin duda, una connotación que puede parecer quizás demasiado contestataria. Muchos directivos y colegas seguramente no lo verán con agrado, de la misma manera que muchos alumnos y padres. Sabemos que los libros de texto tienen una impronta sacralizada en el imaginario popular, ya que son los libros de estudio, los intocables libros con los que estudian y aprenden los alumnos[21]. Pero lamentablemente no podemos detenernos en estos prejuicios y dificultades, ya que nuestro objetivo nos exige ser críticos y los libros de texto y los manuales tienen mucho para criticar.

Ya lo hemos señalado en varias oportunidades, la tarea en que nos embarcamos nos es fácil, está llena de contradicciones y dificultades, pero es la lucha que nos hemos dispuesto a librar.

Es evidente que los contenidos textualizados y manualizados son demasiado pobres para desarrollar nuestra tarea crítica, por lo que sólo nos servirán de guía temática, debiendo complementar sus temas y contenidos con otros textos de mayor nivel y calidad. No obstante su crítica nos servirá para darnos cuenta de por lo menos dos cosas:

1) Que el estudio de estos contenidos, de no mediar una intervención crítica del educador o la educadora, creará en los alumnos una idea errónea de las cuestiones y problemáticas, en una palabra serán manipulados y engañados.

2) Por lo tanto, deberemos completar estos textos con otros de mejor nivel de calidad científico-crítica.

Para ilustrar y corroborar esto que decimos es interesante ver algunos ejemplos de textos y manuales.

Veamos este ejemplo a partir de los contenidos de un manual de Historia de la Filosofía de Bachillerato[22].

Tema 1. Los filósofos presocráticos y Sócrates.

La organización temática está presentada de la siguiente manera:

1.1. Los problemas principales (filosóficos)

1.2. Los pensadores más destacados

1.3. El siglo V. Las Guerras Médicas.

1.1. Los problemas principales (filosóficos)

En el texto-manual se dice lo siguiente:

“El problema principal planteado por los pensadores presocráticos fue el del “arjé”, se trataba de investigar el principio fundamental de la realidad, aquello de lo que todo brota y a lo que todo vuelve. De la nada nada puede surgir, en consecuencia tiene que existir una realidad primera, arjé, de la cual se deriven todas las demás…. Junto con este problema, destaca el de las facultades cognoscitivas humanas. En este aspecto, los primeros filósofos griegos propendieron a contraponer el conocimiento sensible a la razón y, en general, opinaron que los sentidos eran fuente de error, que por medio de ellos no podíamos llegar a la verdad, sino que ésta sólo podía alcanzarse en virtud del conocimiento intelectual, gracias a la razón”.

Análisis:

Es sabido que los problemas filosóficos no surgen de la nada, sino de la realidad en la que viven los filósofos. Sin embargo, aquí parecen surgir de la nada o, en todo caso, de la mente súper imaginativa y creativa de los filósofos. De la conexión de los problemas enunciados por ellos y las problemáticas de la realidad social, económico, cultural y política en la que ellos viven, de eso no se dice una sola palabra. Es más, no se dice una sola palabra de la sociedad y el mundo en el que estos filósofos pensaban”[23].

(…)

“Tema 2. Platón.

Sobre Platón y sus diálogos se dice lo siguiente:

“Platón (427-347) nació en Atenas, en el seno de una familia perteneciente a la oligarquía. En sus comienzos fue discípulo del hericleteano Crátilo, quien le enseñó la teoría del eterno fluir de todas las cosas; pero a los 21 años entró a formar parte del círculo de Sócrates, produciéndose, en consecuencia, un profundo cambio en su orientaciones filosóficas. En 399 murió Sócrates, y Platón, temiendo la predisposición de los atenienses contra los discípulos de aquél, se refugió en Megara durante un corto período y, probablemente, en esta ciudad comenzó a escribir sus diálogos filosóficos.

Posteriormente, durante diez años viajó por Egipto y otros lugares del norte de África e Italia; en la Magna Grecia trabó amistad con el pitagórico Arquitas de Tarento y conoció las ideas de los eléatas seguidores de Parménides; en Sicilia intentó influir en la política del tirano Dionisio I, estratega de Siracusa; pero éste, molesto por sus ingerencias y sus críticas, lo hizo vender como esclavo”.

Análisis:

Lo más notorio, desde el punto de vista crítico, de este relato es la ausencia de datos respecto de la ideología de Platón, es decir de su posicionamiento social y político. Si bien se dice que Platón nació en una familia de la oligarquía, no se explica el significado de este término en la polis griega y, menos aun, se extraen posibles consecuencias de ese hecho respeto de la ideología política de Platón y la repercusión en sus escritos. También es notoria la ausencia de una aclaración respecto de la esclavitud en el mundo antiguo, ya que se viene hablando de democracia y, evidentemente, ambos conceptos contrastan notablemente entre sí”[24].

Fijémonos que sin dejar de lado los contenidos curriculares oficiales podemos lograr que los contenidos que no desafían a los educandos, se conviertan en otros que sí despierten el espíritu crítico de nuestros alumnos. En mi caso particular yo acompañaba siempre mi lectura crítica de la filosofía de Platón, con una magnífica obra de Karl Popper, “La sociedad abierta y sus enemigos”, en la que el autor realiza una excelente crítica del diálogo La República o de la Justicia. Observen qué paradoja, Karl Popper es uno de los fundadores históricos del neoliberalismo, sin embargo su análisis del gobierno totalitario que Platón plasma en dicho diálogo es de un extraordinario nivel crítico.

La recomendación es clara, “todos” los contenidos programáticos de la educación del sistema pueden ser analizados en forma crítica, sin excepción. Y si lo hacemos habremos dado un paso muy importante en nuestra iniciativa docente crítica.

Pero hay otras estrategias para problematizar los contenidos, como seleccionar bibliografía complementaria crítica, crear bibliografía propia y también un camino mucho más audaz y radical, cambiar los contenidos como lo hizo la profesora Erin Gruwell, del film, basado en hechos reales, “Los escritores de la libertad”. No les voy a relatar esta extraordinaria película, pero sí el eje de su argumento. Se trata de una profesora de literatura que se hace cargo de un curso de una escuela media en ´Los Ángeles”, a la que concurren adolescentes de barrios populares de dicha ciudad, poblados de inmigrantes con muchos problemas sociales y económicos. Erin Gruwell, que es la nueva profesora, se hace cargo del curso en cuyo currículo está previsto trabajar con la Ilíada y la Odisea de Homero. Su primera pregunta a sus alumnos es ¿qué les dice el nombre Homero?, la respuesta apurada de un alumno es Homero Simpson. A la profesora le resulta imposible motivar a sus alumnos con esos contenidos y, en un acuerdo con ellos, los reemplaza por el Diario de Ana Frank[25].

Esto es todo un éxito porque los alumnos y alumnas responden con total entusiasmo a la idea. Por supuesto, que su actitud no es gratis y la profesora se debe enfrentar a dos contradicciones. Con la directora de la institución educativa, porque está violando el programa establecido, lo que le genera un gran conflicto. Con el marido porque el conflicto le quita el tiempo que aquél le demanda, hasta tal punto que termina separándose. La profesora asume las contradicciones y continúa con su proyecto, que culmina en un conjunto de adolescentes redactando sus propios diarios y convirtiéndolos en un libro de gran suceso, llamado “Los escritores de las libertad”. Este es un excelente ejemplo de cómo se puede luchar por la democratización de los contenidos y poner en juego métodos de enseñanza-aprendizaje de sesgo constructivista y dialógico.

En línea con la democratización y problematización de los contenidos practicamos y proponemos una metodología de enseñanza-aprendizaje sustentada en supuestos constructivistas y dialógicos, porque ¿cuál es el objetivo fundamental de nuestra tarea de educadores y educadoras? Es promover la autonomía del ser de los educandos. Fíjense, que con este objetivo en la mira, entraríamos en una severa contradicción si hiciéramos proselitismo, partidismo o adoctrinamiento con nuestros alumnos. Todo lo contrario, siempre a partir de tomar consciencia de que no somos dueños de la verdad, nosotros, sin esconder nuestra identidad ideológica, que es anterior y en la que se funda cualquier otra identidad partidaria o doctrinaria, trabajamos con nuestros alumnos temáticas y problemáticas que hacen al desarrollo del país y el bienestar del pueblo, esto es, a su soberanía política y económica, así como a la superación de los problemas estructurales que nos impiden crecer y mejorar la situación del pueblo, como la pobreza estructural, la inflación endémica, la soberanía alimentaria, etc. ¿Y cómo lo hacemos? Utilizando siempre instrumentos de recolección de datos, supuestos y criterios de argumentación científicos, nunca relatos manipuladores como los que usan y avalan los que critican y persiguen a los docentes que plantean problemas políticos vitales en las escuelas. Tenemos derecho a dar testimonio de nuestro compromiso con la patria y con el pueblo, pero siempre en el marco del diálogo, porque apenas asoma un atisbo de manipulación el dialógo inmediatamente se muere.

Quede claro que nuestra lectura crítica del fenómeno político se fundamenta en la consideración de la contradicción oligarquía-pueblo como conflicto fundamental de intereses y aspecto esencial de la dinámica política. Si bien nuestro objetivo educativo nos impide la conquista de la conciencia de nuestros alumnos, porque negaríamos nuestros propios fundamentos pedagógicos, nada nos debe impedir dar testimonio de nuestra opción por la patria y por el pueblo y criticar a aquellos que traicionan estos valores.

Nosotros partimos de la premisa de que enseñar es el arte de ayudar a aprender, pero ayudar a aprender en total libertad y promoviendo la autonomía del ser de nuestros educandos. Nada se enseña como si fuera un dogma, todo está sometido a la reflexión de los alumnos, pero sí con un direccionamiento que tenemos muy claro y que surge de nuestra opción por la patria y por el pueblo. Y cuando decimos patria también hablamos de nuestra región, del mundo y de la humanidad.

Sexta sugerencia: El manejo de las contradicciones

Desempeñarnos como educadores y educadoras críticos y con conciencia política en el sistema educativo tradicional, que fue históricamente formateado por la oligarquía y hoy sigue estando bajo el dominio del establishment es, evidentemente, nadar contracorriente. Estamos metidos en una contradicción y lo primero que debemos hacer es aceptarla, asumirla. Histórica y culturalmente las escuelas responden a los intereses de los sectores dominantes. Por lo tanto, todas las propuestas innovadoras, por supuesto no tecnológicas ni didactistas, sino políticas, serán combatidas con virulencia, entre otras formas, mediante la capacidad que tienen los medios de comunicación concentrados para construir opinión pública legitimadora de los valores e intereses de la oligarquía.

Hemos naturalizado la idea de que las innovaciones sólo son las tecnológicas y didácticas, con nuevos programas, software educativo, gamificaciones y diferentes recursos para motivar y despertar algún tipo de interés por aprender contenidos enciclopédicos que no desafían a nadie, pero no existen las innovaciones de fondo. Todo es superficial, cambiar algo para que nada cambie. Y las innovaciones de fondo tienen que ver con lo que estamos planteando aquí nosotros. Lograr que la escuela forme verdadera ciudadanía, esa sí sería una auténtica innovación. ¿Por qué lo decimos? Porque no lo hace y debería hacerlo Esta sería una innovación de fondo, que la escuela forme verdadera ciudadanía. ¿Por qué lo decimos?, precisamente porque no lo hace.

La primera sugerencia es la de asumir la contradicción, que significa tomar conciencia de su existencia. La segunda sugerencia es pilotearla, como lo hizo Erin Gruwell, la profesora de Los Escritores de la Libertad”. Erin Gruwell cae en una contradicción porque desestima el currículo y lo transgrede. Las contradicciones se expresan en conflictos. En este caso el conflicto es con la directora del establecimiento educativo que, como es lógico, no puede permitir que eso ocurra. Pero Erin asume la contradicción y se dispone a enfrentar el conflicto, lo que realiza con éxito, aunque no sin pagar tributo, por ejemplo soportando la fuerte presión de la dirección de la escuela y la separación de su marido.

También debemos saber que la posibilidad de las diferentes respuestas de la docencia crítica depende de las características de la institución educativa. En mi caso, como profesor de educación de adultos en el CENS (Centros Educativos de Nivel Secundario) 17 del Sindicato del Seguro, donde trabajé durante diez años dictando las asignaturas de sociología y filosofía, pude elaborar mis propios programas, seleccionando los contenidos y discutiéndolos con los alumnos y alumnas, ya que les presentaba distintas opciones. Había un currículo con contenidos mínimos sugeridos, que yo tomaba en cuenta en la medida en que consideraba que podían ser útiles, pero sólo usaba lo que me parecía que cabía en un programa de sociología y filosofía para personas adultas. La bibliografía era prácticamente toda seleccionada por mí y discutida con los alumnos y alumnas. Lo podíamos hacer porque la supervisión burocrática no era rígida, ya que en la conducción del CENS también participaban miembros del Sindicato. En todo momento pude elaborar yo mismo mis programas, como lo hice en la Universidad desde que fui profesor titular, ya que si no lo somos nuestra libertad no es la misma que la de los titulares de cátedra. Y esto debería ocurrir en los diferentes niveles del sistema educativo, con sugerencias curriculares muy generales que permitieran una mayor libertad de los educadores y educadoras en la elaboración de sus programas, e incluso con directivas que permitan y alienten que en dichas acciones participen los alumnos y alumnas. Por eso, la recomendación es pilotear la contradicción tomando en cuenta las posibilidades que nos entregue la institución en la que nos desempeñemos. Aquí lo más importante, es no autocensurarnos, porque ese sí es un obstáculo insuperable. Tenemos que saber que la fortaleza crítica, el temple ciudadano, que es una fortaleza política, juegan un papel importante. Porque en algunos casos las tensiones pueden llegar a ser fuertes y necesitamos estar preparados para enfrentarlas, como el caso de la profesora Erin Gruwell.

No desestimemos tampoco el valor de tomar riesgos y asumir desafíos, que son la sal de la vida y nos ayudan a dignificarla. No obstante, cado uno y cada una tendrá que resolverlo de acuerdo a la situación, a sus valores y a su personalidad, con la firme convicción de que la unidad y la organización de la ciudadanía y, en este caso, de la docencia critica, son imprescindibles para luchar por otro mundo posible frente a los poderes dominantes que tratan de impedirlo.

Séptima sugerencia: Lucha contra la autocensura y memoria activa

Aprender a luchar contra la autocensura es de una importancia especial. ¿Por qué? Es muy fuerte la embestida de los medios de comunicación concentrados, que ya son parte del bloque de poder de la oligarquía y se han convertido en la oposición más fuerte que tienen hoy las fuerzas nacionales y populares, siendo enorme su poder para construir opinión pública y sentido común. La oposición a los gobiernos progresistas y los sectores populares de los pueblos, son hoy, sin duda, los medios de comunicación monopólicos. Estos medios que hegemonizan la información, desinformando y manipulando a la ciudadanía, trabajan día por día, hora por hora y minuto por minuto envenenado, con sus falsas noticias (fake news), relatos manipuladores y operaciones mediático-judiciales, las conciencias de millones de ciudadanos y ciudadanas. El daño que le hacen a la nación y su pueblo es incalculable, Y lo más lamentable de todo es el silencio y la actitud de importantes sectores de la ciudadanía, que han naturalizado una situación que es completamente condenable.

La prensa canalla, como la denominaba el inolvidable Arturo Jauretche, no es nueva, desde que tengo uso de razón política la viví y experimenté como ciudadano[26], pero hoy los medios están más concentrados que antaño, son más sofisticados, se han multiplicado a partir de Internet y las redes y son mucho más omnipresentes. La prensa canalla se convirtió en lawfare. En el golpe cívico-militar de 1976 la concentración de los medios fue un factor que promovió y sostuvo el golpe, que tenía como objetivo destruir la matriz nacional y popular y promover un modelo socio-económico neoliberal. Este es un momento clave de lo que en nuestra teoría denominamos Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos. Aunque estos ciclos se originan en un golpe de Estado cívico-militar y el Estado de derecho recíen se recupera después de siete años (1983), el golpe deja inaugurado el ciclo, en el que van a alternar gobiernos que representan los intereses del pueblo con los que representan los de la oligarquía.

Fijémonos cómo los principales y más influyentes diarios del momento apoyaron a la dictadura militar, de la misma forma que Clarín y la Nación, quienes hoy fijan la agenda de temas de todos los medios de comunicación, apoyaron y apoyan a las alianzas políticas que representan los intereses de la oligarquía, con las cuales forman el “bloque de poder oligárquico”[27].

El caso Papel Prensa fue el inicio de la concentración mediática que se realizó mediante la asociación mafiosa de los diarios Clarín, La Nación y la Razón para monopolizar la información, un arma fundamental para la construcción de una opinión pública legitimadora de los valores e intereses de la oligarquía.

El ejercicio de la memoria es un recurso crítico extraordinario, no debemos dejar de usarlo. La prensa canalla, la que representa los intereses de la oligarquía, se remonta a Hipólito Yrigoyen, el primer presidente Radical, que fue acusado de cualquier cosa:

“El gran escritor Manuel Gálvez en su magnífica biografía de Hipólito Yrigoyen, cuya lectura recomendamos fervientemente, explica lo siguiente sobre el primer presidente radical: Conocemos la honradez excepcional de Hipólito Yrigoyen, su actitud ante los Bancos, su vida austera y pobre. La oposición, sin embargo lo trata como si fuera un ladrón.

La oposición y los diarios lo acusaban de haberse quedado con un campo que arrendaba cuando murió la propietaria, todo esto era absolutamente falso, pero no importaba el único objetivo era desprestigiar a un caudillo popular que había llegado a la política luchando contra el régimen oligárquico y disponiendo las primeras medidas que beneficiaban a los sectores populares.

A pesar de haber sido un gobernante ejemplar en el manejo de los fondos públicos y de haber muerto en la pobreza, sus enemigos no dudaron en calificar su gobierno como una orgía de malversación y prevaricato, en tanto un senador rival lo acusó de haber recibido una coima de cinco millones de pesos.

Pero obviamente los ataques no sólo estaban dirigidos a las supuestas irregularidades, en el momento de calumniar a ese gobierno democrático se lo acusó, entre otras cosas de: tirano, calumniador, ignorante, hipócrita, un diario llegó a llamarlo hiena que se ha refugiado en la Casa de Gobierno”.

El diario nacionalista La Fronda llegó publicar la partida de matrimonio de los padres del presidente para demostrar que eran analfabetos, información que aparecía bajo un título que rezaba Analfabeto de padre y madre.

Todos estos argumentos fueron utilizados para justificar el golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 que dio inicio a una de las etapas de mayor corrupción, entrega de la soberanía nacional y pobreza para la mayoría de la población, la oligarquía regresaba a gobernar para entregar el país al dominio inglés, con grandes negociados contrarios al interés nacional que no eran denunciados por los diarios cómplices.

Cuando asumió el dictador Uriburu se anunciaron con gran pompa y difusión la realización de investigaciones en varios organismos del estado por supuestos delitos, acusando a los dirigentes radicales de delincuentes, siendo perseguidos, detenidos y difamados por la sola pertenencia a un gobierno popular”[28].

Los medios hegemónicos, representando los intereses de la oligarquía, estuvieron siempre en nuestra historia, y lo siguen estando, en la tarea de erosionar, denostar y desestabilizar a los gobiernos de raigambre nacional y popular. Lo hicieron siempre con los gobiernos peronistas, con la excepción del gobierno de Carlos Menem, el gran traidor de las banderas nacionales y populares del peronismo. No olvidemos que el proceso de concentración y globalización de los medios de comunicación potenció en forma notable su capacidad para construir opinión pública y sentido común en la población. Esta acción fue y sigue siendo continua, obviamente, apoyada y promovida por la geopolítica de Washington en la región. Que quede claro que en todo esto que estamos señalando no hay interpretación alguna, sino una descripción de hechos objetivos. No es difícil comprobar cómo inventan falsas noticias (fake news) todo el tiempo, de cómo arman operaciones mediático-judiciales con fiscales y jueces sobornados, todo esto con el gran poder de fuego mediático de la troika Clarín, La Nación e Infobae, que fijan la agenda anti patriótica y anti popular de todos los demás medios, y no porque estén en la tarea de desestabilizar al Frente de todos, sino a un gobierno, con todos sus errores y desprolijidades, porque, sencillamente, no representa los intereses de la oligarquía.

Los educadores y educadoras del sistema educativo tenemos que tener en cuenta esta realidad, no debemos ignorarla, porque esta hegemonía mediática genera una espiral del silencio que promueve la autocensura de la ciudadanía y, por supuesto, también de la docencia. Por eso, tanto ciudadanos como docentes tenemos que aprender a reconstruir en forma crítica el mundo todos los días. Se trata de una tarea de militancia política, no de militancia partidaria. Aunque esta última no sea contradictoria con la primera, en el sistema educativo, en la escuela, no debe aparecer, porque desnaturalizaríamos nuestros objetivos, sobre todo el de promover la autonomía del ser de los educandos. Y si se producen debates con nuestros alumnos y alumnas siempre debemos actuar de una forma persuasiva, sin imponer de ninguna forma nuestro pensamiento o punto de vista, pero sí dando testimonio de nuestra verdad, proporcionando datos y argumentos fundados. Nadie nos puede prohibir hacer nuestros análisis, que realizamos siempre a partir de criterios filosóficos y científicos. No debemos entrar nunca en discusiones y/o debates con los educandos en los que nosotros aparezcamos imponiendo una forma de entender la realidad, sino entregando datos, incentivando la reflexión propia de los alumnos y motivándolos para que crezcan sus deseos de aprender y asuman la tarea de construir conocimientos, dándoles herramientas para no ser manipulados, invitándolos a pensar por sí mismos y que no acepten nunca nada, de nadie, ni de nosotros los docentes, sin una reflexión propia. Nuestra tarea es entregarles instrumentos para realizar esa reflexión.

Pero si los medios de comunicación hegemónicos, como realmente sucede, desinforman a la población porque no le brindan una gran cantidad de datos relevantes, que no les conviene comunicar a los poderes fácticos, como por ejemplo, las problemáticas del agro negocio y los agro tóxicos, somos nosotros los docentes quienes estamos obligados a tocar esos temas, porque son esenciales para la nación y el pueblo. Y esta es una oportunidad para, a partir de la carga política que poseen estas problemáticas, tomar conciencia de que trascienden cualquier encuadramiento partidario. Su tratamiento es eminentemente político y, por lo tanto, enriquecedor para poner en práctica el pensamiento crítico de los alumnos. Son realidades objetivas que hay que presentar para que los alumnos saquen sus propias conclusiones, eso sí, enseñándoles siempre a fundamentar y argumentar teniendo en cuenta dos criterios maestros: 1) La valorización de la verdad y 2) La fundamentación filosófico-científica. Los educadores y educadoras damos nuestro punto de vista sobre dichas cuestiones, que son objetivas, por supuesto desde una definición ideológica a partir de una opción ético-política por la patria y el pueblo, invitando a nuestros alumnos y alumnas a que realicen su propia reflexión y extraigan sus propias conclusiones.

Otra tarea de los docentes progresistas es entregarles herramientas a los educandos para leer la realidad y los textos en forma crítica. Aquí tenemos, para comenzar, los argumentos sofísticos de Aristóteles y una apropiación de las diferentes falacias argumentales que existen.

Imaginemos que un educador o una educadora quieren ayudarles a sus alumnos a comprender la “falacia de composición”, una de las trece que señala Aristóteles en sus argumentos sofísticos y, para ello, utiliza un ejemplo extraído de la vida real. Es así que les expone el siguiente caso a sus alumnos:

“Esta falacia, que consiste en tomar la parte por el todo, es una acción discursiva de manipulación de la realidad que se usa muy a menudo. Por ejemplo, la ex Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, en un discurso xenófobo le comunicó a la población que era necesario contralor la inmigración de los países limítrofes, porque los bolivianos venían a armar redes de tráfico de drogas en la Argentina. De esta forma estigmatizó a toda la comunidad boliviana radicada en nuestro país cuando, como sabemos, la gran mayoría de nuestros hermanos bolivianos son personas de gran honestidad y extraordinariamente trabajadoras. Está claro que tomó una pequeña parte por el todo”.

Fijémonos que, si existe malicia o persecución de la docencia progresista, esta sería una ocasión propicia para acusar al educador o educadora de partidista o doctrinario. Se le objetaría que nombra a una ministra de un partido político, que está metiendo la política en las escuelas, lo que no está bien, o que está adoctrinando. Nada de eso es cierto. Lo que está haciendo es enseñar a sus alumnos y alumnas a defenderse de los discursos manipuladores que infectan la comunicación y la cultura. Su acción es totalmente noble y meritoria.

El mito de la neutralidad es otro tema a tener en cuenta. Tenemos que ser conscientes de que no existe la neutralidad. El Papa Francisco habla de la “falsa neutralidad”. Sus fundamentos son claros, en un mundo como el que tenemos no es posible ser neutral. La neutralidad es imposible porque no optar, valga la paradoja, también es optar. No comprometerse con nada es tomar una decisión política, con consecuencias políticas. Nadie es a-político. Fundamentamos ampliamente estas afirmaciones en nuestra teoría. No obstante, todo el tiempo se critica, persigue y castiga a los educadores y educadoras que se pronuncian frente a sus alumnos, asumiendo su compromiso con la patria, el pueblo y la humanidad.

Sugerencias finales

Tenemos que saber que nuestro posicionamiento personal crítico, si bien puede ser muy efectivo y motivador y útil para los educandos, no es suficiente, porque para aspirar a verdaderas transformaciones en el sistema debe extenderse. La iniciativa docente crítica, si bien la proponemos para los educadores y educadoras de todos los niveles del sistema educativo y comienza en cada uno de los docentes, tiene que proyectarse al conjunto de los educadores y educadoras, debe tomar un cariz colectivo. Por eso, consideramos que la unidad y la organización de la docencia crítica son imprescindibles.

Con todos estos cuidados, tenemos que pensar en que nuestro posicionamiento crítico personal, si bien es absolutamente necesario, no es suficiente. Este posicionamiento personal tiene que ir tomando un cariz colectivo. Debemos buscar la unidad y la organización en esta iniciativa docente crítica, ya que tenemos muchas posibilidades de construir un frente docente crítico. Nosotros estamos en ese búsqueda desde hace años y ahora también en la apertura hacia la conformación de un frente ciudadano crítico, independiente de los partidos y propio de los intereses populares.

En 2012 publiqué el libro Educar para cambiar el mundo, que tenía como objetivo comenzar a promover una movilización docente en este sentido, que no pudo ser por diferentes circunstancias. No obstante, estamos abiertos a cualquier iniciativa o propuesta que, por supuesto, vaya en la línea que sostenemos en esta publicación. No tenemos problema es reunirnos e intercambiar ideas con personas del ámbito de la educación y la política ciudadana que tengan esta línea de pensamiento.

La sociedad civil, la ciudadanía, necesita tener un voz propia, no de sus representantes, sino directa y propia, más allá de los partidos, que es la voz del pueblo y ahí estamos todos, los movimientos populares, los observatorios ciudadanos, las organizaciones civiles, la presencia ciudadana y popular. No olvidemos que el Estado es del soberano, o sea, del pueblo y las escuelas son un dispositivo del Estado, pero lo tanto las escuelas también son del pueblo, son nuestras.

El pueblo tiene que ser proactivo, el pueblo debe ser quien demande a sus representantes, para que se acostumbren a recibir esas demandas y hacer lo que el pueblo quiere. Tenemos que saber que los gobiernos siempre están bajo la presión de los poderes fácticos, por lo que es imprescindible que también exista en el pueblo la capacidad para presionar sobre aquellos.

Y no nos olvidemos por lo que tenemos que pelear, la democratización de los contenidos programáticos de la educación. Estos contenidos deberían estar sometidos a un debate público donde intervenga la ciudadanía, y los docentes somos ciudadanos. No es democrático que los contenidos de la educación sean el resultado de la decisión de un grupo de expertos ministeriales en el marco de los lobbies de los poderes fácticos.

Los contenidos tienen que ser seleccionados y elaborados en el marco de un debate público, de lo contrario, no podremos hablar de una verdadera educación democrática. Tenemos que buscar la forma de ir hacia ahí.

La otra lucha es por los métodos de enseñanza-aprendizaje, tampoco es normal y natural que se siga aplicando en las escuelas, más allá de las supuestas innovaciones tecnológicas y didácticas, una gnoseología de tipo conductista donde la retención memorística siga siendo el criterio maestro de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Y la prueba contundente de que es así está en el hecho de que los alumnos y alumnas no puedan disponer de los materiales de estudio en los exámenes. Esto sigue ocurriendo en los distintos niveles del sistema educativo, incluida la universidad.

El pensamiento crítico no es una asignatura, sino una acción. Es cierto que hay que aprender cuáles son las claves del pensamiento crítico, pero no es posible aprender a pensar en forma crítica sin su aplicación a los contenidos. Y dichos contenidos tienen que facilitar el pensamiento crítico, no obturarlo, obstruirlo, desalentarlo, por ejemplo, cuando los contenidos no representan un desafío para los estudiantes, cuando esos contenidos tienen una intención manipuladora.

Fíjense que hay aquí una vinculación estrecha entre el carácter no democrático de los contenidos y los métodos de enseñanza-aprendizaje, porque los contenidos son enciclopédicos y están esterilizados adrede con la intención de no desafiar a los estudiantes y los métodos de enseñanza-aprendizaje bancarios, más allá de las pedagogías didactistas y las pseudo innovaciones tecnológicas, no cambian nada de fondo y fundamental en la educación.

Estos son nuestros desafíos, esta es nuestra lucha, sin olvidarnos que primero somos ciudadanos y que nuestro objetivo es la defensa de la patria y el pueblo, para lo cual tenemos que formarnos y formar personas con independencia de criterio, pensamiento crítico y conciencia política.

Bibliografía

Aranda, Daría, Los dueños del agro y la alimentación. Diario Página 12, 2/3/2019.

Durán Barba, Jaime y Nieto, Santiago (2010) El arte de ganar. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial Sudamericana, página 88.

Lens, José Luis (2012) “Educar para cambiar el mundo”. Los momentos de una transformación liberadora en la educación. Buenos Aires: www.bajalibros.com

LENS, José Luis (2001): Paulo Freire: su praxis pedagógica como sistema. Buenos Aires: Instituto Paulo Freire (IPF) de San Pablo. UNCPBA.

José Luis Lens

23-11-2021-

  1. Lens, José Luis, “La alfabetización política del soberano”, Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, en prensa.

  2. Lens, José Luis, “La alfabetización política del soberano”, Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, en prensa.
  3. Está claro que aquí hablamos de “poder popular”, que no es un poder que oprime y prohíbe ser, como el de la oligarquía, sino un poder liberador
  4. Darío Aranda, Los dueños del agro y la alimentación. Diario Página 12, 2/3/2019.
  5. En las democracias liberales, la relación de representación se define de esta forma: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”. Esto significa la despolitización del pueblo, su desempoderamiento. Y si el pueblo no tiene poder, ¿dónde queda la democracia?
  6. Debemos aclarar que la discusión partidaria le resulta beneficiosa, pero también fuera del sistema educativo.
  7. La alternancia es, sin duda, un valor de la democracia. Pero lo es en tanto sea sana, esto es, una alternancia entre gobiernos que representen realmente los intereses de la nación y el pueblo. Ahora bien, si la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y los que representan intereses populares, entonces, la alternancia no es sana, sino perversa. Lamentablemente, esta es la realidad de la Argentina. El poder de la oligarquía fue, y lo sigue siendo, mayor que el del pueblo y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y cuando estos últimos alcanzaron la administración del Estado, nunca pudieron mantenerse, sino que siempre fueron destituidos y desplazados, ya sea mediante golpes de Estado cívico-militares, boicots económico-financieros o guerra judicial (lawfare). Esto generó una alternancia perversa entre gobiernos representantes de los valores e intereses de la oligarquía y representantes de los valores e intereses del pueblo. Fijémonos que no se trata de una alternancia sana y progresista entre gobiernos de sesgo nacional y popular, sino de una alternancia perversa entre gobiernos de la oligarquía y gobiernos populares. Al señalar que la oligarquía nunca tuvo, ni tiene, objetivos que tengan algo que ver con el desarrollo soberano del país, la superación de sus problemas estructurales y la mejora de la calidad de vida del pueblo, no decimos nada que no pueda fundamentarse en la historia y en las experiencias más recientes. Está claro que la causa de la postración de la Argentina, de la imposibilidad de lograr su soberanía política, industrial, alimentaria, educativa, comunicacional y de su pueblo, está en el accionar antipatriótico y entreguista de una oligarquía siempre dependiente de la geopolítica de Washington.
  8. Es lamentable comprobar cómo la Ministra de Educación de CABA, Soledad Acuña, ignorando las diferencias entre los significados social y partidario del concepto de política, acusa de adoctrinamiento a los docentes que tratan en las aulas temas con contenido político en el sentido social y transcendente del concepto. Aunque nos queda la duda de que sea sólo ignorancia, porque percibimos una clara intención persecutoria hacia la docencia crítica.
  9. La Espiral del silencio es una teoría de la comunicación formulada por la alemana Elisabeth Noelle-Neumann en su libro:”La Espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, publicada en 1977. En este libro la autora estudia a la opinión pública como una forma de control de la masa social. En esta situación los individuos, por temor a quedar aislados, adaptan su comportamiento a las actitudes de las mayorías. La espiral del silencio, dadas sus características, es una fuente generadora de “conformismo social”, cuyo peligro es inmenso. La espiral del silencio es el caldo de cultivo del marketing político, de las políticas del embuste permanente promovidas por los discursos manipuladores de los medios de comunicación concentrados. ¿Por qué decimos que el peligro es enorme? Porque si la población incorpora y naturaliza los relatos manipuladores de la oligarquía, la democracia está irremediablemente muerta. El conformismo de la población en general es hoy, sin duda, una de las mayores desgracias que castigan a nuestros pueblos, tanto al de la Argentina como a los de los demás países de la región. ¿Cómo luchar contra la espiral del silencio? Por cierto que no hay recetas mágicas, aunque hay cosas que se pueden hacer. Es evidente que el conformismo que da vida a la espiral del silencio está vinculado al derrumbe del espíritu crítico de las personas en la era de la información y las redes sociales. No es menos evidente la relación que existe entre la baja del espíritu crítico y el analfabetismo político y la apoliticidad que muchas personas exhiben como una condición virtuosa, ignorando que, además de lamentable, es imposible. Porque no perciben que se puede ser a-partidario, pero nunca a-político, ya que la política impregna todas nuestras acciones. No comprometerse con los destinos de nuestras sociedades y el mundo, es asumir una determinada posición política, es convalidar el status quo.
  10. La militancia política se forja en el marco de la contradicción oligarquía-pueblo, que nos interpela con una opción ético-política, en la que optamos por el pueblo. Por eso, la militancia política se fundamenta en el compromiso con nuestra sociedad y el mundo, que nos impulsa a buscar denodadamente la coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos. Esto implica asumir una posición ética de búsqueda, lucha y, muchas veces, renunciamientos. En algunos casos, quienes desarrollan esta militancia política no tienen una militancia partidaria, pero tienen claro cuáles son los partidos y alianzas que deben apoyar porque son los que mejor representan los intereses de la mayoría. La militancia política en sociedades manipuladas como la nuestra comienza con la tarea de salir de la zona de confort comunicacional, lo que implica decidirse a invertir tiempo y esfuerzo para conseguir informarnos de una manera crítica. En una palabra, asumir responsablemente el compromiso de participar activamente en la batalla cultural. Para los que desarrollan en forma central una militancia partidaria de sesgo progresista, la recomendación es que intenten abrirse a la lucha por el poder real, lo que les proporcionará un mejor posicionamiento crítico para enriquecer y llevar adelante su militancia partidaria. A pesar de las diferencias importantes entre las dos militancias, ambas son complementarias, ya que una comprometida militancia política enriquece notablemente la militancia partidaria. Mientras que una militancia partidaria que se abre a la militancia política, ensancha notablemente su horizonte.La militancia política tiene el objetivo de transformar la realidad a partir de la opción por el pueblo. Entonces, la militancia partidaria tiene que estar siempre supeditada a la militancia política. Este es el criterio maestro para entender el accionar de nuestros compañeros en la lucha partidaria. De esta forma podemos detectar si en los dirigentes y militantes existe este objetivo o si va por otro lado, esto es, por obtener beneficios personales, por deseos de obtener poder, etc. Por eso, tenemos que usar en forma crítica este criterio de análisis, por el bien de nuestra agrupación y del pueblo, ya que la endogamia del internismo partidario es muy nociva. El axioma de la militancia política por sobre la militancia partidaria es el criterio que nos va a permitir y habilitar la crítica, teniendo cuidado siempre de que sea interna, por lo cual debemos reparar en cómo, cuándo y dónde la hacemos. Cuando procedemos de esta forma, la militancia política enriquece a la partidaria. Sin disminuir el valor de la militancia partidaria en el marco de la disputa por el poder de gobierno, es fundamental tomar conciencia de que la militancia más importante y decisiva es la política, que se da en el contexto de la lucha por el poder real.
  11. Cuando un fenómeno de índole socio-cultural o político se “naturaliza” es porque perdió toda posibilidad de asombrarnos de alguna manera y, por lo tanto, ya no es objeto de discusión ni de debate. Cuando una realidad se naturaliza pasa a integrar el discurso aceptado y legitimado que, en tanto tal, es fuertemente resistente y refractario a la crítica. Los elementos naturales no se cuestionan, ¿quién va a cuestionar y discutir el viento y la lluvia?, si son fenómenos que, según las circunstancias, disfrutamos o padecemos, sin poder hacer nada, dado su carácter de naturaleza, para que ocurran o no ocurran. También es normal y natural denominar “democracia”, concepto cuyo significado es “el poder o gobierno del pueblo”, cuando en realidad se trata de un sistema político que está bajo el mandato de la oligarquía, porque no son democracias liberales, sino más bien oligarquías liberales. ¿En qué democracia liberal el pueblo tiene el poder?
  12. El Papa Francisco, con inteligencia política, señaló a estas posiciones como de “falsa neutralidad”, ya que frente a la opción entre dominadores y dominados, la neutralidad es una verdadera toma de posición,
  13. La categoría de “amplio campo popular” es necesaria para redefinir el concepto tradicional de campo popular, que lo reduce a los obreros y sectores más vulnerables de la sociedad, porque no tenemos duda que hoy es necesario incluir en el campo popular a las clases medias. Para apoyar esta afirmación recordemos cómo las oleadas neoliberales pauperizaron y pauperizan a las clases medias.
  14. En honor de la verdad, debemos decir que hay algunos diputados del oficialismo, esto es, del “Frente de todos”, que también se oponen a esta Ley.
  15. Durán Barba, Jaime y Nieto, Santiago (2010) El arte de ganar. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial Sudamericana, página 88.
  16. La democracia liberal es una democracia formal, porque el poder del pueblo es un potencial que debe ser actualizado. El carácter formal de la democracia liberal se explicita con claridad en las constituciones liberales: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”. Pero si mantenemos las normas y las reglas de juego de la democracia liberal jamás podremos lograr que ese poder se actualice, nunca podremos pasar de la democracia formal a una real, donde el pueblo tenga verdadero poder porque, precisamente, el rol político que le atribuye la democracia liberal a la ciudadanía, se circunscribe sólo a la participación en la disputa partidaria, dejándola al margen de la lucha por el poder real. Aquí se fundamenta la idea de la necesidad de una “transición” de la democracia formal a la democracia real. Dicha transición requiere, en un primer momento, del empoderamiento de los ciudadanos y ciudadanas que, para lograrlo, deben elevar su nivel de alfabetización política. Solo los ciudadanos y ciudadanas con pensamiento crítico y conciencia política están en condiciones de tomar conciencia de que su rol de ciudadanos va más allá de su participación en la disputa partidaria por la administración del Estado y se juega en la lucha por el poder real, que cobra significado en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo. La transición se sostiene, entonces, en la sustanciación democrática del vínculo de representatividad, que se consigue con la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía, condición insoslayable del empoderamiento popular. Queda clara, entonces, la importancia crucial del proceso de formación crítica y política de la ciudadanía, lo que implica, entre otras cosas, la transformación el sistema educativo y la democratización de los medios de comunicación masivos, hoy concentrados en manos del bloque de poder oligárquico.
  17. La educación se sustancia en el “aprender a ser”, mientras que la instrucción lo hace en el “aprender a hacer”. Si bien la instrucción es imprescindible para insertarnos en el mundo, no obstante, la educación es su fundamento. Sin educación, correremos el riesgo de que la instrucción nos convierta en cosas, en robots.
  18. Lens, José Luis (2012) “Educar para cambiar el mundo”. Los momentos de una transformación liberadora en la educación. Buenos Aires: www.bajalibros.com
  19. Es curioso escuchar decir a algunos docentes que dictan sus clases utilizando a rajatabla los contenidos curriculares oficiales, como lo he comprobado en mis investigaciones de campo, que lo que a ellos les interesa primordialmente es “abrirle la cabeza” a sus alumnos. Muy sorprendente afirmación cuando ellos todavía no ha conseguido que se les abra la suya, ni tampoco parecen tener interés de que ello suceda.
  20. Aquí conviene que nos preguntemos ¿qué son los “libros de texto”? Se trata de aquellos libros que elaboran las editoriales siguiendo al pie de la letra los programas oficiales de las asignaturas. No hace falta imaginarnos, entonces, las características y nivel crítico de dichos contenidos.
  21. Hay un refrán popular que se les dice a quienes no estudian o no tienen ganas de hacerlo: “Agarrá los libros que no muerden”.
  22. No vamos a señalar las referencias bibliográficas (sobre todo la editorial) del Texto-Manual que analizamos, porque nuestro objetivo final no es vituperar este tipo de materiales didácticos, y menos aún desacreditar y molestar a nadie, sino ayudar a los docentes a manejarse con los mismos, analizando sus principales características y carencias para conseguir el objetivo que planteamos como esencial: promover la autonomía de pensamiento de los alumnos. Finalmente, creemos necesario señalar que este tipo de materiales didácticos es bastante homogéneo, ya que la mayoría de las editoriales elaboran sus textos a partir de los programas escolares que, como sabemos, son bastante parecidos en todas partes.
  23. Lens, J.L (2012) Educar para cambiar el mundo. Buenos Aires: www.bajalibros.com, páginas 420-425.
  24. Idem, páginas 427-428.
  25. En realidad originalmente no se llamó así, sino que el diario original de Ana, que está en la casa real donde lo escribió, se llama “La casa de atrás”, justamente donde se refugió Ana con sus familia para no ser apresados por los nazis. Yo visité esa casa en Ámsterdam y pude ver el diario en una vitrina.
  26. Mi primera experiencia importante desde que comencé a tener uso de razón política fue con el Golpe de Estado cívico-militar de 1976. Allí sucedieron dos eventos que me marcaron para siempre, y en los dos están presentes los medios de comunicación canallas. El Mundial de Fútbol de 1978 y la Guerra de Malvinas en 1982. En mi ejercicio de la docencia durante más de treinta y cinco años, nunca dejé de mencionar con un sentido pedagógico estos lamentables hechos en los que los medios de comunicación de nuestro país traicionaron los principios sagrados del periodismo.
  27. Está categoría de análisis se funda en la idea de que las fuerzas de la oligarquía, unidas por un mismo enemigo y objetivo, se conforman como un bloque de poder a partir de combinar en forma sinérgica sus acciones. La finalidad es clara, generar acciones tendientes a erosionar, debilitar desestabilizar y, en última instancia, destituir a los gobiernos nacionales y populares y sus figuras más representativas. Este bloque de poder, tenemos un ejemplo bien claro en nuestro país, trabaja articulando los medios de comunicación concentrados, con la troika Grupo Clarín, La Nación e Infobae a la cabeza, la alianza partidaria Juntos por el cambio como expresión político-partidaria de los valores e intereses de la oligarquía, una coalición judicial compuesta de un conjunto de fiscales y jueces subordinados, la Sociedad Rural, las Cámaras empresariales, los grupos económico-financieros concentrados, la cartelización de los formadores de precios, y todos con la poderosa cobertura estratégica de la geopolítica de Washington en la región. Este poderoso grupo de poder real, sin el menor escrúpulo, teniendo como incentivo exclusivo sus intereses egoístas, está decidido a hacer cualquier cosa para debilitar, erosionar y desestabilizar hoy, como hizo en la historia con otros gobiernos de sesgo nacional y popular, al gobierno del Frente de todos. Esto queda perfectamente ejemplificado en un hecho que es paradigmático en este sentido: el boicot a la campaña de vacunación contra la Covid-19. En una situación dramática, con miles de muertos, con un pueblo cansado y angustiado, con familias pasando grandes penurias y en una crisis económica sin precedentes causada por las dos pandemias, esta gente no tiene ningún problema en boicotear vilmente la esperanza del pueblo, con tal de debilitar en todo lo que pueda al gobierno. Esta es la leche que dio históricamente y da la oligarquía.
  28. Fuente. El Forjista, http://www.elforjista.com/lacorrupciondelaoligarquia.html

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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