Neoliberalismo

La crítica a los discursos de los figurones de academia como José Fernández Santillán

La crítica a los discursos de los figurones de academia como José Fernández Santillán, que declaman contra lo que entienden por populismo

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Yo también soy académico, pero no soy prestigioso y nunca transé con ese falso y cobarde objetivismo que cultivan muchos doctores y profesores de las universidades, aunque hay excepciones por supuesto. Como tal, pero más como militante de la causa anti neoliberal, voy a realizar una breve crítica de un artículo de José Fernández Santillán (que adjunto), uno de los tantos que se encuadran en la labor manipuladora de los think thanks neoliberales, en la que fundamento por qué lo defino como un figurón académico al servicio de las fuerzas que están impidiendo que nuestra región se libere del mandamás histórico en nuestra región, que bloquea nuestro crecimiento, boicotea nuestras industrias e intenta anular nuestra cultura, ya sabemos a quién me refiero: Washignton.

Su artículo ya comienza mal, porque pondera como una especialista renombrada a Gloria Alvarez, una vulgar propagandista del discurso de la derecha neoliberal recalcitrante que promueve el departamento de Estado de Norteamérica. Para comprobarlo vean sus panfletarios videos en Youtube sobre el concepto de “populismo”, el caballito de batalla que está usando la ultraderecha para erosionar, atacar y defenestrar a las figuras políticas progresistas de la región (Cristina, Evo, Dilma, Lula, Correa, Ortega. Maduro, etc.). Estas charlas manipuladoras no resisten el más mínimo análisis crítico. Es una notable contradicción que José Fernández Santillán, el importante y premiado académico, hable del poder del razonamiento y de la necesidad de la cultura política, a la vez que pondera a esta fantochesca propangandista del discurso mal intencionado y manipulador de Washington en la región.

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José Fernández Santillán centra su crítica en el concepto de “populismo”, que es tan ambigüo que termina sirviendo para significar cualquier cosa. Según quien lo use adquiere un significado diferente. Desde el democratismo académico el populismo es una pura demagogia del partido único, o del líder que manipula a las masas con el objetivo de que repitan y hagan lo que les conviene a quienes las dominan. En verdad, para ser académica, esta es una definición simplona, confusa y carente de rigor científico.

Desde el núcleo duro del neoliberalismo y sus ideólogos talibanes de la absoluta libertad económica, el populismo tiene su raíz en los Estados que “gastan” más de lo que recaudan, Su caballito de batalla, que repiten dogmáticamente hasta el hartazgo, es el que erróneamente denominan “gasto público”[1]. El populismo, para ellos, se caracteriza por el aumento irracional del “gasto público”, lo que genera un déficit fiscal que destruye la economía, genera pobreza, impide el crecimiento y un montón de monsergas calamitosas más. Justamente este enfoque es la base del discurso manipulador de Gloria Alvarez y también, por ejemplo, de los cruzados mediáticos de Argentina, como Javier Milei, José Luis Spert, Juan Carlos de Pablo, Miguel Ángel Broda, Carlos Melconián y otros, que tiene por misión lavar el cerebro de una población que, lamentablemente, posee un bajo nivel de alfabetización política. Basta que un gobierno invierta en políticas públicas y tenga déficit fiscal[2], para que sea estigmatizado como “populista” y se lo culpe de la pobreza, de la falta de crecimiento y de todos los males de la sociedad. .

Desde el progresismo, por ejemplo, el concepto de populismo se ha interpretado, y vale hacerlo desde posiciones críticas, aunque con reparos político-estratégicos para no hacerle el juego a la derecha neoliberal, como una acción con rasgos demagógicos que instrumentaliza a los pueblos convertidos en masas clientelizadas, aunque con buenas intenciones hacia la solución de sus necesidades básicas, pero que soslaya la indispensable promoción de su autonomía, que implica tareas conducentes a la elevación de su nivel de alfabetización política[3]. Por mi parte, considero que la promoción de la elevación del nivel de alfabetización política del amplio campo popular es una tarea que los gobiernos de sesgo nacional y popular deben encarar más temprano que tarde. Pero este es tema para otra reflexión.

Desde aquí queda clara la ligera, burda y poco científica interpretación del concepto de “populismo” que realiza el prestigioso académico José Fernández Santillán.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar que, justamente, lo que José Fernández Santillán les crítica a los gobiernos y líderes populistas, es lo que realiza la avanzada restauradora neoliberal de Washington y sus oligarquías locales aliadas, que vienen persiguiendo, erosionando, castigando y encarcelando a las figuras progresistas (Cristina, Dilma, Lula, Correa, Evo. Ortega, etc.) con el Lawfare[4], su nueva estrategia para intervenir y derrocar a los gobiernos populares en la región. De esto José Fernández Santillán no dice ni mu. Otro ladrillo en la pared de su posicionamiento político reaccionario.

Precisamente, lo que les crítica, con pretensiones científicas y apelando a citas de autoridad de un Premio Nobel, a los gobiernos populistas que Washington se ha propuesto combatir y borrar de la faz de la tierra, es lo que ellos mismos, la derecha neoliberal está realizando. Reproduzco los párrafos, para que quede bien claro el punto:

Dice José Fernández Santillán, comentando el libro “El engaño populista”;:

“En todo esto, desempeñan un papel fundamental los intelectuales, académicos, periodistas y redes sociales (manipuladas). Un aparato de propaganda bien montado que se parece mucho al que, en su momento, pusieron a funcionar los regímenes nazi-fascistas. El propósito es reducir la capacidad de discernimiento de la persona; que su mundo interior se reduzca lo más posible y que adopte una sola lectura de la realidad para que repita como autómata lo que dicen el líder y el partido.

Así se prepara, por la vía electoral, el asalto al poder para luego poner en acto el proyecto cultural y social populista: el desmantelamiento de la democracia constitucional. La receta es harto conocida: el poder se concentra en el Presidente de la República, el Legislativo pierde su autonomía con base en la mayoría que obtiene el partido populista, el Judicial ve reducida sus funciones, los medios de comunicación y periodistas independientes son silenciados, la libre empresa pierde su seguridad y capacidad creativa. El Estado nacionaliza los sectores estratégicos. Todo en nombre del pueblo encarnado por el líder.

Kaiser y Álvarez citan en su libro al sicólogo y Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, quien ha explicado que nuestro cerebro funciona con dos sistemas. El sistema 1 emite juicios inmediatos e intuitivos; el sistema 2 requiere de esfuerzos mentales y elaboración. El sistema 1, entonces, es el emocional y el 2, el racional. El sistema 1, como dice Kahneman, es “rápido, automático, no requiere esfuerzo, es asociativo y difícil de controlar o modificar”, mientras que las operaciones del sistema 2, son “lentas, seriales, requieren esfuerzo, controladas deliberadamente y son relativamente flexibles y gobernadas por reglas. (Ibidem., p. 175).

Dicen Kaiser y Álvarez: “El discurso populista y socialista ataca fundamentalmente el sistema 1 explotando diversas emociones: la esperanza, el resentimiento, el odio, el deseo de surgir, la sensación de justicia, la empatía con el que sufre, etc. Apela mediante un lenguaje simple y básico a emociones e intuiciones espontáneas.” (Idem) En contraste, la democracia liberal, como lo han señalado todos los autores que han argumentado a su favor, está basada en el individuo pensante (sistema 2), en el sujeto que no se deja dominar por las emociones, sino que pone a funcionar su capacidad de discernimiento”..

La democracia liberal de la que habla José Fernández Santillán, solo existe en su cabeza de académico pueril y cipayo, porque hoy está completamente degradada por el accionar de los tremendos aparatos mediáticos hegemónicos de la derecha neoliberal comandada por los Estados Unidos en la región. ¿De qué democracia habla Fernández Santillán cuando el espacio comunicacional está monopolizado totalmente por los medios del establishment? ¿De qué democracia habla este académico cuando el derecho a la información de la ciudadanía ha sido suprimido de forma absoluta? Sin derecho a la información no hay democracia, sino votos manipulados y de baja calidad que le entregan el poder político a derecha neoliberal. Dr. José Fernández Santillán, sepa usted que la democracia liberal en la época del Lawfare es absolutamente funcional a los intereses de la derecha neoliberal comandada por Washington.

Cerrando su artículo, José Fernández Santillán, dice:

“Al leer el libro El engaño populista, uno entiende el motivo de la confusión en la que han caído algunos dizque analistas y comentaristas políticos, quienes no logran explicar el motivo por el cual López Obrador sigue subiendo en las encuestas. Y es que esos analistas y comentaristas no ven más allá de los números de las encuestas. Un poco de cultura política no les caería mal”.

Pero a los que no les caería mal un poco de cultura política, es a todos los manipulados, engañados y estafados por los medios hegemónicos de la derecha neoliberal, una parte importante de los pueblos de Argentina y Brasil que votaron a sus verdugos.

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Aquí el artículo de José Fernández Santillán:

El engaño populista[5]

Gloria Álvarez se ha dado a conocer en el mundo iberoamericano como una académica y conferencista especializada en el populismo. Surgió a la fama en 2014 en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud celebrado en Zaragoza, España. Su intervención se hizo viral en las redes sociales.

Me parece importante que en México, en estos momentos de intenso debate pero también de confusión, conozcamos su manera de abordar el tema del populismo. Por ejemplo, en sentido opuesto a lo que muchos analistas y comentaristas afirman en el sentido de que las ideas han tenido poco que ver en las campañas políticas en curso, ella afirma que la lucha política es ante todo una lucha ideológica.

Ubica al populismo cerca del socialismo marxista y, en especial, echa mano, de Antonio Gramsci (1891-1937), marxista y fundador del Partido Comunista Italiano: la cultura es “organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior conciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y sus deberes.” (cit. Axel Kaiser/Gloria Álvarez, El engaño populista, México, 2017, p. 82).

El líder del partido español Podemos se refirió a ese intelectual y líder nacido en Cerdeña, en los siguientes términos: “Gramsci comprendió que el poder de las clases dominantes no solo se ejerce mediante instrumentos coercitivos o relaciones económicas derivadas del proceso productivo, sino también a través del control del sistema educativo, de la religión y de los medios de comunicación y que por tanto la cultura es el terreno crucial de la lucha política.” (Disputar la democracia, Madrid, Akal, 2014, p. 47). La estrategia que ha empleado Iglesias y el conjunto de líderes populistas consiste en “nunca asumir el lenguaje del adversario político, sino disputarlo.” Captar cómo piensa la mayoría de la gente. Canalizar los odios y los miedos para cambiar la hegemonía cultural a favor de los partidos populistas. Utilizar las estructuras democráticas para hacerse del poder y después imponer un régimen dictatorial, tal y como sucedió en Venezuela, Bolivia, Rusia, Hungría y Polonia.

La lucha de las ideas es un elemento fundamental del populismo: sus líderes subyugan a las masas con base en la difusión de utopías redentoras. Juegan con la ignorancia de la gente para ofrecer soluciones mágicas, inmediatas que, aparentemente, resolverán sus problemas en un santiamén.

En todo esto, desempeñan un papel fundamental los intelectuales, académicos, periodistas y redes sociales (manipuladas). Un aparato de propaganda bien montado que se parece mucho al que, en su momento, pusieron a funcionar los regímenes nazi-fascistas. El propósito es reducir la capacidad de discernimiento de la persona; que su mundo interior se reduzca lo más posible y que adopte una sola lectura de la realidad para que repita como autómata lo que dicen el líder y el partido.

Así se prepara, por la vía electoral, el asalto al poder para luego poner en acto el proyecto cultural y social populista: el desmantelamiento de la democracia constitucional. La receta es harto conocida: el poder se concentra en el Presidente de la República, el Legislativo pierde su autonomía con base en la mayoría que obtiene el partido populista, el Judicial ve reducida sus funciones, los medios de comunicación y periodistas independientes son silenciados, la libre empresa pierde su seguridad y capacidad creativa. El Estado nacionaliza los sectores estratégicos. Todo en nombre del pueblo encarnado por el líder.

Kaiser y Álvarez citan en su libro al sicólogo y Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, quien ha explicado que nuestro cerebro funciona con dos sistemas. El sistema 1 emite juicios inmediatos e intuitivos; el sistema 2 requiere de esfuerzos mentales y elaboración. El sistema 1, entonces, es el emocional y el 2, el racional. El sistema 1, como dice Kahneman, es “rápido, automático, no requiere esfuerzo, es asociativo y difícil de controlar o modificar”, mientras que las operaciones del sistema 2, son “lentas, seriales, requieren esfuerzo, controladas deliberadamente y son relativamente flexibles y gobernadas por reglas. (Ibidem., p. 175).

Dicen Kaiser y Álvarez: “El discurso populista y socialista ataca fundamentalmente el sistema 1 explotando diversas emociones: la esperanza, el resentimiento, el odio, el deseo de surgir, la sensación de justicia, la empatía con el que sufre, etc. Apela mediante un lenguaje simple y básico a emociones e intuiciones espontáneas.” (Idem) En contraste, la democracia liberal, como lo han señalado todos los autores que han argumentado a su favor, está basada en el individuo pensante (sistema 2), en el sujeto que no se deja dominar por las emociones, sino que pone a funcionar su capacidad de discernimiento.

Al leer el libro El engaño populista, uno entiende el motivo de la confusión en la que han caído algunos dizque analistas y comentaristas políticos, quienes no logran explicar el motivo por el cual López Obrador sigue subiendo en las encuestas. Y es que esos analistas y comentaristas no ven más allá de los números de las encuestas. Un poco de cultura política no les caería mal.

El sistema 1 se está esparciendo como epidemia en nuestro país.

jfsantillan@itesm.mx
@jfsantillan

    1. No se debería llamar “gasto”, a lo que para una visión progresista de la política es “inversión”, una inversión en las personas, para su crecimiento y mejoría de su calidad de vida, lo que es esencial en toda comunidad. Pero es lógico que los talibanes neoliberales lo denominen “gasto”, porque su valor principal es la maximización de las ganancias, por lo tanto, poner dinero en lo que no produce réditos es un despropósito, por ejemplo, en jubilados y pensionados que ya no producen económicamente. Esto explica la obsesión del FMI, organismo funcional al capital global especulativo, por la reducción, de diferentes formas, de la retribución a los jubilados y pensionados.
    2. Tengamos claro que “todos” los gobiernos del mundo tienen déficit fiscal, no existen gobiernos con déficit fiscal cero, lo que obsesiona a los talibanes libertarios.
    3. Quien manifestaba esta crítica, pero sin demonizar nunca a los gobiernos populistas de su época, por ejemplo los de Getulio Vargas y Joao Goulart, era Paulo Freire.
    4. El Lawfare, esto es, las operaciones mediático-judiciales basadas en la hegemonía comunicacional y la cooptación del poder judicial de los países de la región, vino a reemplazar a la estrategia intervencionista de Washington de las décadas de los sesenta-setenta, basada en los golpes de Estado cívico-militares. El mismo perro con distinto collar.
    5. José Fernández Santillán, “El engaño populista”, Crónica.com.mx, -1-6-2018-

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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