Democracia liberal

Tenemos que tomar consciencia de que democracia es el poder del pueblo

Tenemos que tomar consciencia de que democracia es el poder del pueblo

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Sin pueblos empoderados no hay democracia. Por eso, las democracias liberales, cuya condición de existencia es el desempoderamiento del pueblo, sobre todo en lo político, no son verdaderas democracias, sino, más bien, como decía Cornelius Castoriadis, oligarquías liberales. Las democracias se sustancian con el empoderamiento del pueblo. Cuanto más empoderamiento popular, más sustancia democrática. Cuanto menos empoderamiento popular, menos sustancia democrática. Esta es la cruda realidad.

El talón de Aquiles, para los pueblos, de las democracias liberales es su eje: el vínculo representantes-representados. Hay, por lo menos, tres razones que fundamentan esta afirmación. Una. Está claro que los poderes fácticos, con sus poderosos lobbies son una severa amenaza de cooptación para los representantes de la ciudadanía, ya se trate de políticos, funcionarios, gremialistas o sindicalistas. Es evidente que sin incidencia y control por parte de la ciudadanía, los funcionarios, políticos y sindicalistas son presa fácil de los lobbies. Dos. Los medios de comunicación hegemónicos han logrado un poder inédito de manipulación sobre la población. En este sentido, su capacidad de erosionar y blindar a los funcionarios, políticos y gobiernos, es realmente inusitada. Para decirlo de una manera sencilla, erosionar a los progresistas y blindar a los conservadores. Tres. El nivel de espíritu crítico y conciencia política de la población viene en descenso. Estos tres factores son suficientes para mostrar el débil carácter democrático del vínculo representantes-representados. Por un lado, los políticos cooptados por los lobbies, es obvio que no representarán a sus votantes. Por otro lado, el poder de erosión y blindaje de los medios hegemónicos se multiplica exponencialmente cuando la población tiene un bajo nivel de alfabetización política, que la hace vulnerable a la manipulación mediática. Políticos que traicionan el mandato popular y una ciudadanía vulnerable a la acción manipuladora de los medios hegemónicos, debilitan notablemente la democracia representativa. Por eso podemos decir que la democracia liberal no es una democracia real, sino meramente formal y que, en tanto tal, sólo le sirve a la oligarquía y no al pueblo. La democracia liberal, valga la redundancia, tiene poca sustancia democrática. La democracia representativa está desustanciada.Por eso es necesario comenzar a hablar de “democratización sustantiva”, una práctica de los sujetos que va más allá de elegir mediante al voto a sus representantes. El concepto de sustantividad implica mucho más que elegir representantes, apunta al compromiso y la participación de la ciudadanía, que debe expresarse en la incidencia sobre y el control de los representantes electos. Por eso, debemos distinguir muy bien “democratización sustantiva” de “democratización formal”. Esta última, a diferencia de la primera, se agota en el acto de elegir mediante el voto a los representantes. Está claro que el modelo político centrado en la práctica de la democratización formal está mostrando claros síntomas de agotamiento. No tenemos duda de que el voto es un instrumento cada vez más insuficiente para transformar la realidad.

El empoderamiento popular, en todos sus aspectos, debe ser el eje vertebrador de la sustanciación de la democracia. Esto implica considerar varias cuestiones. Una. La democratización sustantiva de todos los espacios y ámbitos sociales. Por eso, la democratización sustantiva debe permear todos los espacios, organizaciones, estamentos e instituciones sociales[1]. Dos. La democratización sustantiva exige el desarrollo de la cultura política de la población, en el sentido más amplio y aristotélico de este concepto. De ahí que la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía deba convertirse en su principal aprendizaje[2].

Si la democracia es el poder del pueblo, hoy en la Argentina estamos en las antípodas de esa situación. Es evidente que hoy nos gobierna una oligarquía anti popular y entreguista. Que nos quede bien claro esto. No puede haber dudas. En el año 1993, el filósofo francés Cornelius Castoriadis dio una charla en la Universidad de Buenos Aires. Allí dijo:

“Habría que empezar preguntándose en qué consiste esta famosa democracia a la occidental. Pienso, por mi parte, que hablar de democracia en estos casos, es parte de la inmensa regresión ideológica y de la amnesia histórica que caracteriza a nuestra época y que se expresan también en el plano intelectual, en la reflexión política, en la filosofía y en la economía. La palabra democracia es simple en su sentido y en su intención central. Los griegos inventaron ese término al mismo tiempo que inventaban la cosa, la realidad a la que correspondía. Democracia: nada más ni nada menos que el poder del pueblo. No hay lugar para juegos filosóficos o hermenéuticos. La democracia es el poder del pueblo. Entonces, es una vergonzosa hipocresía decir hoy que hay algún país en este planeta en que el pueblo tiene el poder. Consideremos los regímenes políticos en los países occidentales. Si miramos, no la letra de las constituciones, sino el funcionamiento real de las sociedades políticas, comprobamos inmediatamente que son regímenes de oligarquías liberales”(Castoriadis, C: 1993).

“Democracia es el poder del pueblo”. Es la definición de democracia más clara, sintética y contundente que he encontrado. No la hay mejor!!

  1. Nos referimos a las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, los partidos políticos, gremios, sindicatos, instituciones educativas, etc.
  2. Lamentablemente, la realidad nos da señales muy negativas al respecto. Por su carácter histórico-cultural reproductor de los valores e intereses de los sectores dominantes, la escuela no formó ni forma verdadera ciudadanía, Y los medios de comunicación, hoy instrumentos de poder de los sectores dominantes, van en la dirección contraria, ya que su objetivo es eminentemente manipulador. No hay duda de que aquí hay un campo de batalla para los pueblos.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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