Democracia liberal

Por qué es importante que quienes conformamos el amplio campo popular

¿Por qué es importante que quienes conformamos el amplio campo popular[1] conozcamos cómo construyen y ejercen su poder los tres polos clave de la disputa política?

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Es necesario saber que la disputa política se articula en el entramado e interacciones de tres polos de poder: 1) Los sectores dominantes (establishment), 2) El espacio de la representación política (políticos y administradores del gobierno) y 3) Los sectores subalternos (el pueblo/los representados) y, lo que es fundamental, cada uno de estos tres polos tiene una forma diferente de construcción y ejercicio estratégico de su poder.

Exceptuando a los poderes fácticos, que se expresan políticamente en posiciones conservadoras de derecha encuadradas, como sabemos, en la ideología neoliberal, el resto del campo político, el espacio de la representación política y los sectores subalternos representados ofrecen un terreno de disputa política que tiene muchos matices y en el que es muy importante determinar cómo se vinculan entre sí y cómo construyen y ejercitan su poder. Aunque muchos todavía no se dieron cuenta de que están involucrados en la lucha por otra sociedad y mundo posible, el conocimiento de cómo construyen y ejercen su poder los tres polos en los que se articula la disputa política es fundamental para enfrentar con posibilidades de éxito al perverso y deshumanizado neoliberalismo. ¿Por qué es importante que quienes conformamos el amplio campo popular conozcamos cómo construyen y ejercen el poder los tres polos clave de la disputa política? Hay varias razones:

1. Como vamos a ver, es fundamental para direccionar adecuadamente nuestra participación política como ciudadanos y ciudadanas.

2. Es necesario para entender cómo ejercen su poder los sectores dominantes, en la doble dimensión de la coacción físico-psicológica y la manipulación de las subjetividades. La lucha contra la manipulación mediática es esencial para ejercer nuestra participación ciudadana en dirección a una democracia realmente sustantiva.

3. Es también clave para entender cuál es nuestro rol y qué nos cabe hacer en el campo popular para participar comprometidamente en el empoderamiento del pueblo.

4. Es necesario para comprender las reglas de juego del espacio de la representación política, sobre todo por la importante vinculación de este espacio político con el campo popular. Este conocimiento es esencial para participar en dicho espacio evitando confusiones, desubicaciones y acusaciones de incorrecciones políticas, poniendo en juego los principales fundamentos y supuestos de la política.

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Veamos cómo construyen, ejercen su poder y se interrelacionan en la disputa política estos tres polos.

Los sectores dominantes:

Hay un supuesto clave para entender cómo construyen y ejercen su poder los grupos dominantes:

“Los sectores dominantes, esto es, la oligarquía (el poder de las élites, esto es, los sectores concentrados de la economía y los centros de decisión) tienen por objetivo supremo no sólo conseguir el poder, sino mantenerlo y ampliarlo continuamente”. Las ansias ilimitadas de poder están inscritas en su ADN.

Para ello apelan a todo tipo de acciones, sin importarles la ética ni la ley. En este marco cometen todo tipo de perversidades para acrecentar y perpetuarse en el poder, destruyen países impidiendo su desarrollo, matan y hambrean a sus pobladores, bloquean y arruinan la economía de países para robarles sus riquezas, etc. Para ello, necesitan mentir, engañar y manipular a las multitudes. Imponer su poder a partir de la manipulación de las subjetividades es una acción imprescindible para quienes están apremiados por las ansias ilimitadas de dominación. En nuestra región estas acciones están promovidas por la geopolítica dominadora de Washington y las oligarquías de los países subordinados. Esto lo están llevando a cabo hoy[2] mediante falsas noticias (fake news), operaciones mediático-jurídicas para derribar a los gobiernos progresistas y perseguir a sus líderes, los autoatentados y todo tipo de injerencias y acciones destituyentes. Así es como desinforman, inventan hechos, calumnian, injurian, engañan y espían fuera de toda ética, sin el menor pudor, tergiversando las leyes, etc.

Hay cuatro acciones socio-políticas interrelacionadas para la dominación que practican estos sectores y que se complementan:

  1. El monopolio de los medios de comunicación.
  2. La manipulación de las subjetividades de los sectores subalternos.[3]
  3. La cooptación y condicionamiento del espacio de la representación política y el poder judicial.
  4. La intervención violenta a partir de acciones represivas y militares.

La tercera de estas acciones se realiza mediante sobornos, prebendas y extorsiones de todo tipo. Estas acciones del establishment de poder global-local sobre los representantes políticos separa a estos últimos de los valores e intereses populares. De esta forma los políticos aquí juegan sus propios partidos al margen de sus representados. Y en la medida en que los representados carecen de incidencia política sobre sus representantes, lo que es notorio en nuestra sociedad, el accionar de los políticos se hace aun más ajeno a los valores e intereses populares.

El Estado es una parte neurálgica del espacio de la representación política y los poderes reales siempre presionan y condicionan a los gobiernos a cargo del Estado. Si los gobiernos son de sesgo nacional y popular, no sólo los presionan y condicionan, sino que los atacan continuamente con el objetivo de erosionarlos, desgastarlos y terminar con ellos como sea. Y cuando logran conquistar el gobierno del Estado su poder es prácticamente absoluto y nefasto para nuestros pueblos.

Como vamos a ver a continuación, los sectores dominantes están llamados a disputar su poder de presión y condicionamiento sobre el “espacio de la representación política” con los sectores subalternos, el amplio campo popular. Aquí es evidente la existencia de una asimetría de poder, que es histórica y se mantiene entre los sectores dominantes y los sectores subalternos. Precisamente, son dominantes porque tienen más poder que las mayorías populares. Pero, está claro que sin el empoderamiento de los pueblos será imposible mejorar y superar esta asimetría.

Justamente, la colonización de las subjetividades emprendida por el establishment dominante es uno de los más grandes problemas que enfrentan hoy los pueblos para despertar de su ingenuidad política y poder superar, así, la caída de su autoestima para luchar contra una dominación que es agobiante.

En síntesis, la estrategia de poder de las oligarquías se centra en la imposición de su dominio, sin límites éticos de ningún tipo, sobre las mayorías populares y los espacios de la representación política. La geopolítica de Washington es un claro ejemplo de lo que significa la imposición de poder como un fin en sí mismo, esto es, sin reparar en ningún tipo de consecuencias más allá de lograr mantener y acrecentar su dominio en el planeta. En una palabra, la clave para conseguir el poder, mantenerse en él y ampliarlo continuamente, está en controlar a las poblaciones, desinformándolas y manipulándolas y a los políticos de nuestra región, cooptándolos y subordinándolos de diferentes formas.

El espacio de la representación política:

Este es un espacio sometido a las presiones y condicionamientos de los sectores dominantes y de los sectores subalternos. La clase política se encuentra en medio de estos dos sectores, de estas dos presiones. Pero como decimos arriba, y en virtud de la tensión básica dominadores-dominados, la clase política recibe, principalmente, la presión y los condicionamientos de los poderes fácticos. El poder de los sectores dominantes es mucho mayor que el de los sectores subalternos, por lo tanto, esta asimetría tiene un efecto muy claro: que una gran parte de la clase política sea cooptada por los valores e intereses de la oligarquía (el establishment o gobierno de unos pocos). De esta forma una gran parte de los políticos terminan traicionando inevitablemente el mandato popular que los puso en la conducción del gobierno.

Por otro lado, una parte importante de los sectores subalternos (trabajadores y clase media) de posicionamiento ideológico-político indefinido, esto es, volátil y cambiante, conforma una porción de votantes que pueden decidir una elección, sobre todo cuando existe una polarización fuerte entre la alianza de la oligarquía tradicional y la de los sectores nacionales y populares. En el caso argentino entre la derecha antiperonista gorila, hoy simpatizante del macrismo, y el peronismo progresista, representado por el kirchnerismo. Esa porción, que es casi un tercio de los votantes, deciden la elección. Dicha porción del electorado fue y sigue siendo envenenada por los medios hegemónicos consustanciados con los intereses de la derecha[4]. Han sufrido, y esto no es subestimar a dicha población, un verdadero lavado de cerebro.

Como los políticos, y aquí debemos decir “todos”, tienen como principal estrategia de poder la conquista de los votos de la ciudadanía, la alianza peronista no puede de ninguna manera soslayar a esta parte del electorado. Y para conquistarla inevitablemente tiene que dar un giro hacia el centro, esto, es, debe moderar su discurso para no perder la posibilidad de lograr el consenso de esta porción de la ciudadanía.

En síntesis, la estrategia de poder de los representantes políticos se enfoca principalmente a conseguir el consenso y el voto de la población. Para los políticos, incluso para aquellos que tienen objetivos patrióticos, es decir, que no están subordinados a la geopolítica de Washington, los ciudadanos son votantes y, en tanto tales, es más importante ganarlos que educarlos y transformarlos. En este sentido, aunque la intención última no sea manipularlos, en necesario conocerlos en tanto votantes, convenciéndolos a partir de entenderlos y no ir en contra de sus deseos, gustos y creencias. Lamentablemente, en las democracias liberales mandan los votantes y vale lo mismo un voto manipulado, que uno resultante de un análisis crítico de la realidad política.

Sepamos que aquí hay una diferencia notable respecto de cómo construimos y ejercemos el poder los ciudadanos. Los políticos deben conquistar a la ciudadanía para que los vote, de ahí sus promesas de campaña que, cuando profesan la ideología neoliberal, nunca se cumplen. Pero la misión de los ciudadanos y ciudadanas es no dejarse conquistar con producciones de marketing, acciones manipuladoras y discursos de campaña, sino informarse en forma crítica y no dejar de elevar todo el tiempo su nivel de educación política, con el objetivo de dejar ser una convidado de piedra en la mesa del poder.

Los sectores subalternos (el pueblo/los representados):

Los sectores subalternos, a los cuales pertenezco y pertenecemos casi todos y todas, porque somos la mayoría, y dada la circunstancia de que detentamos la soberanía política (el pueblo es soberano, detenta la soberanía política, pero no delibera ni gobierna), somos un botín apreciado, en carácter de objeto, de los poderes reales. En una democracia formalizada como la liberal, donde todos los votos valen por igual, la manipulación de la subjetividad popular es un imperativo de la oligarquía. Disponer de la voluntad y consenso de grandes partes de la mayoría popular le es fundamental, y hoy dispone de condiciones tecnológicas y culturales muy favorables para lograrlo[5].

Aquí se encuentran las razones que explican por qué elevar nuestro nivel de alfabetización política es un requerimiento esencial para conseguir una democracia realmente sustantiva, con justicia social, empleo, educación, vivienda y salud para todos.

Cada uno de nosotros/as conformamos la base de una sociedad organizada políticamente. Aquí debemos dar lugar a una pregunta fundamental:

¿Por qué los ciudadanos debemos tener formación política?

Hay un conjunto de buenas razones:

Porque en sociedades donde los gobiernos se elijen mediante el voto, los pueblos con una baja educación política, como el nuestro y muchos más en nuestra región y el mundo, corren un riesgo inmenso, están destinados a ser gobernados por oligarquías. Con un neoliberalismo rampante que se extiende por el mundo como una mancha venenosa, están condenados a convertirse en comunidades irrealizables. Miseria, hambre, desnutrición infantil, salarios a la baja, desempleo, genocidio de los adultos mayores, desindustrialización, etc. El neoliberalismo que expande por el mundo Estados Unidos y sus socios es sinónimo de muerte. En los dos gigantes de nuestra región tenemos ejemplos claros de la desgracia que representa que las sociedades elijan a sus verdugos: Macri y Bolsonaro

Porque siendo tan necesaria, sin embargo no hay educación política para el pueblo El sistema educativo no forma en esta cuestión trascendental a la ciudadanía. ¿Y por qué no lo forma? Porque los sectores dominantes no se suicidan. El sistema educativo por más discursos decorativos que hagamos, nació, estuvo y sigue estando en manos del establishment.

Porque los medios de comunicación es obvio que tampoco educan políticamente a la ciudadanía. ¿Por qué? Porque están monopolizados por el establishment de poder. Por eso, hablamos de medios hegemónicos. Y es absurdo pensar que los sectores dominantes van a formar a la población para que aprenda a leer los fenómenos sociales y políticos en forma crítica. Es más, los medios hegemonizados por los grandes centros económicos concentrados, no sólo no educan al pueblo, sino que lo desinforman y manipulan escandalosamente. .

Porque la educación política de la ciudadanía, si bien no es suficiente, es imprescindible para lograr el empoderamiento de los pueblos, que lógicamente requiere del empoderamiento de cada uno/a de nosotros/as.

Porque si deseamos que las oligarquías (tanto la global al mando de Washington cuanto sus subordinadas de los países de la región) no sean las que conduzcan a nuestras sociedades, oprimiéndolas y bajándoles su autoestima con todo tipo de manipulaciones, es necesario que la educación política de la ciudadanía sea una realidad.

Porque es el camino para equilibrar y superar la asimetría existente entre los sectores dominantes y los subalternos. El espacio de la representación política es vital en la conducción de las sociedades y fue y sigue estando condicionado e incidido por los poderes fácticos. Aquí se fundamenta la necesidad de que los pueblos comiencen a disputarle este espacio a las oligarquías. Y el primer paso, sin duda, para que ello ocurra es la elevación de su nivel de educación política. Por eso, sin un verdadero empoderamiento popular la disputa de este espacio, clave en la conducción de las sociedades y el mundo, seguirá estando en manos de la oligarquía global y las oligarquías de las regiones y países subordinados

Porque la elevación de su nivel de educación política es el fundamento de la participación y movilización de los sectores del amplio campo popular. En este sentido es imprescindible, porque, sin él, no podemos hablar de empoderamiento popular. De esta alfabetización política, por ende, también depende la posibilidad, de quienes conformamos el amplio campo popular, de generar, incidir y controlar a representantes políticos que respondan realmente a nuestros valores e intereses. Está claro que un pueblo sin educación política no puede generar representantes genuinos, menos aun líderes realmente populares. Tampoco los pueblos desempoderados tienen competencia para incidir en las conductas y decisiones de sus representantes, menos aun, lograr controlar sus desempeños.

Es claro que el sector político fiel a los intereses nacionales y populares no puede manipular, ni engañar a sus representados. Sin embargo, en la circunstancia electoral se ven en la necesidad de lograr la adhesión de importantes porciones de la población manipuladas y envenenadas por los sectores dominantes, sobre todo a partir del poder de los medios hegemónicos y las operaciones mediático-judiciales. Y es ahí, que, muchas veces, deben “moderarse”[6] en sus planes de gobierno y discurso, a los efectos de lograr ganarse el consenso y el voto de esos sectores de la ciudadanía. Por cierto que dicha moderación, aunque responde a necesidades políticas estratégicas, no es buena, ya que disminuye las posibilidades de transformación social y política de los gobiernos de sesgo nacional y popular[7].

Por eso, consideramos que el amplio campo popular debe mantener siempre una autonomía relativa respecto de los representantes políticos. incluso de los nacionales y populares. Aunque es obvio que los sectores populares tienen como uno de sus objetivos apuntalar y sostener a los representantes políticos y gobiernos del mismo signo, los políticos, sea cual fuere su signo ideológico, deben ser siempre incididos y controlados por el pueblo. Y esto es así porque el pueblo, si quiere evitar ser defraudado, tiene que incidir sobre sus representantes, aunque sean del mismo signo político-ideológico. Estos últimos tienen como estrategia de construcción de poder ganarse el consenso y voto de la mayoría de los ciudadanos y, por cierto, que en dicha mayoría existen sectores influenciados por los grupos dominantes y otros volátiles, esto es, indefinidos políticamente. De ahí que, para seducirlos en la búsqueda de su consenso y voto, los representantes políticos pueden equivocar el rumbo que los vincula a los valores e intereses del pueblo. Además, estos representantes del campo popular están siempre bajo la presión, condicionamientos y todo tipo de cooptaciones y seducciones por parte de los sectores dominantes, por lo tanto, aquí hay otra razón para ser incididos y controlados por los sectores populares. Como decía el General Perón: “Todos los hombres son buenos, pero si se los controla pueden ser mejores”.

Desde esta reflexión nos queda clara la importancia del empoderamiento político del pueblo. Y como ya lo hemos señalado, este empoderamiento comienza en el proceso de elevación del nivel de alfabetización política de cada uno de los que conformamos el amplio campo popular.

No hay duda de que un pueblo más educado políticamente “mejora” a sus representantes, porque impide que los liderazgos representativos deban “acomodarse”, para obtener su consenso y su voto, a los gustos e intereses de un pueblo con la guardia baja, manipulado, engañado, rebajado en su autoestima y resignado frente a los poderosos.

Aquí surge una evidencia notable: sin el empoderamiento del pueblo es prácticamente imposible que la asimetría pueda comenzar a revertirse. Y como lo hemos dicho y reiterado varias veces, el empoderamiento popular requiere, como una condición imprescindible, la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía. Solamente un pueblo con consciencia política está en condiciones de incidir, real y efectivamente, sobre el Estado a cargo de quienes lo gobiernan. Y de esta manera contrarrestar y evitar la presión y condicionamientos dominantes de los poderes reales.

El pueblo adquiere poder obteniendo competencias para “generar” liderazgos representativos que respondan a sus verdaderos intereses, así como para “incidir” en las conductas y decisiones de sus representantes y para “controlar” sus desempeños en las tareas de conducción política.

Cuanto menos manipulable es un pueblo, más poder tiene, porque no sólo adquiere más fuerza para oponerse a los sectores oligárquicos, sino que genera condiciones mucho más favorables para el surgimiento de un liderazgo representativo más genuino y menos influenciable por parte de los poderes fácticos. Además, disminuye la asimetría de poder con los grupos dominantes y adquiere más y mejores posibilidades e instrumentos para incidir en el Estado, ese espacio siempre en disputa por la presión y condicionamientos continuos que le imponen los grupos concentrados de la economía y la geopolítica siempre gravitante de Washington en la región.

Un pueblo con educación política es un pueblo demandante, que les exige a sus representantes estar a la altura de sus necesidades y pretensiones. Por eso, cuando los representantes políticos traicionan al pueblo, es porque este último, con su apatía y descompromiso político creó las condiciones para esa traición. A partir de aquí es que sostenemos que la estrategia de poder de los pueblos es específica, esto es, se diferencia de las de la oligarquía y los representantes políticos. El objetivo principal de la estrategia de poder del pueblo está en la elevación de su nivel de alfabetización política y, consecuentemente, la posibilidad de empoderarse, logrando así una mayor participación y movilización política que le permita, no sólo generar mejores condiciones para el surgimiento de representantes políticos más fieles a los intereses de las mayorías, sino también para incidir sobre ellos y controlarlos en sus desempeños de gobierno.

En síntesis, la principal estrategia en lo que hace a la construcción de poder, de los pueblos, es el empoderamiento, lo que los obliga a informarse críticamente y elevar su formación política. En cuanto al ejercicio de dicho poder, los objetivos son una mayor competencia para generar liderazgos más representativos, lograr más capacidad para incidir en sus representantes, especialmente sobre la administración estatal y conseguir mejorar notoriamente los sistemas y métodos de control de sus desempeños.

  1. Por “amplio campo popular” entendemos el conjunto de personas, grupos, movimientos y organizaciones sociales, partidos políticos del espacio progresista, sindicatos y gremios, pequeñas y medianas empresas y comercios, así como trabajadores formales e informales, profesionales, docentes, artistas, intelectuales, esto es, toda una heterogénea gama de personas, movimientos e instituciones en diferentes situaciones socio-culturales, que por su extracción social comparten el destino de los sectores subalternos, justamente porque no están enroladas en los sectores dominantes, esto es, no pertenecen a la oligarquía. De una forma simplificada, aunque bastante certera, el campo popular se compone de todos aquellos que no vivimos de rentas, ni de la especulación financiera, ni somos dueños ni directivos de grandes empresas. En una palabra que vivimos de nuestro trabajo. Siguiendo la división que establece Paulo Freire, entre “Antagónicos” y “Diferentes”, el campo popular, para nosotros, son los “diferentes”, siendo los antagónicos los que “prohíben ser”. Los diferentes somos, entonces, todo ese conjunto heterogéneo de personas, movimientos sociales, organizaciones e instituciones que no pertenecemos a los sectores dominantes en las sociedades y, por lo tanto, no le prohibimos ser a nadie. A esto nos referimos con “amplio campo popular”.
  2. Decimos “hoy” porque las acciones intervencionistas e injerencistas de Washington son históricas en nuestra región. Han cambiado las formas y los métodos, pero la voracidad dominadora e imperial sigue igual que siempre.
  3. Tengamos en cuenta que las clases medias pertenecen a los sectores subalternos.
  4. En nuestro país, El Grupo Clarín, por ejemplo.
  5. Hoy hay dos condiciones muy valiosas para las oligarquías, que se vinculan dialécticamente: 1) El bajo nivel de espíritu crítico de la población en general y 2) Los medios de comunicación y redes sociales en manos de los poderes reales. Estas dos condiciones se potencian mutuamente dando lugar a una situación muy favorable para que las oligarquías que conducen el mundo promuevan con éxito la colonización subjetiva de gran parte de la población.
  6. En la jerga del periodismo político se dice: “correrse al centro” o “inclinarse a la derecha”.
  7. No obstante, esta moderación o corrimiento hacia el centro o la derecha, tiene un sentido estratégico muy claro: ganar las elecciones, conquistando el sector volátil del electorado que, por esa razón, puede ser cooptado por la derecha. Porque, aunque parezca muy obvio, sin ganar las elecciones no se puede acceder al poder político. Ahora bien, cuando se hacen concesiones de este tipo siempre hay que pagar facturas y, a veces, muy duras.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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