Medios de comunicación

El monopolio mediático global como obstáculo a la alfabetización política de la ciudadanía

El monopolio mediático global (MMG) como obstáculo a la alfabetización política de la ciudadanía

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El MMG no es una entidad aislada, entre otras tantas, del sistema capitalista en su etapa neoliberal. Es un elemento complementario y funcional al sistema señalado. Cumple un papel fundamental para el funcionamiento, legitimación, mantenimiento y reproducción del orden establecido. En este sentido, el MMG es un instrumento clave de dominación del sistema. ¿Qué funciones cumple? En principio, está directamente orientado al mantenimiento y reproducción de los valores dominantes del orden establecido. Y aquí debemos realizar una aclaración importante. No son los medios quienes generan y promueven las actitudes, hábitos y conductas de la gente, sino el modelo. Lo que hacen los medios es promover la reproducción de los valores, mantenerlos y explotarlos de diferentes formas. Veamos esto con más detenimiento.

Fue Herbert Marcuse, ya en las décadas de los sesenta-setenta, quien hizo los mejores aportes investigativos para entender este fenómeno. Es el sistema capitalista y la sociedad de consumo de él derivada, quienes crearon en el hombre la segunda naturaleza definida por Marcuse, que lo liga en forma libídica, esto es, a través de los centros del deseo, a la mercancía y el consumo como fuente de placer, satisfacción y realización. Esto lo decía a fines de la década de los sesenta del siglo pasado:

“La llamada economía de consumo y la política del capitalismo accionario han creado en el hombre una segunda naturaleza que lo liga en forma libídica y agresiva a la forma de la mercancía. La necesidad de poseer (tener), de consumir, de emplear, de renovar constantemente los aparatos, los descubrimientos, los motores ofrecidos e impuestos a la gente, de usar estos bienes también a riesgo de la propia destrucción, se ha transformado en una necesidad biológica, en el sentido que acabamos de definir. Así, la segunda naturaleza del hombre milita contra cualquier cambio que pueda socavar, o directamente abolir esta dependencia del hombre de un mercado cada vez más excesivo de mercaderías –de abolir su existencia como consumidor-, que se consuma en la compra y la venta. (Marcuse, H., 1969: 19-20).

Por supuesto, que los medios trabajan en esta línea y se convierten, como veremos, en instrumentos esenciales para mantenernos como consumidores, receptores pasivos y ciudadanos meramente formales. Y cada vez son más importantes como elementos reforzadores de las conductas consumistas, receptivas, acríticas y apolíticas de las personas, los grupos y los pueblos. El MMG, sin duda, fomenta intensamente el aborregamiento de las poblaciones. Este es un dato totalmente irrefutable de la realidad actual de las sociedades y el mundo.

Las funciones del MMG son, por lo menos, cuatro:

1. Propaganda orientada a que la gente consuma, ya que la rueda de “producción-consumo” no puede detenerse. Si se detiene el sistema se paraliza y entre directamente en crisis.

2. Publicidad legitimadora respecto de las bondades del modelo, lo que implica, además de maximizar y magnificar sus bondades con la profecía que induce al fatalismo, de que no hay posibilidades de un mundo diferente, ocultar e invisibilizar todos aquellos fenómenos o manifestaciones críticas, contestatarias o contrahegemónicas que pudieran existir o aparecer.

3. Acciones y operaciones mediáticas y mediático-judiciales de legitimación del orden neoliberal y sus aparatos y dispositivos políticos que le son funcionales. Teniendo en cuenta que estas acciones y operaciones mediáticas de legitimación implican, necesariamente, el ocultamiento y la invisibilización de todos aquellos fenómenos o manifestaciones críticas, contradictorias con el modelo, contestatarias o contrahegemónicas que pudieran existir o aparecer. Además, debemos saber que estas acciones y operaciones mediáticas de legitimación política del modelo implican directamente, es más, requieren, de la despolitización de la ciudadanía.

4. Acciones de entretenimiento de la población, a partir de poderosos distractivos que absorven los tiempos de ocio de la gente, tanto a través de los medios televisivos cuanto de Internet y las nuevas tecnologías.

Tengamos en cuenta que estas acciones de propaganda, publicidad y legitimación del orden existente, implican la “manipulación” psicológica, intelectual y espiritual de las personas, los grupos y las poblaciones. Y, creemos que no es posible dudar, de que estas acciones manipuladoras coartan severamente la libertad de las personas. La tan mentada libertad del liberalismo, se ve ahogada y denostada por estas acciones que, lamentablemente, vivimos hoy con una naturalidad que asombra y espanta. Esa estupidez, que muchas personas repiten como loros, de que somos libres de accionar el control remoto para cambiar de canal o, directamente, apagar el televisor, la radio, la notebook y el Smartphone, no tiene ningún fundamento. Con ese criterio directamente nos excluimos de la sociedad y el mundo, dejándoselo a quienes lo conducen para que hagan de él lo que quieran. Es una soberana idiotez pensar y decir que la libertad está en un control remoto. La libertad estaría en no ser bombardeados y asaltados con propaganda por todos lados, sin que nosotros la hayamos pedido y, lo que es peor, sin solicitarnos ningún tipo de permiso para acosarnos e invadirnos.

Sobre la tendencia progresiva a la concentración monopólica de los medios de comunicación globales, de los cuales dependen las innumerables repetidoras locales de los países, nadie puede dudar, ya que los datos son contundentes y no merece la pena repetirlos aquí. La tendencia es hacia el monopolio. Esto quiere decir que la tendencia es hacia una sola voz, esto es, hacia el discurso único, por supuesto al servicio de los poderes establecidos. Tampoco nadie puede dudar de que las discrepancias críticas y las lecturas diferentes de la realidad sólo pueden encontrarse en los medios alternativos, que están fragmentados, por supuesto, no son hegemónicos y no invaden al público con su omnipresencia, llenando todos los espacios comerciales, sociales, culturales y políticos, sino que esperan ser encontrados en la Web.

Otro tema clave y que no es posible dejar de lado, es el de la función y representación de los medios de comunicación masivos. En este sentido, la evolución histórica de los medios fue de ser considerados el “cuarto poder” (siendo los tres primeros, el ejecutivo, el legislativo y el judicial) a convertirse en una parte sustancial del poder del establishment.

Como cuarto poder los medios representaban los intereses de la ciudadanía, del pueblo. Estaban ahí para hacerse cargo y defender a los sectores vulnerables y las personas indefensas frente al poder avasallante de un Estado históricamente condicionado por los sectores del poder económico- financiero. Pero hoy las cosas son totalmente diferentes. Las corporaciones devoraron a los medios. Los fueron cooptando y convirtiendo también en corporaciones. Por lo tanto, las agencias noticiosas, los medios gráficos, las televisoras, convertidos en grandes holdings y bajo el dominio de multimillonarios súper poderosos, defienden, naturalmente, los valores e intereses del orden establecido.

Son, como dice el valiente periodista Víctor Hugo Morales, una verdadera mafia.

Esto explica, por ejemplo, cómo los medios corporativizados, frente a gobiernos de coloratura popular en América latina, se convierten en el primer bastión opositor, desplazando a los partidos políticos, que han perdido la brújula. Tenemos el caso de la última elección (2014) en Brasil, donde Dilma Roussef tuvo que enfrentarse al impresionante ataque, boicot y oposición de TV Globo, el poderosísimo holding mediático. En verdad, no hubo oposición política en el sentido tradicional, porque ésta fue asumida por dicho holding en representación de los intereses de las corporaciones y la derecha política internacional y local, liderada por los EE-UU.

Como corolario final de esta reflexión, podemos decir que los medios de comunicación hegemónicos, frente a una ciudadanía que viene perdiendo progresivamente el espíritu crítico, representan un obstáculo formidable a superar en el camino de elevación del nivel de alfabetización política de la población. Tomar clara consciencia de este hecho es clave para la lucha que debemos dar por otro mundo posible.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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