Medios de comunicación

Los dueños de la información y la comunicación

Los dueños de la información y la comunicación[1]

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Es correcto decir que la globalización informativa es un aspecto esencial de la globalización económica. Veamos este valioso análisis de Manuel Delgado Cabeza:

“Los grandes grupos multimedia –los nuevos amos del mundo- han entrado en una dinámica de alianzas, fusiones, absorciones y concentraciones, tratando de tomar posiciones en el dominio de una infraestructura de la información global. En su estrategia tratan de dominar toda la cadena del proceso hasta llegar a la difusión y relación con los usuarios de la comunicación, ahora mercancía generada a gran escala por medio cada vez más condicionados en la calidad de sus productos y en su independencia, como consecuencia de su imbricación en grandes entramados empresariales y de su sujeción a las leyes del mercado” (Delgado Cabeza, 1998: 18-19).

La mayoría de los analistas progresistas sostienen que la “globalización” es, en primer término, un modelo de gestión empresarial que, respondiendo a la creciente complejización del entorno competitivo, crea y fomenta la competencia a escala planetaria, con el objeto de maximizar sus beneficios y consolidar sus cuotas de mercado. Una empresa global es una estructura orgánica y holística, en la que cada parte debe servir y estar en función de la totalidad.

En su libro “Dioses y Diablos Mediáticos”, Ramón Reig (2004: 64-65), cita una entrevista realizada a Francisco Mayor Zaragoza, ex Director de la UNESCO, publicada poco después de su polémica sustitución por el japonés Koichiro Matsuuro, Me produce una vergüenza terrible –dijo Mayor Zaragoza– ver todo este despilfarro y arrogancia, mientras nuestros hermanos viven en tal grado de miseria y algo aún peor, el sentimiento de haber sido engañados. Le hemos hecho la promesa. Llevamos años diciéndoles: “Hay que privatizar, esperen a que pase el ciclo del desempleo, verán cómo se arregla”. Pero lo que siempre se arregla es sólo el bolsillo de los más adinerados. Hace años que se lo vengo diciendo al FMI y al Banco Mundial: terminen con este ajuste estructural que está empobreciendo a la mayoría del mundo. Hay un enorme fraude cuando se habla de globalización. Lo único que se globaliza de verdad es la pobreza”. (1999).

Para Castells (1999), lo que realmente ha producido la globalización mediática es que los ciudadanos formen su opinión política a través de los medios de comunicación, principalmente de la televisión, en un 90 por ciento. Y lo preocupante aquí es que la relación entre los partidos políticos y la gente pasa por la televisión y, actualmente, no es fundamental quien gobierna. En realidad es un factor más, pero las bases de la vida, el trabajo, la economía, la educación, la comunicación y la cultura pasan por mecanismos de decisión más elevados, donde, es cierto, la política puede actuar, pero no tiene un peso decisivo. Cuando vinculamos la globalización con la democracia no hay manera de no poner en duda el sistema democrático.

Gurutz Jáuregui (2000, 12 y s.) dice:

“La estrategia planteada por la mayor parte de los estados democráticos actuales ha provocado una paradoja en la vida política internacional. A fin de salvaguardar su independencia, estos estados han sido capaces de dotarse de los medios –armas nucleares, etc.- necesarios para perpetrar, si fuera preciso, la más antidemocrática de las acciones que uno pudiera jamás imaginarse, la destrucción de la propia humanidad. Hemos llegado así a una situación esquizofrénica que permite considerar como perfectamente normal y lógica la compatibilización, sin solución de continuidad, entre una actuación exquisitamente democrática de fronteras hacia adentro con un comportamiento despiadado, despótico y autoritario en el exterior. Por otra parte, en los actuales sistemas democráticos se produce un brutal contraste entre el plano de la legitimidad y el de la efectividad. Resulta ciertamente difícil hablar de un sistema democrático allí donde una gran empresa multinacional es capaz de desafiar al gobierno democráticamente elegido o allí donde una gran potencia puede permitirse el lujo de sustraerse a las deliberaciones de las Naciones Unidas o a una decisión del Tribunal de Justicia de la Haya”.

Es evidente que en la actualidad los Estados nacionales han perdido poder a favor de las multinacionales y los países desarrollados, sobre todo, la potencia hegemónica que es Estados Unidos. La capacidad de influir y condicionar a los Estados nacionales, por parte de estos grupos y potencias, es enorme y, por supuesto, desde posiciones de poder completamente antidemocráticas.

Por ejemplo, si tuviéramos que responder en forma escueta a la pregunta de quién domina en la actualidad la Comunicación a escala mundial, que es como preguntarnos pot quién domina el discurso o el mensaje oficial mundial, responderíamos que cinco grandes grupos o conglomerados:

  • Time Warner.
  • Viacom.
  • Walt Disney.
  • News Corporatio.n
  • General Electric.

Estos grandes conglomerados están muy diversificados, esto es, van más allá del sector de las comunicaciones. No obstante, son los que inundan de mensajes el planeta, construyendo o intentando construir realidades que influyen notablemente en la cultura.

De esta manera, mediante estas fusiones, se consolida el monopolio mediático, que tiene consecuencias muy importantes en cuanto a la posibilidad de que podamos oír voces distintas a las del discurso oficial del poder[2]. Y si las únicas voces son las del sistema, nuestras oportunidades de una formación crítica en la comprensión de la realidad disminuyen drásticamente. Ya vimos la impresionante concentración a nivel planetario de la información y comunicación.

Veamos ahora otros aspectos reveladores de la acción monopólica. Ana Isabel Segovia, ya en 2001 (2001, 114), decía:

“Recapitulando las tendencias actuales, se podría decir que el objetivo de las corporaciones multimedia es participar en todos los sectores posibles, y aprovechar la cuota de mercado existente a través de promociones cruzadas para consolidarse como empresas y como marca. Quizás el ejemplo más conocido en este sentido sea el Disney, cuando sus estudios lanzan una película nueva, ésta se promociona en sus parques de atracciones, en sus canales de televisión por cable, en la ABC; su compañía discográfica lanza el disco, una de sus editoriales publica el libro, sus tiendas venden los productos relacionados con la película y MacDonald´s regala juguetes promocionales con cada Happy Meal (…)

A partir de lo dicho ya podemos comenzar a dimensionar de qué tipo es el discurso dominante, nos referimos a las características de los flujos de información y comunicación, los que, obviamente, responden a intereses bien determinados y promocionan valores en las personas y colectivos sociales, que les sean favorables.

El discurso del poder bajo la crítica

Los objetivos de los mensajes mediáticos manipuladores

El poder de estos conglomerados corporativos privados es enorme y, como vimos, muchas veces está por encima de los gobiernos. Las premisas en las que se sostiene el discurso del poder es muy clara y simple: el mensaje informacional-comunicacional tiene un triple objetivo:

1) Promocionar los valores necesarios para sostener el Nuevo Orden Mundial y el modelo económico que le es funcional;

2) Evitar y neutralizar los cuestionamientos a dicho Nuevo Orden Mundial e

3) Instalar un “pensamiento único”, para lo cual se deben excluir y silenciar todas las voces que manifiesten o propongan un pensamiento diferente.

Para ello, el discurso oficial debe ocultar, de la mejor manera posible, lo que está ocurriendo realmente. Esto es así, porque el Poder parte de un requisito fundamental: no puede compartir con la ciudadanía la verdadera realidad de las cosas, porque, de ser así, ambos, ciudadanía y Poder, se situarían al mismo nivel de comprensión y posibilidades de manejo de la realidad, lo cual no es muy inconveniente para un Poder que debe ocultar para dominar mejor.

Pero es imprescindible que el ocultamiento no aparezca como tal, o, por lo menos, que los ciudadanos no se sienten tan ingenuos. Por eso, tendremos varios discursos oficiales. El discurso falso, el discurso con medias verdades y el real, que permanecerá oculto y será el privilegio de una minoría. Entre las estrategias está la demonización del disidente y/o del opositor, por ejemplo, el discurso de “demonización” del Estado por parte del neoliberalismo. Lamentablemente, la ciudadanía ha “comprado” y sigue “comprando” este discurso, que solamente beneficia a los mercados y perjudica notablemente a la ciudadanía, porque los ciudadanos tenemos más posibilidades de controlar el Estado que los mercados y las corporaciones. Y es el Estado quien debe controlar y regular a los mercados. De la misma forma actúa el discurso de “demonización” de la escuela pública, de los docentes estatales, incluso, de los políticos y de la política. La dinámica del discurso del poder es muy efectiva porque se fundamenta en lo siguiente:

– La funcionalidad respecto del Poder de la Información y Comunicación mediáticas es muy poderosa. En general es posible llevar a la gente a donde se quiere. De ahí las inversiones y la propaganda en la política, el financiamiento de los partidos políticos y la publicidad en el mercado. Sería ilógico pensar que los sectores dominantes van a invertir tanto dinero y recursos en algo que no les rinda beneficios.

– Los medios de comunicación son un “negocio” y no un servicio público. Por eso, la libertad que ellos dicen defender, la libertad de opinar, de criticar, de elegir, es el discurso hacia fuera, el discurso que oculta; la verdadera realidad, el verdadero discurso es otro: lo que los medios defienden es la libertad de empresa.

– Por lo tanto, el periodismo independiente no existe. A los periodistas no les queda más que obedecer.

– Por eso, la regla de oro del discurso oficial es presentarse promoviendo el sistema de valores y creencias que la sociedad tiene como positivos: democracia, solidaridad, patriotismo, servicio al prójimo, fe en Dios, etc., esto es, de acuerdo con la cultura instalada, que ha sido creada por el propio discurso del Poder.

Ramón Reig (2004: 146) señala, además:

“El Poder debe hacer posible que se exprese de vez en cuando una minoría que le sea hostil para dar la sensación de tolerancia, de libertad de expresión y de pluralismo. De esta forma, el discurso del Poder es más efectivo. Eso sí, el discurso del Poder tiene el reto de la medida, esto es, hasta dónde debe llagar esa tolerancia para que no lo afecte negativamente. Aunque el hecho encierre dificultad para el discurso oficial, éste ha sido el gran hallazgo del llamado discurso democrático de la economía de mercado, frente a los discursos autoritarios de las dictaduras de mercado fascistas o nazis y, por supuesto, frente a las dictaduras totalitarias comunistas.

En el caso de que ese contra-discurso empiece a ser demasiado efectivo entre la población, el discurso oficial debe reaccionar radicalmente en su contra, pero sin convertirlo en víctima de nada, no debe advertirse que el discurso oficial es en realidad un discurso único y dogmático revestido con piel de cordero; reaccionar con contundencia puede convertir al otro en héroe y víctima y eso no es positivo para mantener vivo y efectivo el discurso oficial. Así, lo que debe hacer es ignorar, silenciar, relativizar, al tiempo que se oponen al contra-discurso nuevos elementos oficiales y otros elementos para-oficiales que traten de anular el contra-discurso. Aquí entran en juego ideas aparentemente progresistas, e incluso revolucionarias en apariencia, que pueden estar relacionadas con la socialdemocracia o con algunas organizaciones no gubernamentales que, en realidad, están subvencionadas por el propio Poder”.

Otra de las fortalezas del discurso oficial vehiculizado por los cada vez más monopólicos medios de comunicación, es su capacidad de “agenda”. En la sociedad y la opinión pública se discuten los temas que van instalando y desinstalando los medios de comunicación, de acuerdo a los vaivenes de los intereses de los sectores dominantes, esto es, del discurso oficial. La pregunta guía es: ¿qué es lo que conviene que hable la gente? Esto tanto en el terreno internacional cuanto en el nacional. En las grandes agencias noticiosas se preparan los temas que se convertirán en “noticia”. De esta forma, es “noticia” lo que aparece en los medios, quedando en la invisibilidad y oscuridad más absoluta un montón de temas generalmente más importantes para la humanidad que los que reflejan los medios en los diarios, revistas, noticieros radiales y televisivos, en la Web, etc. Por ejemplo, es noticia durante toda una tarde y en todos los medios del planeta un chico norteamericano que le hizo una broma a sus padres haciéndoles creer que se había colgado de un globo atmosférico, mientras siguen hundidos en el silencio los miles de niños que diariamente mueren de hambre en África y en América latina. Es noticia por una semana un terremoto como el de Haití, en el que murieron 350.000 personas porque la comunidad internacional jamás se interesó por ayudarlos a mejorar las condiciones del país. Pero ya a la segunda semana, la agenda colocó otro tema y Haití volvió a sumergirse, como sucedió, en el olvido.

También vale la pena estudiar otra estrategia del discurso del Poder: la descontextualización, lo que lleva a suprimir el fundamental tema de las causas. Se trata de trabajar a partir de visiones “fragmentarias” de la realidad, de aniquilar el pensamiento holístico, la capacidad de tener una visión totalizadora y dialéctica de la realidad. Podemos volver a usar aquí el ejemplo de Haití. Todo se centró en el terremoto. Los medios se adentraron en la idea de la “catástrofe por causas naturales”, evitando toda mención a las paupérrimas condiciones infraestructurales y sociales en las que se encontraba el país, cuyas causas están claramente identificadas en la “liberalización de la agricultura” de la década de los 80 del siglo pasado, promovida por la política de los Estados Unidos para América latina y su aliado el Banco Mundial.

Los que nos desempeñamos en la educación deberíamos ser muy cuidadosos con este tema, ya que “todo” lo que el discurso oficial pone en los medios está “descontextualizado” y “destotalizado”, valga esta última expresión. Fijémonos un tema como el de la llamada “inseguridad” ciudadana. Jamás los medios a nivel general, salvo, por supuesto, muy puntuales excepciones de entrevistas a personalidades críticas o contestatarias, se refieren a las “causas” de la inseguridad, sino, por el contrario, se focalizan en sus “efectos” y, especialmente, en sus efectos en las clases medias y altas, porque no se considera inseguridad, por ejemplo, la falta de trabajo y de vivienda, el hambre, la exposición a las enfermedades de la gente que vive en situaciones deplorables de falta de higiene, exposiciones a medioambientes contaminados, etc.

Los medios sólo muestran efectos, y cuanto más truculentos y aterradores sean mejor, porque tendrán más impacto, más audiencia y distraerán más y mejor a la gente. Este es el negocio de los medios, ser doblemente funcionales: a su negocio como empresa y al discurso del Poder. Por eso, no debemos olvidarnos de las causas, porque jamás los medios nos van a estimular a preguntarnos por ellas.

Tampoco nos debemos olvidar que los contenidos programáticos que dictamos en el sistema educativo son parte de este “discurso oficial”, ya que tampoco nos estimulan a nosotros educadores y educadoras y, fundamentalmente, a los alumnos, a preguntarnos por las causas de los fenómenos, por los “por qué”, por las “razones de ser” de las cosas. Ya veremos en los próximos capítulos, como en los contenidos educativos tradicionales, aparecen estas estrategias discursivas del Poder: la descontextualización, la destotalización y la eliminación de la pregunta por las causas.

El discurso del poder a través de los monopolios mediáticos, también sabe que es importante cambiar el significado de los conceptos, por ejemplo, denominar “libertad económica” a la falta de regulación por parte del Estado, “libertad de expresión” a las arbitrariedades del discurso manejado por los medios de comunicación privados, “guerra” a la aniquilación de reducidos sectores insurgentes y población civil por parte de un ejército con un poder absoluto, etc.:

“Estados Unidos, como país en solitario, no ha ganado ni una sola guerra en el siglo XX. En las guerras mundiales intervino decisivamente, pero en el seno de una coalición; en Corea la victoria no fue absoluta; en Vietnam salió derrotado. A partir de aquí se acabaron las guerras. El conflicto de Irak de 1991 fue un arrasar –coaligado- para no vencer; el de Serbia en 1999 fue un bombardeo –de la OTAN- contra una nación que tenía un dirigente políticamente incorrecto, que dificultaba la implantación del Mercado en esa zona. Claro que había que argumentar algo: genocidio. Hubo exterminio de kosovares por parte del régimen de Milosevic, pero no fue ésta la razón esencial de la intervención de la OTAN. El conflicto de Afganistán de 2001 ha sido otro bombardeo contra un país sin ejército. Es una burla a la rigurosidad de la inteligencia llamar guerra a estas acciones (Irak, Serbia, Afganistán), como lo es llamar al conflicto palestino guerra entre Israel y Palestina” (Reig, 2004: 162).

Sobre este último punto Edward W. Said (2001) señala:

“Uno de los tópicos y clichés de los medios es representar la lucha en Palestina como una gran guerra entre dos frentes. Pero sólo hay un frente: Israel. Israel es un Estado, tiene todos los elementos esenciales de un Estado. Soberanía, gobierno, y también el monopolio del poder. Los palestinos no son la otra parte en esta lucha porque no hay igualdad. No se trata de palestinos contra israelíes, eso no tiene ningún significado. Se trata de un Estado que oprime a un pueblo, y de un pueblo sin Estado. Es difícil tenerlo en cuenta porque la representación hace sugerir que hay dos partes iguales. Sólo es una parte la que monopoliza el poder”.

Frente a este arsenal de poderosas estrategias de persuasión, manipulación de las conciencias y moldeo de las personalidades del monopolio mediático, a nosotros, simples educadores y educadoras, sólo nos queda, por ahora, la lucha diaria de reconstruir críticamente la realidad. Asumirla con decisión y alegría es fundamental, no sólo para seguir intelectualmente vivos y socialmente comprometidos, sino también para ayudar a que nuestros alumnos también puedan lograrlo.

La simplificación de los mensajes

La simplificación de los mensajes es una de las premisas del éxito para los monopolios mediáticos. La famosa y reaccionaria conductora de “Los almuerzos de Mirta Legrand”, un programa que convoca a diferentes figuras del ambiente (artistas, escritores, intelectuales, funcionarios políticos, profesionales, etc.), recuerdo que en una oportunidad señaló: “cada vez que tratamos temas que dan que pensar, es decir, de cierta complejidad, se nos cae el rating”.

“Estimo que el mensaje informativo sin complicaciones ni dificultades explícitas es el más adecuado para seres humanos apacibles e incautos (ingenuos). La finalidad de dicho mensaje es mantener en esos receptores su condición de incautos o incluso volverlos a tomarlos por mentecatos, que significa, según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), de escaso juicio o entendimiento[3].

Cuando este hecho se observa en el mensaje informativo en general, y en el periodístico en particular, se detecta una maniobra de simplificación. La obligación entonces de toda mente crítica y universitaria es reaccionar contra el fenómeno, lo cual significa utilizar un basamento cognitivo teórico y empírico. Nuestra cotidianeidad se complica, pero nuestro conocimiento se amplía puesto que todo análisis lleva consigo la complejidad, la solución de unos problemas y, al mismo tiempo, la apertura de nuevos interrogantes” (Reig, 2004: 242).

Es necesario ampliar y aclarar un poco lo que señala Reig, porque ser universitario no es condición necesaria para tener capacidad crítica. Si así fuera los educadores y educadoras sin estudios universitarios estarían imposibilitados de analizar y pensar críticamente. Es más, la capacidad para analizar y pensar críticamente tiene bastante que ver con condiciones naturales y, muchas veces, depende más de la una buena lectura del mundo, que de la lectura de la palabra, sin por eso negar la importancia de esta última. Recordemos el pensamiento de Freire respecto de la alfabetización. Paulo Freire le daba más importancia a la “alfabetización política” (habilidad para leer el mundo en forma crítica), que a la alfabetización de la lecto-escritura. No hay duda de que en Freire, la alfabetización de la lecto escritura adquiere significado y relevancia en la alfabetización política. Sin esta última, la alfabetización de la lecto-escritura no sería más que un instrumento para la “adaptación” de los alfabetizandos a la realidad, con pocas o prácticamente ninguna posibilidad de ayudarlos a obtener herramientas para transformar el mundo.

El contenido ideológico de los mensajes mediáticos

¿Qué es lo que buscan los medios, hoy ya corporativizados y monopolizados? Mediante estudios sociológicos, psicológicos y económicos y la aplicación de las nuevas tecnologías, lo que los medios persiguen, esencialmente, es:

1. Promover, mantener y legitimar el Orden Mundial establecido por el neoliberalismo.

2. Promover comportamientos favorables al mantenimiento de la cultura consumista y, por ende, reproductora del sistema.

3. Obtener rentabilidad económica.

Esta actividad de los medios se produce en el contexto de la economía de mercado, que se basa en principios ideológicos muy claros:

– La iniciativa privada

– La libertad de empresa, que no pocas veces se pretende encubrir maliciosamente como libertad de expresión.

– Los monopolios empresariales, que tergiversan las propias leyes del mercado, pero paradojalmente dentro de una misma ideología que los cobija a los dos: el neoliberalismo.

– La premisa típicamente neoliberal: “menos Estado y más Mercado”

Por su parte, Reig (2004:253) señala:

“La utilización de los resortes emotivos hasta llegar a la simplificación del discurso es también una herramienta ideológica por cuanto se lleva a cabo a costa de la formación integral del receptor. La Comunicación, en la inmensa mayoría de sus contenidos, renuncia así a un fin de responsabilidad social relacionado con el desarrollo cognitivo, apostando, sobre todo por la espectacularidad y lo simple. Esto contribuye a que una sociedad esté menos formada y tenga menos conocimiento y, por tanto, sea más manejable. En el fondo es una dinámica ideológica implícita en la mercantil”.

Es así como la información se trasmite, básicamente:

– Sin contextualización y sin interconexión. Siempre son hechos aislados y nunca aparecen las causas de fondo. Asimismo, los hechos y fenómenos no se relacionan con un marco estructural socio-económico-político-cultural, ni con un devenir histórico, premisas imprescindibles para su adecuado conocimiento.

– En forma sensacionalista y dramatizante, con la calculada idea de impactar en los resortes emocionales más bajos de las personas, esto es, estimulándoles el morbo. Por eso existe una preminencia de malas noticias. Venden mucho más las malas noticias que las buenas. Hay que anunciar y solazarse con catástrofes, asesinatos, robos, violaciones, accidentes y cuanto cosa mala ocurre en las sociedades y el mundo; repitiéndolas hasta el hartazgo, exceptuando por supuesto, el hambre y la miseria, que matan silenciosamente a millones de personas (niños, mujeres, hombres) todos los días en el mundo y que no venden porque las sociedades y la gente ya son indiferentes.

“El dominio en Comunicación se asienta sobre el sentir, no sobre el pensar, puesto que al pensar apenas se le deja espacio, y el que se le permite parece, según los indicios, configurado de antemano. Las nuevas tecnologías proyectan numerosas y fantásticas imágenes por segundo sobre el cerebro humano, de tal manera que el cerebro no pueda temporalmente descodificar, asimilar y asumir tales imágenes a niveles de conciencia pensante. Es entonces la zona emotiva de la mente-cerebro la que actúa. La dominación social es así muy sólida” (Reig, 2004: 254).

La tendencia informacional es clara:

– Noticieros radiales y televisivos basados en un conjunto de noticias truculentas que se repiten hasta el hartazgo. Preminencia de lo visual por sobre lo hablado o escrito.

– Video-clips: imágenes y sonidos entrecortados que sólo impactan en lo visual-emocional, ya que no es posible componerlos argumentalmente, es decir, con un sentido y una lógica.

– Video-juegos: que producen una adicción perniciosa al entretenimiento envasado y promueven el aislamiento de las personas. Las relaciones humanas cara a cara tienden a perderse.

– La Red Internet, extraordinaria herramienta tecnológica, con una potencialidad educativa enorme, pero que manejada por el mercado tiende a convertirse en una herramienta alienante.

– Películas y series de televisión en las que se privilegian los efectos especiales –cada vez más fantásticos-, por sobre las tramas argumentales. De esta manera se cae en la estandarización de los guiones y tienden a desaparecer los argumentos de elaboración realmente artística.

– Una televisión cada día más banal y estúpida manejada por el rating, que ya se mide en minutos y hasta en segundos.

– Publicidad y más publicidad – cada vez más calculada y sofisticada- para vender cualquier cosa, desde un jabón a un candidato político, que una vez en el poder traicionará todo lo prometido en la campaña.

Todo esto conforma un cóctel anestesiante del pensamiento crítico. Estoy seguro que a más de un lector le parecerán tremendistas estas valoraciones, pero reflexione con tranquilidad, mastique las ideas y después sea sincero consigo mismo para aceptar la triste realidad del mundo en que estamos viviendo. Y lo peor de todo, es que no nos estamos dando cuenta de estos condicionamientos. El mayor problema del colonizado es no ser consciente de que los es. Por eso, no luchará por liberarse hasta no darse cuenta de que está siendo privado de su libertad. Por eso es tan importante y valiosa la toma de conciencia.

Tener y ser

Una de las estrategias clave de la economía de mercado es la siembra de ilusiones, esto es, de espejismos alienantes. Las ilusiones que se venden son las de ser millonario, de ser como los de “arriba”. Lo cierto es que la clase dominada quiere ser como la dominante. Este es un tema que, como hemos visto y ampliaremos más adelante, estudió con gran autoridad Herbert Marcuse, realizando importantes aportes. Desde otro ángulo, Erich Fromm también trabajó esta cuestión. Fromm nos habló del Tener y del Ser. De la preminencia, en nuestras sociedades, del Tener sobre el Ser. De aquí la doctrina del Tener sobre el Ser. En una economía de mercado globalizada, que promueve con gran efectividad la rueda del consumo y que, por ende, convierte a todo el mundo en consumidores, las personas “son” por lo que tienen. Por eso, el “tener” pasa a ser el centro y la esencia de la identidad. Cuanto más tengo, más soy. Cuanto menos tengo, menos soy. De esta forma nos convertimos en las piezas que hacen funcionar y mantienen el sistema[4].

Rodolfo Ramudo Pernas (2002: 98), redondea muy bien estas ideas que estamos exponiendo:

“Al proceso de globalización económica, corre paralelo otro tipo de globalización, la globalización de la conducta (o colonialismo ideológico). El resultado de esto, es un hombre uniformizado[5], el hombre estético-fetichista. Un hombre pre-diseñado por los grandes poderes económicos de las multinacionales y de los Estados. Un hombre que se diferencia de los demás en el tipo de fetiches que posee y en la pose estética que adopta. Un hombre que, para ser, necesita tener, y si no tiene se siente vacío”.

Por su parte, Muniz Sodré (1998: 52), dice:

“Es posible observar que las exigencias de la economía de mercado imponen progresivamente un código cultural asimilador de todas las actividades humanas, apoyado por una compleja red de tecnologías de producción y consumo de masas, donde los medios masivos de comunicación desempeñan un papel destacado. Frente al código y a la red, se debilita o se retrae la individualidad del sujeto, bajo las apariencias narcisistas de que aumenta su autonomía, debido al mayor poder de elección de objetos de consumo”.

Herbert Marcuse sintetiza estas ideas de forma magistral:

“La cuestión no es como pueda el individuo satisfacer sus necesidades sin dañar a los demás, sino más bien como pueda satisfacer sus necesidades sin dañarse a sí mismo, es decir, sin reproducir a través de sus propias aspiraciones y satisfacciones su dependencia de un aparato explotador que, satisfaciendo sus necesidades, perpetúa su esclavitud” (Marcuse, H., 1969: 11).

Reflexiones sobre las consecuencias de la manipulación mediática

Lo primero en lo que debemos detenernos a pensar los educadores y educadoras progresistas es en que, si nosotros no somos críticos, esto es, no somos capaces de construir y reconstruir críticamente la realidad en nuestro cotidiano, tampoco podremos ayudar a que lo realicen nuestros alumnos. Por eso, aprender a desentrañar la realidad oscurecida por el discurso del poder, vehiculizado por el monopolio mediático, es una exigencia ineludible para la docencia progresista.

A partir de aquí se derivan un conjunto de otras reflexiones para educadores y educadoras, que deberán enfocarse a comprender lo siguiente:

• La idea de que para luchar contra los condicionamientos es necesario, en primer lugar, darse cuenta de ellos.

• Una vez obtenida la conciencia de nuestros condicionamientos y después de darnos cuenta de que estamos condicionados, pero no determinados (la determinación es fatalista, ya que no puede ser revertida, mientras que los condicionamientos, una vez conocidos pueden ser removidos), es preciso acometer la tarea ineludible de reconstruir críticamente la realidad en nuestro cotidiano.

• Para ello, los educadores y educadoras deberemos ejercitar permanentemente el pensamiento y la lectura crítica, optimizando nuestra competencia para conocer la realidad, desocultando el discurso oficial del poder.

• La profunda relación de la Información y la Comunicación con el poder. Ninguna información propagada a través de los medios es neutra, sino que siempre es el resultado de una interpretación sostenida y fundada en determinados intereses. Nos cabe a los educadores y educadoras desentrañarse ese trasfondo. Lo no debemos hacer nunca es aceptarla y/o asumirla como veraz sin un buen examen crítico.

• La capacidad del discurso del poder para manejar la información y la comunicación. Esto nos debe llevar a profundizar nuestro examen crítico, lo que nos exige conocer cómo procede estratégicamente el discurso del poder.

Recomendaciones para la lectura crítica de la realidad

1. No olvidarnos nunca de que los mensajes mediáticos están condicionados ideológicamente. Y esta es una recomendación fuerte, ya que existe en nosotros la tendencia natural a confiar y a creer. Por eso, cada vez que estemos frente a un mensaje mediático deberemos poner a funcionar el sospechómetro, valga el término.

2. No quedar prisioneros de la agenda mediática, es decir, de los temas que instalan y desinstalan los medios de acuerdo a los intereses que los manejan y condicionan. Como educadores y educadoras progresistas tenemos que saber que existen una gran cantidad de temas no tratados por los medios y que, sin embargo, tienen una enorme relevancia humana y social. También deberemos enseñarles todo esto a nuestros alumnos.

3. Estar atento a las descontextualizaciones y destotalizaciones de los hechos y fenómenos tratados por los medios. Como educadores y educadoras progresistas debemos saber que el verdadero conocimiento se alcanza en el momento de las relaciones, esto es, en las síntesis. Por eso, cuando descontextualizamos y destotalizamos estamos matando esa posibilidad. Los medios han matado y siguen matando la posibilidad de las síntesis, esto es, de conocer realmente los hechos y fenómenos de nuestra realidad. Para conocerlos deberemos, ineludiblemente, realizar un esfuerzo de comprensión crítica.

4. No perder el hábito de la lectura, ya que la invasión de los medios audiovisuales es enorme. El aporte de la lectura es irremplazable, ya que los libros los elegimos nosotros (aunque también estén sometidos al marketing), mientras que los productos mediáticos se nos imponen sin que lo podamos decidir. Eso de que con el control remoto tenemos la posibilidad de elegir es muy relativo, demasiado mentiroso. Aun disponiendo de canales de cable, las posibilidades de elección se encuentran en una gama de opciones establecida por los dueños de los medios.

5. Es importante el aporte de las nuevas tecnologías a la educación. No obstante, no deberemos considerarlas una panacea para la solución de todos los problemas, es decir, considerarlas fines en sí mismos, ya que son sólo instrumentos. Los docentes seguimos siendo un pilar fundamental, absolutamente irremplazable, de la educación.

La revisión crítica de la globalización neoliberal y sus herramientas mediáticas de legitimación nos señalan que existe una pedagogía del neoliberalismo. ¿Por qué lo decimos? Sencillamente porque el poder formativo de los medios es formidable, esto es, la capacidad para promover hábitos, actitudes y conductas consumistas y favorables al mantenimiento del modelo es impresionante. Esto no señala, sin duda, que existe una pedagogía neoliberal.

Bibliografía:

CASTELLS, M., (1999) “La globalización hace que los Estados no tengan capacidad de ordeno y mando”, entrevista de Ana Romero en El Mundo (10-10-1999).

CURLE, A. (1977) Educación liberadora. Barcelona: Herder.

DELGADO CABEZA, M., (1998) La globalización, ¿nuevo orden o crisis del siglo, Desde el Sur, Cuadernos de Economía y Sociedad, Universidad de Sevilla y Málaga.

FROMM, Erich (1941) El miedo a la libertad. Buenos Aires: Paidós.

JÁUREGUI, Gurutz, (2000) “Globalización y democracia”, en Claves de la Razón Práctica, número 99, enero/febrero 2000. MARCUSE, H. (1972) “El hombre unidimensional”. Barcelona: Editorial Seix Barral.

MARCUSE, H., (1969) Ensayo sobre la liberación. Buenos Aires: Editorial Gutiérrez.

RAMUDO PERNAS, R., (2002) Emociones, símbolos, medios de comunicación y diseños de conductas, Salamanca: Amarú Ediciones.

REIG, Ramón; (2004) Dioses y diablos mediáticos. Cómo manipula el Poder a través de los medios de comunicación. Barcelona. Ediciones Urano S.A.

SAID, Edward, W., (2001) “El sentido real de la crisis”, en Le Monde Diplomatique (diciembre 2001).

SEGOVIA, ana Isabel, (2001) “Aviso para navegantes. Concentración y privatización de las comunicaciones en EE.UU.”, en Fernando Quiroz Fernández y Francisco Sierra Caballero (directores), Comunicación, Globalización y Democracia. Crítica de la economía política de la comunicación y la cultura., Comunicación Social Ediciones y Publicaciones, Sevilla.

SODRÉ, Muñiz, (1998) Reinventando la cultura. La comunicación y sus productos, Barcelona: Ed. Gedisa.

  1. Este artículo fue elaborado sobre la base de un subcapítulo del libro: Lens, José Luis (2103) Educar para cambiar el mundo. Los momentos de una transformación liberadora en la educación. Buenos Aires: Editorial Vida-Global. E-book. Los dueños de la información y la comunicación, página 101.
  2. Cuando hablamos de “discurso oficial del poder” no nos referimos solamente al que proviene del ámbito privado, sino también del ámbito político de los gobiernos. Aunque es deseable, es muy difícil lograr separar netamente los intereses políticos de los económicos, ya que están íntimamente relacionados, sobre todo por el fuerte condicionamiento del que son objeto los gobiernos nacionales en el mundo. Contraponer los objetivos del Estado a los de mercado, es cada vez más difícil.
  3. Para nosotros el concepto aplicar más adecuado sería el de “boludos”, que debería ser incorporado por el Diccionario de la Real Académica Española, ya que es una palabra usada por todo nuestro pueblo y, como decía el Negro Fontanarrosa, tiene una carga semántica irremplazable.
  4. Adam Curle habla de la “Identidad de pertenencia”, una imagen fabricada por las personas con un conglomerado de rangos, posiciones, amigos, influyentes, puestos y títulos honoríficos, et., etc. Todo esto constituye una especie de fortaleza, dice Curle, donde las personas se retiran en sus momentos de duda. Si yo soy todo esto, se dice la persona, con toda seguridad que tengo que ser inteligente, valiente, maduro, magnánimo, etc. (Curle, A, 1977: 21).
  5. Herbert Marcuse desarrolla con gran riqueza crítica este concepto en su libro: “El hombre unidimensional”. Ver: MARCUSE, H., (1972) El hombre unidimensional. Barcelona: Editorial Seix Barral.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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