Neoliberalismo

Lawfare el nuevo recurso de Washington para erosionar e interrumpir los ciclos de prosperidad nacional y popular en la región

Lawfare: el nuevo recurso de Washington para erosionar e interrumpir los ciclos de prosperidad nacional y popular en la región

Resultado de imagen para lawfare

Resultado de imagen para lawfare

Las oligarquías no cambian, pero los pueblos sí podemos cambiar

El mensaje que traemos es de valorización de la política, pero, aunque parezca paradójico, compartimos con los lectores el malestar y la bronca que tienen con los políticos, cómo les molestan y hartan sus mentiras, sus promesas incumplidas, su afán por el poder y desprecio de la gente, su oportunismo buscando siempre el sol que más calienta, su subordinación a los poderes fácticos, su alejamiento de los intereses del pueblo, su compenetración y fusión con el poder del establishment. ¿Esto quiere decir que la frustración que vivimos como sociedad y, personalmente cada uno/a de nosotros/as, tiene a los políticos subordinados al poder como culpables? Les decimos que no es así. Acá comentamos algo que quizás no les guste y que a muchos políticos, aun los que se sienten progresistas y populares, tampoco les gusta: “si hay que buscar culpables del desastre que vivimos no miremos a los sectores dominantes, cuya capacidad para prohibirnos ser es connatural a su ADN dominador”. ¿Qué otra cosa podríamos esperar de los dominadores? ,o acaso ¿cabría pensar que pueden cambiar? ¿Qué pueden dejar de oprimir y explotar a las mayorías?, ¿Qué pueden dejar de buscar incansablemente el poder a cualquier costo? No, de ninguna manera van a cambiar y, menos aún, los vamos a cambiar nosotros. Los que debemos actuar de otra forma somos nosotros. Tenemos que saber que los únicos que podemos cambiar somos los que conformamos el amplio campo popular. Entonces, ahora les decimos lo que a nadie le gusta: “los culpables de que nos manipulen y laven nuestro cerebro somos nosotros”. Es cierto, el término “culpables” es muy duro, pero es la triste realidad. Como dice el refrán popular: “la culpa no es del chancho sino de los que le dan de comer”.

Los políticos que tenemos son lo que podemos dar nosotros y nuestro nivel de responsabilidad política. Si no son mejores es porque nosotros no estamos lo suficientemente comprometidos políticamente con la sociedad y mundo en el que vivimos. Si nuestra responsabilidad política es pobre nuestros políticos también lo serán. Y de hecho lo son. ¿Cuál es la moraleja de todo esto? Que la transformación de la sociedad y el mundo depende de los pueblos, de su cultura política y capacidad de empoderamiento.

La formación política de la ciudadanía

No vinimos a hablar de la formación de políticos profesionales, ni de militantes partidarios, ni de analistas políticos, sino de la de ciudadanos y ciudadanas. En la realidad que estamos viviendo es imprescindible que todos, hombres, mujeres, adolescentes, personas de la tercera edad y todo bicho que camine en este bendito mundo, tenga formación política, entienda el juego político, sepa leer críticamente el fenómeno político. ¿Por qué? Porque nos están robando la vida y, como veremos, este es el camino para comenzar a ser dueños de nuestro propio destino.

Nuestra tesis es que la única forma de obtener sociedades y un mundo humanizado y vivible, esto es, con armonía y justicia social y donde todos los habitantes pueden realizarse, es logrando que los pueblos se empoderen realmente, para lo cual es imprescindible que los individuos que conformamos las sociedades elevemos nuestro nivel de alfabetización política.

La nueva estrategia de dominación regional: El Lawfare

Al igual que en las décadas de los sesenta-setenta del siglo pasado, cuando Washington formaba a los militares golpistas y genocidas de nuestra región en la Escuela de la Américas para derribar a los gobiernos democráticos, hoy ha creado una Escuela de Fiscales y Jueces para derrocar, mediante la judicialización de la política (Lawfare), a los gobiernos nacionales y populares de la región. La idea es la misma de siempre, impedir que nuestras naciones sean soberanas y económicamente independientes. El objetivo es mantenernos siempre en un estado de subordinación, de dependencia. Con pueblos empobrecidos. Sin industrias. Simplemente proveedores de materias primas. Con sueldos cada vez más bajos en dólares y con deudas externas asfixiantes. El mismo perro con distinto collar. Y los medios hegemónicos y sus pseudo periodistas sicarios, ocultando este hecho decisivo, este fondo de la cuestión que lo explica todo. Por ejemplo, en la Argentina, los ciclos de prosperidad y desastre, que se suceden década tras década. Una especie de mito del eterno retorno del neoliberalismo depredador. Antaño los ciclos de prosperidad nacional y popular los interrumpían las dictaduras, hoy lo hace el Lawfare.

Manifestando, en el mejor de los casos, una ingenuidad política a toda prueba, políticos, periodistas, intelectuales y ciudadanos comunes se preguntan todo el tiempo y azorados, lo escuché miles de veces, ¿por qué estos ciclos, esta alternancia entre etapas de prosperidad y desarrollo y otras de desastre y hundimiento de nuestro país? ¿por qué no tomar de una vez por todas la senda del desarrollo y el crecimiento y romper, así, esta alternancia nefasta? ¿qué nos pasa a los argentinos? ¿qué clase de dirigentes tenemos que no se dan cuenta de esta problemática? ¿tan difícil es gobernar bien? Sin duda, estas preguntas revelan una gran ignorancia política, cuando no encubren intereses inconfesables. En primer lugar, desconocen un hecho clave: la contradicción no resuelta y siempre, hasta el momento, vigente: oligarquía-pueblo. Una oligarquía global-local con un enorme poder para presionar y condicionar a los gobiernos de sesgo nacional y popular, hasta tal punto, de derrocarlos con recursos disfrazados de democráticos. Y cuando al poder real le suman el poder político, la pesadilla está armada para los pueblos. Lo estamos viviendo hoy en la Argentina de Mauricio Macri. La otra cara de la moneda la tenemos en una ciudadanía, que incluye clases medias y sectores populares, incapaz de pensar y decidir políticamente de forma autónoma. Influenciable y volátil es pasto de la manipulación mediática, el marketing político y la Big Data algorítmica. Por eso, el ciclo de prosperidad se quiebra cuando los poderes fácticos, alentados y sostenidos por Washington, se deciden a “destituir” por las “buenas” (mediante elecciones falseadas y manipuladas) o por las malas con golpes blandos, esto es, mediático-judiciales, a los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y para ello cuentan con dos armas muy contundentes:

1. El poder de los medios hegemónicos y las redes sociales manipuladas.

2. Una ciudadanía, en general, con un bajo nivel de educación política.

Aquí está la explicación de por qué los ciclos. El combo letal del poder de los medios, que desinforman y manipulan la información, y pueblos, salvo algunos sectores con un real compromiso, con un bajo nivel de educación política.

A la persecución y erosión mediática que, como vimos, es histórica en nuestro país y la región, aunque hoy ha alcanzado niveles nunca antes vistos, hoy debemos sumarle la antirrepublicana y antidemocrática persecución judicial. La sufrieron y lo sufren todas las figuras que promueven un modelo de país nacional y popular, esto es, que usan el Estado a favor de los intereses populares y no de las corporaciones y grupos concentrados de la economía.

Esta persecución la padecieron y padecen todos los líderes populares de la región. Por ejemplo, los golpes de Estado judiciales que los destituyeron, ya los sufrieron Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay, y más recientemente Dilma en Brasil. La ex presidenta Cristina Kirchner es perseguida de mil formas y con encarnizada saña y Lula fue encarcelado sin pruebas, en un juicio ridículo. Esta nueva estrategia golpista, que algunos denominan nueva táctica de guerra no convencional, se la conoce como Lawfare.

Este es un nuevo recurso de la derecha neoliberal, que viene adoptando en los último años con el objetivo de derrocar a los gobiernos nacionales y populares, erosionando y denostando a sus dirigentes, con la finalidad de destruir a todas aquellas figuras que pueden poner en peligro sus perversos planes de dominación y opresión.

Esta estrategia combina acciones, con una fachada legal pero que son completamente espurias y fraudulentas, con los blindajes mediáticos, como el que está realizando el Grupo Clarín y sus satélites a favor de Cambiemos. De este forma se inventan operaciones político-jurídico-mediáticas para presionar al acusado y su entorno, con causas ridículas, periodistas mercenarios, testigos falsos, delincuentes arrepentidos, pruebas fraudulentas, etc.

¿Qué es el Lawfare? Es interesante la reseña del concepto que realiza Oscar Laborde[1]:

“Pero, ¿qué significa Lawfare? El término describe “un modo de guerra no convencional en el que la ley es usada como un medio para conseguir un objetivo militar” y es utilizado con este sentido en Unrestricted Warfare, un libro de 1999 sobre estrategia militar. En 2001 el concepto comienza a ser manejado en ámbitos diferentes a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos  tras la publicación de un artículo escrito por el general de Fuerza Aérea, Charles Dunlap, de la Duke Law School. Estados Unidos es uno de los principales proveedores de asesoría para la reforma de los aparatos jurídicos en América Latina y el Departamento de Justicia estadounidense ha estrechado en los últimos años los vínculos con los aparatos judiciales de la región en la lucha anticorrupción[2]. Una de las acciones más importantes fue el llamado proyecto “Puentes”, que consistió en cursos de asesoramiento a varios integrantes del Poder Judicial de Brasil y otros países de la región. El alumno estrella es el juez Sergio Moro, impulsor de la causa Lava Jato y quien condeno a Lula a nueve años de prisión”.

Para que esto sea posible se requiere de una justicia cómplice, subordinada completamente al Ejecutivo, así como medios de comunicación que hegemonicen el espacio mediático, como ocurre en nuestro país y trabajen, además, en contubernio con el poder político y los grandes grupos concentrados de la economía.

La lucha contra la corrupción es el caballito de batalla que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos elaboró como estrategia destituyente de los gobiernos nacionales y populares, para trabajar con una gran parte de los países de nuestra región. Esto dio lugar a paradojas siniestras, como la de un Mauricio Macri invocando a la transparencia y a la lucha contra la impunidad, mientras que con sus empresas realiza todo tipo de negocios con el Estado que él mismo administra. Aquí debemos saber que el discurso de la “lucha contra la corrupción” y la “pesada herencia”, atribuida al anterior gobierno, fue comprado, mediante la enorme presión de los medios hegemónicos, por una parte importante de la población, que mostró en ese acto una peligrosa cuota de ignorancia política. He aquí la contracara que posibilita el éxito de la estrategia del Lawfare, el bajo nivel de educación política de una parte sustancial de la ciudadanía. Por eso, la elevación del nivel de alfabetización política de la población debe ser uno de los pilares fundamentales de la lucha contra las oligarquías que oprimen a nuestros pueblos.

  1. Laborde, Oscar, La guerra jurídica y el Lawfare, 4 de enero de 2018. Diario Página 12.
  2. La negrita es nuestra.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *