La trampa del marketing político
La trampa del marketing político
En nuestra teoría y propuesta político-pedagógica para ayudar a la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular[1], que en breve presentaremos en una publicación, partimos de una evidencia irrefutable, la contradicción histórica dominadores-dominados que se concreta en los niveles nacionales como oligarquía-pueblo. A partir de aquí, en primer lugar, inferimos que la esencia de la política se da en el contexto de la dicha contradicción, esto es, en el conflicto que en su marco se genera. La política se dirime, entonces, en la lucha entre la oligarquía y el pueblo por el poder real. En segundo lugar, deducimos que el poder de los gobiernos está recortado por el poder real de las oligarquías. En conclusión, el poder político que, en definitiva es el que toma las principales decisiones en lo que hace al modelo de desarrollo del país, es la resultante de la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo, que es claramente asimétrica a favor de la oligarquía. Y los partidos y alianzas políticas, como no podría ser de otra manera, representan dichos intereses en pugna, los de la oligarquía y los del pueblo. Los partidos y alianzas de centro (centro izquierda y centro derecha) benefician, por supuesto, la posición de la oligarquía.
Esta preeminencia del poder de la oligarquía sobre el poder del pueblo y el de los gobiernos de sesgo nacional y popular, es el principal factor determinante de los ciclos de alternancia perversos[2], causantes de los principales problemas estructurales que tienen postrada a la Argentina.
La democracia liberal, bajo la matriz y mandato de la oligarquía, cumple un doble objetivo para esta última. En primer lugar, le sirve para camuflarse como democrática, cuando sabemos que es anti democrática y autoritaria por naturaleza, apareciendo como partidos y alianzas en la confrontación partidaria por el poder de gobierno. En segundo lugar, también le es útil para fragmentar al campo popular mediante falsas brechas y antinomias partidarias, como peronismo-anti peronismo, kirchnerismo-macrismo, peronismo-radicalismo, etc. Bajo el manto de la democracia liberal la oligarquía oculta la contradicción principal y manipula al pueblo para que crea, lo que lamentablemente ocurre con un parte importante de la ciudadanía, que la política se dirime en la confrontación de los partidos por el poder de gobierno. Desde aquí una parte importante del pueblo ignora que la lógica de los partidos no debe entenderse en el contexto de la disputa partidaria en el marco de la democracia liberal, sino en el de la lucha por el poder real entre la oligarquía y el pueblo. Esto último le abre la puerta al marketing político, que se sustancia en la ignorancia política de una parte importante de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular.
El marketing político está determinado por la lógica del “mercado”, que se inscribe en el marco de dominación de la oligarquía. En virtud de los intereses del mercado el marketing desplazó el centro del problema de la política, La esencia de la política es la acción concreta, que se evalúa y mide por la solución de los problemas que afectan al desarrollo soberano de la nación y el bienestar general de su pueblo. Pero el marketing político desestima totalmente este aspecto y se centra en las campañas electorales, eso es lo único que le importa, lo que, como vamos a ver, tiene consecuencias desastrosas para la nación y su pueblo.
El centro del problema, que está en las representaciones de intereses, de los partidos y alianzas, lo que ignora la ciudadanía, se soslaya y todo se dirime en las campañas electorales, siendo el objetivo supremo ganarlas, esto es, todo se reduce a cómo adueñarse de la administración del Estado.
Todo lo político se reduce a ganar las elecciones y se soslaya totalmente el hecho de que los partidos y alianzas políticas representan intereses, unos los de la oligarquía y otros los del pueblo, porque los de centro (izquierda o derecha) no cuentan para el pueblo. Entonces los consultores y asesores de campaña proponen, y lo hacen explícito sin ningún problema, cambiar la imagen, cambiar el nombre de la alianza, hacer enroques, el candidato que iba a provincia va a CABA y viceversa, presentar candidatos nuevos que no tengan nada que ver con la administración anterior de la alianza, cambiar el discurso, etc. Pero estos cambios sólo apuntan a ganar la elección, que es lo único que les importa, porque es evidente que los partidos y alianzas de la oligarquía, por ejemplo Cambiemos, ahora Juntos por el Cambio o Juntos, representan los intereses de la oligarquía y, es evidente, que volverán a hacer lo mismo que hicieron. Ahora bien, ¿quién está detrás de todo esto?, el ciudadano, que es la víctima de la manipulación, ¿por qué?, porque el ciudadano ignora, y es tremendo que eso ocurra, que por más que se cambie el discurso, se cambien los nombres, se cambien figuras, se hagan todo tipo de enroques, se pongan figuras nuevas que no tienen que ver con la administración anterior, el desempeño del partido o alianza que representa los intereses de la oligarquía, como es lógico, no cambiará su desempeño, seguirá haciendo exactamente lo mismo. Ahora bien, si el elector tuviera una buena formación política sería inmune a todas las estrategias de dominación y, por lo tanto, al marketing político.
No obstante, la gran mayoría de las consultoras políticas están vendiendo esto, con la pretensión de que la ciudadanía lo considere legítimo, esto es, le dé su consenso a dichas prácticas, las acepte sin problema. Por eso, cuando se debate el tema de las campañas en los medios, estas prácticas no son cuestionadas por prácticamente nadie, salvo algunas excepciones. Hay consultores prestigiosos, como por ejemplo Raúl Timerman, que respecto de candidatos de la alianza oligárquica Juntos por el cambio, expresan, en este caso respecto del candidato Facundo Manes del radicalismo, “cuidado que tiene un asesor de campaña muy bueno”, dando a entender que con ese recurso puede tener una muy buena elección. Y es cierto lo que dice Raúl Timerman, pero el problema es lo que se da por supuesto, ¿y qué es lo que se da por supuesto?, que la política se reduce a ganar elecciones, quedando en un segundo plano irrelevante, que quienes se están presentando son los que hace dos años dejaron tierra arrasada y una deuda externa monumental, fraudulenta, obscena e impagable, que se fugó toda y de la que no dieron cuenta ni se hacen cargo. Y lo más grave son las causas de ese desempeño, ¿por qué dejaron tierra arrasada y esa deuda que nos condiciona como país? Muy sencillo, porque representan los intereses de la oligarquía, vende patria, extranjerizante, asociada a la geopolítica de Washington, que quieren volver rápido para seguir realizando su tarea. Todas estas son tremendas razones para que esta gente no vuelva nunca más, porque justamente son los personeros de los intereses contrarios a los del país, a los de la patria. Nada de esto parece tener alguna importancia para los consultores y analistas políticos. Y es más grave aún lo de estos últimos, porque son analistas políticos, que deberían realizar una búsqueda más rigurosa y científica, incluso con mayor nivel filosófico. Y no lo hacen porque están prisioneros de los intereses del marketing y su servilismo respecto de la oligarquía.
Pero no todos los consultores son iguales, hay excepciones, como Artemio López, que no oculta su posición política[3] (no partidaria) y sus análisis tienen, por eso, una seriedad y un valor que la mayoría no posee. Porque debemos señalar que es imposible no tener una posición política, que siempre se define en el marco de la contradicción oligarquía-pueblo. Artemio López tiene una posición de militancia política[4], lo que despeja cualquier duda sobre una consultoría pensada como negocio. No obstante, la mayoría de los consultores la asumen de esa forma. Un personaje que resulta paradigmático de los que convierten al marketing político en un negocio es Jaime Durán Barba, especialista en campañas electorales de partidos y alianzas representantes de los intereses de la oligarquía. Realiza un trabajo con una base científica, pero con objetivos deleznables, porque es la ciencia usada para el mal. Por ejemplo, a partir de sus focus group, encuestas e investigaciones, que están bien realizadas desde lo metodológico, pero que lo conducen a resultados como los siguientes, que después nutren y apuntalan las campañas de sus clientes:
“El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno… Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice “no me interesa la política”… El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad…”. (pág 77) (…) “Las decisiones políticas responden a los juegos emocionales de los electores (…) Si un candidato es detestado por el elector, no hay forma de que vote por él a través de argumentos. Lo único que puede cambiar su posición es otro sentimiento más intenso”.(88)[5]
¿A dónde conduce este marketing político? A que triunfe un alianza que representa los intereses de la oligarquía, que luego realiza un gobierno que, entre otras calamidades, nos deja con una monumental deuda externa, que se fugó y que debe pagar el pueblo argentino. ¿Cuántos pobres generará esta deuda?, ¿cántos trabajos se perderán con esta deuda?, ¿cuántos niños verán quebrado su futuro?, ¿cuánto dolor, frustración y miseria traerá esta deuda para los sectores más vulnerables y las clases medias?, etc.
¿Cuál es la reflexión que hacemos desde nuestra teoría? La esencia de la política se juega en el contexto de la contradicción principal oligarquía-pueblo, por lo tanto una vez que el ciudadano con un buen nivel de alfabetización política toma conciencia de quiénes son los que se presentan a la elección, no hay marketing por más bueno que sea, que pueda manipularlo. Veamos un ejemplo extraído del extraordinario laboratorio que es la sociedad argentina. Por un lado, desde nuestra teoría inferimos que Cambiemos, ahora Juntos por el cambio o Juntos, da lo mismo, es una alianza que representa los intereses del bloque de poder de la oligarquía, es más, es parte de dicho bloque. Por lo tanto, no es esperable que cambie su conducta dominadora, ya que la oligarquía es anti democrática y autoritaria por naturaleza. Quien tenga clara conciencia de esto jamás será manipulado.
Ahora les pedimos a los lectores que reflexionen. Cambiemos gobernó durante cuatro años, dejando innumerables desastres en la economía interna, en la macro economía, desmantelando el Estado, eliminado regulaciones cambiarias para beneficiar a los especuladores y a los propios miembros del gobierno, eliminado las retenciones a las exportaciones de los pool de siembra, las regulaciones a los monopolios de las multinacionales de alimentos, derogando la Ley de medios, elevando las tarifas de la energía en forma insoportable para las pymes y las familias, haciendo desaparecer a veinticinco mil pequeñas y medianas empresas, desmantelando el sistema de salud al eliminar su Ministerio, realizando todo tipo de negocios de los dos lados del mostrador, llevando a cabo una política exterior totalmente entreguista, aumentando la pobreza, la desocupación y la inflación, participando en el Grupo de Lima, un instrumento del Plan Cóndor 2 en la región, que tiene por objetivo intervenir en los asuntos internos de los gobiernos progresistas de la región, promoviendo el Lawfare mediante una Mesa judicial, aliándose por el bloqueo a Cuba y Venezuela con los gobiernos reaccionarios de Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay, Perú, Ecuador y Colombia y dejándonos una deuda externa impagable que se fugó toda. Y ahora se presentan nuevamente cambiando los candidatos, alejándose de Mauricio Macrí porque las encuestas indican que es un pianta votos, enrocando a los candidatos, mandando al de la Provincia de Buenos Aires a CABA y el de CABA a la provincia, poniendo candidatos nuevos que no estuvieron en el gobierno de Mauricio Macri. En fin, realizando todo un maquillaje marketinero para volver a engañar a la ciudadanía. Realmente un show repudiable.
Dejaron tierra arrasada y ahora se presentan. Ahora bien, una sana lectura, una lectura desde el amor a la nación y su pueblo nos señala con certeza que no va a cambiar nada, Sin embargo, ahí están los consultores de marketing, los analistas políticos y los comunicadores de la oligarquía, haciendo sus negocios. Unos diciendo que Facundo Manes tiene un buen asesor de campaña y que, por lo tanto, va a dar pelea. Otros dicen que las encuestas revelan que Mauricio Macri es un pianta votos, entonces, se tienen que alejar de él, no lo tienen que nombrar, que hay que buscar candidatos que no hayan estado con él, también mostrar que no estaban de acuerdo con sus políticas. Es el caso de Adolfo Rubinstein, ex Secretario de Salud del gobierno de Mauricio Macri, que ahora, con todo cinismo, dice que a Cambiemos nunca le preocupó la Salud. También los sondeos de las consultoras recomiendan la aparición de dinosaurios neoliberales como Ricardo López Murphy, porque la memoria de la ciudadanía, sobre todo de los más jóvenes, es frágil.
Todo esto es una farsa. ¿Por qué? Porque esta alianza, sencillamente, representa los intereses de la oligarquía y si vuelve al gobierno profundizará el desastre que dejó hace dos años. Es ingenuo pensar que hará algo diferente. No obstante, la mayoría de las consultoras están preparando sus negocios para volver a engañar con el marketing político a una parte despolitizada del pueblo. Esta es la cruda realidad. El marketing político es una trampa caza bobos.
Si esta gente retorna al poder de gobierno vamos a volver a un nuevo ciclo de alternancia perversa. Aquí está la importancia de estar alfabetizados políticamente. La persona que haya elevado su nivel de alfabetización política será inmune a todos estos manejos y manipulaciones.
Las consultoras de marketing son criticables porque su principal finalidad es hacer que sus clientes ganen las elecciones, después no les importa nada. El objetivo está puesto en las campañas electorales en forma exclusiva. Ahora bien, ¿cuál es el costo de este tipo de accionar? El costo para los países y sus pueblos es inmenso, es escandalosamente nefasto. Negativo para el país, para el pueblo y para los grupos más vulnerables, incluidas las clases medias. Negativo para el noventa por ciento de la población. Y, lo peor de todo es seguir en los ciclos de alternancia perversos, que son la principal causa de la postración de la Argentina y de todos sus grandes problemas estructurales, como el estancamiento económico e industrial, la pobreza estructural, la inflación estructural, el desempleo, el empleo informal, etc. Aquí aparece con total nitidez la importancia de que el pueblo posea un buen nivel de alfabetización política, esto es, competencias para pensar en forma crítica y tener un buen nivel de conciencia política.
Es bueno saber que Cambiemos, representando los intereses del bloque de poder de la oligarquía no fracasó, sino que hicieron lo que tenían pensado hacer y que, dada su naturaleza, van a volver a hacer. Es la fábula de la rana y el escorpión. La rana le ayuda a cruzar el rio al escorpión y al llegar a la orilla pica a la rana. Y la rana lo increpa preguntándole ¿por qué me picás con tu veneno?, a lo que el escorpión le responde, lo lamento está en mi naturaleza hacerlo. La ciudadanía debe saber que la oligarquía hace lo que está inscrito en su ADN, que es dominar para satisfacer sus ansias ilimitadas de poder. Nunca hará otra cosa por más que se camufle de democrática, cambie sus colores, sus candidatos, sus personeros, o lo que sea. Siempre será y hará lo mismo.
Los ciudadanos y ciudadanas que no sepan esto, volverán a cometer el error mil veces. Lo impresionante de esta situación es que tanto los titulares de la alianza de la oligarquía, como sus asesores de marketing y el falso periodismo de los medios concentrados que los apoya, lo declaran, y a confesión de partes relevo de pruebas. Los titulares de la alianza lo dicen, tenemos que cambiar la imagen, tenemos que cambiar el discurso, tenemos que renovarnos y alejarnos de Mauricio Macri. Y sus asesores de marketing les hacen recomendaciones de ese tipo, tienen que tratar de separarse de todas las formas posibles de la gestión anterior. Y ¿Qué es lo que subyace a estas declaraciones, qué queda tácito porque no se puede declarar? Que, si pretenden volver a engatusar a la ciudadanía tienen que presentarse de otra forma. Y las consultoras de marketing y el periodismo esbirro ayudan a dicho cometido, sin importarles un comino, porque ni siquiera lo piensan ni se lo cuestionan, el daño que le causarán a la nación y a su pueblo si vuelve a hacerse con el gobierno la alianza de la oligarquía. Es indignante su falta de conciencia patriótica, su falta de amor al país y su pueblo. Es imperdonable su actitud.
El problema es tan obvio que por eso no se ve. Tenemos que cambiar la imagen y el discurso, dicen, pero de la sustancia no hablan una palabra. Lo que tienen que cambiar es la conducta, pero para los que tenemos una visión crítica y un determinado nivel de conciencia política eso es totalmente impensable, porque su ADN no lo permite. Volverán a hacer lo mismo. Por ejemplo, María Eugenia Vidal no va a la provincia porque mide muy mal, porque fracasó rotundamente respecto de las necesidades y expectativas de su ciudadanía, porque la receta de la oligarquía era lógico que causara un desastre, el fracaso estaba anunciado. Ahora va a CABA a continuar la política de derecha de Horacio Rodríguez Larreta, donde la composición del electorado es diferente, aunque también engañado, porque la mayoría de ese electorado también se perjudicó y perjudica con las políticas neoliberales de Rodríguez Larreta.
Reflexionemos. Juntos por el cambio representa los intereses de la oligarquía, y tenemos pruebas de que es así, por lo que hicieron y hacen, siempre apoyando a los sectores dominantes, ya que todas sus políticas y acciones favorecieron y favorecen a dichos sectores. Basta con el ejemplo de cómo se opusieron a la contribución por única vez del gravamen a las grandes riquezas. Y no estamos lanzando unas hipótesis a confirmar, las hipótesis se confirmaron. Entonces, si representan los intereses de la oligarquía, es más, son parte de la oligarquía, ¿por qué razón podemos pensar que van a hacer otra cosa, que van a cambiar y comenzar a representar los intereses del pueblo? ¿por los slogan, por sus promesas que no van a cumplir, por los discurso llenos de palabras como esperanza y futuro, por las caras nuevas para los que no tienen memoria, por los enroques de jurisdicción de los candidatos, por los que ahora niegan a Macri? Hay que pecar de una enorme ingenuidad política para creerlo.
Ahora, alrededor de todos ellos hay un conjunto de consultores, de analistas políticos y falsos periodistas de los medios de comunicación concentrados, sin ética y la mayoría trabajando para los intereses de la oligarquía[6]. Porque todos los consultores, analistas y falsos periodistas tienen una posición, ya que es imposible no tenerla. Tenemos que saber que la independencia y objetividad de la que se jactan es una burda mentira. Un caso emblemático es Jaime Durán Barba, un experto en hacer ganar los gobiernos a los que después van a destruir a sus países y sus pueblos. Esa es la experticia de Durán Barba, ayudar a ganar elecciones a gobiernos que van a destruir al pueblo. Esa es la virtud del marketing de Jaime Durán Barba.
Cristina Fernández, que es un animal político con un olfato muy especial, en una de sus últimas comunicaciones públicas dio a entender que es hora de parar con los discursitos, los colores lindos, los globitos y los relatos de odio, es hora, dijo, de discutir ideas. Y creemos que se quedó corta para no encender más la impresionante parafernalia comunicacional opositora, porque lo que hay que discutir son los enormes problemas que tenemos y, sobre todo, plantear cómo van a ser abordados. El debate tiene que darse sobre los grandes problemas de la Argentina, que son estructurales, como la pobreza, el desempleo, el empleo informal, la inflación, la deuda externa, el estancamiento económico e industrial, la soberanía política, la soberanía alimentaria, la soberanía de la geopolítica regional, etc. Recordemos que todos estos problemas tienen su origen en los ciclos de alternancia perversa que nos agobian.
Fijémonos de paso de qué manera el marketing político impera en nuestra sociedad y marca la cancha. El ejemplo que vamos a mostrar es clarísimo. Como son las encuestas de imagen y de popularidad las que mandan, el gobierno se vio condicionado por ese imperativo, a subir a la campaña a figuras que estaban realizando un excelentísimo trabajo en cada uno de sus ministerios, es el caso de Daniel Gollán, con una entrega y resultados extraordinarios en el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires en la lucha contra la pandemia, Daniel Arroyo en el Ministerio de Desarrollo social de La Nación, también con una gran labor y el Ministro de Defensa, Agustín Rossi, con una tarea magnífica. Todos ellos tuvieron que dejar sus puestos y tareas para pasar a integrar listas de candidatos a diputados de la Nación. Ahora bien, no estamos diciendo que esto se podía evitar, ni tampoco criticando la decisión del gobierno, sólo estamos mostrando de qué manera el marketing político, bajo la dictadura del mercado, impera, condiciona y determina al gobierno de sesgo nacional y popular.
Particularmente nos hubiera gustado que los tres siguieran en sus lugares, porque estaban haciendo una gran gestión, pero el marketing, con sus encuestas de imagen y popularidad y sus focus groups, es tirano. Sin embargo, estamos de acuerdo con la decisión, que es correcta, porque no se puede poner en peligro a la nación y su pueblo, corriendo el riesgo de que la alianza de la oligarquía crezca aumentando su presencia en el Congreso.
Dos corolarios a modo de conclusión:
1) Estamos seguros que ante análisis como el que presentamos aquí siempre queda la sospecha de que puede haber una intención partidaria, por ejemplo, la de denostar a un partido para resaltar lo bueno de otro. Ante esta circunstancia, como nosotros no tenemos ninguna intención partidaria y pensamos desde un posicionamiento puramente político y ciudadano, les proponemos lo siguiente. Concedemos que en todos los partidos y alianzas pueden existir políticos sin vocación y oportunistas y que, por lo tanto, pueden traicionar el mandato popular. Y es muy probable que en el Frente de todos los haya. Además, también comprobamos errores y defecciones en dicho Frente que merecen ser criticados. Pero, con todo esto, reconociendo que la perfección no existe y desde nuestra perspectiva teórica, que parte de la evidencia de la contradicción principal oligarquía pueblo, no podemos dejar de ver que Juntos por el cambio representa los intereses de la oligarquía y el Frente de todos el del amplio campo popular. Entonces, suponiendo que usted es un elector disgustado o una electora disgustada con el comportamiento de los políticos y de los partidos, en esa posición de que “todos son lo mismo”, todos son corruptos”, etc., le planteamos para que la analice la siguiente reflexión:
En el campo de la confrontación partidaria no hay ofertas ideales y siempre tenemos que elegir de lo que hay. Entonces, la recomendación es elegir lo mejor de lo que hay, y si quieren verlo de otra forma, aunque no es la mejor, lo menos malo. El fundamento de la recomendación es claro, darle consenso y votar a partidos o alianzas que representan los intereses de la oligarquía, más allá de que otros partidos o alianzas no sean de nuestro agrado, tiene un costo demasiado alto, el de soportar y sufrir, como ya nos ha ocurrido, sus políticas nefastas. Y esto no es lo peor, lo más lamentable es habilitar un nuevo ciclo de alternancia perversa, como los tantos que ya hemos tenido en nuestro país y nos han conducido a la situación en la que nos encontramos.
2) Estamos seguros que con una población que tuviera un nivel más elevado de alfabetización política, el marketing no tendría la efectividad que posee, ni sería tan dominante. Es más, tendería a desaparecer. Con un mayor nivel de alfabetización política de la población el marketing perdería su eficacia y poder condicionante. Con un pueblo empoderado no hay marketing político que valga.
El ciudadano politizado
2/8/2021
- Por amplio campo popular entendemos el conjunto de personas, grupos, movimientos y organizaciones sociales, partidos políticos del espacio progresista, sindicatos y gremios, pequeñas y medianas empresas y comercios, así como trabajadores formales e informales, profesionales, docentes, artistas, intelectuales, esto es, toda una heterogénea gama de personas, movimientos e instituciones en diferentes situaciones socio-culturales, que por su extracción social comparten el destino de los sectores subalternos, justamente porque no están enroladas en los sectores dominantes, ni colaboran o se subordinan a ellos, esto es, no pertenecen ni son funcionales a la oligarquía. De una forma simplificada, aunque bastante certera, el campo popular se compone de todos aquellos que no vivimos de rentas, ni de la especulación financiera, ni somos dueños ni directivos de grandes empresas. En una palabra que vivimos exclusivamente de nuestro trabajo. Siguiendo la división que establece Paulo Freire, entre “Antagónicos” y “Diferentes”, el campo popular, para nosotros, son los “diferentes”, mientras que la oligarquía expresa a los antagónicos, los que “prohíben ser” a la mayoría. Los diferentes somos, entonces, todo ese conjunto heterogéneo de personas, movimientos sociales, organizaciones e instituciones que no pertenecemos ni somos funcionales a los sectores dominantes en las sociedades y, por lo tanto, no le prohibimos ser a nadie. A esto nos referimos con “amplio campo popular”. ↑
- La alternancia es, sin duda, un valor de la democracia. Pero lo es en tanto sea sana, esto es, una alternancia entre gobiernos que representen realmente los intereses de la nación y el pueblo. Ahora bien, si la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y los que representan intereses populares, entonces, la alternancia no es sana, sino perversa, Lamentablemente, esta es la realidad de la Argentina. El poder de la oligarquía fue, y lo sigue siendo, mayor que el del pueblo y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y cuando estos últimos alcanzaron la administración del Estado, nunca pudieron mantenerse, sino que siempre fueron destituidos y desplazados, ya sea mediante golpes de Estado cívico-militares, boicots económico-financieros o guerra judicial (lawfare). Esto generó una alternancia perversa entre gobiernos representantes de los valores e intereses de la oligarquía y representantes de los valores e intereses del pueblo. Fijémonos que no se trata de una alternancia sana y progresista entre gobiernos de sesgo nacional y popular, sino de una alternancia perversa entre gobiernos de la oligarquía y gobiernos populares. Al señalar que la oligarquía nunca tuvo, ni tiene, objetivos que tengan algo que ver con el desarrollo soberano del país, la superación de sus problemas estructurales y la mejora de la calidad de vida del pueblo, no decimos nada que no pueda fundamentarse en la historia y en las experiencias más recientes. Está claro que la causa de la postración de la Argentina, de la imposibilidad de lograr su soberanía política, industrial, alimentaria, educativa, comunicacional y de su pueblo, está en el accionar antipatriótico y entreguista de una oligarquía siempre dependiente de la geopolítica de Washington. En síntesis, la postración y deplorable situación en la que se encuentra nuestro país, que hoy tiene casi un cincuenta por ciento de la población bajo la línea de pobreza, no se debe, como los comunicadores de la oligarquía intentan inculcarle a la población, al accionar de los políticos y los gobiernos, aunque éstos no estén exentos de responsabilidad, sino al accionar de una oligarquía centrada en sus propios intereses egoístas y subordinada a los objetivos imperialistas de los Estados Unidos en la región. ↑
- Cuando decimos posición política, nos referimos a su opción ideológica en el marco de la contradicción principal oligarquía-pueblo. Es claro que su opción es por el pueblo y no lo oculta. De la misma forma, la opción de un consultor como Jaime Durán Barba, es por la oligarquía, aunque en este caso Durán Barba prefiera ocultarlo. De todas maneras, la neutralidad es imposible, aunque el marketing imponga un posicionamiento centrado en el negocio de la consultoría. ↑
- La militancia política se forja en el marco de la contradicción oligarquía-pueblo, que nos interpela con una opción ético-política, en la que optamos por el pueblo. La militancia política tiene el objetivo de transformar la realidad a partir de la opción por el pueblo. Por eso, la militancia política se fundamenta en el compromiso con nuestra sociedad y el mundo, que nos impulsa a buscar denodadamente la coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos. Esto implica asumir una posición ética de búsqueda, lucha y, muchas veces, renunciamientos. En algunos casos, quienes desarrollan esta militancia política no tienen una militancia partidaria, pero tienen claro cuáles son los partidos y alianzas que deben apoyar porque son los que mejor representan los intereses de la mayoría. ↑
- Durán Barba, Jaime y Nieto, Santiago (2010) El arte de ganar. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial Sudamericana. ↑
- Salvando las excepciones, que las hay, siendo la más destacada de ellas, la de Artemio López, un consultor comprometido con el país. ↑