Medios de comunicación

La lucha ciudadana contra el sicariato mediático de la oligarquía

La lucha ciudadana contra el sicariato mediático de la oligarquía[1]

Gimnasia le respondió con un comunicado a Baby Etchecopar - Pulso ...

En principio quiero dejar claro que aquí hablo desde mi posicionamiento como ciudadano polítizado, no partizado. Aunque ambos conceptos no tienen por qué ser contradictorios. La aclaración es pertinente porque estamos bajo el continuo ataque manipulador de un falso periodismo, que ha borrado de la escena a la contradicción fundamental: “oligarquía-pueblo” y viene generando, con el objetivo de impedir su unidad, falsas grietas en el amplio campo popular, la más notoria es la de kirchnerismo-macrismo, con la cual logró concretar uno de los más grandes absurdos y desastres de la historia argentina, que con la colaboración de una parte sustancial del pueblo llegara al gobierno uno de los más conspicuos representantes de la oligarquía, el mafioso y saqueador Mauricio Macri. Es fundamental que el lector sepa que no acepto la falsa grieta divisionista kirchnerismo-macrismo, sino que me paro en la única grieta existente, la de oligarquía-pueblo. Pienso, escribo y actúo, como un ciudadano común, en el marco de la contradicción fundamental: dominadores-dominados.

Practiquemos la memoria crítica y recordemos que la primera jugada del Mauricio Macri apenas se hizo con el poder político, cumpliendo el mandato de sus socios mayores, El Grupo Clarín y el diario La Nación, fue derogar de un plumazo, mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, una Ley que venía siendo frenada en forma canallesca por las cautelares de los jueces de la oligarquía. Por favor no olvidemos este hecho, porque tiene una importancia crucial para conseguir una verdadera democracia y la felicidad del pueblo!!

En un valioso informe de MOM-Argentina[2] queda clara la intención del contubernio Grupo Clarín-Cambiemos de lograr la máxima concentración mediática posible:

“La reciente fusión Cablevisión/Telecom consagra la orientación de la política de comunicaciones dispuesta por decretos y resoluciones desde la asunción del presidente Mauricio Macri en diciembre de 2015, que no por errática (creó y disolvió un Ministerio de comunicaciones, concedió y quitó beneficios a operadores de telecomunicaciones y cableoperadores, incumplió reiteradas promesas de redactar y proponer en el Congreso un proyecto de ley integral de comunicaciones convergentes) fue menos eficaz a la hora de adecuar las normas y políticas estatales a las necesidades de la creación y expansión del ahora mayor conglomerado infocomunicacional del país”.

No hace falta ser politólogo para darse cuenta de que la concentración mediática es la llave para crear opinión pública destituyente, sobre todo en grandes franjas del amplio campo popular con un bajo nivel de alfabetización política. Problema este último sobre el cual también es importante comenzar a tomar consciencia.

Mauricio Macri, y sobre todo sus mandantes, sabían muy bien la importancia crucial de la concentración de los medios en sus manos, a los efectos de ejercer su continua tarea de desgaste, erosión y promoción de consenso destituyente, con la que se consigue generar una opinión pública, que es clave, no sólo para volver a obtener el poder político, sino para impedir que los gobiernos de sesgo nacional y popular pueden avanzar con su tarea de solucionar las necesidades del pueblo y defender y promocionar sus derechos, poniendo en riesgo las grandes ganancias y beneficios de los negocios de la oligarquía.

Los que ingenuamente pensaban que con la llegado del gobierno de Alberto Fernández el accionar de los medios concentrados, que fue fundamental para que Cambiemos llegara al poder en 2015, iba a ser diferente, se llevaron una gran desilusión. Hoy están más agresivos que en ese momento. Están enfocados con toda la saña en atacar lo que tiene de nacional y popular el nuevo gobierno y con el objetivo de siempre: fabricar una opinión pública destituyente, llena de odio e ignorancia política para entender que el consenso que están dando a la oligarquía de siempre es totalmente contrario a sus intereses.

Es de lamentar que Alberto Fernández, ya en la campaña electoral haya renunciado a volver por una ley de medios, a mi entender un error de visión política frente a un enemigo que siempre va por todo. Si el enemigo va por todo, concederle espacio puede ser suicida. El tiempo juzgará esta última tesis. Pero lo que ya no se puede dilatar más es la reacción de la ciudadanía y del gobierno al atropello indecente de los medios concentrados.

Resulta difícil de procesar la falta de educación política de gran parte de la ciudadanía para entender que la concentración de los medios es uno de los peores atentados contra una verdadera democracia. Llenarse la boca hablando de democracia sin inmutarse frente al atropello mediático es una actitud irresponsable.

El accionar canallesco e indignante de la mayor parte de los medios de comunicación de nuestro país, con el Grupo Clarín a la cabeza y toda su caterva de sicarios, es intolerable y debe ser combatido con todas nuestras fuerzas. Me molesta mucho, pero por la intención de cómo lo piensan, escuchar decir a muchas personas pertenecientes al amplio campo popular, que lo que hay hacer es no ver televisión. Es cierto que la exposición a la televisión puede ser muy tóxica, pero hay que saber que aunque yo no vea televisión hay muchos que la ven y son envenenados por los sicarios mediáticos de los medios concentrados. Decir:: “no veas televisión” o “tu problema es que ves mucha televisión” y despreocuparse, es la actitud del avestruz. Yo no veo, vos no ves, pero los que la ven, que no son pocos, le dan consenso y votan a la oligarquía, y eso nos perjudica a todos. En todo caso el problema está en defender nuestro derecho a la información que la concentración de los medios nos prohíbe mediante la censura indirecta de la desinformación y la manipulación. La actitud de un ciudadano realmente comprometido políticamente es la de luchar contra quienes nos niegan el derecho a la información y no sacarse de encima el problema señalando tontamente: “yo no veo televisión”. No olvidemos que nuestra tarea como ciudadanos responsables es comprometernos políticamente y participar con nuestro consenso, presión e incidencia, de diferentes formas, sobre los gobiernos para obligarlos a asumir su tarea de defensa y promoción de los derechos del pueblo. Y uno de ellos, es, sin ninguna duda, su derecho a la información, que hoy está siendo pisoteada por un conjunto de comunicadores, que no son periodistas ni intelectuales, sino operadores de la oligarquía, que deben conocer para evitar ser víctimas de su detestable labor antipatriótica y manipuladora. Aquí les presento a los principales:

Jorge Lanata, Mirta Legrand, Susana Giménez, Joaquín Morales Solá, Luis Majul, Luis Novaresio, Alejandro Fantino, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Marcelo Longobardi, Jorge Fernández Diaz, Eduardo Van Der Koy, Nelson Castro, Román Lejtman, Gabriel Levinas, Fany Mandelbaum, Oscar González Oro, Juana Viale, Pablo Sirvén, Javier Navia, Carlo Ares, Javier Porta Fouz, Mario Pereyra, Rebeca Bortoletto, Marcelo Bonelli, Adrian Ventura, Dominique Metzger, Edgardo Antoñana, Sandra Borghi, Sergio Lapegüe, Roxy Vázquez, Eddie Fitte, Julio Bazán, Eduardo Feinmann, Fernando Carnota, Daniel Santoro, Sergio Berensztein, Mario Markic, Dolores Cahen D¨Anvers, Juan Micelli, Romina Manguel, Mercedes Ninci, Baby Etchecopar, Luciana Geuna, Nicolás Wiñaski, Antonio Laje. Luis Rosales, Maxi Montenegro, Fernando Iglesias, Guillermo Lobo, Santo Biasatti, María Laura Santillán, Ricardo Kirschbaum, Magdalena Ruíz Guiñazú, Fernando Bravo, Daniel Malnatti, Ceferino Reato, Juan Carlos de Pablo, Hugo Alconada Mon, Orlando J. Ferreres, Ezequiel Fernández Moores, Eduardo Fidanza, Carlos Pagni, Alejandro Borensztein, Ricardo Roa, Fernando González, Sergio Rubin; Pamela David, Facundo Pastor, Mónica Gutierrez, Santiago del Moro, Ari Puluch, Paulo Vilouta, Tato Young, Liliana Franco, Mariana Fabiani, Lucas Bertero, Natalia Moncalvi, Silvia Fernández Barrio, Ángel de Brito,  Martín Ciccioli, Fernando Cerolini, Jonatan Viale, Debora Plager, Natasha Niebieskikwiat, María Julia Oliván, Marcos Aguinis, Federico Andahazi, Santiago Kovladoff, Daniel Sabsay, Juan José Sebrelli, Julio Bárbaro y siguen las firmas…

Se dicen periodistas, pero no lo son, son sicarios mediáticos de la oligarquía que trabajan todo el día fabricando odio y “consenso destituyente” en la población. Su objetivo, que es el de sus amos, es trabajar todo el tiempo para que no pueda prosperar ningún gobierno que empatice con los sectores populares. En este derrotero, disfrazados de periodistas independientes y objetivos, defienden a rajatabla los intereses de los poderes fácticos, los agroexpertadores, las corporaciones y los especuladores económico-financieros, además de blindar a uno de los mayores enemigos de la patria y el pueblo que alguna vez hayamos tenido; el mafioso, que ya debería estar entre rejas, Mauricio Macri.

Son figuras despreciables que me provocan, y lo enuncio enfáticamente, la más intensa indignación y repudio como ciudadano sensible respecto del bienestar del pueblo y el futuro de la patria. Tengo los años suficientes para recordar como testigo histórico el “viva el cáncer”, fruto del odio que despertaba Evita en la oligarquía, por lo que considero intolerable que un sicario mediático como Baby Etchecopar pueda basurear impunemente, y a su gusto, en un programa masivo de la televisión, la investidura de la vicepresidenta de la Nación, invocando otra vez el mismo término, diciendo ahora: “Cristina es el cáncer de este país”. Creo que se están traspasando los límites de la libertad de expresión que estos cipayos usan como coartada. Es hora de decir basta ya!!

En un anterior artículo de mi blog: “Es imprescindible una ley de medios”[3], hice alusión a la importancia política de la “opinión pública”, lo que explica la extraordinaria asignación de recursos que le brinda la oligarquía, que se ve plasmada en la concentración mediática y el numeroso conjunto de sicarios miserables que pone a trabajar contra la patria y el pueblo. Es indudable que el consenso de la opinión pública fabricada por los medios concentrados, infunde temor a los gobiernos de sesgo nacional y popular que fueron destituidos por su accionar y que hoy siguen siendo atacados con la misma, o todavía, una mayor enjundia y virulencia que en ese entonces:

“Los gobiernos, en este caso los de sesgo nacional y popular, están condicionados por una “espiral de temor”. Por un lado, es evidente que la opinión pública dominante es creada por la oligarquía, porque tiene el control monopólico de los medios de comunicación masivos. Por el otro, en la democracia liberal los gobiernos dependen del consenso y aceptación de la opinión pública para llegar y mantenerse en el poder. Ahora bien, si esa opinión pública es hostil al gobierno, éste se cuidará mucho de tomar decisiones que vayan en contra de esa opinión, que está siendo en todo momento manipulada por la oligarquía en su contra. En este juego de poder, el gobierno entra en una espiral de temor que le hace, muchas veces, renunciar a tomar decisiones que son imprescindibles para luchar con éxito contra una oligarquía en permanente acción destituyente. Tomemos consciencia aquí de la enorme importancia que tiene disputarle a la oligarquía su monopolio mediático. Y una forma inevitable de comenzar esa lucha es con una ley de medios”.

Tengamos claro que si no enfrentamos la concentración de los medios y a sus profetas del odio, como los calificaba el inolvidable Arturo Jauretche, nuestra patria y nuestro pueblo no tienen futuro.

Como mensaje de cierre, invito a los ciudadanos comunes como yo a tomar consciencia de la importancia que tiene su compromiso y participación política en la lucha contra una oligarquía que no cesa de imponer sus valores e intereses particulares y mezquinos, bajo el disfraz de un partido político que intentó formatear la democracia a su gusto y un periodismo que se oculta en su autodefinición de objetivo e independiente, así como de una malversada libertad de expresión.

20/6/2020

El ciudadano politizado

  1. Como el concepto de “oligarquía” ha adquirido distintos significados, lo utilizo aquí en su más pleno sentido etimológico. Se trata de un término de origen griego que está formado por “oli”= escaso o poco y “arjé”= poder, por lo tanto “oligarquía” es el “poder de unos pocos”.
  2. Recomendamos su lectura completa, porque allí se brindan los resultados de una investigación que pone al descubierto la dimensión de la concentración mediática de la Argentina (2019): http://argentina.mom-rsf.org/es/hallazgos/concentracion-de-audiencias/
  3. https://www.autoformacionyempoderamiento.com/es-imprescindible-una-ley-de-medios/, 8/6/2020

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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