Política

La catástrofe de la ignorancia política: un debate ausente

La catástrofe de la ignorancia política: un debate ausente

Es hora de iniciar un debate que es imprescindible, pero que nunca nació porque fue abortado por la cultura dominante: la “catástrofe de la ignorancia política”. Esta ignorancia es el resultado del bloqueo del pensamiento crítico y la conciencia política de la ciudadanía. Es hora de promover este debate. La ignorancia política es la madre de todas las ignorancias, es el caldo de cultivo de la manipulación de los medios de comunicación concentrados y las redes sociales, el combustible de la dominación de las oligarquías y de sus éxitos hasta el día de hoy.

Esperamos que este debate que proponemos sea un primer paso para tomar conciencia de tan dañina ignorancia.

¿Por qué la ignorancia política es una catástrofe?

En sociedades donde la oligarquía concentra en sus manos los medios de comunicación, y esto ocurre hoy en la mayoría de las sociedades del mundo, la ignorancia política es una catástrofe. El cóctel de sociedades con un bajo nivel, en general, de alfabetización política de su población, y la existencia de medios de comunicación concentrados por un bloque de poder oligárquico que produce desinformación, manipula a la ciudadanía y construye una opinión pública favorable a sus valores e intereses, es letal para la democracia y, lo que es peor aún, para el desarrollo de la nación y el bienestar general del pueblo. Aquí está la razón de ser de esta propuesta que presentamos: “promover la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular[1]”.

Es triste reconocerlo, pero la ignorancia política no preocupa a la ciudadanía, porque la ha naturalizado. Sin embargo, la conciencia política de la ciudadanía sí preocupa a la oligarquía.

Hablar de catástrofe suena tremendista, sin embargo no lo es, por el contrario, refleja, como les vamos a mostrar, una realidad que no está presente en el imaginario ciudadano. En verdad, la cuestión, que es grave, no es un problema en nuestra sociedad, y no exageramos si decimos que tampoco lo es en el mundo. Son claras las razones por las que este tema no está en el tapete: las oligarquías no se suicidan. Sería ingenuo pensar que es algo que les puede interesar. Y más ingenuo aun que permitieran que le interesara a la población.

Está a la vista, aunque lo obvio es lo que más se tarda en percibir, que este tema no se encuentra en ninguna agenda, y ya sabemos que quien pone la agenda es la oligarquía a través de los medios de comunicación que hegemoniza.

Cuando hablamos de este tema entre colegas docentes, amigos o personas con las que circunstancialmente nos encontramos, nos damos cuenta de que no lo ven como un problema porque, atrapados por el fatalismo, consideran que la alfabetización política de la ciudadanía es poco menos que una misión imposible. La gente no tiene, dicen, tiempo ni interés en politizarse, es pasiva y receptiva y los sectores dominantes tienen un poder impresionante. La utopía, en el sentido rico del concepto, de pueblos empoderados, no los seduce en absoluto. No obstante, si tomaran conciencia de la cuestión, se darían cuenta de que no hay opción, de que sin pueblos empoderados no tenemos futuro. Pero lo más preocupante no es la ignorancia política, sino la falta de conciencia de la ignorancia. Como dice Noam Chomsky:

“La población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe”.

Si no tenemos conciencia de que carecemos de formación política, con más razón ignoraremos su importancia y, por lo tanto, estaremos lejos de considerarlo un problema.

Son varias las razones para considerar a la ignorancia política como una catástrofe, pero hay una muy poderosa. En un tiempo de manipulaciones, falsas noticias (fake news), guerra judicial (lawfare)[2], periodismo de guerra y operaciones mediático-judiciales promovidas por la oligarquía para perseguir y eliminar a los adversarios del campo nacional y popular, el bajo nivel de alfabetización política de una parte importante de la ciudadanía es un dato que debería preocuparnos mucho, porque esa condición es indispensable para manipularla. Por eso, el bloque de poder oligárquico[3] la fomenta y está muy atento a que la ciudadanía no adquiera un pensamiento crítico y una formación política. Pero, ¿tenemos idea del daño que causa la manipulación de los medios hegemónicos y las redes sociales en el tejido social y en la calidad de vida de las mayorías?

Tomemos conciencia, la manipulación tiene por finalidad “legitimar los intereses y valores de la oligarquía”. Y lo logra mediante el consenso, apoyo y voto de una opinión pública que construye para tal fin. Una opinión pública dominante con poder para condicionar a la ciudadanía y los gobiernos de diversas formas, por supuesto a favor de intereses inconfesables. Es así como la opinión pública dominante construida les permite concretar esos dos objetivos. El primero creando una espiral del silencio[4] que acalla a la ciudadanía. El segundo, estableciendo una espiral del temor[5] que les impide a los gobiernos de sesgo nacional y popular tomar decisiones políticas a favor de los intereses del pueblo.

Miremos a nuestro alrededor, enfoquémonos en la región. Si bien no es la única causa, es imposible negar que el bajo nivel de alfabetización política de una parte importante de la ciudadanía haya influido en los consensos y voto dados a los gobiernos neoliberales y subordinados a la geopolítica de Washington, que tanto daño le causaron y le siguen causando a nuestras naciones y pueblos. Ahí lo tenemos a Mauricio Macri[6] en nuestro país, Jair Bolsonaro en Brasil, Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia, Mario Abdo Benítez en Paraguay y Luis Lacalle Pou en Uruguay. Todos gobiernos subordinados a dicha geopolítica y que, por lo tanto, conforman un contexto muy complejo para los gobiernos de sesgo nacional y popular como el del Frente de Todos. Todos esos gobiernos llegaron al poder mediante el voto popular, lo cual es una verdadera catástrofe, la de pueblos que votan en contra de sus intereses, que les dan consenso y ponen en el gobierno a sus verdugos.

¿Cuáles son las causas de la ignorancia política?

En todas las épocas y lugares las oligarquías fueron y son las principales promotoras de la ignorancia política de la ciudadanía. La razón es bastante obvia, de no hacerlo se suicidarían. No pueden permitir que la ciudadanía, en general, adquiera un pensamiento crítico y, menos aún, logre un buen nivel de educación política. De permitirlo se caería toda su estrategia de manipulación, que le es esencial para sostener y proyectar su dominación. Es sabia la reflexión de Paulo Freire:

“Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”[7].

El sistema educativo escolar formal es la expresión educativa de la democracia liberal. Como tal debe ser funcional a la premisa central del contrato político de esta democracia: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”. Sería contradictorio con el mandato dominante que la escuela formara ciudadanía crítica y politizada. Y así es, la escuela no educa políticamente a la ciudadanía. Otra de las causas de la ignorancia política, subordinada a la primera, está en que no se promovió ni se promueve verdadera educación política para la ciudadanía. Es el establishment quien le dio y le da su forma y carácter a la escuela, por eso, no esperemos de ella lo que no nos puede dar mientras la democracia esté bajo el mandato de la oligarquía.

En su libro El futuro de la democracia, el politólogo italiano Norberto Bobbio señala seis falsas promesas de la democracia. La sexta es la que en ninguna democracia liberal se lleva a cabo; la educación política del ciudadano. Bobbio la denomina: “El ciudadano no educado”[8]. Y este es uno de los principales problemas de la democracia liberal, porque con una ciudadanía sin formación política se hace difícil hablar de democracia en tanto el poder del pueblo, que es el sentido etimológico de este concepto.

Es valioso el aporte de Bobbio porque señala uno de los vacíos preocupantes de la democracia liberal. No obstante, merece una crítica. No creemos que la democracia liberal pueda prometer la educación política de la ciudadanía. ¿Por qué? Sencillamente, porque la condición de existencia de la democracia liberal es la despolitización de la ciudadanía. El vínculo de “representatividad”, elemento clave del contrato entre gobernantes y gobernados en la democracia liberal, lo deja bien claro, como se señala en todas las constituciones liberales. Si esta es la realidad de las democracias liberales, es difícil compatibilizarla con la promesa de una educación política de la ciudadanía. Sería contradictorio. Si para existir, la democracia liberal requiere la despolitización de la ciudadanía, después no resulta creíble ni coherente que prometa la educación política de la ciudadanía, esto es, su politización.

Pero, lamentablemente, en el imaginario de la ciudadanía está “naturalizado” el hecho de una escuela que no forma ciudadanía crítica y politizada. Resulta normal que no lo haga. No hay demandas sociales respecto de una escuela que debería hacerse cargo de formar ciudadanos y ciudadanas con conciencia crítica y política.

Creemos valioso proporcionar algún ejemplo de la ignorancia política de la ciudadanía, respecto de la cual el sistema educativo y, menos aún los medios de comunicación concentrados, manifiestan alguna preocupación por combatir. Y fijémonos que esta ignorancia no es moco de pavo, porque tiene enormes costos para el pueblo, como nos lo da a conocer el economista Roberto Briscioli:

“La diferencia entre salario nominal y salario real es el monto exacto del saqueo que sufren millones de trabajadores. Esa exacción está provocada por formadores de precios, poder económico concentrado cuando en forma oligopólica y en función del dólar fijan precios con impunidad. Sectores de clase media consideran natural que el salario se degrade. La ignorancia no permite entender que, cuando salarios y jubilaciones crecen por debajo de la inflación, caen también ingresos como beneficios de empresarios pymes, comerciantes y de profesionales porque implica la caída de la potencialidad del mercado interno”[9].

Este razonamiento es impecable y no es una abstracción, sino la explicación perfecta de lo que viven concretamente los sectores medios en la Argentina, aunque, debido a su ignorancia política, lo perciban como algo natural. La degradación del salario es la expresión más clara de cómo nos domina la oligarquía, de cómo con la inflación su pedazo de la torta distributiva es cada vez más grande. Y cuidado!!, que la inflación no es sólo una herramienta del bloque de poder de la oligarquía para apropiarse del pedazo más grande de la torta distributiva, sino un poderoso instrumento para desestabilizar a los gobiernos de sesgo nacional y popular.

Si la democracia liberal requiere como condición de existencia la despolitización de la ciudadanía[10], y si la institución escolar es su producto, es posible afirmar una relación de funcionalidad entre la democracia liberal y el sistema educativo formal. Por lo tanto, jamás, mientras las democracias sean dominadas por las oligarquías, el sistema educativo desarrollará una educación cuyo objetivo sea la politización de la ciudadanía, sino, por el contrario, su sesgo será siempre despolitizador[11].

No obstante, ante este estado de situación la idea no es promover el escepticismo frente a las posibilidades de transformación de la realidad, menos aún el fatalismo y la resignación. Todo lo contrario. Este es un diagnóstico y, como tal, debe ser lo más realista y objetivo posible.

Si bien la prensa nace históricamente con el mandato de ser un “cuarto poder”, crítico de los tres poderes de gobierno, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, este medio no tardó mucho tiempo en convertirse en un poder más de la oligarquía. Hoy el aparato informativo está compuesto por una prensa, que fija la agenda de los demás medios de comunicación masivos y las redes sociales. El nuestro país la agenda informativa la crean los diarios Clarín y La Nación, que establecen lo que luego desarrollarán todos los demás medios de comunicación hegemónicos y las redes sociales.

Dado su poder, la oligarquía logró adueñarse del aparato informativo, con lo cual desapareció de un plumazo el derecho a una información veraz, sin la cual se degrada en forma notable la democracia. Es lo que está ocurriendo en el mundo y, especialmente en nuestro país con el Grupo Clarín y sus socios.

La información manipulada fomenta notablemente la ignorancia política y, a su vez, ésta es una condición indispensable para la efectividad de la manipulación de la información. Como vemos, ambas, manipulación informativa e ignorancia política se potencian dialécticamente.

Ante esta situación es imprescindible tomar conciencia de que no existe la posibilidad de ser apolíticos. Frente al poder avasallante del bloque de poder oligárquico, no comprometerse es favorecer sus intereses. ¡Recuérdenlo siempre! declararse apolítico es ya tomar una posición política, porque no hay ninguna posibilidad de posicionarnos en la neutralidad. En todo caso sería, como recientemente anunció el papa Francisco, una “falsa neutralidad”.

¿Cuáles son los costos de la ignorancia política?

Una ciudadanía con un bajo nivel de alfabetización política es una ciudadanía desempoderada. Una ciudadanía sin formación política y desinformada es un blanco perfecto para la manipulación de la oligarquía. A una ciudadanía en estas condiciones se le puede mentir, engañar, faltarle el respeto e insultar su inteligencia, sin que ella se dé cuenta, lo que es penoso y degradante. Yo no sé cómo lo viven y sienten ustedes, pero cuando compruebo cómo manipulan a la población con los estudios de los grupos motivacionales (focus groups) para después engañarla mejor, siento una enorme e irresistible rabia.

Lo que buscan los manipuladores que dicen hacer ciencia es, por ejemplo, descubrir qué es lo que le gusta a la población, averiguar cuáles son sus temores y sus miedos, enterarse de cómo conviene hablarles, qué cosas contarles, qué no contarles y qué cosas prometerles. Esta es la agenda de cuestiones para “usarlos”, que es lo único que a los partidos y alianzas de la oligarquía les intereses de la ciudadanía[12].

Una vez que descubren los temores del sector blando[13] de la ciudadanía que compone el amplio campo popular, ya tienen la llave para su marketing de la mentira, la letra para los comunicadores de los medios concentrados de la oligarquía y los insumos para las falsas noticias (fake news) en la redes. A manipular se ha dicho, que eso da mucho rédito, por supuesto para la oligarquía, pero es un desastre para la nación y el pueblo.

Los partidos y las alianzas de la oligarquía juegan por el poder de dominar, nada es más importante que eso para ellos, el país no importa, el bienestar de las mayorías no interesa, si hay que aplastar la esperanza del pueblo en la vacuna salvadora, vamos para adelante que hay que desgastar al gobierno frente a las elecciones que se vienen. Y todos los medios y sus mercenarios sincronizados para boicotear y desgastar al gobierno.

Tengan en cuenta, y esto lo decimos con todo respeto, que si la oligarquía los manipula, les insulta la inteligencia con sus mentiras burdas y absurdas y logra que accionen en contra de sus propios intereses, ustedes tienen una parte de responsabilidad. Cuanto menos nivel de alfabetización posean, más vulnerables serán frente al poder de los sectores dominantes. Si la oligarquía, y esto es de sentido común, logra manipular a una parte importante de la ciudadanía, es porque ésta es manipulable.

El costo de esta manipulación es enorme. Les pedimos que comiencen a tomar conciencia del peso de la opinión pública en nuestras sociedades. Los medios de comunicación masivos no son un instrumento de la oligarquía, son parte constitutiva de ella. Es importantísimo tomar conciencia de esta realidad. Salvo un pequeño grupo de medios aislados, como los diarios Página/12 y Tiempo Argentino, que no crean agenda, el canal de cable C5N, el portal El Destape web y un conjunto de periodistas críticos de los abusos del poder real, todo lo demás está en manos de la oligarquía, que domina más del noventa por ciento del espacio mediático. La troika Clarín, La Nación e Infobae conforma el eje de una gran concentración de diarios, canales de TV y portales. ¿Qué se puede lograr con este monopolio de la información? En principio, “crear opinión pública”. Y esta es un arma formidable que posee la oligarquía, porque la opinión pública creada:

• Les presta consenso a los valores e intereses del bloque de poder de la oligarquía. Sobre esta base promocionan movilizaciones populares indignantes y ridículas, pero efectivas, para defender a empresas como Vicentín, que estafó al Estado. Imaginen el despropósito de sectores del amplio campo popular defendiendo los intereses de corporaciones como Vicentín. Por favor, investiguen quién es Vicentín[14].

• Les da su consenso y voto a los candidatos de la oligarquía en la disputa partidaria por el poder de gobierno.

• Promueve que una parte de la población entre en una espiral del silencio.

• Obstaculiza a los gobiernos de sesgo nacional y popular en la toma de decisiones a favor de los intereses populares y en contra de los de la oligarquía.

• Ignora la contradicción principal y queda prisionera de los partidos y alianzas que se convierten en falsas opciones que la confunden y dividen quebrando, así, la posibilidad de la unidad del pueblo.

• Es un instrumento valioso para el bloque de poder de la oligarquía en su tarea desestabilizadora del gobierno nacional y popular.

Estos son algunos de los costos de la ignorancia política.

¿Cuáles son los obstáculos para superar la ignorancia política?

El principal obstáculo es la “naturalización” en el imaginario de la población del desprestigio de la política y los políticos, lo que fomenta no sólo la apatía y el descompromiso de una parte considerable de la ciudadanía, sino un odio irracional hacia los gobiernos que despectivamente la oligarquía de nuestra región bautizó de “populistas”[15]. Por supuesto que esta conducta de la población está promovida, de distintas formas, por los sectores dominantes. Es una conducta suicida del pueblo, porque fomenta el desinterés por la política, lo que incrementa y profundiza la ignorancia de la población. Y si no nos hacemos cargo de la política deberemos pagar el enorme costo de ser gobernados por la oligarquía, que lo hará, como ya lo hemos sufrido tantas veces en nuestra historia, a favor exclusivamente de sus valores e intereses. Y esta no es una interpretación de la realidad, entre otras posibles, sino el resultado de la constatación objetiva de las evidencias históricas y presentes. Sólo hay que ir a la historia para comprobarlo y observar en forma crítica lo que está ocurriendo en este mismo momento en nuestro país y la región[16].

En el imaginario de la ciudadanía, en general, sólo existe el significado partidario del concepto de política. ¿Por qué? Porque sólo concibe como política la disputa partidaria por el poder de gobierno. Esto equivale a un fuerte recorte de su conciencia política, que estrecha y reduce su campo de acción, cuyas condiciones de posibilidad fueron y son en todo momento creadas por la oligarquía. Pero la política va mucho más allá de la disputa partidaria por el poder de gobierno. Su esencia se realiza en la lucha por el poder real, de ahí que su contexto de significación sea la contradicción oligarquía-pueblo[17]. Precisamente, la politización de la ciudadanía recién comienza a ser posible en la toma de conciencia de la importancia de esta contradicción principal. Entonces podemos decir que hemos incorporado el significado social del concepto de política, que nos posibilita una notable ampliación de nuestra comprensión crítica del fenómeno político.

Hablar de política en las reuniones familiares, de amigos y de trabajo está prohibido. ¿Quién lo ha decretado? Nadie. Fue un logro de la oligarquía conseguir que la propia ciudadanía se autocensure y se prohíba a sí misma hablar de política. Todos lo sabemos, si te invitan a un cumpleaños, a un asado, o a participar en un grupo de WhatsApp, es seguro que te van a decir, “pero no hablemos de política porque se arruina todo”. Está claro, de política no se habla, porque sólo genera discusiones y peleas irreconciliables. En el imaginario de la ciudadanía se ha “naturalizado” la idea de que la política divide y enemista a las personas, de que hablar de política arruina todo. El bloque de poder de la oligarquía ha logrado que la ciudadanía sólo ponga en juego el significado partidario del concepto de política y, por lo tanto, que ignore completamente su significado social[18]. Esto hace que en una parte importante de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular se instale una severa confusión que la induce al descrédito de la política. Debemos tomar conciencia de que “silenciar” los intercambios, discusiones y debates sobre la política en su significado social, es un suicidio para los pueblos.

Los comunicadores de la oligarquía[19], en sus editoriales y con el objetivo de instalarlo en el imaginario de la población, lo que han logrado en su tercio blando, repiten como una letanía que la clase política es la culpable del fracaso de la Argentina[20], lo que es completamente falso, como vamos a mostrar aquí.

El ciudadano con bajo nivel de formación política, porque no entiende que el fenómeno político se rige por una lógica de poder, cree que el problema de la Argentina, principalmente sus dificultades para despegar, crecer y distribuir equitativamente la riqueza, se debe a los malos desempeños de los políticos, la política y los gobiernos. Influenciado por la prédica de los comunicadores de la oligarquía, su atención está puesta en los gobiernos y los políticos, lo que incrementa su rechazo y desprecio por la política. Pero está equivocado, porque el retroceso, el estancamiento, la falta de soberanía política, el empobrecimiento de la población y el endeudamiento externo y demás males, se deben, sin duda, a la acción de la oligarquía[21].

Es la oligarquía, conformada por los poderes fácticos, quien condiciona a los gobiernos a partir de sus valores e intereses egoístas. Promueve los gobiernos que le convienen, infiltra a los partidos y alianzas de sesgo nacional y popular[22], compra fiscales y jueces, crea candidatos propios que la representan, financia sus campañas electorales, los blinda mediáticamente y ataca y persigue con operaciones mediático-judiciales a los opositores.

Y cuando estas acciones fracasan y consigue llegar al gobierno una alianza nacional y popular, comienza ipso facto el proceso desestabilizador y destituyente. Este es el accionar de la oligarquía. Por eso nuestro país no puede despegar. Esta es la razón de ser de los ciclos de decadencia y recuperación[23], de los avances y retrocesos de la Argentina. Y esta no es una mera elaboración teórica, sino el resultado de una observación analítica de hechos evidentes que ocurrieron en la historia y hoy se nos muestran con más claridad que nunca en la brutal avanzada desestabilizadora y destituyente desatada contra el gobierno de Alberto Fernández, que tuvo que hacerse cargo de la tierra arrasada que dejó el gobierno mafioso de Cambiemos y capear una terrible pandemia de alcance mundial. Pero lo importante no es que nos crean a nosotros, sino que lleguen a las conclusiones por ustedes mismos. Lo nuestro es sólo una ayuda a la reflexión que deben hacer ustedes.

Si no se comprende que quienes gobiernan tienen sólo un porcentaje del poder, y no el mayor, si no se entiende que la oligarquía tiene un gran poder para condicionar severamente las decisiones de todos los gobiernos, podemos caer, y de hecho no son pocas las personas que caen en ese error de fondo, de culpar por la decadencia y los fracasos de la Argentina, en forma exclusiva, a los partidos gobernantes. Y, en este caso, el partido que más tiempo gobernó, sin contar las dictaduras y los partidos de la derecha oligárquica, fue el peronismo. Por lo tanto, el culpable del fracaso es el peronismo. Conclusión errónea, que es consecuencia del supuesto equivocado que pretende instalar en el imaginario colectivo la oligarquía, y en buena medida lo logró, a través de sus medios de comunicación concentrados y las redes sociales que controla. No olvidemos que su objetivo es envenenar a la población contra el peronismo y el kirchnerismo[24], lo que las redes sociales corporativizadas le están facilitando. Y que quede claro que la alergia y el desprecio que la oligarquía les tiene al peronismo y al kirchnerismo es por su vinculación con los intereses del pueblo, no por otra cosa.

Analicemos el razonamiento incorrecto, porque parte de un falso supuesto. ¿Cuál ese supuesto? Partir de la idea de que quienes gobiernan son los gobiernos. Es cierto, quienes administran el Estado tienen un poder, pero es un poder menor del que tiene la oligarquía. Recordemos lo que dijo en una oportunidad el CEO del Grupo Clarín Héctor Magnetto: “Presidente, puesto menor”.

Es un error creer que los gobiernos tienen “todo” el poder, porque no lo tienen, ya que no están en condiciones de tomar todas las decisiones que deberían tomar, más allá de que su sesgo sea nacional y popular. Su poder está siempre recortado, en distintos grados, por la oligarquía. Por eso, es una ingenuidad política aceptar el razonamiento-trampa que proponen los comunicadores de la oligarquía, por ejemplo, Antonio Laje, un continuo predicador de la idea de que el fracaso de la Argentina es el de su clase política, argumentación sofística porque se basa en el ocultamiento de la realidad, una de las principales técnicas de manipulación de los medios hegemónicos. Si los políticos se corrompen, se impone una pregunta: ¿quiénes corrompen a los políticos? No es difícil la respuesta, los poderes fácticos son quienes corrompen a los políticos, pero en lo relatos manipuladores de los medios de comunicación concentrados, nunca aparecen como responsables de nada, sino que siempre están ocultos para la ciudadanía. Mediten sobre este punto, es importante que lo hagan.

Ahora bien, si los culpables de la decadencia argentina son los gobiernos políticos, está claro que el partido que más tiempo gobernó es el peronismo, ergo, él es el culpable de la decadencia y el estancamiento de la Argentina. Razonamiento completamente falso, porque, como vimos, parte de supuestos también falsos. Está claro que esta es una estrategia manipulativa de la derecha oligárquica para inocular en la población el veneno antiperonista, hecho que no es nuevo porque la oligarquía lo ha practicado desde el advenimiento del peronismo en la historia, allá por 1945. No es casual que Antonio Laje, Jorge Lanata, Luis Majul, Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann, Jonatan Viale, Luis Novaresio, Joaquín Morales Solá, Marcelo Bonelli, Nelson Castro y otros, repitan todo el tiempo que la decadencia argentina viene desde hace 75 años. Pero la verdad es otra, como sostiene Alan Beattie, ex economista del Bank of England y hoy editorialista del Financial Times, quien sostiene, con sólidos argumentos, que el problema de la Argentina no fueron los “75 años de peronismo”, sino los “120 años de oligarquía”. Y es lógico que la oligarquía repudie al peronismo, porque, como decía John William Cooke, “el peronismo es el hecho maldito del país burgués”.

Fijémonos de paso, que el desastre del macrismo es colocado en la larga lista de fracasos de los políticos y la política, cuando está claro que Cambiemos, ahora JxC, no es una alianza política, sino la oligarquía camuflada como tal en el marco de la democracia liberal que lo permite, porque, no lo olviden nunca, la oligarquía es antidemocrática por naturaleza[25]. En realidad, el gobierno de Cambiemos no fracasó para la oligarquía, fracasó para la nación y el pueblo, a los que traicionó. Mauricio Macri vino a hacer lo que hizo, porque ese era su principal objetivo: satisfacer los valores e intereses del bloque de poder de las oligarquías y, de paso, hacer sus propios negocios de los dos lados del mostrador. Está más que claro, todas sus promesas fueron para engañar vilmente a la ciudadanía.

Cuando nos referimos a la oligarquía no podemos ignorar que se trata de un poder local subordinado a la geopolítica de Washington en la región, una oligarquía global. Es totalmente comprobable el injerencismo e intervencionismo de Washington en los asuntos internos de los países de nuestra región y, por ende, en la Argentina. Ahí están los aniversarios del cuatro de julio en la embajada de los EE. UU. en los que podemos encontrar a todos los cipayos políticos que reciben sus directivas[26]. Este año por la pandemia no hubo festejos, pero miren quienes concurrieron en 2019 y años anteriores, y van a comprobar, primero, a partir de los que están ahí, quiénes son los vende patria y, segundo, por los que no están, que no todos son iguales.

Y para fundamentar aún más y mejor la tesis de que los poderes fácticos son los responsables del fracaso argentino, basta recabar algunos datos de la influencia del imperialismo anglosajón en nuestras decisiones políticas y, por ende, en nuestra oligarquía:

  1. En primer término es revelador, porque de tan obvio no lo percibimos, ir a Google y colocar esta frase en el buscador: “Intervencionismo de los Estados Unidos en la región de América Latina y el Caribe”. Allí van a encontrar una gran cantidad de datos, desde la declaración de la Doctrina Monroe (1823) y sus múltiples y criminales intervenciones en la región de América Latina y el Caribe, hasta su continua injerencia en los asuntos internos de nuestros países.
  2. También es muy recomendable leer el libro de Santiago O’Donnell, ArgenLeaks, con los 2500 Wikileaks que le proporcionó Julian Assange, donde aparecen los documentos sobre las relaciones de nuestros políticos con la embajada de los Estados Unidos. Allí es interesante leer un cable en el que aparece Mauricio Macri, quien buscando la bendición de la embajada para candidatearse en las elecciones de 2007, dice: “Somos el primer partido promercado y pronegocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para asumir el poder”[27].

3) Es históricamente inocultable la injerencia y el intervencionismo de Gran Bretaña y los Estados Unidos en nuestro país, cuya intención queda claramente expresada por Sir Winston Churchill. En la reunión de Yalta en 1945, dijo:

“No dejemos que Argentina sea potencia, arrastrará tras de sí a toda América Latina. La estrategia es debilitar y corromper por dentro a Argentina, destruir sus industrias, sus fuerzas armadas, fomentar las divisiones internas apoyando bandos de derecha e izquierda. Atacar su cultura en todos los medios. Imponer dirigentes políticos que respondan a nuestro imperio. Esto logrará la apatía del pueblo y una democracia controlable, donde sus representantes levantarán sus manos en servil sumisión”.

Diez años después (1955) en un discurso en la Cámara de los Comunes, señaló:

“La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo del Imperio y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la segunda guerra mundial, y las fuerzas del Imperio Inglés no le darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto”.

Si la oligarquía tiene más poder que los gobiernos, como vemos, la idea de que el fracaso de la Argentina se debe a los gobiernos peronistas se queda sin fundamento.

Está claro que las decisiones de los gobiernos de sesgo nacional y popular están condicionadas por los poderes fácticos, cuyo permanente interés es imponer su dominio, como lo demuestra la historia a través de los golpes de Estado que hemos sufrido y los gobiernos que promovieron, siendo el último el de Cambiemos[28]. Y hoy es imposible no ver el furibundo boicot al gobierno de Alberto Fernández que la oligarquía está desplegando con el Grupo Clarín, el diario La Nación y el portal Infobae a la cabeza y su ejército de comunicadores mercenarios, que dominan la casi totalidad del espació mediático[29]. En verdad, la manipulación desarrollada por los medios de comunicación concentrados es más poderosa de lo que creemos, y se potencia aún más porque existe un importante sector de la población, que aunque no lo crea y tampoco lo acepte, sufre de analfabetismo político.

El grupo de poder oligárquico, con la troika de los grupos concentrados de la economía, el Grupo Clarín (con sus socios La Nación e Infobae) y la embajada de los Estados Unidos convirtió a Mauricio Macri en presidente de la Argentina para ponerlo a su servicio[30], quien en su mandato les devolvió con creces su favor.

Hoy, con la rabia de haber perdido el gobierno se convirtieron en una oposición salvaje a la administración de Alberto Fernández, con la intención explícita y desfachatada de desestabilizarlo y destituirlo. Así operó y opera siempre la oligarquía.

¿Cómo combatir la ignorancia política?

Si la oligarquía sólo piensa en sus intereses egoístas y tiene más poder que los gobiernos de sesgo nacional y popular, entonces, queda clara la dificultad que tenemos para concretar una verdadera democracia, un desarrollo económico autónomo y una justa e igualitaria distribución de la riqueza, en una palabra, el despegue de nuestro país. No tenemos dudas de que la respuesta a este fundamental problema está en la construcción de poder popular, lo que supone, como un momento esencial, un pueblo políticamente educado, es decir con conciencia política.

Veamos cuáles son algunas de las principales condiciones para lograrlo:

1) La responsabilidad personal de cada uno de nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, en la tarea de elevar nuestro nivel de alfabetización política, porque, si todos somos cero, la suma de ceros siempre va a dar cero; además:

– ¿Cómo vamos a construir poder popular con una ciudadanía políticamente analfabeta?,

– ¿Cómo vamos a pretender políticos que nos representen fielmente, es decir, que no nos traicionen, si no poseemos competencias para incidir sobre ellos y controlarlos?

– ¿Cómo vamos a inmunizarnos contra la impresionante manipulación de los medios de comunicación concentrados y su caterva de comunicadores mercenarios, sin un pensamiento crítico y conciencia política?

2) Derivado del punto anterior, asumir, con nuestra participación y movilización, la acción de incidir sobre el gobierno y colaborar con él, para que asuma la tarea de transformar el sistema educativo, a los efectos de que, de una vez por todas, la escuela comience a formar ciudadanía crítica y con conciencia política.

3) Lo que cada día que pasa es más urgente, incidir sobre el gobierno y colaborar con él para que asuma la batalla mediática con el objetivo de promover la democratización de los medios de comunicación monopólicos de la oligarquía. Es necesario impedir que esta última siga construyendo una opinión pública dominante con el poder para condicionar a la población y al gobierno progresista[31]. Esto, entre otras iniciativas importantes, requiere, sin duda, promover una ley de medios que pueda ser aplicada.

En síntesis, que la oligarquía sea la principal responsable de la postración de la Argentina no quiere decir que debamos eximir de toda responsabilidad a la clase política, que sabemos que es, según los casos, presionada, condicionada, extorsionada y sobornada por los poderes fácticos, que logran muchas veces desviarla de la responsabilidad que tiene con sus representados, llevándola a la traición del mandato popular, lo que nos frustra e indigna.

Por eso, debemos asumir la responsabilidad que tenemos como ciudadanos y ciudadanas de elevar nuestro nivel de alfabetización política para no sólo incidir sobre nuestros representantes y lograr controlarlos, sino también generarlos mejores.

La lucha de cada uno de nosotros por elevar nuestro nivel de alfabetización política será una vacuna contra el virus de la ignorancia política, que al multiplicarse nos posibilitará la inmunidad comunitaria que necesitamos para terminar con la manipulación mediática ejercida por el bloque de poder de la oligarquía.

Sin poder popular nada será posible

Si las oligarquías son quienes gobiernan y conducen el mundo, la humanidad no tiene futuro. Por eso, la utopía, pero en el sentido de sueño por alcanzar, es que los pueblos logremos arrebatarles la conducción y el gobierno de las sociedades y el mundo.

Para los atrapados por el escepticismo, la resignación y el fatalismo que desparraman todo el tiempo los sectores dominantes, la utopía de la que hablamos se sostiene en la reinvención de esta esperanzada reflexión del sociólogo Max Weber:

“La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez[32]”.

Lo que sí tenemos claro es que sin pueblos empoderados jamás podremos arrebatarle a la oligarquía la conducción de las sociedades y el mundo. Es cierto que no es una condición suficiente, pero sí necesaria.

Las oligarquías están movidas, usando un concepto de Martín Heidegger, por la “voluntad de poderío”[33], que es extremadamente peligrosa, porque lleva a la ruina de la humanidad. El establishment estadounidense, una oligarquía global, es el ejemplo perfecto de la “voluntad de poderío”. En su ambición de una hegemonía absoluta, arrastra al mundo a una continua conflagración bélica, desarrolla un sistema productivo depredador que promueve el cambio climático que amenaza la sostenibilidad del planeta y arruina la vida de millones de personas, que deben emigrar en la miseria debido a sus nefastas políticas intervencionistas, y todo para colmar sus intereses egoístas de conseguir una hegemonía absoluta.

Fíjense que hoy no sólo le debemos el enorme problema de la guerra, que promueve en todo el planeta para alimentar su ambición hegemónica y su complejo militar-industrial, que agrava la situación humanitaria y la creciente desigualdad en el planeta, sobre todo en los países y regiones no desarrolladas, sino que también se acrecienta día a día el problema ecológico, con el calentamiento global que pone en peligro la sustentabilidad integral del planeta. De aquí surgen todas las sospechas de que estos profundos desarreglos planetarios, debidos a la excesiva y descontrolada acción de un sistema explotador y depredador, pueden haber causado la tragedia del covid-19.

La voluntad de poderío de las oligarquías promueve cada vez con más intensidad sociedades manipuladas, sin pensamiento crítico, sin conciencia política y, por lo tanto, a la deriva. La única forma de frenar la voluntad de poderío de las oligarquías es con pueblos empoderados, es más, con una humanidad empoderada.

Nos estamos refiriendo a la construcción de poder popular, que requiere como primeros momentos fundamentales pensamiento crítico y conciencia política. Sin ellos no es posible pensar en pueblos empoderados. Y sin pueblos empoderados no hay democracia sustantiva.

Un pueblo despolitizado es un pueblo desempoderado. Su despolitización lo coloca en una situación de gran vulnerabilidad a la hora de tener que decidir su destino mediante su consenso y su voto. Principalmente, por la acción manipuladora de los medios de comunicación hegemónicos y el control de las redes sociales. Esta situación puede dar lugar, y de hecho sucedió en nuestro país, a que el pueblo le dé consenso y vote a candidatos con proyectos políticos totalmente contrarios a sus intereses. Fijémonos que estos hechos echan por tierra el mito de que el pueblo no se equivoca. Los pueblos, lamentablemente, se equivocan.

La equivocación a la hora de votar es uno de los efectos[34], pero no es el único que debemos lamentar. La debilidad de una ciudadanía despolitizada se refleja también en la calidad de los liderazgos políticos y sindicales y, sobre todo, en la capacidad y competencias de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular para participar comprometidamente en la lucha por el poder real.

Los pueblos despolitizados y, por lo tanto, que no se comprometen, carecen de las competencias necesarias para presionar, condicionar, controlar e incidir sobre sus representantes, por lo cual corren el riesgo de ser traicionados. Además, sus pobres exigencias hacia los políticos y sindicalistas generan un vacío en la calidad de los liderazgos. Sin exigencias ni controles, es lógico que se lancen a la arena política candidatos que carecen de toda vocación por el servicio público y el bien común y sí por el poder. Tengamos claro que el bajo nivel de conciencia política de una parte sustancial de la ciudadanía es lo que permite este despropósito.

Es imposible de refutar, y las estadísticas lo confirman, el hecho de que hay demasiadas personas que dan su consenso y emiten su voto por razones emocionales y no de razón política[35]. Por eso, estos personajes arribistas son tentados por la política. No porque tengan verdadera vocación, sino por la mera ambición de poder. Claro, luego los resultados son desastrosos para el país y el pueblo.

¿Y cuál es la principal razón de todo esto? Sin duda, el bajo nivel de alfabetización política de una parte sustancial de la ciudadanía. Por eso sostenemos que la elevación del nivel de alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, es el primer paso ineludible en la urgente tarea del empoderamiento del pueblo.

Bibliografía:

Bobbio, Norberto (1986) El futuro de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.

Briscioli, Roberto, Las premisas básicas del neoliberalismo, Suplemento “Cash”, Página/12, 31/1/2021.

Freire, Paulo (1984) La importancia de leer y el proceso de liberación. México: siglo XXI.

Heidegger, Martín (1960) Sendas perdidas. Buenos Aires: Editorial Losada.

Lens, José Luis (2018) Nosotros somos los que estábamos esperando. Buenos Aires: VI-DA TEC Editores.

Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. El costo de no hacernos cargo de la política es ser gobernados por la oligarquía. Buenos Aires: Editorial de Autores de Argentina.

Noëlle Neumann, Elisabeth (1995) La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social. Barcelona: Paidós.

O’Donnell, Santiago (2015) ArgenLeaks. Buenos Aires: Sudamericana.

Weber, M. (1985): Ensayos de sociología contemporánea. “La política como vocación”; conferencia pronunciada originalmente en la Universidad de Múnich, 1918. Barcelona: Planeta-Agostini.

José Luis Lens

25/3/2022

  1. Por amplio campo popular entendemos el conjunto de personas, grupos, movimientos y organizaciones sociales, partidos políticos del espacio progresista, sindicatos y gremios, pequeñas y medianas empresas y comercios, así como trabajadores formales e informales, profesionales, docentes, artistas, intelectuales, esto es, toda una heterogénea gama de personas, movimientos e instituciones en diferentes situaciones socioculturales, que por su extracción social comparten el destino de los sectores subalternos, justamente porque no están enroladas en los sectores dominantes, ni colaboran o se subordinan a ellos, esto es, no pertenecen ni son funcionales a la oligarquía. De una forma simplificada, aunque bastante certera, el campo popular se compone de todos aquellos que no vivimos de rentas, ni de la especulación financiera, ni somos dueños ni directivos de grandes empresas. En una palabra, que vivimos exclusivamente de nuestro trabajo. Siguiendo la división que establece Paulo Freire, entre “antagónicos” y “diferentes”, el campo popular, para nosotros, son los “diferentes”, mientras que la oligarquía expresa a los antagónicos, los que “prohíben ser” a la mayoría. Los diferentes somos, entonces, todo ese conjunto heterogéneo de personas, movimientos sociales, organizaciones e instituciones que no pertenecemos ni somos funcionales a los sectores dominantes en las sociedades y, por lo tanto, no le prohibimos ser a nadie. A esto nos referimos con “amplio campo popular”.
  2.  ”Guerra jurídica (lawfare)” es un nuevo recurso de las oligarquías nacionales en el marco de la geopolítica de Washington en la región, que vienen adoptando en los últimos años con el objetivo de desestabilizar y derrocar a los gobiernos nacionales y populares, erosionando y denostando a sus dirigentes, con la finalidad de destruir a todas aquellas figuras que pueden poner en peligro sus perversos planes de dominación y opresión. Esta estrategia combina acciones, con una fachada legal pero que son completamente espurias y fraudulentas, con los blindajes mediáticos, como el que está realizando el Grupo Clarín y sus satélites a favor de Mauricio Macri y los funcionarios del ex gobierno de Cambiemos. De este forma se inventan operaciones político-jurídico-mediáticas para presionar al acusado y su entorno, con causas ridículas, periodistas mercenarios, espías de la AFI, todo tipo de extorsiones, testigos falsos, delincuentes arrepentidos, pruebas fraudulentas, etc.
  3. Esta categoría de análisis se funda en la idea de que las fuerzas de la oligarquía, unidas por un mismo enemigo y objetivo, se conforman como un bloque de poder a partir de combinar en forma sinérgica sus acciones. La finalidad es clara, generar acciones tendientes a erosionar, debilitar desestabilizar y, en última instancia, destituir a los gobiernos nacionales y populares y sus figuras más representativas. Los pueblos tienen causas, pero las oligarquías sólo tienen intereses. Este bloque de poder, tenemos un ejemplo bien claro en nuestro país, trabaja articulando los medios de comunicación concentrados, con la troika Clarín, La Nación e Infobae a la cabeza, la alianza partidaria Juntos por el Cambio como expresión político-partidaria de los valores e intereses de la oligarquía, una coalición judicial compuesta de un conjunto de fiscales y jueces subordinados, la Sociedad Rural, las cámaras empresariales, los grupos económico-financieros concentrados, la cartelización de los formadores de precios, y todos con la poderosa cobertura estratégica de la geopolítica de Washington en la región.
  4.   La espiral del silencio es una teoría de la comunicación formulada por la alemana Elisabeth Noelle-Neumann en su libro: La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, publicado en 1977. En este libro la autora estudia a la opinión pública como una forma de control de la masa social. En esta situación los individuos, por temor a quedar aislados, adaptan su comportamiento a las actitudes de las mayorías. La espiral del silencio, dadas sus características, es una fuente generadora de “conformismo social”, cuyo peligro es inmenso. La espiral del silencio es el caldo de cultivo del marketing político, de las políticas del embuste permanente promovidas por los discursos manipuladores de los medios de comunicación concentrados. ¿Por qué decimos que el peligro es enorme? Porque si la población incorpora y naturaliza los relatos manipuladores de la oligarquía, la democracia está irremediablemente muerta. El conformismo de la población en general es hoy, sin duda, una de las mayores desgracias que castigan a nuestros pueblos, tanto al de la Argentina como a los de los demás países de la región.
  5.  Es claro que el gobierno del Frente de Todos, no pocas veces teme tomar decisiones que considera que pueden dar lugar a reacciones virulentas de los matutinos, Clarín y La Nación, que crean la agenda mediática hegemónica de la oligarquía.
  6.  El gobierno de Cambiemos perdió la elección, pero no el poder, porque no es una alianza política, sino la oligarquía camuflada como oferta política en el marco de la democracia liberal. La alianza Juntos por el Cambio, ex-Cambiemos, es una parte del bloque de poder de la oligarquía. Para probar esto que señalamos basta observar la feroz ofensiva desestabilizadora y destituyente lanzada por los medios de comunicación hegemónicos y sus redes sociales, en sociedad con el círculo rojo, sobre el gobierno de Alberto Fernández, después de luchar, con un éxito no reconocido por esta oposición salvaje, contra una pandemia que hizo y está haciendo estragos en el mundo.
  7.   Freire, Paulo (1984) La importancia de leer y el proceso de liberación. México: siglo XXI. Página 71.
  8.   Bobbio, Norberto (1986) El futuro de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.
  9.   Briscioli, Roberto, Las premisas básicas del neoliberalismo, Suplemento “Cash”, Página/12, 31/1/2021.
  10.   Simplemente debemos tomar conciencia de que la democracia liberal nace a partir de un contrato en el que la ciudadanía, el pueblo, enajena su poder soberano en una élite externa que, en su nombre, administrará la sociedad. La fórmula de esta enajenación del poder popular está estampada en todas las constituciones liberales: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”. Esto es, ni más ni menos, que la despolitización de la ciudadanía.
  11.   Nuestra crítica al sistema educativo formal tradicional es absolutamente constructiva, porque defendemos a ultranza la educación pública y sabemos, también, que existen muchos educadores y educadoras que intentan practicar una educación popular a contrapelo de la que les exigen los planes de los expertos de la administración oficial al servicio del establishment y los Ministros de Educación de la oligarquía que, como Soledad Acuña en CABA, se dedican a perseguir a los docentes que desarrollan problemáticas políticas (por supuesto no partidarias) en sus aulas.
  12.   Tenemos un caso ilustrativo al respecto en la negativa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, conducido por Horacio Rodríguez Larreta, a aceptar las restricciones del DNU del Gobierno Nacional para detener la curva en alza de la pandemia. ¿Cuál fue la razón de la negativa? La actitud de Rodríguez Larreta quien, ante las cercanas elecciones, miraba más a las encuestas y los resultados de los focus groups que a la cantidad de infectados y muertos por la pandemia. Pura política basura.
  13.  La experiencia partidista de la Argentina refuerza la teoría de los tres tercios. El consenso y el voto de la ciudadanía estaría dividido entre tres tercios: 1) Un tercio duro de derecha, compuesto por quienes conforman los grupos que constituyen la oligarquía y de quienes apoyan sus intereses y valores. 2) Un tercio progresista, con un importante componente del peronismo histórico, que siempre le da consenso y vota a quienes sienten que van a representar mejor los valores e intereses del pueblo. 3) Un tercio blando, por lo tanto, de consenso y voto volátil. Justamente, este último conjunto ciudadano que pertenece al amplio campo popular y que adolece de un bajo nivel de alfabetización política y que, por lo tanto, resulta manipulable, es el objetivo apetecido por el bloque de poder de la oligarquía. Este tercio es el que viene decidiendo quiénes administran el Estado en el país.
  14.   Basta ir a Google y escarbar un poco para comprobar cuáles son los intereses de Vicentín.
  15.   El concepto de “populismo” es muy poco preciso, es una especie de comodín utilizado para descalificar a los gobiernos que trabajan a favor de los intereses de las mayorías. La oligarquía lo usa como sinónimo de “demagogia”, porque, por defecto, les atribuye intenciones clientelísticas a todos los gobiernos de sesgo nacional y popular. Por eso, siempre que los intereses del pueblo aparecen en la agenda de un gobierno, ahí los sectores dominantes lanzan su descalificación de “populista”.
  16.   Ver en: Lens, José Luis (2018). Nosotros somos los que estábamos esperando. “La lucha contra la corrupción: La nueva-vieja hipótesis manipuladora de una oligarquía cínica e hipócrita”. Página 253.
  17. Ver: “Teoría de la contradicción principal como fundamento de la lucha política”, en: Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. El costo de no hacernos cargo de la política es ser gobernados por la oligarquía. Buenos Aires: Editorial de Autores de Argentina. E-book.
  18. En el imaginario de la ciudadanía, en general, sólo existe el significado partidario del concepto de política. ¿Por qué? Porque sólo concibe como política la disputa partidaria por el poder de gobierno. Esto equivale a un fuerte recorte de su conciencia política, que estrecha y reduce su campo de acción, cuyas condiciones de posibilidad fueron y son en todo momento creadas por la oligarquía. Pero la política va mucho más allá de la disputa partidaria por el poder de gobierno. Su esencia se realiza en la lucha por el poder real, de ahí que su contexto de significación sea la contradicción oligarquía-pueblo. Precisamente, la politización de la ciudadanía recién comienza a ser posible en la toma de conciencia de la importancia de esta contradicción principal. Entonces podemos decir que hemos incorporado el significado social del concepto de política, que nos posibilita una notable ampliación de nuestra comprensión crítica del fenómeno político.
  19.   Aquí señalamos a algunos de los más emblemáticos: Antonio Laje, Jorge Lanata, Luis Majul, Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Nelson Castro, Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann, Jonatan Viale, Luis Novaresio, Joaquín Morales Solá, Marcelo Bonelli y otros. Lamentablemente, la lista es demasiado larga.
  20.  Una de las estrategias mediáticas de la oligarquía es acusar a la clase política de todos los problemas que tiene la Argentina, con lo cual apuntan a dos objetivos: 1) ocultarse frente a la ciudadanía como la principal causa del estancamiento y postración de la Argentina; 2) despolitizar a la población promoviendo su rechazo y odio contra los políticos y la política.
  21.   Esto no quita la responsabilidad que les cabe a los políticos y a los gobiernos, como también a la ciudadanía. Pero, las pruebas son abrumadoras, la oligarquía es la principal responsable
  22.  Recordemos cómo el gobierno de Carlos Menem fue infiltrado por la derecha neoliberal. No olvidemos que Menem fue un traidor a la auténtica causa popular y, por ende, a la causa peronista. Carlos Menem fue el más grande traidor a los principales principios doctrinarios del peronismo: soberanía política, independencia económica y justicia social.
  23.  Los denominamos “Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos”. La alternancia es, sin duda, un valor de la democracia. Pero lo es en tanto sea sana, esto es, una alternancia entre gobiernos que representen realmente los intereses de la nación y el pueblo. Ahora bien, si la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y los que representan intereses populares, entonces, la alternancia no es sana, sino perversa. Lamentablemente, esta es la realidad de la Argentina. El poder de la oligarquía fue, y lo sigue siendo, mayor que el del pueblo y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y cuando estos últimos alcanzaron la administración del Estado, nunca pudieron mantenerse, sino que siempre fueron destituidos y desplazados, ya sea mediante golpes de Estado cívico-militares, boicots económico-financieros o guerra judicial (lawfare). Esto generó una alternancia perversa entre gobiernos representantes de los valores e intereses de la oligarquía y representantes de los valores e intereses del pueblo. Fijémonos que no se trata de una alternancia sana y progresista entre gobiernos de sesgo nacional y popular, sino de una alternancia perversa entre gobiernos de la oligarquía y gobiernos populares. Es lamentable, pero nosotros, como muchos otros países de América latina y el Caribe, todavía no hemos podido superar esta verdadera desgracia.
  24.   Si bien el peronismo es el partido político que más tiempo gobernó, la oligarquía también envenenó a la población contra otros gobiernos populares, como los del radicalismo histórico. En 1930, el presidente Hipólito Irigoyen fue depuesto por un golpe de Estado cívico-militar. Posteriormente, no podemos olvidarnos de la feroz campaña destituyente contra Arturo Illia, que fue echado a patadas de la Casa de Gobierno mediante un golpe de Estado en 1966, cuando atacó el impresionante negocio de las patentes de los grandes laboratorios medicinales. Un tema que vuelve a estar en el candelero con la vacunas contra la covid-19. Después le tocó a Ricardo Alfonsín, también del Partido Radical, a quien se le propició un golpe de mercado mediante una hiperinflación que lo obligó a renunciar antes de finalizar su mandato. No hay ninguna duda, el problema de la oligarquía no es exclusivamente el peronismo, sino los gobiernos de sesgo nacional y popular. La oligarquía argentina, con la mentoría de la geopolítica de Washington, no los tolera.
  25.  Fundamentar esta afirmación no es difícil, basta con un poco de sentido común. Guiémonos por las etimologías de los dos conceptos. Oligarquía es el poder o gobierno de unos pocos, mientras que la democracia es el poder del pueblo, de los muchos. Por lo tanto, no podemos pensar que quienes concentran el poder pueden ser democráticos, sería contradictorio. Eso sí, la oligarquía se camufla de democrática cuando se convierte en partido o alianza política. Pero lo hace para engañar al pueblo presentándose como democrática, ese y no otro es su objetivo.
  26.  ¿No es indignante ver al procurador general de la nación, Eduardo Ezequiel Casal, disfrazado de cowboy en la embajada de los Estados Unidos, festejando el 4 de julio? Es el mismo que está propiciando y encubriendo el lawfare en nuestro país.
  27.   O’Donnell, Santiago (2015) ArgenLeaks. Buenos Aires: Sudamericana. Página 197.
  28.   Ver: “la lucha contra la corrupción”: La nueva-vieja hipótesis manipuladora de una oligarquía cínica e hipócrita, en: Lens, José Luis (2018) Nosotros somos los que estábamos esperando. Buenos Aires: VI-DA TEC Editores. Página 253.
  29.   Exceptuando, por supuesto, al Canal de TV C5N y al portal El Destapeweb, que compensaron y compensan con valentía y dignidad la enorme asimetría comunicacional que sufrimos en el gobierno de Cambiemos y seguimos sufriendo con la oposición de Juntos por el Cambio, la expresión política del bloque de poder de la oligarquía.
  30.   Es claro que Mauricio Macri sirvió y sirve a los intereses de la oligarquía, pero también tuvo y tiene los propios. Ahí están todos sus negociados y fraudes al Estado que se acumulan en innumerables causas penales. Esperamos fervientemente que la ley le caiga con todo su peso, más allá del blindaje que le proporciona su mandante: el bloque de poder oligárquico.
  31.  El desempeño de la prensa argentina más influyente y sus “periodistas” emblemáticos es realmente deleznable. De esto no hay ninguna duda, ni hace falta elaborar un corpus argumentativo muy trabajado para demostrarlo, ya que es evidente que se trata de un factor más del poder de la oligarquía. Nada de periodismo independiente y objetivo, porque existe una total falta de respeto y valoración de la verdad. La prensa argentina, salvo excepciones, da vergüenza ajena. Trabajó y trabaja para la oligarquía. Es más, es ya una parte de ella. Observemos la desfachatez de esta gente, que nombraron presidente de la Academia Nacional del Periodismo a Joaquín Morales Solá, un lacayo del Grupo Clarín. Quienes no creen lo que señalamos, analicen lo que dice y escribe este falso periodista.
  32.   Weber, M. (1985): Ensayos de sociología contemporánea. “La política como vocación”; conferencia pronunciada originalmente en la Universidad de Múnich, 1918. Barcelona: Planeta-Agostini. La negrita es nuestra.
  33.   Heidegger, Martín (1960) Sendas perdidas. Buenos Aires: Editorial Losada.
  34.  En nuestro caso fue letal. Poner en el gobierno a Mauricio Macri fue un tremendo error, como estamos viendo y sufriendo, de gravísimas consecuencias para el país y, sobre todo, para los sectores populares.
  35.  Nosotros lo denominamos “voto manipulado”, que es un voto sin ideología y sin estrategia, porque no repara en sus consecuencias. Es un voto hijo de la irresponsabilidad y del marketing político. El voto manipulado castiga a los partidos y alianzas que representan valores e intereses populares, en realidad trabaja para los valores e intereses de los partidos y alianzas que representan los valores e intereses de la oligarquía. En este sentido, es un voto irresponsable y suicida. Está claro que la vacuna contra el voto manipulado es la alfabetización política.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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