Educación

De la educación tradicional bancaria a la educación patriótica

De la educación tradicional bancaria[1] a la educación patriótica

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La educación popular de sesgo freireano, que tuvo un desarrollo importante en nuestra región en las décadas de los sesenta-setenta del siglo pasado, tenía como destinatarios excluyentes a los sectores subalternos de las sociedades. Pero el contexto actual es distinto, porque el campo popular se ha ampliado y hoy contiene también a los sectores medios, los desempleados, los trabajadores informales, los profesionales, los docentes, los pequeños y medianos empresarios y comerciantes. Lo que ocurrió es que se amplió sustancialmente la población golpeada por el neoliberalismo. La contradicción principal imperialismo-patria (las patrias chicas y la Patria grande), ocultada por medios de comunicación que se convirtieron en hegemónicos, la expansión de las redes sociales y el nuevo Plan Cóndor en la región, con las novedades de la Guerra judicial (lawfare), las falsas noticias y el uso manipulativo de la Big Data altgorítmica, volvió a aparecer con toda nitidez.

Lo que está en serio peligro hoy.es la soberanía de nuestras naciones y la unidad de nuestra región, esta última fundamental para luchar contra las injerencias e intervenciones continuas de Washington en nuestros países.

Es evidente que hay una intención clara de Washington y las oligarquías locales de bloquear el desarrollo industrial de nuestros países, a partir de impedir que seamos nosotros mismos quienes aprovechamos las riquezas que tenemos. El reciente y cruento golpe de Estado en Bolivia, dejó esto muy claro.

En esta situación, es ineludible la batalla cultural que nos impone librar el proceso de colonización de las subjetividades, que hace que los propios sectores populares cometan la acción suicida de elegir a sus verdugos.

La educación que requiere esta batalla, es una educación popular extendida[2], que vamos a denominar “educación patriótica”. Esta es la educación que requieren hoy nuestros pueblos para luchar por su soberanía y autodeterminación económica, en el marco de las continuas injerencias e intervenciones de Washington y sus oligarquía locales asociadas. Por eso, la educación patriótica va más allá de las filiaciones doctrinarias y partidarias, porque es una educación que prepara a la ciudadanía para defender y promover sus intereses como nación y pueblo independiente, así como su unidad con los demás pueblos de la Patria grande latinoamericana.

La educación patriótica encuentra su sentido en el marco de la contradicción imperialismo-patria. La educación patriótica recupera el carácter político que distingue a la educación popular, frente a la matriz del sistema educativo formal condicionado por los valores e intereses de los sectores dominantes.

Es correcto el rescate que realiza Adriana Puiggrós[3] de la autonomía relativa del sistema educativo. Porque, en verdad, no es una mera reproducción del sistema dominante. Puiggrós no acepta la reducción de la escuela a una agencia reproductora de la ideología dominante, aunque sí reconoce que la hegemonía de la clase dominante es la principal influencia en la escuela. En esa autonomía relativa respecto de la influencia de la ideología, los valores y los intereses de los sectores dominantes, cifra Puiggrós el aporte de la escuela para la defensa y promoción de los intereses de la patria. Pero es evidente que, en la coyuntura actual, no es suficiente.

El problema no está en si la escuela es o no una agencia reproductora de la ideología dominante. El problema es que el sistema educativo, que es público, como decía Paulo Freire, también debe ser popular. Porque no es popular. El sistema educativo nació bajo el control de los sectores dominantes y se constituyó en una institución funcional a sus valores e intereses. Ninguno de los gobiernos de sesgo nacional y popular que alternaron en nuestra historia pudo hacer mella en el sistema, ninguno pudo[4] transformarlo en popular[5].

El sistema educativo no favorece los intereses de los que conformamos el amplio campo popular. A la escuela todavía le falta mucho para ser una plataforma de la patria, como dice el título de la obra de Puiggrós. En la escuela no se brinda una educación patriótica[6]. Y es normal que así sea, porque los sectores dominantes no tienen vocación suicida. Es cierto, como sostiene Paulo Freire, que:

“Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”. (Freire, Paulo, 1984:71).

Y no es posible dudar de que, hasta el día de hoy, el sistema educativo está condicionado por el establishment dominante.

El problema que tenemos, entonces, sumergidos como estamos en una batalla cultural para contrarrestar la colonización subjetiva de los medios de comunicación hegemónicos y a sabiendas de que el sistema educativo no forma ciudadanía con consciencia política, sino todo lo contrario, despolitiza, es qué podemos hacer y cómo para cambiar esta realidad. Este es el verdadero problema y no la cuestión de si la escuela reproduce o no reproduce el sistema dominante.

El modelo de educación tradicional, la escuela que tenemos, enciclopedista y despolitizada, está fuertemente instalado en el imaginario de la población. Por eso, su inercia frente a las posibilidades de su transformación es enorme. No obstante, sin caer en conductas maximalistas pensamos que es posible intentar acciones en la dirección de promover una educación patriótica que, por supuesto, debe conducir a la formación de educandos con capacidad para leer en forma crítica la realidad. La idea no es transformar el sistema educativo, aunque esa sea la utopía que nos mueve, porque ese sería un objetivo maximalista en este momento, pero sí comenzar a dar pasos concretos hacia esa meta. Y es posible darlos, promoviendo, en un primer momento, la autoformación colectiva de la docencia. Los docentes formados políticamente y sabiendo cómo resignificar y transformar sus relaciones y prácticas educativas en sus instituciones y aulas[7], pueden propiciar el inicio de un cambio importante en el sistema educativo.

Una acción en esa dirección, que es la que proponemos aquí, es la implementación de talleres de autoformación, para la docencia en general, de formación política y en educación patriótica. Estos talleres pueden realizarse en la modalidad presencial y también pueden implementarse en forma masiva en la modalidad online, pudiendo llegar a multitud de docentes de todo el sistema educativo en toda la extensión del país. El diagnóstico está claro, lo que debemos imaginar ahora y, lo que por cierto es más difícil de concretar, es la forma de disparar este proceso.

Si no nos planteamos lo imposible, nunca nada será posible. Y si todos somos ceros, la suma de ceros siempre dará cero. Los pueblos empoderados son los que cambian la historia. Pero los pueblos empoderados están constituidos por individuos, que deben asumir en forma personal un compromiso político con su sociedad y el mundo. El círculo virtuoso que debe comenzar es el siguiente: si yo me transformó comienzo a incidir efectivamente en la transformación del mundo. Y en la medida en que el mundo se transforma aumentan mis posibilidades para transformarme. Por eso decimos que la transformación social nace inevitablemente en cada uno de nosotros, que debemos asumir responsablemente nuestra politización, que va más allá de todo partido o alianza partidaria. Nuestra politización nace cuando asumimos la opción ético-política frente a la evidente división dominadores- dominados. Nuestra identidad política trascendente, porque es previa a cualquier definición partidaria, se forja en la opción ético-política y es el fundamento del compromiso con nuestra sociedad y el mundo. Queda claro que eludir este compromiso político es un acto de irresponsabilidad, que no sólo tiene altos costos para la sociedad y el mundo, sino también para los propios individuos que, por diversas razones, lo eluden. No olvidemos que sin el compromiso político particular de cada uno de nosotros ninguna auténtica transformación podrá comenzar.

Bibliografía

Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI Editores. 1970.

Lens; José Luis, Educar para cambiar el mundo. Buenos Aires: www.bajalibros.com, edición E-bopok. 2012.

Puiggrós, Adriana. La escuela, plataforma de la patria. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: UNIPE: Editorial Universitaria; Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2019..

  1. El concepto de “educación bancaria” es de Paulo Freire, quien en su obra más emblemática, “Pedagogía del oprimido”, realiza una crítica de la educación tradicional, calificándola de bancaria por su pedagogía prescriptiva y autoritaria, basada en la transmisión mecánica de paquetes de contenidos, que se “depositan” en alumnos meramente receptivos y pasivos.
  2. La denominamos “extendida” porque el campo popular se amplió con las clases medias, los trabajadores informales, los profesionales, los docentes y los pequeños y medianos empresarios y comerciantes. Todos perjudicados, de distintas formas, por el neoliberalismo.
  3. Puiggrós, Adriana. La escuela, plataforma de la patria. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: UNIPE: Editorial Universitaria; Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2019.
  4. Ni tampoco quiso, esto es, tuvo voluntad política de hacerlo.
  5. Y la escuela no se transformó tampoco, por ejemplo, en los países que realizaron revoluciones radicales y transformaciones sociales profundas como Cuba, la revolución sandinista en Nicaragua y la Bolivia de Evo.
  6. Esto se hace evidente, por ejemplo, cuando nos preguntamos: ¿por qué en la escuela no se enseña a leer en forma crítica los mensajes mediáticos?, ¿por qué no se enseña cómo es la cadena de valor de los precios, que permite que los productores ganen una miseria y los consumidores no puedan comprar alimentos por su excesivo costo?, ¿por qué no se enseña qué son la guerra judicial (lawfare), las falsas noticias (fake news) y la posverdad?, etc.
  7. Ver; Lens; José Luis, Educar para cambiar el mundo. Buenos Aires: www.bajalibros.com, edición E-bopok. 2012.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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