Política

Manual práctico de alfabetización política para ejercer el trabajo de ciudadanos

Manual práctico de alfabetización política para ejercer el trabajo de ciudadanos

Los gobiernos de sesgo nacional y popular necesitan imperiosamente de la incidencia y apoyo continuo de un pueblo empoderado

poder popular – NODAL

INDICE

I. Es el conflicto y no el consenso quien dispara la dinámica política (3)

II. Es fundamental comprender que la política se ejerce en dos contextos diferenciados y relacionados (3)

III. El error fatal de creer que la política se dirime exclusivamente en el contexto partidario (4)

IV. ¿Por qué es imprescindible que aprendamos a trabajar de ciudadanos? (5)

V. El trabajo de ciudadanos requiere de nuestra politización (7)

VI. El trabajo de ciudadanos requiere asumir dos compromisos ineludibles (8)

VII. Lo que necesitamos saber para trabajar de ciudadanos (9)

VIII. Recomendaciones para comenzar a trabajar de ciudadanos (19)

  1. Es el conflicto y no el consenso quien dispara la dinámica política

Lo primero que tenemos que saber es que la dinámica política nace del conflicto que se produce en el contexto de la lucha de intereses entre la oligarquía y el pueblo. Por eso, nuestro enfoque teórico parte de una evidencia innegable: la “contradicción principal oligarquía-pueblo”.

  1. Es fundamental comprender que la política se ejerce en dos contextos diferenciados y relacionados

De lo anterior deducimos que la política se desarrolla en dos contextos diferentes, aunque, por supuesto relacionados:

  • El social
  • El partidario

Aquí es importante saber que:

  • El contexto social es el de la lucha franca y directa entre el bloque de poder oligárquico y la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Mientras que el partidario es el de la confrontación de partidos por conseguir la administración del Estado, típica de la democracia liberal formal.
  • También debemos saber que el contexto partidario está subsumido en el social y, por lo tanto, influenciado y condicionada por éste.
  • Y que una gran parte de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular no percibe dicha influencia y condicionamientos, que son, precisamente, los del “poder real”. Es la ciudadanía que cree que la política se dirime “exclusivamente” en la disputa partidaria, que no percibe la influencia y los condicionamientos del “poder real” y que, por lo tanto, los gobiernos tienen todo el poder, lo que es una gran ingenuidad política.
  1. El error fatal de creer que la política se dirime exclusivamente en el contexto partidario

De lo anterior extraemos conclusiones que son determinantes.

El trabajo de ciudadano va mucho más allá de elegir y votar a candidatos cada dos años en el marco de la confrontación partidaria, lo que una gran parte de la ciudadanía desconoce.

Vamos a mostrar que este desconocimiento introduce una gran confusión en la ciudadanía. ¿Por qué? Porque el “poder real” influye y condiciona en forma determinante a:

  • La ciudadanía, mediante la construcción de una opinión pública manipulada, lo que tiene una notable influencia en los procesos electorales, a favor de los intereses del bloque de poder oligárquico y en contra de los intereses de la nación y el pueblo.

 

  • Una parte importante de la ciudadanía que termina dándole consenso y voto y sus verdugos,
  • Los gobiernos de sesgo nacional y popular, que sufren un boicot permanente, por parte del bloque de poder oligárquico, para desestabilizarlos y destituirlos,
  • Los representantes del pueblo, a través de un lobby constante de condicionamientos y sobornos para invitarlos a traicionar el mandato popular,

Asimismo, el “poder real” les brinda un apoyo total e incondicional a los gobiernos surgidos del seno de la oligarquía,

Por eso, desconocer el papel del “poder real” en la realidad política de los países de nuestra región y, en este caso, en la Argentina, es un déficit de información y formación política muy grave y perjudicial para la nación y su pueblo.

  1. ¿Por qué es imprescindible que aprendamos a trabajar de ciudadanos?

Gran parte de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular ha “naturalizado” la “ignorancia política” y su déficit de formación es demasiado grande y peligroso para la patria y su pueblo.

Este déficit de formación política puede ser explicado y entendido. ¿Cómo se explica?:

A partir de que no podemos tener ninguna duda respecto de que la cultura, la educación y la comunicación están monopolizadas por el bloque de poder oligárquico. ¿Por qué no dudamos?, porque quienes dominan en el plano material, disponen, al mismo tiempo, del poder para hacerlo en el plano de las ideas. Y su dominación la ejercen mediante el control de la cultura, la educación y la comunicación.

La premisa en que se basan sus acciones es clara: “Impedir y debilitar, en todo lo posible, que el pueblo obtenga recursos educativos y comunicacionales que puedan “despertar” a la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Y no sólo impedir su educación e información, sino practicar acciones manipuladoras. Por eso les es imperiosamente necesario cooptar y manipular sus conciencias, lo que nosotros denominamos “control de la subjetividad del pueblo”.

No tenemos la menor duda de que el principal problema que tenemos los argentinos y argentinas, así como la mayoría de los pueblos de nuestra región y el mundo es el de liberarnos del “control subjetivo” a que nos someten las oligarquías.

Este control subjetivo es, sin duda, el instrumento más efectivo que poseen las oligarquías que, de ahora en más, denominaremos: “poder real”, para ejercer su dominio sobre los pueblos.

Desde este posicionamiento queda en evidencia que el principal problema, el problema de fondo, de raíz, es educativo, es formativo y, que, su abordaje, por lo tanto, es “político”. Y. ¿por qué es político? Porque la educación, como lo sostenía Paulo Freire, no es un factor determinante del cambio, sino uno “interviniente”, muy importante, pero interviniente.

Entonces, la tarea es la de abordar desde lo político (por favor, no confundir con lo partidario) nuestra transformación educativa, que nunca nos va a ser dada por el “poder real”, ya que, sería una gran ingenuidad pensar que los dominadores nos van a formar para que luchemos en su contra. Los sectores dominantes no se suicidan.

Les vamos a proponer una tarea que, como van a ver, es completamente necesaria e insoslayable para luchar con verdaderas posibilidades de éxito, como les mostraremos, contra el “poder real” que nos domina, arruinando nuestras vidas y el mundo. En nuestro caso la lucha la damos en la Argentina, pero es una lucha que debe darse en todos los países, regiones y el mundo.

La propuesta es la de aprender a “trabajar de ciudadanos”.

Si logramos avanzar en este aprendizaje tan importante y necesario, vamos a ir percibiendo una gran verdad: “si queremos que algo sea posible, debemos buscar, una y otra vez, lo imposible”.

  1. El trabajo de ciudadano requiere de nuestra politización

Decimos “politización” diferenciándola de “partidización”.

La politización

Nos politizamos cuando, en el contexto de la contradicción oligarquía-pueblo realizamos la “opción” por la patria y el pueblo.

De esta manera “definimos” nuestra “identidad política”, que es, como veremos a continuación, anterior y fundante de la “identidad partidaria”.

La politización se da en el contexto “social”.

La partidización

Nos partidizamos cuando, fundándonos en nuestra “identidad política”, y a sabiendas de que no existen ofertas partidarias ideales, por eso debemos orientarnos por lo mejor de lo que hay, elegimos la que mejor represente los intereses de la patria y el pueblo.

Al afiliarnos a un partido político determinado adquirimos una “identidad partidaria”, que nunca debería estar por encima de la “identidad política”. ¿Por qué? Porque los intereses de la patria y el pueblo deben estar, siempre, por encima de los intereses partidarios. De no ser así, estaremos traicionando a nuestra patria y a nuestro pueblo.

Tenemos que tener bien claro que la salvaguarda de la patria está en la “unidad” del campo popular.

La “partidización” va más allá de la afiliación a un partido político, sino que se pone en juego también a la hora de elegir, darle consenso y votar a candidatos y partidos políticos. Por eso, no sólo nos partidizamos afiliándonos a un partido, sino que lo hacemos también al darle apoyo y votar por un candidato o partido.

La partidización se da en el contexto “partidario”, esto es, en el marco de la democracia liberal formal.

  1. El trabajo de ciudadanos requiere asumir dos compromisos ineludibles

La politización requiere de nosotros los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular, asumir responsablemente dos compromisos ineludibles:

  1. Elevar nuestro nivel de alfabetización política,
  2. Promover y multiplicar dicha alfabetización en todo el marco social en el que nos desenvolvemos. Nos referimos a todas las situaciones sociales que nos toca vivir, familiares, de amigos, de trabajo, etc.

Recordemos nuestra premisa:

“Nadie forma a nadie, nadie se forma solo, nos formamos entre nosotros en el marco de la realidad social y política en la que estamos insertos”.

Recordemos, también, y esto quizás sea lo más importante de todo, que si no trabajamos de ciudadanos “jamás” tendremos una patria políticamente soberana, económicamente autodeterminada y con verdadera justicia social.

  1. Lo que necesitamos saber para trabajar de ciudadanos

Para trabajar de ciudadanos debemos:

  • Saber que la única y verdadera grieta social es la contradicción principal oligarquía-pueblo, que es una evidencia irrefutable, todas las demás, como peronismo-antiperonismo, kirchnerismo-macrismo, kirchnerismo-mileismo, peronismo-radicalismo, etc, son contradicciones secundarias, falsas antinomias, inventadas y promovidas por el bloque de poder oligárquico, en el marco de la democracia formal, con el objetivo de dividir y fragmentar al amplio campo popular. El único enemigo de la patria y el pueblo es el bloque de poder oligárquico. Por eso, las divisiones partidarias “rompen” la “unidad” del amplio campo popular.
  • Saber que suponer la existencia de la contradicción principal oligarquía pueblo es fundamental para comprender en forma crítica la realidad política.
  • Saber que el “poder real” influye en forma decisiva en los dos contextos, por supuesto en el de la contradicción principal oligarquía-pueblo y, también, en el de la confrontación partidaria de la democracia liberal.
  • Saber, por eso, que cuando los ciudadanos comunes entienden a la política en forma “exclusiva” en el marco de la disputa partidaria, esto es, sin considerar al “poder real”, se anula su capacidad crítica para entender su dinámica y caen en razonamientos y conclusiones equivocadas y perjudiciales, tanto para ellos mismos, cuanto para la patria y el pueblo.
  • Saber que de nuestra conciencia política y compromiso depende el destino de todos.
  • Saber que la soberanía que hemos delegado y enajenado en nuestros representantes sólo puede ser recuperada con pensamiento crítico, conciencia política y compromiso en la lucha por la patria y el pueblo.
  • Saber que una de las raíces del estancamiento argentino y la mala situación del pueblo está en la batalla educativo-cultural que, la oligarquía con su poder, está ganando hasta el momento.
  • Saber que de la reflexión crítica sobre la contradicción principal oligarquía-pueblo, se deducen un conjunto de saberes que son esenciales para nuestra formación política.
  • Saber que la oligarquía posee un ADN dominador, de ambición ilimitada de poder, insensibilidad social y falta de empatía con el pueblo, que va más allá de todo límite ético. Su ADN nos señala, con claridad, que la oligarquía es antidemocrática por naturaleza. Esto hace que, con ella, sea imposible cualquier tipo de diálogo y consenso. Por eso, sabe que es ingenuo e ilusorio buscar la unidad nacional con ella. De ahí que la tan trillada idea de que, frente a un gobierno como del de MIlei, hay que esperarlo y mantener una esperanza de cambio, es asumir una posición política de enorme ingenuidad. Con la oligarquía sólo quedan las instancias de negociación. Pero siempre sobre la base de posiciones de poder, de ahí la importancia de formar parte de un pueblo empoderado.
  • Saber que es ingenuo e ilusorio pensar que los representantes de los intereses y valores de la oligarquía pueden llegar a tener objetivos y acciones favorables a los intereses nacionales y populares. La oligarquía siempre va a gobernar a favor de sus intereses y valores, que son contrarios a los del pueblo.
  • Saber que es imposible ser a-político, porque el sólo hecho de manifestarlo ya conforma una decisión política con consecuencias políticas. Sí, es posible ser a-partidario.
  • Saber que el bloque de poder oligárquico, dado su ADN antidemocrático, necesita manipular a la población, a los efectos de legitimar sus objetivos políticos. Para ello, ejercita desde tiempos inmemoriales dos modalidades básicas de dominación: 1) Contra la voluntad de los dominados y 2) A favor de la voluntad de los dominados. Contra la voluntad de los dominados utiliza la represión física y psicológica, mediante las fuerzas de seguridad y las tropas militares. Y para lograr la “sumisión voluntaria” de los dominados se sirve de cuatro herramientas educativo-culturales, que son:
  1. La imposición de la “cultura dominante”, bajo la premisa comprobable de que el pensamiento dominante es el de los sectores dominantes, que se basa en una extendida sedimentación de los valores del sistema dominante que tienen un impacto en la estructura psico-biológica de las personas,
  2. Los sistema educativos tradicionales,
  3. Los medios de comunicación hegemónicos,
  4. Las redes sociales en manos de los mil millonarios dueños de las grandes plataformas digitales.

 

En síntesis, es preciso saber que la dominación es cultural, educativa y comunicacional. Esta última, la comunicacional, a su vez, se expresa de dos formas: a) Dominación comunicacional de masas, mediante los medios de comunicación hegemónicos y b) Dominación comunicacional segmentada (a la carta), mediante las redes sociales y sus burbujas de filtro.

Es obvio, que la dominación contando con la voluntad de los dominados es la más económica y que más y mejores resultados les dieron y les sigue dando a las oligarquías. ¿Por qué es económica? Porque para la dominación de la población no se requiere de un “panóptico”, es decir, de un despliegue de instrumentos y recursos humanos que visualicen y controlen en todo momento las acciones de la población.

Como la dominación subjetiva se basa en la manipulación de las conciencias, es la propia población manipulada la que se encarga de ejercerla y controlarse a sí misma.

  • Saber que el bloque de poder oligárquico, que también denominamos “establishment” o “poder real”, está conformado por diferentes dispositivos de poder articulados estratégicamente, como la embajada de los Estados Unidos, el círculo rojo de los grandes empresarios argentinos, los fondos buitre, los medios de comunicación hegemónicos, las redes sociales que dependen de las grandes plataformas digitales, el sistema educativo, etc., tiene recursos y competencias para “construir” un opinión pública dominante que legitime sus intereses y valores. Esta opinión pública la denominamos “enajenada” porque legitima intereses y valores que no son los propios.
  • Saber que la clave para tomar la decisión de darle consenso y votar a una alianza, partido o candidato, es “descubrir” qué intereses representa. Nosotros lo denominamos “criterio de la representación de intereses”. Si aprendemos a realizar esta acción, jamás nos equivocaremos.
  • Saber que la realidad política se desarrolla en dos contextos: 1) El de la lucha por el poder real, en el marco de la contradicción principal oligarquía-pueblo y 2) El de la confrontación partidaria por la administración del Estado, en el marco de la democracia liberal formal. En el primero su presencia, participación y lucha se le requiere todo el tiempo, mientras que en el segundo se le requiere cada dos años y en los cortos períodos determinados por la disputa partidaria. Son el “contexto de la politización” y el “contexto de la partidización”. Pero, si bien estos contextos no se contraponen, sino que se articulan, es necesario comprender que es importantísimo saber diferenciarlos y entender cómo se articulan entre sí.
  • ¿Por qué es tan importante su diferenciación? Porque de ella depende la valorización de la acción política ciudadana más allá de los partidos, esto es, la valorización de la acción política no partidaria, término denostado intencionalmente por el bloque de poder oligárquico, uno de cuyos objetivos principales es “despolitizar” a la población.
  • ¿Cómo se diferencian? Por las características y funciones de cada uno. El contexto de la contradicción principal, que es donde se pelea por el poder real; subsume al de la disputa partidaria, que es el contexto de la democracia liberal formal. ¿Cómo y por qué lo subsume? Veamos. En el contexto de la contradicción principal es donde:
  • Definimos nuestra identidad política (ideológica). Y lo hacemos a partir de la opción ético-política por la patria y el pueblo. Esta definición es muy importante porque se convierte en un fundamento clave para:

1) Lograr la “unidad del amplio campo popular, ya que esta opción trasciende el marco de los partidos y sus antinomias,

2) La definición de nuestra identidad partidaria, ya que la identidad política se convierte en un parámetro clave para elegir nuestra representación partidaria,

3) Entender la diferencia entre la “militancia política” y la “militancia partidaria”, comprendiendo que la primera es insoslayable y la segunda puede no existir, además, entender también, que la segunda debe fundarse en la primera. Que quede bien claro que la opción partidaria tiene que encontrar su fundamento en la opción política adoptada. A partir y tomando como fundamento nuestra identidad política, definimos, en una instancia posterior, nuestra identidad partidaria.

– Saber, y esto también es muy importante, que una gran cantidad de ciudadanos y ciudadanas creen, ingenuamente, que existe un solo contexto político, creen que en el contexto de la disputa partidaria de la democracia liberal es donde, en forma “exclusiva”, se dirime la realidad política, lo que es un gravísimo error. Por eso, tenemos que saber cómo y por qué se da esta situación tan lamentable para la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, así como para la defensa de la patria y el desarrollo de la nación.

¿Por qué, para un amplio sector de la ciudadanía, el concepto de “política” tiene un único significado, el partidario?:

La respuesta es: Porque el bloque de poder oligárquico, utilizando los medios de comunicación concentrados y las redes sociales que domina, logró construir una opinión pública enajenada, es decir, despojada de pensamiento crítico y conciencia política. En una palaba, “despolitizada”. Y el ciudadano y la ciudadana despolitizados “ignoran” muchas cosas:

  • Por empezar, no saben que no saben, ignoran su ignorancia.
  • Ignoran, por ejemplo, la gravitación del poder real en la dinámica política. Ignoran la existencia de dos tipos de corrupción, 1) La vernácula o coyuntural y 2) La cipaya o estructural. Ambas son malas, pero la segunda es mucho más perversa, porque supone la “entrega” del país. Por ejemplo, no ven corrupción en contraer deuda externa y luego fugarla, tampoco la ven en la Ley Bases. Por eso, en sus análisis parten de hipótesis que la realidad no confirma de ninguna manera. Todas hipótesis que encuentran su fundamento en la desinformación y manipulación de los medios de comunicación masivos y las fake news (falsas noticias) que los sectores dominantes difunden todo el tiempo. Esta creencia prácticamente los deja afuera de la lucha por la transformación de la realidad, ya que si sólo participan en el contexto de la disputa partidaria cada dos años, están ejerciendo una muy pequeña parte de su poder soberano, se están quedando afuera de la lucha por el poder real, que tiene una influencia decisiva en la realidad social y política de su país, de su región y del mundo.
  • Ignoran que los conceptos y categorías políticas no tiene un “único” significado, sino que adquieren significados diferentes de acuerdo a los contextos en los que son enunciados. Por ejemplo, el concepto de “libertad”, que en el contexto del pensamiento libertario de Milei, es la libertad de mercado, en realidad como señalamos nosotros, es la libertad de zorro en el gallinero, la libertad para oprimir. Contrariamente, en el contexto del campo popular, el concepto de libertad se convierte en el de “liberación”, cuyo significado es el de dejar de ser oprimidos[1].

– Ahora bien, ¿cómo y por qué se articulan ambos contextos? Aquí debemos resaltar cuál es la importancia del contexto de la confrontación partidaria. Esta dada, principalmente, por el valor que adquiere la administración del Estado para el bloque de poder oligárquico. Cuando un partido surgido de su riñón se hace cargo de la administración del Estado, estamos en una tormenta perfecta, porque al poder que ya posee el bloque oligárquico se le suma el que proviene de poseer el control del Estado. En esta situación vemos cómo los gobiernos de la derecha neoliberal comienzan a “formatear” al Estado a favor de sus valores e intereses, justamente lo que estamos sufriendo en el gobierno de Milei con su “desguace” del Estado, que perjudica notablemente a la nación y al pueblo. De ahí la importancia de la alfabetización política de la ciudadanía que, sin ella, termina votando y dándole consenso a sus verdugos.

– Saber que la democracia liberal es una “democracia formal”, una democracia bajo el mandato de la oligarquía y, por lo tanto, débil y de baja intensidad. Por eso tenemos que luchar para que se convierta en una “democracia real”.

– Saber que la “transición de una democracia formal a una real” requiere del empoderamiento del pueblo y, este último tiene un primer paso fundamental en la alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular.

– Saber, también, que la “democracia formal” es imprescindible para conseguir una “democracia real”, por lo que estimamos imprescindible defenderla de las amenazas a la que está sometida por la extrema derecha.

– Saber que existen dos militancias 1) La política y 2) La partidaria, y que la partidaria debe fundarse en la política. Si bien la militancia partidaria puede estar ausente en su vida, la militancia política es insoslayable, porque no es posible la “neutralidad” política.

– Saber que el concepto de política tiene, por lo menos dos significados, 1) El social y 2) El partidario, y que el partidario encuentra su fundamento en el social.

– Saber que existen dos tipos de corrupción: 1) La coyuntural, vernácula, que es transversal a todos los gobiernos, que podemos denominar “doméstica” que, en distintos niveles, existe en todos los países y 2) La corrupción estructural o cipaya, la peor de todas, que destruye a los países y sus pueblos. Si bien toda corrupción es mala, la estructural, la cipaya, es la peor y más nefasta de todas.

– Saber que el bloque de poder oligárquico debe “ocultar” la corrupción cipaya, la corrupción estructural que practica todo el tiempo, porque la ciudadanía sólo debe conocer la corrupción vernácula, la corrupción coyuntural, que es transversal a todos los gobiernos. Por ejemplo, la Ley Bases que presentó Milei en el Congreso y fue aprobada por la traición de muchos representantes del pueblo es, sin ninguna duda, un hecho de “corrupción cipaya”, que los medios hegemónicos entreguistas no denunciaron como tal.

– Saber que la realidad política se desarrolla en dos escenarios: 1) El local, el de su país y de su región y 2) El global, el de la geopolítica.

– Saber que la geopolítica interviene decisivamente en el escenario local.

– Saber que el escenario local, el de su país y de su región, no puede entenderse fuera del contexto de la geopolítica de los Estados Unidos, la geopolítica del patio trasero. Sin embargo, también tiene que saber que una parte importante de la ciudadanía lo desconoce, porque le es ocultado por el bloque de poder oligárquico.

– Saber que el poder real es siempre ocultado por el bloque oligárquico, porque la oligarquía no puede blanquear su naturaleza antidemocrática, por lo que siempre debe esconder su representación del poder real.

– Saber que la democracia liberal (democracia formal) le permite al bloque de poder oligárquico, antidemocrático por naturaleza, “camuflarse” como democrático en el contexto de la confrontación partidaria de la democracia liberal.

– Saber que la representación política es un grave problema de la democracia liberal, que sus representantes pueden traicionarlo y, de hecho, lo hacen muchas veces. Por eso, tiene que aprender a “incidir” sobre ellos de distintas formas, donde las movilizaciones y manifestaciones son las más importantes. Asimismo, debe aprender a “demandarles” y a “controlarlos” de distintas maneras.

– Saber que para “incidir” y “controlar” a sus representantes, debe poseer conocimientos y competencias, que el sistema no le va a brindar, por lo que deberá adquirirlas en el seno de un pueblo preparado y organizado para desarrollarlas desde sí mismo.

– Saber que como ciudadano politizado tiene una “doble responsabilidad”, por un lado, luchar por el poder real en manos de la oligarquía y por el otro, incidir, controlar y apoyar a sus representantes sobre todo cuando se trata de gobiernos de sesgo nacional y popular, porque con gobiernos de la derecha neoliberal no se siente representado, ya que forman parte del poder real.

– Saber que, como la política se rige por las “lógicas del poder y la posibilidad”, sus decisiones políticas deben ser estratégicas, por lo tanto, entre las competencias que debe poseer la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, está la de saber aplicar una “ética de la responsabilidad”. La ética de la responsabilidad se opone a la de los principios, porque en la primera, a diferencia de la segunda, se obra tomando en cuenta las consecuencias de las acciones. Por ejemplo, ante los errores cometidos (ningún gobierno está libre de cometerlos) no es conveniente exacerbar la crítica hacia los gobiernos de sesgo nacional y popular, ya que sería, como dice el refrán popular, “darle de comer al chancho”. Debido a su habitual comportamiento manipulador, al bloque de poder oligárquico no se le puede dar ninguna ventaja. La crítica, que es fundamental que la hagamos, siempre debe ser constructiva e interna.

– Saber que sin un pueblo empoderado y, por lo tanto, formado políticamente, organizado y movilizado, será imposible enfrentar el enorme poder de la oligarquía.

Finalmente comprender, en toda su profundidad, la idea de que:

“De la conciencia política de cada uno depende el destino de todos”

Entonces, si asumimos la responsabilidad de elevar nuestro nivel de formación política y ayudamos, con la misma responsabilidad, a quienes nos rodean a que hagan lo mismo, estaremos generando un proceso virtuoso exponencial de “empoderamiento” de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular.

  1. Recomendaciones para comenzar a trabajar de ciudadanos
  2. El trabajo de ciudadanos conviene que lo comprendamos como una “acción evangelizadora”, ya que debemos “convencer”, con argumentos orientados por la búsqueda de la verdad, a nuestros compatriotas, en la “era de la posverdad” y frente al enorme poder comunicacional y educativo del bloque oligárquico, de que sólo el “empoderamiento” del pueblo puede permitirnos luchar con posibilidades de éxito contra el “poder real”.

 

  1. El trabajo de ciudadanos implica reconocer la práctica de una “militancia política” y no partidaria. No militamos a ningún partido, sino a los intereses de la patria y al pueblo. Pero la militancia política, siempre que esté al servicio de la patria y el pueblo, no es contradictoria con una militancia partidaria. Por supuesto, que si la militancia partidaria es la de partidos que provienen del riñón del bloque de poder oligárquico, como el PRO y La Libertad Avanza, entonces, ahí sí tenemos una contradicción, ya que dichos partidos no defienden los intereses de la patria y el pueblo, por el contrario, los traicionan.
  2. ¿Cómo nos presentamos? Como “militantes políticos”, para lo cual tenemos que explicar cómo definimos nuestra “identidad política” (no hablemos de identidad partidaria en ningún momento, salvo que nuestros interlocutores nos abran ese espacio), Nuestra identidad política se define a partir de nuestra opción “ético-política” por la patria y el pueblo. Sugerimos preguntar a nuestros interlocutores si ellos también hicieron esa opción. Si un interlocutor que se define como partidario de las políticas neoliberales nos dice que él realizó la opción, resulta evidente que está siendo incoherente, ya que las políticas neoliberales son contrarias a los intereses de la patria y el pueblo.
  3. Esta militancia política debemos realizarla los 365 días del año y en todos los espacios sociales, pero evitando entrar en discusiones chicaneras y mal intencionadas. Si perciben que hay una intención chicanera y mal intencionada, abandonen diplomáticamente la charla, señalando que no son partidarios de discusiones que no conducen a nada. Pero la clave para evitar que se disparen este tipo de discusiones y debates, es sostener todo el tiempo la opción ético-política, ya que ésta trasciende el contexto partidario.
  4. Cuando nos digan, “yo soy apolítico o apolítica“, a mí la política no me interesa”, la política es sucia, etc. Respondan que “todo” es político, todo tiene connotaciones políticas (aclaren, no partidarias), incluso la declaración: “yo soy a-político”, es una declaración política, porque tiene consecuencias políticas.
  5. También es importante exponer a sus interlocutores el hecho crucial de que la política se rige por la “lógica del poder” y que, por lo tanto, todos los partidos y gobiernos “representan” determinados intereses y valores. En el caso de la Argentina, así como en el de la mayoría de los países de la región, es claro que sólo hay dos modelos de gobiernos, los que representan los intereses nacionales y populares y los que representan intereses foráneos, como los de la geopolítica norteamericana. Por ejemplo, un gobierno que manifiesta su alianza geopolítica con los Estados Unidos, es claro que no viene con intenciones de defender los intereses de la patria y el pueblo. Por eso, es muy ingenuo creer que los gobiernos de la derecha neoliberal vienen “con buenas intenciones” para solucionar los problemas de la nación y el pueblo, todo lo contrario, porque vienen representando los intereses del bloque de poder oligárquico, que está vertebrado por la geopolítica de los Estados Unidos.
  6. También es importantísimo que dejemos claro por qué es tan valioso y relevante el trabajo de ciudadanos. Si el rol de ciudadanos se reduce solamente a elegir y votar a candidatos y gobiernos, que es lo que está ocurriendo hasta el momento, prácticamente podemos decir que no existe el trabajo de ciudadanos tal como lo entendemos nosotros. ¿Por qué lo decimos? Porque, si bien es necesario, no es suficiente con votar a partidos o frentes de sesgo nacional y popular, si después no existe una ciudadanía empoderada que los apoye. Sabemos que la ciudadanía de la democracia liberal formal asume la conducta típica y repetida de “votar y esperar”, en la que, por supuesto, no existe el trabajo de ciudadano. Y si la ciudadanía no trabaja de tal, después no es válido insultar a los políticos y gobiernos acusándolos de ladrones e inútiles, cuando no fueron incididos ni controlados como corresponde. Por eso, debemos tener claro cuál es el trabajo de ciudadano.
  7. El trabajo de ciudadano se estructura en dos tareas fundamentales: 1) Elevar en forma continua su formación política y 2) Promover y multiplicarla ayudando a sus compatriotas a que adopten la misma conducta. Lo importante aquí son los resultados de elevar el nivel de nuestra formación política:
  • La formación política es un poderoso antídoto contra la manipulación ejercida por los medios de comunicación hegemónicos y redes sociales manejadas por las grandes plataformas digitales. Un pueblo empoderado no puede ser manipulado.
  • La formación política modifica la calidad democrática de nuestro consenso y aprobación a los diferentes gobiernos, tanto a los de sesgo nacional y popular, cuanto a los de la derecha neoliberal. Por ejemplo, una ciudadanía con una buena formación política le quitaría de una forma masiva la aprobación al desastroso gobierno de La Libertad Avanza. Y ya sabemos cuáles son los efectos y consecuencias de aprobar gobiernos como el de MIlei. Un gobierno sin la aprobación de la ciudadanía pierde legitimidad y gobernabilidad.
  • También nos impulsa a valorar y asumir responsablemente el compromiso de movilizarnos para luchar, de diferentes formas, contra los regímenes políticos que instala la derecha neoliberal que representa los valores e intereses del bloque de poder oligárquico. En la calle y en las redes sociales.

 

  • Si cada vez fuéramos más los ciudadanos y ciudadanas que asumimos la responsabilidad de elevar nuestro nivel de formación política, no hay duda de que tendríamos mejores representantes, políticos, mejores gobiernos y mejores líderes. Los pueblos tienen los gobiernos que pueden generar. Cuanta mayor educación y cultura política, mejores gobiernos. No hay ninguna duda de esto.

 

Bibliografía de referencia:

Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina.

José Luis Lens (El ciudadano politizado)

5 de mayo de 2025

  1. Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina. Ver: Categorías de análisis y contextos, página 244.

 

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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