Política

¿Por qué siempre vuelven y qué debemos hacer para que no lo consigan?

¿Por qué siempre vuelven y qué debemos hacer para que no lo consigan?

El discurso de Javier Milei: quiénes lo acompañaron en la cadena nacional

El poder real siempre vuelve al gobierno

Es claro que nos referimos al bloque de poder oligárquico, para simplificar, al “poder real”.

Vuelven al gobierno de la Argentina, podríamos decir al desgobierno, porque lo que hacen es paralizar el desarrollo industrial del país, endeudarlo, hundirlo económicamente y, destrozar la calidad de vida del pueblo, todo esto bajo el dominio de los intereses y valores de la geopolítica norteamericana. Y no necesitamos demostrarlo, porque es una evidencia empírica que no requiere de una fundamentación argumental.

El filósofo alemán Martín Heidegger decía que la principal tarea de la filosofía es “descubrir lo más digno de ser pensado”, aquello que merece ser pensado. Y en este problema que estamos metidos, su raíz, lo que merece nuestra mayor atención es el “déficit de formación política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular”. ¿Por qué? Porque hemos sufrido un bajón informativo-educativo-cultural de tal magnitud, que hemos “naturalizado” y nos parece “normal”:

  • El déficit de formación política de la ciudadanía,
  • Que en el sistema educativo no se enseñe a pensar en forma crítica ni a promover una conciencia política en los educandos,
  • Que no percibamos que la democracia es incompatible con una ciudadanía manipulada por medios de comunicación hegemónicos y un falso periodismo cipayo, como ocurre en la nuestra.

En estas condiciones resulta entendible:

  • Que el pueblo ponga en el gobierno a sus verdugos y
  • Que los gobiernos de sesgo nacional y popular no puedan mantenerse en el poder y sean desplazados por otros de sesgo opuesto, esto, con intereses contrarios a los de la patria y el pueblo.

Con el pueblo empoderado, esto es, con un buen nivel de alfabetización política, sin duda, la situación sería otra.

Vamos a volver

En su mágico discurso del 18J en la Plaza de Mayo, Cristina valoró especialmente uno de los cantos de la multitud, el “vamos a volver”.

Sin duda, es un canto que entusiasma, porque es un llamado a que despertemos de la apatía y el letargo en el que nos fuimos hundiendo en este último tiempo.

Lo sabemos, nuestra historia confirma que siempre vuelven los gobiernos de sesgo nacional y popular. Cristina resaltó la consigna, porque, como señaló sobre el final de su alocución: “los pueblos siempre vuelven”.

El problema de la “alternancia perversa”

No obstante, también vuelve el poder real a apropiarse de la administración del Estado, Y acá está el fenómeno de la “alternancia perversa”, que tanto daño nos hizo y nos hace.

La Argentina, como muchos países de la región de América latina y el Caribe está sometida a esta “alternancia perversa”, pero, ¿qué es la alternancia perversa? En nuestro libro definimos lo que denominamos “Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos”:

La alternancia es, sin duda, un valor de la democracia. Pero lo es en tanto sea sana, esto es, una alternancia entre gobiernos que representen realmente los intereses de la nación y el pueblo. Ahora bien, si la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y los que representan intereses populares, entonces, la alternancia no es sana, sino perversa. Lamentablemente, esta es la realidad de la Argentina.

El poder de la oligarquía fue, y lo sigue siendo, mayor que el del pueblo y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y cuando estos últimos alcanzaron la administración del Estado, nunca pudieron mantenerse, sino que siempre fueron destituidos y desplazados, ya sea mediante golpes de Estado cívico-militares, boicots económico-financieros o guerra judicial (lawfare).

Esto generó una alternancia perversa entre gobiernos representantes de los valores e intereses de la oligarquía y representantes de los valores e intereses del pueblo. Fijémonos que no se trata de una alternancia sana y progresista entre gobiernos de sesgo nacional y popular, sino de una alternancia perversa entre gobiernos de la oligarquía y gobiernos populares. Al señalar que la oligarquía nunca tuvo, ni tiene, objetivos que tengan algo que ver con el desarrollo soberano del país, la superación de sus problemas estructurales y la mejora de la calidad de vida del pueblo, no decimos nada que no pueda fundamentarse en la historia y en las experiencias más recientes. Está claro que la causa de la postración de la Argentina, de la imposibilidad de lograr su soberanía política, industrial, alimentaria, educativa, comunicacional y de su pueblo, está en el accionar antipatriótico y entreguista de una oligarquía siempre dependiente de la geopolítica de Washington. La alternancia de los gobiernos es, sin duda, un valioso atributo de la democracia. No obstante, cuando la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y gobiernos de sesgo nacional y popular, la alternancia es un verdadero desastre. Su resultado es la postración eterna de la nación[1].

Pero siempre vuelven

El “vamos a volver” es fundamental, porque la administración del Estado debe volver, necesariamente a gobiernos de sesgo nacional y popular. Pero es el momento de preguntarnos seriamente:

¿Por qué siempre vuelven? ¿Por qué el bloque de poder oligárquico[2] siempre vuelve?

Aclaremos, siempre vuelve al gobierno, pero siempre estuvo y está en el poder, porque es el “poder real” mismo.

Tengamos algo en claro, es tan importante la lucha para que vuelva al gobierno una expresión partidaria nacional y popular, como el peronismo-kirchnerismo, como la lucha para evitar, de una vez por todas, que el bloque de poder oligárquico no vuelva “nunca más” al gobierno. Tiene que haber un “nunca más” para el poder real en el gobierno.

El costo de no lograr un “nunca más” para la oligarquía en el gobierno, es el padecimiento de la “alternancia perversa”, con los enormes costos que conlleva para la patria y el pueblo.

La necesidad de plantear los dos contextos: el político y el partidario

Por esa razón, en nuestra teoría planteamos la existencia de dos contextos o dimensiones de la política, la dimensión de la lucha por el “poder real” y la de la confrontación partidaria de la democracia liberal:

“Las dos dimensiones de la política

La dimensión trascendente es la de la lucha política por el poder real. La dimensión inmanente es la de la disputa partidaria por la administración del Estado. Es cierto que el poder de gobernar es importante, pero la lucha decisiva no está en la disputa partidaria por el gobierno del Estado, sino en la lucha política por el poder real”[3].

Aquí está el meollo de la cuestión, venimos ganando, en forma alternada, en las urnas, “ojo, algo que es muy necesario”, pero que, lamentablemente, no es suficiente. ¿Por qué no es suficiente?, porque estamos perdiendo la batalla contra el “poder real”.

Aquí adquiere una centralidad notable el “empoderamiento” del pueblo. Este debería ser nuestro objetivo estratégico fundamental:

“El empoderamiento popular, que comienza cuando cada ciudadano y ciudadana asumimos la responsabilidad de convertirnos en sujetos políticos, es la principal esperanza para derrotar el perverso dominio de una oligarquía que ha impedido y sigue impidiendo nuestra soberanía política, autodeterminación económica y calidad de vida del pueblo”[4].

Por eso:

“Es fundamental abrir las dos dimensiones de la política para ayudar a que la ciudadanía tome conciencia de que la responsabilidad y compromiso políticos van más allá de dar consenso, elegir y votar a unos candidatos[5]

Los enormes obstáculos que se oponen al empoderamiento popular

Aquí es muy importante dimensionar los enormes obstáculos que tenemos por delante para lograr dicho “empoderamiento popular”. Si bien, no son obstáculos insuperables, es necesario entender muy bien lo que representan.

El poder real se conforma con el monopolio:

  • Del sistema educativo que, aunque es público, no es popular. Sabemos muy bien que este sistema no forma ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política.
  • Los medios de comunicación masivos (la troika Clarín-La Nación- Infobae), que domina más del ochenta por ciento del espacio mediático-informativo. Aquí trabajan en contra de la patria y el pueblo un poderoso conjunto de falsos periodistas cipayos, que no voy a nombrar porque ustedes ya los conocen.
  • Las redes sociales en manos de los mil millonarios dueños de las grandes plataformas digitales, que han dado lugar a lo que distintos analistas bautizaron como “tecno feudalismo comunicacional”, esto es, feudos cuyo poder es tal, que escapa a las regulaciones y controles de los Estados.

El empoderamiento popular requiere de una estrategia de construcción de poder

¿Son estos obstáculos imposibles de superar? Son enormes, pero no imposibles, porque podemos luchar contra ellos. No obstante, nos obligan a elaborar una “estrategia de construcción de poder” que debe tener como responsables a los gobiernos de sesgo nacional y popular y, sobre todo, a la ciudadanía que conforma el amplio campo popular.

Lo hemos dicho muchas veces, y lo reafirmamos, la experiencia histórica nos indica que los gobiernos de sesgo nacional y popular sólo pueden sostenerse y mantenerse en el poder de gobierno, si son apoyados e incididos por un pueblo “empoderado”.

Y el primer paso para dicho empoderamiento es la alfabetización política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. Pero, ya lo hemos experimentando y sabemos, que esa iniciativa no va a venir del establishment, que es controlado y dirigido por la oligarquía en el marco de la reglas de juego de la democracia liberal que ha adaptado a sus intereses y valores, sino que tiene que provenir de los pueblos, de las bases de la sociedad.

Por eso, los gobiernos de sesgo nacional y popular deben establecer una relación sinérgica con sus pueblos, que deben gozar de una autonomía relativa –enseguida veremos qué significa este concepto- respecto de dichos gobiernos.

Al poder gubernamental, de “arriba hacia abajo”, se le debe sumar, en forma dialéctica, el poder de los pueblos, de “abajo hacia arriba”. Porque, sin poder popular, la superación de la alternancia perversa será imposible.

Y sabemos que el poder popular está severamente restringido por el control subjetivo que han logrado concretar las oligarquías. Por eso, decimos, sin temor a equivocarnos, porque lo venimos experimentando, que la manipulación de la población a partir del monopolio de la información y formación que han logrado y que señalamos arriba, es, lisa y llanamente, la cancelación de la democracia. ¿De qué democracia podemos hablar cuando quienes ejercen el voto han sido objeto de una construcción de “opinión pública manipulada”, que los lleva, y ya lo hemos experimentado (Macri y Milei) dos veces en estos últimos años, a dar consenso y votar a sus verdugos?

Las condiciones para superar la “alternancia perversa”

Las condiciones para superar la “alternancia perversa”, que implican asumir un gran desafío, son, para nosotros:

  • Trabajar en la concreción de un gran frente de todos los partidos y fuerzas de sesgo nacional y popular para conseguir el gobierno, para lo cual debemos darle más importancia a la “militancia política” que a la “partidaria”, precisamente, porque es imprescindible la “unidad del campo popular”. Tenemos un único enemigo, por lo que, hoy, las internas y las contradicciones partidarias atentan contra dicha unidad.
  • Tener muy en cuenta de que el gobierno esté en manos de una fuerza nacional y popular es una condición “necesaria”, pero no “suficiente” para superar la “alternancia perversa”.
  • Ya hemos experimentado que sin modificar la asimetría de poder existente, a favor del primero, en la correlación de fuerzas, entre el bloque de poder oligárquico y el pueblo, será imposible superar la “alternancia perversa”, el bloque de poder oligárquico siempre vuelve al gobierno.
  • En este marco problemático hay dos actores que deben tener iniciativas que converjan en una sinergia de poder, que le corresponden al gobierno nacional y popular y al pueblo.
  • El gobierno de sesgo nacional y popular debe comenzar a darle importancia a la “formación política” de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, porque sabemos que la lucha por mantenerse en el poder de gobernar en la democracia liberal, le impone priorizar la construcción de “fuerza electoral” más que de “fuerza social empoderada”. Por eso, los gobiernos priorizan la formación de cuadros partidarios para la captación de “electores”, que la formación política de la ciudadanía para luchar contra el “poder real”. Esto debemos entenderlo como una condición que les impone la democracia liberal.

La importancia de la autonomía relativa del pueblo respecto de los gobiernos

Por su parte, la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, debe lograr una autonomía relativa respecto del gobierno nacional y popular. Aquí vemos pertinente citar una categoría de análisis que elaboramos en nuestro libro, que denominamos: “Autonomía relativa del pueblo”:

“Esta categoría responde a la necesidad de considerar la “autonomía relativa del pueblo respecto del gobierno”. Pueblo y gobierno —por supuesto nos referimos a gobiernos de sesgo nacional y popular— conforman una dupla cuyos intereses formales son convergentes. No obstante, existen razones para fundamentar la necesidad de que el pueblo mantenga una autonomía relativa respecto del gobierno. ¿Por qué? En primer lugar, porque la soberanía, más allá de la delegación en sus representantes, es del pueblo y no del gobierno. En segundo lugar porque, debido a la delegación, entre ambos intereses puede haber divergencias. Sabemos que los gobiernos están sometidos a los lobbies de los poderes fácticos, que implican cooptaciones, sobornos, extorsiones y todo tipo de condicionamientos a los políticos y funcionarios que ejercen los cargos públicos, lo que pueden inclinar al gobierno a desconocer los intereses del pueblo. Para que esto no ocurra, el pueblo, que debe poseer un buen nivel de empoderamiento para lograrlo, tiene que ejercer su crítica, incidencia y control sobre dichos funcionarios y políticos, comenzando por el Presidente de gobierno.

Por otro lado, los pueblos empoderados, en cuanto tales, deben ejercer una función proactiva, no meramente reactiva frente a las decisiones del gobierno. Es obvio que es el pueblo quien debe llevar la voz cantante en las luchas por sus derechos, quien debe empujarlas y arrastrar a los líderes políticos a que las asuman177. Si sucede al revés y son los partidos políticos y los gobiernos los que inician y llevan adelante las luchas, con una ciudanía ajena al problema y apática en lo político, el riesgo es que la dirigencia partidaria termine “negociando” el objetivo con la oligarquía, traicionando al pueblo. Pero para que el pueblo tenga iniciativa es necesario su empoderamiento. Y los pueblos se empoderan con ciudadanos responsables y con conciencia y compromiso político. Esto es lo que explica la imperiosa necesidad de que cada uno de nosotros asuma personalmente el proceso de elevación de su nivel de alfabetización política. La premisa es clara, si todos somos cero, la suma de ceros siempre va a dar cero. Contrariamente, si comenzamos a convertirnos en unidades, los ceros darán decenas, centenas, miles, decenas de miles, cientos de miles y millones. Aquí está uno de los secretos del poder popular.

Aunque en esta realidad que vivimos no se cumpla, es crucial luchar para que no sea el pueblo soberano quien deba adecuarse a los objetivos y necesidades de los gobiernos, aunque éstos sean nacionales y populares, sino a la inversa, que sean los gobiernos los que deban subordinarse a los intereses y necesidades del pueblo. Es cierto que este es un sueño que se construye sobre el empoderamientos de los pueblos, pero nada será posible si no buscamos una y otra vez lo imposible. Vale destacar aquí la histórica frase de José Gervasio Artigas, el caudillo uruguayo, para quien la voluntad del pueblo tenía un valor sagrado: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”. Aquí se funda la autonomía relativa del pueblo, que acepta el liderazgo del gobierno, pero que mantiene la independencia y autonomía que le da su soberanía.

Hay otra razón para valorar la autonomía relativa del poder popular respecto de los gobiernos. Nos referimos al hecho de que el Estado es un espacio de conflicto y lucha entre los intereses de la oligarquía y los del pueblo. Sabemos que los poderes fácticos poseen una gran capacidad de presión y condicionamiento sobre los gobiernos, lo que entraña el peligro de su poder para influir sobre sus decisiones en contra de los intereses del pueblo. Aquí es donde los pueblos deben afirmarse en su autonomía y autodeterminación, para lo cual necesitan unirse y, así, conseguir un poder de organización y tensión que les permita reducir la asimetría en la correlación de fuerzas con la oligarquía. De esta forma, el pueblo adquiere un mayor protagonismo en su lucha por incidir con más fuerza en las decisiones de gobierno”[6].

Lo que debemos hacer para que no vuelvan

Sobre la base de esta idea de autonomía del pueblo respeto del gobierno, es posible proponer e impulsar la construcción, desde las bases populares, de un gran “proyecto de alfabetización política ciudadana”[7], que sería necesario articularlo con el gobierno nacional y popular cuando se concrete su vuelta.

Por su parte, este gobierno nacional y popular deberá saber que tiene que impulsar transformaciones en el campo de la información y la formación de la ciudadanía. Por eso, tendrá que asumir como tareas impostergables:

  • La comunicación permanente con la ciudadanía, sin temor a utilizar la “cadena nacional”,
  • La democratización de la “información”, para lo cual deberá volver con la tarea de promulgar y aplicar una ley de medios,
  • La regulación de las redes sociales, en manos de los mil millonarios dueños de las grandes plataformas digitales, que trabajan para el “poder real”,
  • Una verdadera transformación del sistema educativo, porque las que se realizaron hasta el momento no cambiaron nada, de una educación que no forma ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política.

Pero todo esto sólo será posible con un pueblo “empoderado” que lo apoye, lo demande, lo incida y controle al gobierno. Un pueblo que comprenda la importancia de “trabajar de ciudadanos”.

Conclusiones finales

En primer lugar, debemos tomar conciencia de que, mientras los pueblos de la región, como la Argentina, permanezcan bajo el control subjetivo y manipulador de las oligarquías, los ciclos de “alternancia perversa” seguirán vigentes.

Por eso, en una democracia liberal formal como la nuestra la formación política del pueblo es completamente esencial para pelear por un gobierno nacional y popular. Por esa razón, el bloque de poder oligárquico, cuya ambición de poder es ilimitada y, por ende, necesita dominar en forma permanente a la ciudadanía, trabaja, con todo su enorme poder mediático y en las redes sociales, para controlarla subjetivamente, manteniéndola despolitizada y apática.

En realidad, la “alternancia perversa”, que permite periódicamente la vuelta del bloque de poder oligárquico al gobierno, se debe a la apatía y despolitización de una parte importante de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular.

Revertir este proceso es una tarea que debe involucrar a una militancia política ciudadana, en una convergencia sinérgica con un gobierno de sesgo nacional y popular, en el marco de un proyecto cuyo objetivo debe ser el “empoderamiento” del pueblo.

Ahora bien, si no logramos poner en marcha este proyecto, la vuelta del bloque de poder oligárquico al gobierno, seguirá siendo una penosa realidad para la patria y el pueblo.

Bibliografía

Lens, José Luis Lens (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina,

22 de junio de 2025

  1. Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos, en: Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, página 247.
  2. Bloque de poder oligárquico, en: Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, páginas 241-242.
  3. Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, página 163.Pueden bajar este libro en pdf, en:

    www.autoformacionyempoderamiento.com

  4. Idem, página 22.
  5. Idem, página 162.
  6. Ver “Autonomía relativa del pueblo”, en Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, páginas 237-239.
  7. Este proyecto es lo que anima nuestros Talleres de alfabetización política que desarrollamos en las redes sociales.

 

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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