Política

Tenemos que tomar consciencia de que la demonización de la política es una estrategia manipuladora de la derecha conservadora neoliberal

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Las condiciones de existencia de la democracia liberal se juegan en la idea de que el pueblo no delibera ni gobierna. Para que la democracia liberal funcione, el pueblo debe estar despolitizado. Un pueblo realmente politizado, un pueblo empoderado, impediría el accionar de una oligarquía que lo quiere todo para sí. Esta es la razón de fondo que explica la estrategia despolitizadora y desideologizadora de la derecha conservadora neoliberal. Curiosamente, desideoligizar ideológicamente, despolitizar políticamente. Como decía Paulo Freire, sólo desde posiciones ideológicas se puede negar la ideología.

Tengamos claro que la negación de la ideología y la política es una típica conducta de la derecha neoliberal, que suele encubrir dicha negación con la afirmación de que las buenas gestiones de gobierno son neutras, no tienen color ideológico. La derecha neoliberal siempre viene esgrimiendo un discurso eficientista y pretendidamente desideologizado y despolitizado, pero completamente falaz. En un programa de TV, el Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, Hernán Lombardi, señaló: “Deng Xiaoping, el sucesor de Mao, decía: No importa si el gato es blanco o es negro, lo importante es que cace ratones”. Es evidente que con esta sentencia lo que quiere es dejar claro que lo que importa es la gestión y la eficiencia y no las ideologías. Eficiencia sí, ideologías no. Con su ocultador desprecio por las ideologías pretende instalar la idea de que su gobierno no tiene detrás ninguna ideología, sino equipos competentes para realizar gestiones eficientes, que el gobierno anterior, populista, nunca tuvo y por eso dejó el desastre que dejó. Lombardi, como todo el gobierno de Macri, tiene, entre otros igual de perversos, un objetivo muy claro: “desideologizar y despolitizar, pero ideológicamente”

En primer lugar, no tiene ningún sentido contraponer “eficiencia” a “ideología”, porque la “eficiencia” depende de los objetivos que se pretendan alcanzar. Y es claro que para los aculturizados en las corporaciones, los que siguen la ideología neoliberal, la eficiencia tiene un único objetivo: la obtención de poder y rédito económico. Ahora bien, si pretendemos obtener los objetivos buscados, siempre tendremos que ser eficientes, busquemos lo que busquemos. Entonces, la ideología si es importante, fundamental, porque de acuerdo a su color los objetivos serán diferentes. Los gobiernos neoliberales cazarán los ratones para los ricos, y los gobiernos populares y progresistas lo harán para los pobres. Y ambos querrán ser eficientes. Por eso, más importante que el gato cace ratones, es saber para qué y para quién los caza. Y aquí la diferencia ideológica es esencial.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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