Política

Sólo hay dos modelos de gobierno el oligárquico y el popular

Sólo hay dos modelos de gobierno: el oligárquico y el popular

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En mi último libro señalo lo siguiente:

“Podemos dudar de todas las teorías, doctrinas y discursos políticos, tanto de derecha, como de centro y de izquierda. Podemos dudar de todas las filosofías e ideas políticas existentes, pero hay algo de lo que no podemos dudar, de la existencia de dominadores y dominados, que es la causa de la creciente desigualdad existente en nuestro país, la región y el mundo. De esta certeza se desprenden, desde una lógica política, una serie de consecuencias, conceptos, fundamentos y principios, no menos ciertos, por ejemplo: la constatación de que el posicionamiento ideológico es antes existencial que socio-político”[1].

Esto nos obliga a asumir una opción ético-política inevitable, ¿en qué vereda nos vamos a parar, en la de los dominadores o en la de los dominados? En los setenta del siglo pasado los curas del Tercer Mundo, a partir de una interpretación política y humanizada del Evangelio, hacían la opción por los pobres. Hoy los curas villeros hacen la opción por lo pobres. Hoy también los políticos, los militantes y ciudadanos debemos hacer nuestra opción por los dominados, una definición que es trascendente, porque es previa a toda consideración o adhesión partidaria. Por eso, mi elección partidaria, si se da, es posterior a mi opción ideológica. Ser de derecha o de izquierda es una opción filosófico-existencial. Por eso, hablamos de dos dimensiones de la política, la trascendente y la inmanente[2] .

A partir de nuestra opción es que, estratégicamente, decidimos a qué partido nos adherimos y a quién vamos a votar. De la misma forma, los políticos presentan sus propuestas y elaboran sus campañas y somos los ciudadanos los que debemos descubrir cuál es la verdad de su opción. Si han hecho la opción por los dominados o por lo dominadores. Qué hay detrás de sus discursos.

La indiscutible división dominadores-dominados tiene su expresión concreta en los dos modelos que enunciamos en el título del artículo: el gobierno oligárquico y el gobierno popular. Y no tengo duda de que, frente a las elecciones de octubre, quien más se acerca a una posibilidad cierta de poner en juego un gobierno popular que se pueda enfrentar con éxito a la avanzada de la derecha conservadora neoliberal es la alianza Unidad Ciudadana. Hay varias razones que fundamentan esta afirmación y que nos servirán de criterio para analizar, en forma estratégica, las posiciones de las demás propuestas opositoras a Cambiemos.

Más allá de todos los errores que le podamos adjudicar al gobierno de Cristina Fernández, más allá de todas las autocríticas que se dice no realizó, no existe ninguna duda de que usó el Estado a favor de los intereses populares, empoderó con derechos a muchos grupos vulnerables, promovió una geopolítica soberana de la región y dejó un país desendeudado. La mejor prueba de que esto fue así es la profunda irritación que le produjo y le produce su figura a la oligarquía, que ya lo manifestó en su gobierno, en la campaña electoral por la presidencia y lo manifiesta actualmente en el pavoroso temor de su vuelta[3]. Toda la artillería de Cambiemos, que es mucha y poderosa, está apuntando y disparando continuamente contra Cristina. Nadie puede negar que es así. Por otro lado, también es innegable que mantiene un fuerte liderazgo, basado. por supuesto, en lo que hizo en su gobierno, sobre todo cuando se lo compara con el desastre de Cambiemos en el poder.

A partir de este diagnóstico preliminar y del resultado de las PASO, ya que a pesar del fraude comunicacional es indudable que Cristina, sin una campaña de marketing, ganó la elección en la Provincia de Buenos Aires, el distrito más importante del país, resulta estratégico pensar que la oposición debería organizarse en torno de su liderazgo. No obstante, la realidad no lo confirma por ahora.

No hace falta ser un agudo analista político para darse cuenta de que la principal estrategia de Cambiemos es dividir a la oposición, el clásico apotegma histórico de la política: “divide y reinarás”. Como dice Leopoldo Moreau, Cambiemos se devoró al radicalismo y ahora va por el peronismo. Su estrategia maestra es fragmentarlo, partirlo en pedazos. Y hasta ahora lo está logrando. Por un lado, están los gobernadores e intendentes peronistas chantajeados por el gobierno con la coparticipación federal, algunos más frágiles que otros por celos a Cristina y ambiciones personales. Por otro lado, legisladores panqueques que se dieron vuelta con la derrota de Cristina, dejando un precedente muy peligroso para el futuro. Una CGT también dividida, por causas internas y externas, y en manos de una burocracia colaboracionista con el gobierno de Mauricio Macri. Un Florencio Randazzo movido más por el resentimiento hacia Cristina y las seducciones de Cambiemos, que por una adhesión ideológica clara al modelo de gobierno popular, lo que le terminó restando valiosos puntos a Cristina, para hacer todavía más dura la derrota de Cambiemos en la Provincia de Buenos Aires. Un Sergio Massa, que no es peronista, aunque algunos tengan interés en que creamos que lo es. Sergio Massa está mucho más cerca del gobierno oligárquico que del popular, no tengo la más mínima duda. Para los que todavía no lo ven, les pido que observen cuándo y dónde Massa crítica al modelo oligárquico. Siempre está operando, con objetivos de marketing, a partir de una crítica lavada sobre algunos efectos laterales y colaterales del gobierno de la derecha conservadora neoliberal. Pero nunca atacó ni ataca al modelo. Es evidente que Sergio Massa no realizó la opción por los dominados, por el pueblo. Por ende, no es peronista. Difícilmente colabore, entonces, con la necesaria unidad del campo político popular contra Cambiemos.

La izquierda trostkista, por su parte, no cabe duda de que hizo y promueve la opción por los dominados, pero tiene un enorme problema de incompetencia con las estrategias de búsqueda de la “unidad”, porque es dogmática y sectaria. Es notable su fragmentación interna, con el agravante de que se disputan cuotas muy bajas del electorado. En las recientes PASO, una buena cantidad de fragmentos no calificaron para octubre. Lo que es lamentable. En cuanto a la búsqueda de unidad con otros partidos y alianzas exteriores a su marco, pero también progresistas, no se ve que tengan alguna intención frentista, porque siguen, en forma autista, anclados en la idea de que ellos tienen la verdadera respuesta al modelo macrista. Esta soberbia no les deja ver que a un enemigo tan poderoso como lo es hoy Cambiemos, se lo combate con la “unidad” de la oposición. No pierden oportunidad de castigar a Cristina y el Kirchnerismo en cuanta ocasión se les presenta, con lo cual son funcionales a la derecha, porque no perciben que la piedra en el zapato de Cambiemos es Cristina, ya que ellos no le hacen sombra. Sin duda, su caudal electoral, que es bajo, pero no despreciable, se potenciaría notablemente en un frente de unidad.

Hay muchos peligros en el horizonte, porque el poder de Cambiemos es el del círculo rojo de las corporaciones, las multinacionales y los bancos, con el omnímodo Grupo Clarín a la cabeza. Su poder hoy es inmenso y su objetivo es una hegemonía sin líderes ni partidos con posibilidades de disputarles el poder, sin medios de comunicación opositores, sin jueces que puedan defender las causas populares, sin convenios colectivos de trabajo, en fin, con un pueblo pasivo, escéptico y hundido en el fatalismo. Este es el escenario con el que sueñan. Y este es un escenario que nunca deberemos permitir que se concrete.

Tengamos en cuenta que la gente de Cambiemos es experta en el “dibujo” de la realidad, en la comunicación marketinera que tapa la verdad de las cosas, en el engaño, en el fraude. Todo manejado, todo convertido en show, en espectáculo para manipular a la opinión pública. Esto es cambiemos. El país se hunde, la gente cae en la desesperación, mientras tanto ellos bailan entre globitos de colores, como si nada pasara.

Si el peronismo no se percata de que su fragmentación y la complacencia de muchos de sus dirigentes con Cambiemos lo puede hacer desaparecer como ocurrió con el radicalismo, quienes pertenecemos al campo popular estamos en un gran problema.

Los dos modelos son un parte aguas. De un lado la oligarquía y del otro el pueblo. Esta es la auténtica brecha[4], la de siempre, que se puede rastrear sin ningún problema en la historia argentina. La ciudadanía que compone el amplio campo popular debe tener criterios para detectar qué gobernadores, intendentes y políticos están con el modelo oligárquico y cuáles con el popular. Por ejemplo, observemos al intendente Katopodis, que proclama la necesidad de la Unidad del campo peronista para la elección de octubre, con lo que estamos totalmente de acuerdo. Pero, ¿qué deberíamos observar? No sólo que no critique a Cristina como lo viene haciendo, sino que proponga la unidad con su espacio. Si no lo hace, evidenciará una fuerte incoherencia. Su discurso no será compatible con su accionar. Entonces, nos quedarán muchas dudas respecto de la vereda en la que está parado, ¿a qué modelo está apostando, al oligárquico o al popular?, porque, evidentemente, en el medio no nos podemos parar.

De la misma forma, en sus discursos de campaña, políticos opositores que ya conocemos, critican al gobierno de Macri, pero nada nos garantiza que luego no le van a seguir dando gobernabilidad, como ha ocurrido. Porque: “Darle gobernabilidad a un gobierno enemigo del pueblo, es traicionar al pueblo”[5].

A partir del diagnóstico planteado, estimamos que la campaña de Unidad Ciudadana para las elecciones de octubre debe enfocarse, como dice Carlos Heller, en la presentación y esclarecimiento para el electorado de que existen dos modelos de gobierno, el oligárquico y el popular. Que el modelo oligárquico es completamente perjudicial para los sectores populares y medios. Que no hay terceras vías y no hay otro liderazgo firme y realmente opositor como el de Cristina. Entonces, lo acertado, siguiendo una línea estratégica que tenga como objetivo el éxito, esto es, la derrota de la derecha conservadora neoliberal, es buscar la unidad en torno del liderazgo indiscutible de Unidad Ciudadana.

  1. Ver: Lens, José Luis (2017) Para que no nos tomen por bolud@s. Elevar nuestro nivel de alfabetización política para derrotar a la derecha conservadora neoliberal. Buenos Aires: Editorial Dunken. Página 47.
  2. Ibid, Ver: Las dos dimensiones de la política, página 73.
  3. Sucede lo mismo con Lula en el Brasil.
  4. No la ridícula “brecha” que inventó Jorge Lanata entre kirchneristas y antikirchneristas, que tanto le preocupa a la reaccionaria e ignorante Mirta Legrand.
  5. Lens, José Luis (2017) Para que no nos tomen por bolud@s. Elevar nuestro nivel de alfabetización política para derrotar a la derecha conservadora neoliberal. Buenos Aires: Editorial Dunken, Página 17.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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