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Sin educación política no hay democracia

Sin educación política no hay democracia

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La educación política del soberano es la esencia de la democracia

Miren si será importante la educación política de la ciudadanía, que sin ella no hay una verdadera democracia. Sin embargo, la ciudadanía carece de educación política y seguimos hablando de “la” democracia como si nada fuera.

Políticos, pedagogos, políticos, funcionarios, científicos, maestras, universitarios, periodistas, abogados, artistas, intelectuales, escritoras, almaceneros, empresarios, empleados públicos, obreros de la construcción, modistas, arquitectas, ingenieros, en fin, todo el mundo habla de la educación, del déficit educativo de la Argentina, de que la educación está muy mal, de que sin educación la Argentina está perdida, de que la gran deuda del país es la educación, de que hay que mejorar las pedagogías y las didácticas, de que hay que innovar en tecnología, de que hay que cambiar el paradigma educativo, de que debemos mejorar los planes de estudio, etc. pero no he escuchado a nadie todavía, absolutamente a nadie, mencionar un hecho crucial, que en todos los niveles del sistema educativo argentino no se forme ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política que, como vamos a mostrar, es esencial para poder tener una auténtica democracia.

La naturalización de la ignorancia política

En su libro El futuro de la democracia[1], el politólogo italiano Norberto Bobbio señala seis falsas promesas de la democracia. La sexta es la que, lamentablemente, en ninguna democracia liberal se lleva a cabo; la educación política del ciudadano. Bobbio la denomina: “El ciudadano no educado”. Y ahí está el punto, sin la formación política de la ciudadanía la democracia termina siendo una farsa, un sistema funcional a la oligarquía. Y este es uno de los principales problemas de la democracia liberal, porque con una ciudadanía sin formación política se hace difícil hablar de democracia en tanto el poder del pueblo, que es el sentido etimológico de este concepto y su verdadero significado.

Es valioso el aporte de Bobbio porque señala uno de los vacíos preocupantes de la democracia liberal. No obstante, merece una crítica. No creemos que la democracia liberal pueda prometer la educación política de la ciudadanía. ¿Por qué? Sencillamente, porque la condición de existencia de la democracia liberal es la despolitización de la ciudadanía. El vínculo de “representatividad”[2], elemento clave del contrato entre gobernantes y gobernados en la democracia liberal, lo deja bien claro, como se señala en todas las constituciones liberales[3]. Si esta es la realidad de las democracias liberales, es difícil compatibilizarla con la promesa de una educación política de la ciudadanía. Sería contradictorio. Si para existir, la democracia liberal requiere la despolitización de la ciudadanía, después no resulta creíble ni coherente que prometa la educación política de la ciudadanía, esto es, su politización. Pero, lamentablemente, en el imaginario de la ciudadanía está “naturalizado” el hecho de una escuela que no forma ciudadanía crítica y politizada. Resulta normal que no lo haga. No hay demandas sociales respecto de una escuela que debería hacerse cargo de formar ciudadanos y ciudadanas con pensamiento crítico y conciencia política[4]. No podemos ser ingenuos en esto, pero la mayoría de la población no tiene la menor idea de que sin una verdadera educación política la democracia es cartón pintado.

Si el sistema educativo no forma ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política y los medios de comunicación concentrados, no sólo no educan, sino que desinforman y manipulan a la población, el resultado es la naturalización de la “ignorancia política” de la ciudadanía. Se normaliza, así, en el imaginario de la población, un dato de los más preocupantes para la gobernabilidad política del país, asumir como algo normal que la ciudadanía no disponga de los conocimientos y competencias para comprender de forma crítica el fenómeno político. De aquí se desprenden fenómenos como el repudio de la política, no son pocas las personas que la consideran una actividad sucia y deleznable, también la aceptación pasiva de que en la escuela no se debe discutir ni hablar de política. Y qué más ilustrativo y contundente que el desalojo de la charla política de nuestro cotidiano, que queda reflejado en expresiones como las siguientes: “Te invito a mi cumpleaños, pero por favor no hables de política”, “hacemos el asado, pero prohibido hablar de política”, “hice el grupo en WhatsApp, pero para temas de los amigos, chistes, anécdotas, organizar reuniones, pero nada de política porque se arruina todo”. Aquí se pone en evidencia la confusión de una parte importante de la ciudadanía, que sólo conoce y aplica el significado partidario del concepto de política e ignora su significado social.[5]

Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos entre nosotros mediatizados por la realidad política en la que estamos insertos[6]

La lucha cultural y educativa contra los prejuicios de género fue un éxito notable, y no fue un producto del sistema educativo, menos aun de los medios de comunicación, sino el resultado de una lucha encarada desde la sociedad misma, por movimientos de personas que comenzaron a vivir la realidad más allá de las naturalizaciones y los prejuicios. Decimos éxito, y lo celebramos, porque en el campo social, cultural y artístico hay un antes y un después de la emergencia de estos notables movimientos. La ley del aborto fue una de sus conquistas, mientras las mujeres activas y organizadas continúan batallando para derrotar al patriarcalismo y que cesen de una vez los feminicidios. Y esto nos obligó a muchos a deconstruirnos y volvernos a construir. Notable acontecimiento, por cierto.

Viví toda mi infancia y adolescencia y parte de mi adultez en un contexto socio-cultural en el que, por ejemplo, la homosexualidad era poco menos que un crimen y los hombres no eran tales si no le decían un piropo a una mujer en la calle, y si era grosero, mejor. Fue una conquista que no bajó desde arriba, sino que nació bien desde abajo. Fue una victoria popular, aunque no todo el pueblo haya participado activamente.

Fueron, y siguen siendo, conquistas contra las injusticias. Algunas insoportables, como la desaparición forzada de personas, que empujaron a las madres de los desaparecidos a enfrenta a la dictadura. Crearon a las “Madres de la Plaza de Mayo”, para enfrentar con enorme valentía y coraje a una brutal dictadura genocida, como la última que tuvimos en la Argentina. Siempre es la injusticia la que enciende nuestra rebeldía y nos da la fuerza que necesitamos para luchar.

Ahora bien, ¿no es también una injusticia que los medios de comunicación nos desinformen y manipulen como la hacen? La ciudadanía tiene derecho a la información y a la formación, pero la concentración de los medios de comunicación se la niega, una tremenda injusticia, porque hunde a la ciudadanía en la ignorancia, cuyos costos son inmensos. De la misma manera, una escuela que no forma ciudadanía crítica y conciencia política, ¿no desacredita a la democracia?, ¿podemos hablar de democracia con un pueblo que no tiene esa educación? Es evidente que no, aunque nuestro sistema educativo esté naturalizado tal cual es, aunque sea normal que en las instituciones educativas este prohibido tematizar y debatir de política, y no estamos hablando de política en su significado partidario, sino en su más pleno significado social. Esta es otra injusticia. Y cuando las injusticias se naturalizan, se desactivan y desaparecen como tales.

El analfabetismo político está naturalizado, lo que entraña el gran problema de que no se lo visibiliza. Pero el bajo nivel de alfabetización política de una parte importante de la ciudadanía es, sin duda, una de las principales causas de los ciclos de alternancia perversa de los gobiernos[7], que impiden la solución de los grandes problemas estructurales de la Argentina. Cuando los pueblos eligen y votan a sus verdugos, no lo dudemos, la ignorancia política no puede faltar como una de las razones que explican esa caída.

El sistema educativo tradicional, que no formó, no forma, ni formará ciudadanía con pensamiento crítico y conciencia política mientras continúe el mandato del bloque de poder oligárquico sobre la democracia liberal, los medios de comunicación hegemónicos y la despreocupación de los gobiernos nacionales y populares por la educación política del pueblo, explican el bajo nivel de alfabetización política de gran parte de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular, lo que debilita sustancialmente las posibilidades de empoderamiento del pueblo, que es una condición indispensable para enfrentar al poder de la oligarquía.

Además, sabemos que el pensamiento crítico y la alfabetización política siempre estuvieron, y lo siguen estando, ausentes en la agenda educativa mundial, de la Argentina y de los países de nuestra región. Sería ingenuo no comprender que las oligarquías se suicidarían si permitieran la alfabetización política de los pueblos. Y las oligarquías no se suicidan.

La ignorancia política, aunque no esté en el candelero de los medios de comunicación masivos, y no es casual que no esté, porque dichos medios están concentrados en manos de la oligarquía, es uno de los problemas más importantes que tenemos hoy en el mundo. Pero no esperemos que sea un tema que pueda interesarle a los emprendedores de la producción cultural dominante, ni tampoco a los gobiernos, ni aún a los de sesgo nacional y popular que están influenciados y presionados por las oligarquías, por el poder real.

La ignorancia política de la ciudadanía es una barrera fundamental a superar para conseguir promover el empoderamiento del pueblo que, sabemos, es un factor clave para luchar con posibilidades de éxito contra el poder real. Vemos, además, con suma preocupación que el debate educativo está demasiado centrado en la aceleración de los cambios, sobre todo por el vertiginoso desarrollo exponencial de la tecnología. Esto se hace evidente, por ejemplo, en las nuevas ecologías de la educación, así como otras propuestas y programas educativos basados en las tecnologías de la industria 4.0, todas orientadas al futuro, por lo tanto que nos piden que dejemos de mirar el pasado y pensemos exclusivamente en lo que viene, cuando lo que viene es el mundo que están creando las oligarquías a la medida de sus valores e intereses. No estamos en contra de estas ideas, pero si en que sean el centro del direccionamiento de la educación, cuando la ignorancia política de una parte importante de la ciudadanía, que está naturalizada en la sociedad, alimenta la desinformación y manipulación de los medios de comunicación hegemónicos y las redes sociales dominadas por las grandes plataformas digitales multinacionales.

El aspecto más relevante de la realidad que estamos viviendo, es el de un planeta impactado por la prepotencia de un imperialismo (anglo-sajón) que inunda el mundo de guerras que balcanizan regiones y países, encubiertas con los medios de comunicación que hegemoniza a escala planetaria, que practica un globalismo unilateralista, que no considera el cambio climático y que no tiene en cuenta los daños irreparables en vidas humanas que provocan sus desestabilizadoras y dañinas intervenciones en diferentes partes y naciones del mundo. Estas élites dominantes, es evidente que nos están llevando a callejones sin salida en temas fundamentales como la paz y el desarrollo armónico de las sociedades del mundo, así como el imprescindible equilibrio medio ambiental. Guerras con el objetivo de dominar en forma unilateral el mundo, que serían completamente evitables mediante una buena diplomacia y que generan indecibles sufrimientos humanos debido a las crisis energéticas y alimentarias que provocan y a las dolorosas migraciones forzosas de miles de personas.

Estamos frente a la imposición de un sistema que promueve políticas económicas depredadoras que hunden en la pobreza a millones de personas, que incrementa el cambio climático que está destruyendo el planeta y obliga a poblaciones enteras a migrar de manera forzosa. Entre tanto, las conciencias y conductas de las personas son manipuladas por los medios de comunicación masivos que se concentran cada vez más en manos de las oligarquías y las redes sociales son dominadas por las grandes plataformas digitales multinacionales. En este contexto la educación política de los pueblos se torna una tarea impostergable.

Si tomamos conciencia de la importancia que reviste para la oligarquía global y sus repetidoras locales de los países de nuestra región la concentración de los medios de comunicación y el dominio de las redes sociales, no será difícil inferir la relevancia que posee la alfabetización política (pensamiento crítico y conciencia política) del pueblo, que es el primer paso para su empoderamiento. Por eso, en la situación que estamos en el mundo, la alfabetización política de los pueblos se convierte en un objetivo de primer orden para la transformación de la realidad.

Las oligarquías, como es lógico, quieren conservar la realidad, el status quo que las favorece, mientras que los gobiernos de sesgo nacional y popular son influenciados y condicionados por ellas y, por supuesto, no están en condiciones de realizar una transformación verdaderamente progresista de la realidad. Ante esta situación de parálisis progresista y transformadora, es imprescindible la fuerza de pueblos proactivos y comprometidos, pueblos realmente empoderados, pueblos que sostengan políticamente a los gobiernos. Y sin una verdadera educación política no será posible.

Si tomamos conciencia de la importancia de los pueblos en la transformación política de los países y el mundo, inmediatamente nos daremos cuenta de la relevancia de una educación orientada a promover el pensamiento crítico y la conciencia política de la ciudadanía que conforma el amplio campo popular. La educación política de los pueblos es, sin ninguna duda, la más importante para nuestro tiempo, pero claro, se opone a los valores e intereses del establishment que domina el mundo. La educación popular que proponemos está a contramano de los valores e intereses del poder real, por lo tanto no esperemos que vaya a bajar desde arriba, sino que la deberemos construir desde abajo, porque es evidente, como señala Paulo Freire, que:

“Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”[8].

Hay una frase que fue muy repetida, pero sigue manteniendo un enorme potencial: “Sólo el pueblo salvará al pueblo”. Esta es nuestra posición, por eso convocamos desde abajo, desde la perspectiva de que “todos” somos educadores, a la ciudadanía que conforma el amplio campo popular para convertirnos en millones de educadores populares, en donde todos enseñamos y aprendemos mediatizados por la realidad política en la que estamos insertos. Enseñamos y aprendemos en defensa de los valores e intereses de la patria y el pueblo, de la soberanía nacional y regional y de la patria mundo, en un planeta donde la geopolítica del unilateralismo tiene efectos nefastos en todas las regiones y países del orbe.

En este contexto la alfabetización política debería ser una prioridad. Y si los ciudadanos y ciudadanas que conformamos el amplio campo popular elevamos nuestro nivel de alfabetización política y nos convertimos en educadores, no hay nada que impida la multiplicación de la formación política y la apertura del camino para la construcción de un verdadero poder popular.

Bibliografía

Bobbio, Norberto (1986) El futuro de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.

Freire, Paulo (1984) La importancia de leer y el proceso de liberación. México: siglo XXI.

Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina.

José Luis Lens 27/72022

  1. Bobbio, Norberto (1986) El futuro de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.
  2. Los que hemos denominado “vínculo de representatividad” es el eje de la democracia liberal, esto es, la relación representantes-representados. Pero no es posible soslayar que la condición de existencia de la democracia liberal, ya desde su nacimiento, es la despolitización de la ciudadanía, porque el pueblo debe “delegar” su poder, mejor dicho, “enajenar” su poder, despojarse de él y entregárselo a un conjunto de representantes. Esto hace que el concepto de democracia se convierta en una contradicción en sí misma, ya que el pueblo, que es el soberano porque detenta el poder, no obstante, debe cederlo, debe despojarse de él. Ver. “Democratización del vínculo de representatividad”, en: Lens, José Luis, La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial de Autores Argentinos, página 291.
  3. “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes”. Artículo 22 de la Constitución de la Nación Argentina.
  4. Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, páginas 93 y 291.
  5. Significados social y partidario del concepto de política: En el imaginario de la ciudadanía, en general, sólo existe el significado partidario del concepto de política. ¿Por qué? Porque sólo concibe como política la disputa partidaria por el poder de gobierno. Esto equivale a un fuerte recorte de su conciencia política, que estrecha y reduce su campo de acción, cuyas condiciones de posibilidad fueron y son en todo momento creadas por la oligarquía. Pero la política va mucho más allá de la disputa partidaria por el poder de gobierno. Su esencia se realiza en la lucha por el poder real, de ahí que su contexto de significación sea la contradicción oligarquía-pueblo. Precisamente, la politización de la ciudadanía recién comienza a ser posible en la toma de conciencia de la importancia de esta contradicción principal. En: Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano, Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, página 403.
  6. Aquí parafraseamos una notable idea de Paulo Freire.
  7. “La alternancia es, sin duda, un valor de la democracia. Pero lo es en tanto sea sana, esto es, una alternancia entre gobiernos que representen realmente los intereses de la nación y el pueblo. Ahora bien, si la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y los que representan intereses populares, entonces, la alternancia no es sana, sino perversa. Lamentablemente, esta es la realidad de la Argentina. El poder de la oligarquía fue, y lo sigue siendo, mayor que el del pueblo y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y cuando estos últimos alcanzaron la administración del Estado, nunca pudieron mantenerse, sino que siempre fueron destituidos y desplazados, ya sea mediante golpes de Estado cívico-militares, boicots económico-financieros o guerra judicial (lawfare). Esto generó una alternancia perversa entre gobiernos representantes de los valores e intereses de la oligarquía y representantes de los valores e intereses del pueblo. Ver: “Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos”, en: Lens; José Luis (2022) “La alfabetización política del soberano”. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, página 247.
  8. Freire, Paulo (1984) La importancia de leer y el proceso de liberación. México: siglo XXI. Página 71.

 

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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