Neoliberalismo

Cambiemos: La democracia bastardeada

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El gobierno de Mauricio Macri está bastardeando en forma indignante la democracia. Pruebas al canto:Los funcionarios a cargo de las instituciones del Estado, que deberían controlar a los actores privados del mercado, son esos mismos actores. Le llaman en forma eufemística: “incompatibilidad de intereses” cuando, en verdad, se trata de una defraudación al Estado, porque su objetivo es utilizar a este último para promover y acrecentar sus negocios a costa de los intereses y derechos del pueblo. El Jefe de Gabinete de Ministros es Marcos Peña Braun Menéndez, heredero de los genocidas de la Patagonia y primo del Secretario de Comercio de la Nación, Miguel Braun, ambos miembros de la familia dueña de los hipermercados La Anónima. El ministro de energía, Juan José Aranguren, es un representante de la Shell. Mario Quintana, Coordinador del Gabinete de Ministros de Mauricio Macri es un importante accionista de la Empresa Farmacity. Gustavo Lopetegui, es otro Coordinador del Gabinete de Ministros con un pasado en la empresa aérea LAN, competidora de Aerolíneas Argentinas. El Ministro de transporte, Guillermo Dietrich, proviene del Grupo automotriz Dietrich. El Ministro de producción, Francisco Cabrera, Fue uno de los principales fundadores de la Fundación Pensar, que tiene por objetivo buscar la integración de recursos humanos del sector privado al sector público. Ricardo Buryaile, Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación es un activo integrante de la súper conservadora Sociedad Rural Argentina, que todos conocemos como golpista y, por ende, antidemocrática por naturaleza. Y podemos seguir… El objetivo del Estado es garantizar el bien común. ¿Les parece que el objetivo de los CEOS corporativos que administran el Estado es el bienestar del pueblo? Está claro que no, Sus objetivos son otros, apuntan a los negocios. ¿Hay una aberración ética mayor que los CEOS corporativos administrando el ente público que los debería controlar a ellos? Es más. Este es el síntoma más claro de la corrupción estructural que caracteriza a este gobierno. La democracia, bien, gracias!! El Congreso de la Nación, está quedando como una figura decorativa. Cada vez tiene menos injerencia en la resolución de los temas fundamentales de la República y la población. Por un lado, el macrismo, en búsqueda de la gobernabilidad, se viene fagocitando a los legisladores de la oposición (del peronismo, del partido Renovador, del Frente para la Victoria, etc.). Con esta estrategia de dividir para reinar, siendo una fuerza minoritaria en el Congreso, ha logrado sacar leyes favorables a su proyecto anti popular. Por otro lado, Mauricio Macri se maneja todo el tiempo con DNU (Decretos de Necesidad y Urgencia). La serie de DNU es interminable. El último fue para privatizar Vialidad Nacional, con el cual, entre otras cosas, seis mil trabajadores quedarán completamente precarizados. Es evidente el carácter antidemocrático de esquivar al Congreso mediante Decretos de Necesidad y Urgencia. Un Congreso manipulado y la práctica de los DNU, convierten a la democracia en una mera fachada para tapar el sesgo autoritario del gobierno.La independencia de los poderes, otro bastión amado por los republicanistas como Lilita Carrió, figura emblemática de Cambiemos, también es bastardeado. ¿Quién puede dudar de que existen jueces totalmente adictos al gobierno? No es casualidad que justamente en medio de la campaña electoral aparezcan los juicios a funcionarios del anterior gobierno, comenzado por la ex presidenta Cristina Fernández. Tampoco es casual que haya jueces que ataquen a los mapuches que ocupan tierras de los magnates amigos de Mauricio Macri en el Sur. La Justicia argentina está dando vergüenza ajena. ¿Podemos hablar de democracia sin independencia de los poderes de gobierno? ¿Podemos hablar de democracia con una Justicia adicta? ¿Podemos hablar de democracia con jueces de la Corte Suprema subordinados y puestos allí mediante maniobras oscuras? Es claro que no.El impresionante monopolio mediático, encabezado por el Grupo Clarín, ha destruido el derecho a la información y comunicación de los argentinos. El contubernio Grupo Clarín-Cambiemos tiene una vocación voraz por monopolizar todo el espacio mediático, como lo revela el despido y silenciamiento del periodista Roberto Navarro, con sus programas El Destape y Economía Política. Navarro era uno de los pocos críticos incomprables del macrismo, con una audiencia que crecía de manera impresionante. Navarro ya no está en el ámbito televisivo. Su voz ha sido acallada. ¿Alguien puede creer que sin derecho a la información y comunicación, podemos hablar de democracia? Claro que no. Sin información crítica no hay democracia. El gobierno de Cambiemos está utilizando y manejando, a piacere, las instituciones del Estado. Para muestra basta un botón. En la Oficia Anticorrupción, encargada de controlar a los políticos y funcionarios del Estado y, que, por lo tanto, debería ser totalmente imparcial, Macri colocó a una furiosa militante de su partido, el Pro, para que haga la vista gorda respecto de los negocios que su gobierno está haciendo con el Estado. Además, un requisito del puesto es que quien lo ocupe debe ser abogado o abogada, Ahora bien, la funcionaria en cuestión, Laura Alonso, no posee dicho título. ¿Podemos hablar de democracia cuando las instituciones del Estado se manejan de esta forma? Claro que no.Evidentemente, en estas condiciones la democracia es una mera fachada para engañar a una población manipulada y sin armas para defender sus derechos consagrados en la Constitución. El gobierno de Cambiemos tiene legitimidad de origen[1], pero no de ejercicio. Aunque se definan todo el tiempo como democráticos, sin duda el ADN del macrismo es completamente autoritario.

  1. Le concedemos esta legitimidad, pero en realidad también deberíamos cuestionarla, ya que la campaña de Cambiemos en las elecciones presidenciales, a través de la inestimable colaboración de los medios hegemónicos, con el Grupo Clarín a la cabeza, fue una verdadera estafa a la buena fe de la gente.

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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