Neoliberalismo

Big Data: dividir para reinar

Big Data: dividir para reinar

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Hasta no hace mucho creíamos que la red Internet era una fuente de democracia y democratización. Desde las redes sociales se podían convocar manifestaciones masivas, hasta promover y organizar revoluciones anti poder. Creíamos que los poderes establecidos por fin podían ser realmente lastimados con una nueva y poderosa herramienta a la medida de los intereses de las mayorías populares. Una herramienta de comunicación al alcance de todos y que el poder establecido no podía bloquear. La panacea para la democratización estaba a la mano de los pueblos.

La ilusión o tardó mucho en evaporarse. Pronto apareció una característica típica de la tecnología: que es una herramienta, y como tal, se puede usar para el bien y para el mal. Las redes sociales nos mostraron que es mucho más fácil y cómodo compartir datos que andar verificándolos, contrastándolos con los hechos de la realidad. A su vez, las redes sociales se convirtieron en enormes e infinitas fuentes recolectoras de datos dejados por lo usuarios, que se comenzaban a sumar de manera exponencial. Y es así como las redes sociales, que fueron y siguen siendo útiles para convocar a multitudes con una intención politizadora, hoy están siendo usadas, también, con una intención totalmente contraria, le están sirviendo a las oligarquías para manipular y despolitizar a las mayorías. ¿De qué manera? Los algoritmos de inteligencia artificial y el Big Data hoy lo permiten a través del marketing político. Si la democracia liberal representativa estaba floja de papeles, ahora, con estas prácticas, está directamente muerta.

Vamos a mostrar cómo la Big Data interpretada por algoritmos de inteligencia artificial (Big Data algorítmica) puede crear una multitud de datos que definen los perfiles de las personas con todo tipo de matices. De esta manera se puede llegar a cada persona con mensajes y promesas a la carta para seducirla y manipularla a favor de determinados intereses político-partidarios.

Tomemos una de las redes más conocidas y usadas, el famoso Facebook, que tiene mucha data. Por ejemplo, tiene los «me gusta»: qué te gusta y en qué momento. Unos investigadores de Cambridge hicieron tests de personalidad con gente que les dio acceso a su página de Facebook, y descubrieron con cuántos «me gusta» un algoritmo de inteligencia artificial puede detectar una personalidad. Con cien «me gusta» vieron que podían predecir una personalidad bastante bien e incluso otras cosas, tales como su orientación sexual, su origen étnico, su opinión religiosa y política, su nivel de inteligencia, si usa sustancias adictivas o si sus padres están separados. Y detectaron que con ciento cincuenta «me gusta» el algoritmo podía predecir dicha personalidad mejor que su pareja. Y con doscientos cincuenta «me gusta» de Facebook, el algoritmo puede conocer su personalidad mejor que la propia persona.

Este íntimo conocimiento de quienes deben dar consenso y elegir a los gobiernos.es un arma extraordinaria para manipularlos, porque permite, mediante la segmentación de la población, llegar a cada unos de esos fragmentos con mensajes a la carta. Mensajes con contenidos adaptados con precisión quirúrgica a las distintas personalidades, con lo cual la comunicación tiene una altísima chance de seducir a sus destinatarios. Los tipos de mensajes pueden multiplicarse en forma diferenciada y por millares.

El primero que lo usó fue Obama en el 2008 y luego Trump. También Macri dispuso de esta tecnología y la usó en la elección de 2015[1]. Claro que estos mensajes direccionados, con su veneno de seducción y manipulación, tendrán más efecto en aquellos fragmentos más despolitizados, esto es, con menor nivel de alfabetización política. Cuanto más alto sea el nivel de consciencia política de los destinatarios, menor será el efecto de estos mensajes.

Los medios de comunicación hegemónicos despolitizan y la Big Data algorítmica, hace el resto: logra, en conjunción con otros factores, que los destinatarios terminen eligiendo a sus verdugos. Es importante que vayamos sabiendo que la única vacuna existente contra la Big Data algorítmica usada por algunos grupos políticos para manipular a la población, es la alfabetización política. No hay otra.

La Big Data algorítmica es una herramienta ideal para concretar la siempre anhelada estrategia de dividir para reinar de las oligarquías, y uno de los indicadores más claros del bajo nivel de alfabetización de la ciudadanía es el desconocimiento de dos conceptos clave de contenido politizador: 1) El interés común y 2) El bienestar general. Precisamente, la Big Data algorítmica quiebra estos dos conceptos, porque se dirige justamente a los valores individualizantes de las personas que conforman los fragmentos. Los seduce porque les dice lo que ellos quieren oír. Y lo que quieren oír es lo que le interesa a su matriz antropológica individualista forjada en el sistema, porque vienen siendo sometidos a la acción de la biopolítica neoliberal, que sabemos es pro mercado y contraria al Estado social, las comunidades organizadas y los valores colectivos.

El fenómeno de la Big Data formateada para el ejercicio de marketing[2] político hay que entenderlo adecuadamente. En primer lugar, es absolutamente lógico que las oligarquías hayan creado este instrumento porque en su ADN están las ansias ilimitadas de dominio y, por ende, el control de las consciencias de la población. Por lo tanto, en este punto no es mucho lo que podamos hacer. Apelar a la moral de las clases dominantes para que cambien sus conductas sería realmente una ingenuidad que rozaría la estupidez.

 

La clave está, entonces, en los manipulados, que deberemos luchar para dejar de serlo y lograr empoderarnos[3]. Pero lo que sucede es que en la sociedad en la que vivimos, en lo que hace a la política, estamos sometidos a por lo menos tres niveles de manipulación:

  1. La manipulación biopolítica, que se basa en una larga y extendida sedimentación cultural de valores del sistema dominante. Quien estudió este fenómeno con notable competencia fue Herbert Marcuse en las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado. Los valores de las clases dominantes se instalan en nuestra estructura psico-biológica, a partir de lo cual nosotros mismos reproducimos el sistema que nos somete y domina.
  2. La manipulación de los medios de comunicación monopólicos y hegemónicos, que nos mantienen desinformados y anestesiados respecto de los actos de corrupción del establishment dominante, así como nos bombardean todo el tiempo con operaciones mediático-judiciales para intentar lavar impunemente nuestros cerebros. Un sistema de comunicación realmente democrático, nos daría elementos para salir de la manipulación biopolítica.
  3. La manipulación a través de las redes sociales, principalmente mediante la Big Data algorítmica. Cuando, en las instancias electorales de las democracias liberales, se aplica la Big Data algorítmica a poblaciones que han sufrido los dos niveles de manipulación precedentes, los efectos pueden ser devastadores para los pueblos, porque terminan eligiendo a sus verdugos, justamente a quienes les van a quitar sus derechos, sus trabajos, sus jubilaciones, el pan de sus bocas, en fin, sus vidas

La Big Data algorítmica les permite a las oligarquías fragmentar a la población rompiendo el paradigma comunitario, basado en los conceptos eminentemente políticos y vertebrales de “interés común” y “bienestar general”. Con la Big Data algorítmica el sueño de dividir para reinar de las oligarquías cobra realidad, ya que aniquila la esencia de la democracia, que se fundamenta en la libertad plena de las personas para elegir el modo de organización política en el que su realización y la del conjunto dependen de su participación y compromiso social.

¿Cuál es la calidad de un voto obtenido a partir de una manipulación de este tipo? Sin duda es un voto que no puede sustanciar una verdadera democracia Es un voto degradado porque no es el resultado de una elección realmente libre. Es un voto que atenta contra el sentido esencial de la democracia[4].

La Big Data algorítmica destruye a la democracia porque la convierte en una siniestra simulación que legitima el dominio autoritario y despótico de las oligarquías sobre las mayorías.

  1. Fuente Hispantv: https://www.hispantv.com/noticias/argentina/372625/escandalo-cambridge-analytica-facebook-elecciones-victoria-macri.: Las consultoras Cambridge Analytica y SCL no solo tuvieron como clientes a las campañas a favor del Brexit y de Donald Trump, sino que habrían usado millones de datos de Facebook para influir en las elecciones en Argentina, donde la formación política Cambiemos llegó a la Casa Rosada a finales de 2015”.
  2. El marketing, aunque a muchos no les guste, es un ejercicio de manipulación de las personas, porque trabaja sobre los valores, gustos, emociones y expectativas de los sujetos para lograr un fin bien determinado: convertirlos en consumidores de un determinado producto, que puede ser un jabón, pero también un político.
  3. Usamos el plural porque, aunque no toda la población esté prisionera de la manipulación ejercida por la oligarquía, con que una porción importante lo esté, como la mayor parte de la clase media y una parte importante de la clase social baja, es suficiente para hablar de “manipulados”. El ejemplo más claro lo tenemos en las elecciones en que se ungió como presidente a Mauricio Macri. La mitad más uno que lo votó, una gran parte de la cual pertenece al campo popular, cometió un acto de irresponsabilidad, ya que cuando votamos no ponemos en juego solamente nuestros intereses personales, como todo el tiempo se malentiende, sino también, y principalmente, los de toda la comunidad.
  4. No obstante, muchas personas se ponen muy mal cuando les señalamos que no son libres de elegir a sus representantes, de que están siendo manipuladas de diferentes formas. Se ofenden mucho. Claro que los medios hegemónicos viene trabajando este tema promoviendo todo el tiempo la falsa idea de que los ciudadanos son totalmente libres para elegir, cuando la realidad es que no lo son, que están severamente condicionados por los medios de comunicación hegemónicos. Son formalmente libres, pero realmente están condicionados, esto es, no lo son. Cada vez que alguien pone en duda la competencia de la población para elegir a sus representantes, lo acusan de subestimar al pueblo y, por ende, de anti democrático. Esta actitud, lejos de defender y promover la democracia, lo que hace es legitimar la manipulación del pueblo.

 

José Luis Lens

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Actualmente, Profesor Titular de la Cátedra de Educación Popular en la FCH-UNCPBA y Profesor Adjunto de Ciencias Políticas en la UBA-CBC.

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